Absurda película aburrida como una ostra revestida de intriga (?) en la que un pijo americano decide redimir a su mejor amigo, un yonki con una pistola que vive en una cabaña en medio de la nada. Camellos rurales, tiros al aire y suciedad constante que se hacen eternas. Como me siento benévolo después de ver La bestia del averno no le pongo el merecido uno y lo dejo en mala a secas.
Entretiene lo mismo que un programa de teletienda checo a las tres de la mañana.

Impecable cierre de la trilogía oscura, sucia y repugnante por momentos. Su protagonista es, con diferencia, lo mejor y más destacable.
Aún así, la tercera temporada de la versión americana es, de lejos-y con un argumento diferente- lo mejor que ha dado la televisión en el último año. Acabo de ver los dos últimos episodios y los lagrimones que me ha arrancado han sido los más gordos en años. Mireille Enos es con diferencia el descubrimiento actoral en lo que va de siglo, un talento que esperemos no se desaproveche en demasiados subproductos como el bodrio zombie con Brad Pitt, y uno de los capítulos, dirigido por Jonathan Demme, traspasa el dolor de la pantalla y se queda clavado en el alma.
Lo mejor: Su valentía al tratar ciertos temas en el momento que atraviesa Europa.
Lo peor: Lo dicho, ahora mismo The Killing yanki gana la batalla, con uno de los alegatos contra la pena de muerte más sensibles, delicados, dolorosos y ataca conciencias que he visto en mi vida.

Revisada años después no entiendo por qué me gustó cuando la vi.
Es un auténtico peñazo, en el que la intriga está fatalmente construida sobre conspiraciones varias que no acaban de encajar.
Homófoba-el tratamiento de Clay Shaw es bochornoso-patriotista,pro libertaria de pacotilla e insulsa.
Para acabar vendiendo humo, una hora menos de duración sería suficiente.
Montaje fabuloso, eso sí, moderno e impecable.
Interpretaciones decentes.
Fotografía oportunista y BSO coñazo.
Nada, que no me gusta.
Lo mejor: Su montaje, Spacek.
Lo peor: Es eterna.

No soy en absoluto amigo de los falsos documentales, con contadas excepciones, y desde luego, la peli que nos ocupa lo es y con creces. Provoca tal mal rollo, que a los diez minutos de metraje ya eres presa de la angustia y la intriga, cosa que ya quisieran provocar películas con presupuestos cien veces mayores.
Como si de la memoria de una cámara de video se tratase, el hilo argumental de la cinta se va desarrollando por sí solo, lo que acompañado de unas interpretaciones geniales, difícilmente comparables, hace que te metas en ella sin remedio.
Un auténtico lujo, sin efectos especiales, con cuatro euros, cuatro actores y una cámara del montón.
Qué envidia.
Paco Plaza debería tomar nota, verla, ver después su inefable y bochornosa REC, volver a verla y pedir perdón en un acto público.
Lo mejor: TODO. Adrian Pasdar está para comérselo.
Lo peor: Su falta de lugar en una cartelera atestada de bodrios y sacacuartos.

Pese a ser comparada con Paranormal Activity, a la que supera con creces en todo, no me extiendo porque no es necesario, The apparition es deudora de referentes marcados mucho más interesantes e inteligentes. Básicamente las dos primeras entregas de Poltergeist, El ente, Amityville, La maldición e incluso la reciente Insidious. Todas ellas excelentes en mayor o menor medida y presentes en una película digna, honrada, que se esmera por aterrorizar y lo logra en algún que otro momento. La guapérrima Ashley Greene y su novio se van a vivir a una casa nueva de los padres de ella donde pronto empiezan a ser acosados por una presencia del más allá. Resulta que el novio, calladito se lo tenía, estuvo presente en un experimento pseudocientífico de ouija en el que dejaron la típica puerta abierta al más acá.
Brillantes efectos sonoros, buenos recursos técnicos e interpretativos y una seriedad casi impropia ya en el género hacen de The apparition una más que decente alternativa de terror que cualquier fan del género disfrutará a saco.
Muy buena.