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Críticas de Pedro Triguero_Lizana
Críticas 1.480
Críticas ordenadas por utilidad
8
15 de abril de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En sus buenos tiempos, cuando hacía buenas películas, películas interesantes, Franco rodó "Miss Muerte", un largometraje con un título maravilloso que parece salido de una novela barata, o de la literatura de quiosco de entonces. Es un film tal vez no excesivamente original, pero sí muy redondo, en todos sus aspectos técnicos y artísticos. Es un film, también, muy propio de los inicios del despegue del cine fantástico español, un momento en el que se asimilan y mezclan diversas corrientes e influencias foráneas, para, una vez agitadas con desparpajo (Franco al menos tenía ese desparpajo), hacer algo que, aunque seguía siendo mimético, tenía mucha gracia, y mucho encanto. Mabel Karr, en el papel de científica loca, está muy bien; su interpretación tiene la dureza, la locura, y el punto de delirio, que el personaje necesita. Es muy curioso, además, que aquí tanto el científico loco como su "criatura", una criatura programada para la venganza, sean dos mujeres, y muy atractivas, sin duda.

He dicho antes que hay influencias, que a veces son homenajes: el cine negro, el cine de Orson Welles. Las referencias a Robert Bresson son bastante divertidas. Hay en la trama, tal vez, algún eco de "Los ojos sin rostro" (Les yeux sans visage, 1960), de Georges Franju. El personaje del Dr. Zimmer (Antonio Jiménez Escribano) tiene algo de Dr. Strangelove. Hay un momento violento -la mujer que rompe un cristal con la cabeza- que se anticipa a algunos crímenes del cine de Dario Argento. Por otro lado, la estrategia de situar la acción en un país extranjero (aquí, uno vagamente germánico), por aquello de sortear a la censura, será habitual en el fantaterror español de los últimos años del franquismo. Por último, las escenas en el cabaré con Estella Blain vestida de mujer-araña son de un erotismo muy especial.
Pedro Triguero_Lizana
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6
9 de noviembre de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
A fines de los años 60 y a comienzos de la década de los 70, la Revolución mexicana de los años 10 del siglo XX es un asunto de moda, un tema recurrente en el cine mundial -tal vez porque a la comercialidad del western se unía así la popularidad y la actualidad de la revolución, entendida en un sentido amplio-, y este largometraje dirigido por Tom Gries se enmarca fácilmente en esa moda, sin conseguir singularizarse demasiado de otros films con la misma temática hechos en esos años, lo que es una pena, porque Gries ya había dirigido "El más valiente entre mil" (Will Penny, 1968), y ya había demostrado que era un cineasta interesante.

La vibrante música de Jerry Goldsmith, los títulos de crédito iniciales, el vigor de las escenas de acción, la habilidad que se advierte en las panorámicas y en la captación de multitudes y colectividades, no consiguen remontar el film. Que a principios del siglo XX hubiera un sheriff negro en Arizona es bastante inverosímil, y la escena amorosa entre Jim Brown y Raquel Welch no es para tanto. De hecho, me resultan más arriesgados los planos en los que Soledad Miranda aparece desnuda, o medio desnuda. Sancho Gracia aparece en sólo dos planos, junto a Raquel Welch. Entre lo mejor de este film está sin duda el papel de militar cruel interpretado por Fernando Lamas, y el hombre de negocios estadounidense interpretado por Dan O´Herlihy.
Pedro Triguero_Lizana
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Cada ver es...
Documental
España1981
6,9
211
Documental, Intervenciones de: Juan Espada del Coso
10
16 de mayo de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace pocos días he visto en la Filmoteca Española de Madrid, dentro de un ciclo, muy interesante, sobre cine documental español de los años de la Transición, "Cada ver es...", y me ha impresionado profundamente. Los protagonistas son Juan M. Espada del Coso, conservador de los cadáveres de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, y varios cadáveres de la facultad mencionada, y así aparece en los peculiares títulos de crédito, distribuidos a lo largo del metraje del film. "Cada ver es..." me ha impresionado mucho, en primer lugar, por los cadáveres, reales, que aparecen en escena. Los planos con el bebé cadáver, el ver cómo Juan le limpia los labios, y los piececitos; el calcetín que aún viste otro cadáver, adulto, o el ver cómo el protagonista (vivo) saca a los cadáveres de una piscina de formol, son imágenes que impactan en la retina y en la conciencia del espectador más curtido y escéptico. La cabeza seccionada de la chica joven y guapa, y otras cabezas seccionadas para su posterior estudio, también impresionan mucho. La película ofrece un cúmulo de emociones que lo abarcan todo, del humor al horror. Es un film con una fuerza poética enorme, y elabora una original poesía sobre el horror y la muerte,como "Le sang des bêtes" (1949), de Georges Franju, aunque desde otro punto de vista, no menos estremecedor.

