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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Charly Barny
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Críticas 195
Críticas ordenadas por utilidad
6
11 de octubre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conocía el cine de Bart Freundlich, un director de Nueva York que ya tiene varios largometrajes en su haber como así también varias series para la televisión. En Argentina se ha visto Amante Accidental (The Rebound, 2009), Parejas (Trust the Man, 2005), y alguna otra en video. La película que se estrenó esta semana es su séptima obra cinematográfica y cuenta en su elenco con el respaldo de tres grandes actores: Julianne Moore (Siempre Alice, 2014; Lejos del Cielo, 2003), que por otra parte es también su esposa en la vida real, Michelle Williams (Blue Valentine, 2010; Manchester Frente al Mar, 2016) y Billy Crudup (Lazos de Sangre, 2013; Jackie, 2016).
Este es un film sobre los sentimientos y los lazos sanguíneos que explora las relaciones familiares a través de las emociones y las vueltas de la vida. Freundlich, también autor del guión, se basa en una obra original de Susanne Bier (guionista y directora holandesa de aquella película que aquí se denominó Después de la Boda, 2006). El trabajo de Freundlich es básicamente americanizar la obra, darle una estructura más dramática y un ritmo típicamente de cine americano.
Esta obra teje una compleja y delicada trama de relaciones familiares que fundamentalmente tienden a destacar la importancia de la unión familiar. La cuestión que plantea radica en dar a luz lo que oculta el pasado, entenderlo, aceptarlo y tratar de comenzar a convivir con ello. Aunque a veces se torna predecible, el director Freundlich acude a numerosos giros que logran mantener la atención en la narración despertando un genuino interés por su desarrollo.
La historia comienza en la India y nos lleva a Nueva York no sin antes mostrarnos la labor que realiza Isabel (Michelle Williams) en aquel lugar donde hace trabajo humanitario atendiendo y dirigiendo un orfanato que es financiado por una empresa americana. Allí Isabel muestra predilección por Simón, un niño hindú al cual prácticamente ha adoptado. Como consecuencia de ello, Simón se transforma en un personaje emblemático de la necesidad de ayuda que necesita un país como India.
Este planteo parece conducir a un film de los 70 donde las luchas sociales forman parte existencial de los problemas del hombre. Pero no es así. Isabel, una vez llegada a Nueva York, asume un papel de mujer enigmática que da lugar a una de esas famosas casualidades literarias que todo lo facilitan.
Ello conducirá a crear un extraño triángulo, uno de cuyos vértices será Isabel, la mujer necesitada de ayuda, y por el otro, la base, el matrimonio de Theresa, (Julianne Moore) y Oscar (Billy Crudup). A partir de aquí, la acción transcurrirá en medio de una familia de clase media alta donde Theresa, la madre, es una empresaria exitosa. Su marido, Oscar, es un artista plástico de cierto éxito, y Michelle se transforma en la enigmática mujer que busca ayuda.
A partir de allí, la narración se olvida de la India y se concentra en Nueva York, donde se desarrolla una historia donde el encuentro y la aceptación se convierten en baluartes de la vida, una narración circular con idas y vueltas hacia un pasado que siempre condiciona al presente y que terminará determinando al futuro. El film es un exponente de las vueltas que da la vida…
El film tiene como mayor mérito estar construido a través de tres actores que con un poder histriónico notable son capaces de transmitir diferentes estados de ánimo y situaciones que reflejan que la felicidad esta constituida en esas pequeñas cosas de la vida. Pero el problema del film es que transcurre en una familia de clase adinerada donde lo material no es problema. La intención inicial de Isabel de buscar ayuda financiera para un orfanato en la India se pierde en el relato dado que los problemas del matrimonio de Theresa y Oscar se superponen e incluso terminan siendo más graves que la propia situación de los niños en la India.
La película comienza con las correrías de un niño feliz en un orfanato de la India para terminar sombríamente en una lujosa casa en las afueras de Nueva York donde los personajes terminan planteándose cuestiones existenciales más allá de la comodidad en que viven. Este desbalance desubica al espectador aunque haya en los personajes cuestionamientos que los humaniza y que los coloca fuera de toda materialidad. La propuesta está avalada, además, por las exactas composiciones de los tres intérpretes principales.
