Divertida farsa para lucimiento de B. Keaton -guionista, director y protagonista- en la que el polifacético cineasta desarrolla su historia con sencillez y notable sentido del humor.
Se trata de una sucesión de anécdotas, gags variados, escenas variopintas y -naturalmente- una buena dosis de slapstick para configuran un cortometraje bien gestionado y construido con solvencia a partir de una idea de alto contenido cómico.
La interpretación resulta muy correcta por parte del protagonista y de los actores secundarios en un contexto de ritmo trepidante.

Película de interesante argumento basada en un relato de B. Shaw que el guión convierte en una aventura candorosa con evidente carga de buenismo.
Los lances románticos, las peripecias con intervención de piratas y el naufragio en una isla desierta para descubrir en ella un mundo perdido con su volcán y con sus animales prehistóricos proporcionan cierto empaque a la trama aunque demuestran poca originalidad.
Su factura cinematográfica es sencilla, su estructura narrativa tiende a lo muy convencional y el desarrollo de la acción, en general, se apoya en un planteamiento demasiado ingenuo.
Inocente y bienintencionada.

Tensa película cuyo argumento transita por la delicada línea que separa la vida y la muerte sin que se advierta flaqueza o desliz en la trama.
Posee magnetismo y un enorme interés intrínseco que se ve realzado por un magnífico tratamiento cinematográfico y por una admirable interpretación.
Una Inquietud perturbadora se apodera del patio de butacas.
Lástima que a mitad de proyección los perfiles de la historia se van desdibujando y cobran una dimensión menos sugestiva.
A partir de entonces las cuotas del realismo fantástico –convincentes hasta ese momento- abandonan el dominio sobre cada escena y no son capaces de cumplir su cometido.

Una ambientación preciosista distinguida por su porte suntuoso y una bellísima fotografía sirven como marco de referencia para una historia interesante.
Es cierto que a veces le falta capacidad de síntesis pero hay que admirar su lirismo, su intimismo cálido, su fino sentido de la psicología, su perspectiva social, su romanticismo distinguido y su envidiable sentido de la oportunidad para escribir sobre el celuloide un verdadero tratado sobre la teoría de la huida.
Pero también hay que valorar la relevancia de una cámara sigilosa capaz de captar siempre el detalle idóneo.
La factura cinematográfica es de verdadera altura y la selección musical resulta muy afortunada.
Como también lo es la interpretación del elenco.

Entretenida pieza para mayor gloria de R. Arbuckle y B. Keaton que por entonces ya eran famosos en el mundo del celuloide.
El corto presenta algunas situaciones verdaderamente cómicas, un ritmo endiablado, un estilo narrativo desenvuelto y una línea argumental coherente que capta la atención del espectador.
Y aunque el inevitable “slapstick” se adueña de muchos fotogramas, no llega a hacerse reiterativo y eso se agradece.
Pero llama sobre todo la atención el estreno -en tan corto minutaje- de gran número de escenas inolvidables que han servido como inspiración a lo largo de los años en la historia del cine.