Era muy obvio que el suicidio de la madre era un trauma que había que enfrentar. Nada nuevo.
Rose regresa a la casa de su infancia, la casa en la que creció y en la que se suicidó su madre. Y a quién le extraña. De ella nace el título de mi crítica. Vaya casa siniestra. En ese paraje desolado, rodeado de hierbajos, dejado de la mano de dios.

Y qué decir de ‘la niña Medeiros’ del final. Menuda risión. Está pluriempleada. Ahora que ha terminado la saga ‘[•REC]’, la han contratado para esta peli poniéndole la sonrisa del Joker. Di que sí, que hay que cotizar para la jubilación.

La amistad tan especial que tienen los cuatro chavales se nos ‘dice’; sabemos que existe porque uno de ellos lo asevera ya de adulto y a través de una voz en off, pero no la ‘vemos’, no vemos que se forje. Lo que nos encontramos es a cuatro críos que se juntan para ir andando a ver un cadáver. Van, casi les atropella un tren por el camino. Hacen noche en el bosque. Ven el cadáver, se vuelven por donde han venido, se despiden y hasta nunca. ¿Y esa es la amistad tan única y especial? ¿Por qué no se vuelven a ver nunca más si viven todos en el mismo pueblo de mil quinientos habitantes? ¿No eran amigos del alma?

Por otra parte, hay quien comenta que la representación de los niños es muy realista. Hombre, pues no sé. Yo no la veo tan realista, y al que menos al tal Chris (Phoenix), que suelta unas frases y discursos de una profundidad totalmente inapropiados para un crío de su edad. Por ejemplo, cuando le dice a su amigo Gordie que tiene un don para escribir, que Dios le ha dado esa habilidad y no la puede desaprovechar. Se lo dice de una forma muy solemne, muy como les gusta a los americanos, empleando una sintaxis y un vocabulario que un chaval no usaría y, si me apuras, tampoco muchos adultos.

Ya podían haber escogido de madre del protagonista a una señora a la que no se le notara a la legua la nariz operada, porque menudo canteo.

Canteo también que estamos en 1914 en Turquía, país musulmán, y los personajes poco menos que se comportan como hoy día. Ana, la institutriz, sale a divertirse de noche a un club con su novio y va con un vestido demasiado ‘revelador’ que dudo mucho que se usase en aquella época.

Al menos agradezco que no ‘mataran’ al pobre Chris para que Ana y Michael se fueran juntitos a América de la mano para ser felices y comer perdices.