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España España · Santa Coloma de Gramenet
Críticas de Chacal
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Críticas 143
Críticas ordenadas por utilidad
7
14 de enero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la última década, el cine francés de género ha dado lugar a piezas que han ofrecido nuevas perspectivas del terror, desde el torture porn, con films provocativos, desagradables y viscerales.
À l'intérieur (2007) es una de las favoritas para un servidor de esta nueva y volátil ola de cine de terror francés, a la que también pueden ser ejemplos destacados Martyrs (2008) o Alta tensión (2003).
"Grave" (o Raw, o Crudo), es una de las propuestas más interesantes, no solamente de esta reciente ola francesa, sino del género en estos últimos años, manteniendo el mismo nivel de incomodidad en sus escenas más gore (aunque sin llegar a los niveles de los anteriores títulos mencionados); con un toque de cine de auteur (muy europeo) y una historia femenina de autodescubrimiento sexual, vital (y alimenticio).
Justine, una joven de 16 años, vive en una familia donde todo el mundo es veterinario y vegetariano. Desde su primer día en la escuela de veterinaria, Justine se desvía radicalmente de sus principios familiares y come carne. Las consecuencias no tardan en llegar y Justine empieza a desvelar su verdadera naturaleza.
Lo sorprendente de este film es que se trate de la ópera prima de la directora Julia Ducournau y el resultado final parece haber sido creado por alguien con una trayectoria mayor, y es de destacar la naturalidad con la que pasan los hechos, no solo los sangrientos, sino en las situaciones referentes a la sexualidad o a la descontrolada vida universitaria donde vamos acompañando a la vorágine de degradación (o renacimiento, según como se mire) de Justine, con una fantástica interpretación de Garance Marillier, sin duda, lo mejor de todo el film.
No niego que haya algunas facultades o universidades francesas (o en el resto del mundo) con ese nivel de descontrol alcohólico y sexual, con orgías entre estudiantes en cada esquina, pero por momentos me resultó algo difícil de creer y parecía que estuviera viendo una escuela militar o una rave permanente antes que una escuela de veterinaria, si bien es un ambiente que ayuda en el desarrollo vital de Justine.
Respecto a los desmayos producidos en el Festival de Toronto, he de avisar que si estáis acostumbrados al género y a las emociones fuertes, las escenas sangrientas no os van a quitar el sueño ni mucho menos, pero sí es verdad que esos momentos en donde el canibalismo o la automutilación se hacen presentes, resultan desagradables y muy shockin' (pero no son para tanto).
El giro final, lleno de humor negro, es muy destacable y me hizo especial gracia. Grave (Raw) es un film de terror adulto, hecho con estilo, que remueve y hace pensar, algo muy necesitado en el genero estos últimos años y que con títulos como It follows (2014) o el presente film, hacen que recuperemos la esperanza en el cine de terror.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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8
23 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fuera del cine, es de justicia repasar el impacto que tuvo el Kaiju en las televisiones niponas. Para mediados de los años 60 el género vivía una auténtica explosión creativa con todos los estudios cinematográficos japoneses produciendo sus propios Kaiju en cadena. En 1966 aterrizó en las televisiones niponas una serie de ciencia ficción que ofecería a los espectadores su ración monstruosa semanal siendo el desencadenante de una autentica revolución televisiva por toda la influencia que tuvo después. Ultra Q (1966) fue donde empezó todo. Sin Godzilla no habría Ultra Q, pero sin el éxito de esta serie no hubiera habido ni Ultraman ni todo el tokusatsu posterior; Kamen Rider, Kikaider, Super Sentai, Jiban... y centenares de series similares. El mago de los efectos especiales Eiji Tsuburaya se convirtió en un peso pesado de la industria gracias a las producciones en las que participó su equipo de efectos siendo éstos grandes éxitos de taquilla (la saga Godzilla, Mothra, Rodan...) con la audiencia demandando más y más efectos sorprendentes. Para 1963, Tsuburaya dio finalmente el paso de crear su propia productora: Tsuburaya Productions. En dicha productora seguían anclados a la Toho pero podían permitirse trabajar para otros estudios cinematográficos. Casi enseguida, se marcaron como principal objetivo la producción propia.

