Para lo mamarracho y excesivo que suele ser siempre James Wan en la construcción de sus guiones, y lo encorsetado y hasta previsible que se muestra en cambio aquí en "M3GAN". Vale que en verdad escribir, lo que es escribir, lo hace Akela Cooper. Pero ustedes me entienden. Y es que, a tal respecto, con este primer fruto de la alianza entre el propio Wan y Jason Blum me ha pasado un poco lo que ya me sucedió el año pasado con la "Smile" (2022) de Parker Finn. Llevar por bandera un guion que, entre otras lindezas, es de esos que anticipan con neones parpadeantes a kilómetros de distancia gran parte de lo que en ellos va a acontecer, no es buen síntoma. No sé si es que ya tengo demasiado cayo, o es que en verdad el trabajo a nivel guion va justito, pero estas cosas cada vez me incordian más.
"M3GAN", que mezcla un poco esa cáustica mala baba de Chucky con la sensación de imbatibilidad del T-800, citando tótems del subgénero en que se enclava la cinta, la firma, por cierto, un tal Gerard Johnstone. Tipo al que no tenía fichado pero al que, al igual que con la alianza Blum & Wan, habrá que tener en el visor. A Allison Williams siempre la tengo ahí, pero se prodiga tan poco la muchacha.

Lo siento pero no le he encontrado la gracia por ningún lado a "La hija oscura".
Más allá de Dakota Johnson, en la que creo puede ser su mejor interpretación hasta la fecha, no le he hallado más virtudes a esta ópera prima de Maggie Gyllenhaal basada en una novela de Elena Ferrante.
Literalmente es que ni he soportado ni he empatizado con los personajes de la cinta en general, ni con los de Olivia Colman y Jessie Buckley en particular: dos sociópatas de manual que me han enervado como hacía tiempo nadie lo lograba. Y a partir de ahí, poco más ya he podido hacer con una obra que, por temática, tampoco ha sido capaz de infiltrarse en mi. Aunque tampoco le quiero echar demasiada carga de culpa al tema sobre el que gira la obra ya que hay infinidad de películas que versan sobre él que, no sólo entro en ellas, sino que me gustan. Así que ese salvavidas te lo quito, Gyllenhaal.
En fin. Ya sé que soy yo, no eres tú. Pero aún así "La hija oscura" es de las obras de su respectiva temporada de premios que más frío me ha dejado. Una pena, pero es lo que hay.

A ver. Sí. Charles Cullen sería un psicópata, y de ahí para arriba todo lo que queráis. Pero también os digo una cosa: el porrón de hospitales que lo contrataron no tienen menos culpa. Esos sí que son los verdaderos criminales, pasándose de uno a otro la patata caliente de las fechorías del muchacho como si no pasara absolutamente nada. De verdad, me ha hervido la sangre.
Y poco más añadiré sobre esta "El ángel de la muerte" de Tobias Lindholm que no es mal true crime para todos esos a los que no nos interesa nada de nada el submundo de los true crime. Jessica Chastain luciendo Oscar, Eddie Redmayne su ambigua y eficaz presencia... En fin, un caramelito.

Diecisiete años le ha costado, pero al fin Ti West se hace un hueco en el mainstream. Un lugar en el que, siendo egoísta, no tengo muy claro que quiera verlo. Pero bueno. Ahí está. En un rinconcito y sin molestar, a la expectativa.
No creo que esta "X" que hoy nos ocupa sea la mejor película del cineasta hasta la fecha. Ese cajón del podio seguirá perteneciendo, por ahora, a "La casa del diablo" (2009). Pero sí creo que el salto a todos los niveles que pega aquí Ti West, es digno de mención. El éxito no ha sido gratuito. Eso desde luego.
Todo ello en un trabajo con "La matanza de Texas" (Tobe Hooper, 1974) reflejada siempre en el retrovisor; y comandado, delante de la cámara, por una Mia Goth soberbia.
Y por cierto, que gloriosa doble sesión forma "X" con "La abuela" (Paco Plaza, 2021) al título de: a la vejez, viruelas.

Primero fue "Caperucita Roja" (2011), y ahora Catherine Hardwicke vuelve a la senda del cuento clásico ligeramente pervertido —seguramente esa no sea la palabra apropiada, pero es la que me ha salido— con la versión lovecraftiana de Hansel y Gretel. Eso es "Dreams in the witch house (Sueños en la casa de la bruja)", su juguetona aportación a "Guillermo del Toro's Cabinet of Curiosities".
En verdad tampoco puedo juzgar aquí la labor de Hardwicke y compañía como adaptadores del de Providence. Al igual que ya me sucedió en "Pickman's model (El modelo de Pickman)", el relato aquí adaptado es de los que aún se me resisten del autor. ¡Cáspita! Que mal estoy quedando como lector de Lovecraft. Así que nada, juzgo "Dreams in the witch house (Sueños en la casa de la bruja)" como episodio en sí, y ya. Y como tal, nunca estará entre mis favoritos, pero tampoco entre los que menos me apasionan. Nivel intermedio, que en el caso de esta antología es un nivel más que bueno.