Charly Barny
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5
16 de junio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A partir de Loco por Mary (1998), de la mano de los Hermanos Farrelly, lo escatológico, mejor dicho el humor escatológico, se ha instalado en el cine americano marcando una fuerte tendencia, lamentable por cierto. La comedia romántica ha quedado atrás.
En Ni En Tus Sueños, Charlize Theron y Seth Rogen, hacen del mal gusto una comedia que al principio hace recordar a la comedia romántica que tan bien ha hecho el cine americano, aquella donde las Hepburn (primero Catherine y más tarde Audrey) como así también Doris Day en los 50, incluso Barbra Streinsand en los 70 llegaron a generar picos del género en películas como La Fiera de mi Niña (1938) con Catherine Hepburn y Cary Grant , Problemas de Alcoba (1959) con Doris Day y Rock Hudson, Desayuno en Tiffany´s (1961) con Audrey Hepburn y George Peppard, y Qué Pasa, Doctor (1972) con Barbra Streinsand y Ryan O`Neal, hoy inolvidables.
Ni en tus Sueños comienza bien. De entrada parece que la química entre la Theron y Rogen va a florecer. Ella es Charlotte Field, una mujer educada, con una posición política consolidada. Es Secretaria de Estado en el Gobierno de los Estados Unidos y tiene pretensiones políticas presidencialistas. El, Fred Flarsky, es un periodista que acaba de ser despedido del periódico donde trabaja. Una casualidad los une y la pareja despareja pasa a ocupar el desarrollo de la película en un tono de comedia que al principio parece que va a transitar el romanticismo pero prontamente se desliza hacia la farsa más grosera.
Theron es una actriz que básicamente se ha instalado con fuerza en papeles donde se destaca como una heroína de films de súper acción. A partir del año 2000 comenzó a mostrarse en películas importantes y en 2003 alcanza el papel que le da la fama: la Stella Bridger de The Italian Job. De allí en más, ha brillado en el rubro, en diferentes incursiones. Incluso se ha transformado en productora de sus propios films. En Ni en Tus Sueños, incursiona en la comedia, tanto como actriz como productora.
Seth Rogen es un actor canadiense que consiguió su primer papel en Instituto McKinley (1999), una serie de televisión de del afamado Judd Apatow, y en el cine comienza a destacarse en una comedia de 2005, también del mismo director, que aquí se llamó “Virgen a los 40”, y que claramente comienza a señalar su perfil de actor cómico.
Lamentablemente, la química de la pareja indispensable para la buena comedia, no aparece. El perfil frio y distante de la Theron poca química encuentra en el desestructurado Seth Rogen. Son el agua y el aceite. Para colmo, lo que al principio suena como una comedia romántica al estilo de Mi Querido Presidente (1995), con Michael Douglas y Annette Bening, prontamente se disipa y se desliza hacia la comedia escatológica haciendo girar todo el humor en una pareja primero alcoholizada, después drogada donde todo parece comenzar y terminar en el sexo más desaforado.
A mi entender, Rogen arrastra con su fuerte personalidad a la Theron, y la película que podría haberse transformado en una interesante farsa sobre el poder en los Estados Unidos, en una comedia sobre una carrera presidencial llena de obstáculos, termina en una falsa moralina que no tiene candor ni es capaz de generar ese mundo de ilusión donde todo parece que puede ser cambiado para que podamos vivir en un mundo mejor.
Tal vez este comentario le esté exigiendo demasiado a un film que solo tiene la pretensión de entretener y que por momentos lo logra. Pero está claro que las intenciones primarias de la película desaparecen rápidamente en función de la fuerte personalidad de Rogen que arrastra para su molino a una Theron que permanece impasible en su rol de Secretaria de Estado no sabiendo donde esta parada, no solo desde el punto de vista político, sino fundamentalmente en su rol cómico.
Los resultados finales son una verdadera pena porque la película se deja ver, incluso entretiene, a pesar que hace agua por todos sus costados, aun con todo el esfuerzo de producción realizado, el ritmo por momentos frenético, que Jonathan Levine le imprime a su film, y a pesar de la pareja despareja que conforma la dupla estelar que no cuaja por ningún lado. Lamentablemente, Seth se repite en su estereotipo y Theron se ve mucho más dotada para el film de acción y el drama que para la comedia.