Inicialmente, Ultra Q (1966) nació con el pretexto de convertirse en la The Twilight Zone (1959) japonesa centrándose en historias de misterio y ciencia ficción aunque dichas intenciones tuvieron que cambiar ante la exigencia de incluir monstruos gigantes en el máximo de episodios posible debido al éxito que estaba teniendo el género en cines. Y el público dio la razón a la TBS. El éxito de la serie fue muy grande, consiguiendo un pico de audiencia de un 36,8% y una excelente media de un 32,39% a lo largo de los 28 episodios que se emitieron entre enero y julio de 1966. Es importante comentar que Ultra Q tuvo un presupuesto tres veces mayor que una serie normal de la época en Japón por lo que pudieron permitirse rodar en 35mm (lo habitual era 16 mm) aunque manteniendo la imagen en blanco y negro.

Ultra Q (1966) es una serie deliciosa y todo un regalo para el fan de Godzilla encontrándonos no solamente un festival de la mano de Tsuburaya y su equipo mostrando un despliegue continuo de maquetas, criaturas y efectos varios sino que cada episodio contiene numerosos guiños a la saga del saurio radiactivo empezando por la presencia de actores de la misma como Kenji Sahara, Akira Kubo o Akiko Wakabayashi. Disfraces de la saga son reutilizados como es el caso de Baragon, Rodan o del mismo Godzilla e incluso algunos efectos de sonido también son aprovechados. No se evita el stock footage de otros films Kaiju aun no siendo en absoluto la tónica habitual pero si que he podido detectar momentos de Los hijos del volcán (1956) o King Kong contra Godzilla (1962).

La serie presenta un mundo constantemente asaltado por monstruos y otros fenómenos extraños que pondrán en aprietos a los protagonistas. Aunque pueda parecerlo, Ultra Q no se queda solamente en una sucesión de historias independientes sin nada que ver entre ellas sino que hay un intento de darle un nexo de unión entre ellas por medio de sus tres personajes protagonistas: Jun, piloto y escritor de ciencia ficción quien está interpretado por un viejo conocido como es Kenji Sahara (Los hijos del volcán (1956)), su ayudante Ippei, interpretado por Yasuhiko Saijo (El hijo de Godzilla, Invasión extraterrestre) y Yuri, fotógrafa interpretada por Hiroko Sakurai, con 19 años en aquel entonces y que más tarde también formaría parte del cast del primer Ultraman (1966). La presencia constante de este trío logra cierta conexión y empatía amen de que los tres son caracteres bien entrañables en especial Sakurai quien interpreta a un personaje femenino fuerte y decidida (dentro de los cánones de la época) y que no duda en enfrentarse al misterio de la semana. Que los protagonistas sean tres es una ventaja de cara al ritmo del episodio ya que éstos suelen tener acciones paralelas hasta confluir al final del episodio.

Ultra Q mantiene en general un buen nivel de diversión y ritmo. Los episodios suelen ser dinámicos, van al grano y no dan mucho margen al aburrimiento. Como hemos apuntado hay una tendencia hacia las tramas dedicadas a monstruos gigantes y siendo muy recomendables acaban por resultar los más estándar del conjunto. Donde Ultra Q encuentra sus mejores momentos, paradójicamente, son en sus episodios más influenciados por el espíritu de The Twilight Zone, tramas donde intentan apartarse del mundo Kaiju para adentrarse en la ciencia ficción o incluso el terror. Salirse de la fórmula de la serie permite episodios tan memorables y sorprendentes como el 1x25 "Devil Child", todo un precedente del J-Horror de nuevo milenio con una niña y su alma fantasma causando accidentes extraños o el que es sin duda el mejor episodio de toda la serie; 1x17 "The 1/8 Project". En dicho episodio, Yuri, la fémina de la serie, es sujeta a un experimento para solucionar la superpoblación mundial basado en reducir a la gente a un tamaño diminuto y obligada a vivir así en ciudades diminutas. Incluye un momento autoreferencial inolvidable con Jun e Ippei intentando rescatar a Yuri de entre el habitual decorado de maquetas y destrozando algún edificio por el camino frente al terror de la pequeña población.