Después de la proyección, he podido saber cosas acerca de las dificultades que tuvo este film para ser exhibido, no sólo con el gobierno de la UCD, que lo calificó como "S", sino también con el gobierno del PSOE, que dificultó su exhibición por su formato original de 16 mm. Para mí es un film excepcional, único e irrepetible, y una obra clave del cine de vanguardia, o experimental, aunque no por ello deje de ser un documental. Este documental de vanguardia no sólo es un retrato de Juan Manuel Espada, que nos muestra sus recuerdos, sus sueños, sus ideas y sus experiencias, sino mucho más. Una reflexión sobre la muerte, se dirá; o sobre la locura, también, a juzgar por las imágenes iniciales, no menos difíciles de ver, de los internos del centro psiquiátrico de Bétera. El horror de la locura y la muerte se adueña del plano, y todo resulta incómodo, molesto y tétrico.

Una indagación sobre el miedo, o sobre la nada, se dirá. Pero la película es aún mucho más que eso, explorando y explotando la dicotomía entre realidad y ficción, integrando ambas, entre el horror de los cadáveres reales y las citas al cine de Hitchcock -las imágenes de "Los pájaros", la música de "Vértigo"-, entre los sueños y las creeencias de Juan Espada, y la sordidez de los ambientes que vemos. De algún modo, el cineasta se identifica con el protagonista y su condición de marginado: congelar, detener en el tiempo, rescatar algo de la muerte, de la destrucción que ésta supone, marginarse voluntariamente del resto de la sociedad, está en las intenciones del cineasta.

En el cine, en el hecho de grabar y ver lo grabado, hay algo de necrofilia. La simpatía por el cadáver que nos muestra Juan hace a éste, en cierto modo, coleccionista, un coleccionista de cuerpos, y en esa necrofilia no es difícil ver una metáfora del cine. La película de García del Val es un hermosísimo, excéntrico, radical e impactante cadáver rescatado del olvido y la marginación.
Pedro Triguero_Lizana
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10
13 de abril de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces, en la historia del cine de terror, se ha conseguido tanto con tan pocos medios y tan poco dinero (bueno, también en otra genial película de culto, "El carnaval de las almas" (Carnival of Souls, 1962), de Herk Harvey), lo que hace pensar en que la calidad está no en la importancia que a priori tienen los medios de que van a disponer los que hacen la película (reparto, decorados, guión, banda sonora, etc.) sino en cómo se usan, en el talento, la sensibilidad y la imaginación que movilizan los responsables del film. Y en este caso, con pocos medios y mucho talento, Val Lewton y Jacques Tourneur crean una obra absolutamente genial, que se movía entre las pasiones narradas desde un punto de vista femenino, al estilo de las Hermanas Brontë, y el terror sobrenatural de un filón del cine de terror nacido en los años 30, los zombis; en suma, entre Jane Eyre y el inolvidable Carrefour. Un filón éste, el de los zombis, sumergido en un nivel muy bajo en general, de acuerdo con el hundimiento del cine de terror en el bajo o bajísimo presupuesto a fines de los 30 y en toda la década de los 40.

Lo más sorprendente es que este cruce apasionante entre melodrama y terror está tan bien hecho, que sus limitaciones apenas se notan; la línea melodramática tiene mucha fuerza, y la línea terrorífica, también, aumentada con una visión documental del mundo del vudú que pocas veces se ha visto en el cine de ficción. Por otro lado, es un film de una gran riqueza de sentidos y lecturas: del principio al final hay una lectura o una explicación racionales a los hechos, y, de forma paralela, otra lectura o explicación sobrenaturales, donde con el poder de la mente y del ritual, con la fuerza de sugestión y del terror, en fin, con el vudú, se maneja y se mata a distancia.

Estamos ante un hito de la plasmación de los zombis en el cine, cuando estaban más vinculados a tradiciones antiguas y mágicas, y no eran caníbales, y ante una de las mejores obras de Tourneur y de Lewton. Y ante una de las películas más poéticas, sugerentes y hermosas de la historia del cine. Soy un fanático del cine de muertos vivientes de George A. Romero, y a la vez soy un devoto admirador de este film de Tourneur -que influyó algo en "Nueva York bajo el terror de los zombi" (Zombi 2, 1979), de Lucio Fulci, aunque en este sobrevalorado film de terror italiano no influía sólo el zombi antillano, sino también el falso documental tremendista del subgénero "mondo" a lo Ruggero Deodato- y no veo contradicción alguna en ello. Todos los enfoques posibles son dignos de tener en cuenta, siempre que generen obras de interés.
Pedro Triguero_Lizana
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9
28 de noviembre de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un espléndido "film noir" en el que el pesimismo -elemento recurrente en el cine de Melville-, el fatalismo y el estudio del binomio formado por la fidelidad y la traición se unen a otro gran tema del cine de este director, la amistad, y a una minuciosa puesta en escena en la que no hay nada gratuito, y en la que se muestran con gran atención tanto los paisajes naturales como los ambientes urbanos. El robo "perfecto" en la joyería de París recuerda al de "Rififi" (Du rififi chez les hommes, 1955), de Jules Dassin. Los cuatro protagonistas (Delon, Bourvil, Volontè, Montand) componen un reparto muy competente.
Pedro Triguero_Lizana
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