Charly Barny
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9
15 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más cercana por su contenido a su título en inglés que en castellano, nuevamente se hace presente el cine iraní en nuestra cartelera. Llegó el turno de conocer a Vahid Jalilvand, a través de su segundo largo: “No Date, No Signature” (2017), galardonado por la Fipersci en el 72 Festival de Cine de Venecia al igual que su título anterior Miércoles 9 de Mayo (2015), no estrenado en Argentina.
El cine iraní parece rendir homenaje permanente a Abbas Kiarostami, tanto temática como estilísticamente. Aquí también el film comienza con un auto que transita en medio de la noche por una autopista de Teherán dándole al film una impronta documentalista que no tardará en transformarse en el epicentro de una historia que provocará una reflexión de carácter ético que tiene que ver con la interpretación de la realidad y el discernimiento entre lo verdadero y lo falso.
Un médico generará un accidente al tocar con su auto a una motoneta que circula por el lugar. Como dato adicional, el seguro automotor del médico se encuentra vencido. Los motociclistas son una pareja con sus hijos que parecen salir ilesos aunque con algunos golpes y raspaduras. Al día siguiente, uno de esos niños debe ser hospitalizado y muere. La autopsia realizada arroja un resultado ambiguo. Por un lado, la muerte parece haber tenido lugar como consecuencia de una intoxicación de una ingesta alimentaria (botulismo). Pero el cuerpo del occiso también encuentra lesiones cervicales que pudieran haberle ocasionado la muerte.
Lo que sigue serán dos largas peregrinaciones en busca de una respuesta por parte de los dos principales protagonistas: el médico y el padre del niño. Se trata de dos persecuciones, la primera, de la verdad a través del alma de cada uno de ellos siguiendo diferentes caminos, la segunda, la del sentimiento de culpa de los protagonistas por no haber hecho lo correcto.
El medico es un científico, un racionalista. Alguien que necesita saber la verdad y hacerse cargo de la misma. En un primer momento se siente acosado por la duda. Pero decide seguir adelante. No importa quedar implicado en ella. Por otra parte hay en él un sentimiento religioso. Eso lo hace sentir culpable. Necesita saber la verdad para encontrar la paz. Culpable o inocente, solo le importa la verdad.
El padre del niño es un obrero con poca educación, un impulsivo con más pasión que cerebro. Como padre sufre la pérdida del hijo y requiere una compensación inmediata. Esa compensación está más cerca de la venganza que del perdón. Su respuesta es física, no espiritual. No parará hasta obtener la satisfacción de la misma. No importa si después de ello encuentra la cárcel.
Ambos personajes caminan infiernos diferentes que conducen a un mismo lugar. Uno de la mano de la duda. El otro de una certeza infundada. Ambos se encuentran sumergidos en un mundo dominado por leyes escritas y no escritas donde ambos deben lidiar con personas que simplemente quieren sacarse problemas de encima. Es decir, la indiferencia. Para los forenses, el cuerpo del niño es un cadáver sobre el cual se debe determinar el origen de la muerte. Para el medico puedes ser una prueba irrefutable de su inocencia. Para el padre un cuerpo inerte que requiere justicia. Para el resto del mundo es una simple evidencia.
Es un film sobre “el hacerse cargo”, asumir la responsabilidad de los hechos, conocer la verdad, generar la justicia necesaria para que las partes encuentren la paz y el sosiego de las almas. Y también, un film que habla de nuestros propios mundos, aquellos que sostienen nuestra paz interior.
Como en toda película iraní que llega a nuestras costas, encontramos un film cuya belleza formal nos deja mudos. Con rasgos de tragedia griega, no solo cuenta con un guión muy sólido, un crescendo muy bien construido sin ningún tipo de baches en su desarrollo, sino también muy bien dirigido con un sentido de la austeridad que permite al director concentrarse en los dos personajes principales, manteniendo la coherencia narrativa a lo largo de todo el metraje.
Mención aparte para el dúo actoral. Dos capo laburos de Amir Aghaee como el Dr. Kaveh Nariman, y Navid Mohammadzadeh como Moosa, el padre del niño.