Frente a la progresiva infantilización que estaba sufriendo el género en aquellos años (Gamera ya había hecho acto de aparición) siguen las paradojas. Curiosamente, Ultra Q también encuentra sus momentos más brillantes e interesantes en aquellos episodios centrados en niños ya que sus realizadores logran una cierta habilidad para rodear estas tramas de un halo de cuento infantil entre surrealista, absurdo y cómico de resultados irresistibles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chacal
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8
23 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez por la imagen dada en sus films realizados en Hollywood donde tiende a realizar una comedia blanda y mainstream se tiende a menospreciar la figura de Jackie Chan cuando éste es una de las figuras más impresionantes y entrañables de la historia del cine. Solo hace falta echar un vistazo a su trabajo realizado en Hong Kong para ver que abunda en absolutas joyas de puro entretenimiento y diversión donde se consiguió llevar las coreografías marciales a un nivel de fluidez impresionante añadiendo comedia slapstick en la pelea de una manera única y original. Jackie, durante los años 80, se convirtió en un absoluto suicida en su ánimo de superar sus escenas de acción sin dobles a un nivel de locura llevándose numerosas lesiones y heridas por ello. Uno de sus clásicos más incontestables y una de las piezas que convirtieron a Jackie en toda una estrella fue El mono borracho en el ojo del tigre (1978). Quince años más tarde, Jackie se atrevió con una especie de relectura/remake de aquella pero con más medios y adaptada a la espectacular experiencia acumulada por el artista marcial y todo su equipo de stunts.
La leyenda del luchador borracho (1994) cuenta la historia de Wong Fei Hung, un joven artista marcial el cual se ve involucrado sin quererlo en una trama de tráfico de obras de arte chinas. Pero tendrá un problema mayor: su temperamental y exigente padre.

La leyenda del luchador borracho (1994) también fue conocida como Drunken Master II y es con derecho propio y sin ningún temor a decirlo, una de las mayores joyas que nos ha dado el género de las artes marciales y muy posiblemente la obra más pulida y destacable de toda la filmografía de Jackie Chan. El film funciona estupendamente a todos los niveles. El diseño de producción es excelente así como también el reparto escogido para la ocasión. A Jackie le acompaña Ti Lung (abultada carrera la suya contando con sus apariciones en A better Tomorrow (1986), Tiger on the Beat (1988), La furia del tigre amarillo (1971) o The Duel (1971), por decir unas pocas) y el cual hace de padre extremadamente severo con Wong Fei Hung (Chan) y que quiere evitar a toda costa que su hijo se meta en problemas, cosa harto inevitable como veremos en el film. La mítica Anita Mui hace de madrastra de Chan realizando una exhibición de comedia hilarante. El cast estelar sigue con gente como Ken Lo (Isla de Fuego (1990), Operación Trueno (1995) o la reciente Operation Mekong de 2016), Andy Lau (difícil, por otra parte, no ver a este hombre en una película de Hong Kong, apareciendo Lau en films como Infernal Affairs (2002), Con los días contados (1999) o El regreso de los supercamorristas (1985)).

La leyenda del luchador borracho (1994) logra un tono muy equilibrado entre comedia y acción, no saliéndose en exceso de los patrones de otras películas de la filmografía de Jackie Chan. Aún así, el conjunto funciona por encima de otros trabajos, ya sea por la calidad de su cast, las hilarantes situaciones y malentendidos, las espectaculares coreografías marciales y definitivamente por el regreso de la técnica del mono borracho. Escenas como el prólogo en el tren, cuando Wong se emborracha por primera vez en la plaza del pueblo o la magistral pelea final son momentos de oro. Todo estos factores hacen que el film sea muy entretenido y que resultó en una de las películas más aclamadas por público y crítica de toda la filmografía de Jackie Chan. El film supone una cierta culminación a una época para Jackie ya que pocos años después iniciaría su carrera en Estados Unidos y la calidad de sus films en el futuro, aún con cosas disfrutables, no lograría estar a la altura de sus clásicos.

Como apuntes de producción, la magnífica pelea final de siete minutos necesitó de cuatro meses de rodaje y el momento en que Jackie camina sobre las brasas, no solamente éstas eran reales sino que necesitó de una segunda toma ya que Chan pensó que en la primera toma no lo había hecho a un ritmo correcto. Genio y figura. El film tuvo inicialmente como director a Liu Chia-Liang aunque tuvo numerosas diferencias con Jackie sobre el modo de rodar la acción. Liang, al parecer, era más partidario del uso de tomas rápidas, la utilización de la slow-motion o el uso de cables durante las coreografías marciales para lo cual Jackie se opuso. Liang acabó abandonando el rodaje encargándose Chan del resto del film.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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6
23 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La temporada 1966-1967 fue especialmente prolífica para el género del Kaiju Eiga. En estos años, los japoneses seguramente sufrirían una saturación importante de cintas de monstruos gigantes ya que todos los estudios cinematográficos del país se encargaron de producir films del estilo. La Toho se encargaba de sus entregas de Godzilla (Los monstruos del mar y El hijo de Godzilla) e Ishiro Honda dirigió joyitas como La batalla de los simios gigantes (1966) o King Kong Escapa (1967). La Daiei lo dió todo con la maravillosa trilogía del Daimajin y con sendas entregas de la tortuga Gamera: Los monstruos del fin del mundo y Gaos, el terror de la noche. Mientras, la Nikkatsu se atrevió con Gappa. El monstruo que amenaza el mundo (1967) y la Shochiku con la delirante The X from Outer Space (1967). No contentos con esto, el género vivió una explosión de éxito sin precedentes en las televisiones niponas con Ultra Q (1966) y especialmente con el primer Ultraman (1966-1967) que proveyeron de monstruos gigantes a los espectadores cada semana desde la comodidad de sus hogares. Dicha masificación del género provocó el desplome posterior del mismo con unas futuras producciones cada vez más infantiloides y de ínfimo presupuesto, una tendencia que ya se intuía desde años atrás pero que se acentuó dramáticamente desde finales de los 60 y durante los años 70. El tsunami kaiju empezó a afectar a otros países asiáticos como por ejemplo Corea del Sur. Yongary: Monster from the deep (1967) o Taekoesu Yonggary, no es el primer film del género realizado en la península si nos atenemos a la existencia de films desgraciadamente perdidos como el primer Pulgasari (1962) o Space Monster Wangmagwi (1967).

Yongary: Monster from the deep no venía a renovar el género. El film no esconde su etiqueta de exploit de sus homólogos japoneses aunque con unos resultados técnicos algo más pobres o rudimentarios. La situación en Corea a finales de los años 60 no era muy halagüeña para su población inmersa ésta en una pobreza estructural descomunal, siendo éstos en su mayoría campesinos sufriendo aún los estragos de la postguerra y sujetos a una dictadura militar. Pese a esto, en los años 60, la cinematografía coreana empezaba a despuntar con directores muy interesantes como Kim Ki-Young (La criada de 1960) o Yu Hyun-Mok (Aimless Bullet de 1961) pero ésta aún no era capaz de realizar grandes producciones. Explicamos esto porque Yongary resultó el film más caro realizado en Corea hasta el momento. El esfuerzo si bien no se nota ni por asomo en la calidad de sus efectos especiales, estando el film a la altura de los productos menores del género. Aún así son remarcables dichas intenciones de realizar un film a la altura de lo que se realizaba en Japón.
En el film, una potencia enemiga denota una bomba nuclear la cual hace provocar una serie de terremotos que se dirigen hacia Corea del Sur. Dichos terremotos son obra de Yongary, un monstruo prehistórico gigante que empieza a arrasar ciudades.

Yongary, monster from the deep (1967) viene cargado de todos los fallos típicos del Kaiju como son unos personajes muy pobres y prototípicos así como un guión lleno de sin sentidos y salidas de madre (muy divertidas, eso sí). El film viene dirigido y guionizado (junto a Yun-Sung Seo) por Kim Ki-Duk (no confundir con el director de Hierro-3) y a quien se le acreditan hasta 66 trabajos durante 1961 y 1977 entre los que se encuentran dramas o romances como Dark-Haired Youth (1966) o The Island Teacher (1967), thrillers criminales (Terminal Point de 1966), cine bélico (Special Force 124 de 1970), terror con fantasmas (The Beauty of Black Rose Castle de 1969) o incluso un melodrama musical con un doble de Elvis titulado The Singer King (1975). Un hombre prolífico, sin duda.
Volviendo a Yongary, el film se beneficia de una ajustada duración de 80 minutos consiguiendo no aburrirte en exceso gracias a la tempranera presencia del monstruo aunque no evita introducirte en muchas subtramas humanas de nulo interés y que merman tu atención. El diseño de Yongary no es que sea especialmente original y por su aspecto parece más bien salido de alguna Ultra Serie pero resulta curioso. Por lo visto fue intención del director darle al monstruo un aspecto algo más salvaje y terrorífico frente a unos diseños iniciales de carácter más infantiloide. Las escenas de destrucción contienen momentos algo hilarantes como las fallidas sobreimpresiones de los ciudadanos con el monstruo y la calidad de las maquetas no están a la altura de los films de la Toho pero cumplen en un film (muy) B como éste. La película no abandona momentos lisérgicos e infantiles como ese momento horripilante de Yongary bailando frente a un niño. Para no creérselo. Debido a la poca experiencia en producciones de este tipo, el equipo de efectos especiales surcoreano pidió ayuda a Japón. El departamento de efectos de la Toei decidió ayudar en el film, realizando el disfraz de Yongary (en base a los diseños de los coreanos) así como apoyo en la realización de algunos de los fxs.

Frente a las pobres características en conjunto del film éste alberga ciertos detalles muy interesantes (intencionados o no) que le da un valor añadido. Yongary no deja de ser una representación de los temores de la sociedad surcoreana respecto a una invasión de sus vecinos del norte y el miedo a un ataque o a una reactivación de la guerra entre los dos países. Para muestra es bastante clara la primera aparición de Yongary, surgiendo de una montaña con unas potentes luces rojas iluminando al monstruo o un momento en que la bestia se vuelve de color rojo en referencia clara al peligro comunista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chacal
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7
23 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la llegada de los grandes blockbusters a Corea del Sur a principios del nuevo milenio, dicha cinematografía ha visto aumentado su carácter comercialoide viéndose cada vez más acorralado sus características autorales que al fin y al cabo eran lo que hacía el cine de Corea algo diferente a lo habitual. Frente al monopolio en salas de los grandes estrenos, el cine independiente parece cada vez más invisibilizado. Pese a todo, cada año nos encontramos con pequeñas sorpresas que acaban por superar las expectativas de sus creadores consiguiendo hasta éxitos modestos en su país de origen como fue el caso de House of Hummingbird (2018). After my death (2017) es el film que nos ocupa hoy, una muestra de cine pequeñito pero bien jugoso.

After my Death (2017) viene precedida de varios premios de gran importancia en diversos festivales coreanos e internacionales. Un film que por su estética y planteamientos parece cerrar una trilogía involuntaria abierta con la sobresaliente Princesa (2013) y la no menos excelente Un monstruo en mi puerta (2014). En las tres nos encontramos con fuerte protagonismo de mujeres quienes se ven enfrentadas a los prejuicios sociales o la doble moral coreana así como con la cara más violenta y oscura de la adolescencia. Pese a no acercarse a la suprema calidad de las mencionadas, After my Death ha logrado sorprenderme gratamente con una experiencia incómoda y por momentos inquietante.

En la película, la adolescente Kyeong Min muere una noche y al día siguiente la policía empieza a investigar. Una compañera de clase es sospechosa y empiezan a hacerle bullying en el instituto. Mientras, la madre sufre buscando respuestas y el instituto intenta hacer todo lo posible para salir adelante.

El arranque de After my death (2017) ya nos presenta a la policía coreana investigando el posible suicidio de una jovencita y a los posibles sospechosos de ello, que bien podrían encontrarse en su propia clase de instituto. Un inicio que ya engancha de primeras. Es entonces cuando asistimos a un cúmulo de pistas falsas, caminos que no llevan a ninguna parte y un misterio que parece crecer cada vez más a medida que nuevos descubrimientos se van conociendo. El film centra nuestro punto de vista hacia el personaje de Yeong-Hee, adolescente con quien parecía compartir una íntima amistad con Kyeong Min y las consecuencias y habladurías respecto al suicido de la joven provocan el acoso de sus compañeras. El film también se encarga de que sospechemos en determinados momentos de Yeong-Hee con nulas explicaciones sobre lo que ha pasado realmente y cual era exactamente su relación con la muerta. El film prefiere centrar su mirada en cómo el infierno de la adolescente, su culpa y remordimientos van subiendo como la espuma en una atmósfera a ratos inquietante y asfixiante. En ese sentido sorprende por presentar varios momentos incómodos y angustiosos como ese intento de suicidio en el instituto por parte de Yeong-Hee o el arranque pasional que sufre la madre de Kyeong Min en el extraño clímax final del film.

After my death es capaz de introducirte durante dos horas en una atmósfera rara y agónica gracias a sus inquietantes momentos de violencia psicológica y física y un final, que a pesar de la primera reacción de insatisfacción que pueda provocar por no acabar de resolver el caso, es bien acertado generando más preguntas que respuestas. El film se beneficia de una excelente interpretación de Yeo Bin-Jeon (Yeong-Hee) pero al centrarse la mirada del director tanto en ella los demás personajes quedan algo desdibujados o ya directamente con trazos paródicos como los agentes de policía (todo un clásico del cine coreano) o los padres de Kyeong Min. Si bien, el film acierta con su atmósfera o esos planos tan ensoñadores y sutiles pero que lo cuentan todo (como el paso en el túnel de las dos adolescentes la última noche antes de morir Kyeong Min). Kim Uiseok, quien es su ópera prima, consigue con After my death (2017) una obra curiosa y notable que logra agrandar su recuerdo con el paso del tiempo aún a pesar de la insatisfacción argumental final que pueda provocar y un misterio que no logra cumplir las altas expectativas generadas.

Una obra remarcable y que consiguió numerosos premios y nominaciones en diversos festivales de importancia como en los Busan International Film Festival de 2017, obteniendo el premio a "Mejor película". Yeo Bin-Jeon también consiguió a su vez numerosas nominaciones y premios a su interpretación como en los Chunsa Film Art Awards.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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