Charly Barny
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8
29 de diciembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una lucha permanente con el régimen de los ayatolás para poder ejercer su libertad de expresión y realizar el cine que desea, vuelve afortunadamente este incansable y lucido director iraní a nuestras pantallas. Recordemos que Jafar Panahi hace cine desde la clandestinidad dado que aún mantiene en su país la prohibición de escribir y filmar. No obstante ello, Panahi no ha perdido su fuerza de lucha contra el régimen, ni mucho menos su talento e inspiración. Como ya lo apreciáramos hace un par de años atrás en oportunidad del estreno de Taxi, ahora lo volvemos a ratificar con el estreno de 3 Rostros.
Éste no es un film fácil, menos un film pasatista. Es una meditación sobre el cine mismo, la libertad de expresión, y sobre todo la libertad del individuo sobre cualquier tipo de atadura: familiar, escolar, política, religiosa e incluso, cinematográfica. Bien podría decirse un canto a la libertad.
Compuesta de tres escenas, una corta y dos largas que insumen algo más de hora y media de proyección, la primera de ellas es un video que recibe el director donde una aspirante a actriz amenaza con su suicidio en caso que los padres no le permitan o la Academia no la reciba como estudiante. La escena está realizada con un celular, con una toma tipo selfie, dura unos 15 minutos, genera una tensión notable, y da pruebas que Panahi no está nunca dispuesto a poner límites a su creatividad e innovar en sus formas de expresión.
La segunda escena es un largo travelling a lo largo de un camino donde se va a buscar la verdad sobre dicho video. Para ello, Panahi se monta en una 4 x 4 y sale en compañía de la actriz Behnaz Jafari a recorrer caminos campesinos donde comienza a observarse el retraso agropecuario de un país potencialmente rico y la falta absoluta de una más justa distribución de la riqueza.
En la tercera escena se aclara el dilema planteado. En este tramo aparece con claridad la situación económica social del campesinado, la cuestión cultural hundida en las viejas creencias, lo imposibilitado por los estigmas religiosos que coartan la libertad del individuo más allá de cualquier creencia religiosa o régimen imperante.
Es entonces cuando el cine proscripto de Panahi surge con la fuerza del documental. En medio del campo, lejos de Teherán, donde puede observarse el país interior, el verdadero país, el enorme atraso del campesinado totalmente olvidado en la distribución del ingreso, donde la riqueza del petróleo parece no existir, donde el régimen de Teherán parece no tener necesidad de hacer valer su fuerza porque aquel campesinado nunca molesta hundido en sus ancestrales creencias y respeto por las formas mientras se dedica a la labranza de la tierra y la crianza de ovejas que le permite comer y abrigarse. Allí el Estado no solo está ausente sino que prácticamente no existe.
Película visceral del director iraní que va desde su pasión más íntima, la mirada a través del cine hacia una indagación de lo social, donde no solo se discute la capacidad de esa mirada sino también los alcances de la subjetividad y la necesidad de un desarrollo de la objetividad para poder descubrir la verdad y en consecuencia, hacer de la película una peripecia que se transforme en una búsqueda de una verdad casi absoluta.
Charly Barny
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8
24 de diciembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la vida del caricaturista John Callahan, Gus Van Sant vuelve a los cines argentinos después de casi 10 años de ausencia tras el estreno de Milk, aquella notable película que protagonizó Sean Penn sobre el activista americano que luchó en favor de los derechos civiles de la comunidad gay en los Estados Unidos.
Como en la mayor parte del cine de Van Sant, su personaje central deberá luchar para poder sobrevivir. Es como si sus personajes estuvieran siempre condenados a mantener una lucha constante, un esfuerzo por la adaptación a un medio que parece serles siempre hostil y ajeno. Aparece allí un rasgo esencial en su cine, la cuestión supervivencia que película tras película, parecería transformarse en la piedra angular de su temática como autor.
Sus personajes son siempre luchadores, casi marginados que buscan no solo adaptarse sino también ser aceptados. En No Te Preocupes… desde el inicio mismo, conocemos la condición de John. Su personaje principal es un alcohólico que en una noche de tragos sufre un accidente automovilístico que lo deja parapléjico. Un largo flash back nos llevará a conocer como ha llegado a esta condición. Más tarde, el film se concentrará en el duro camino de la recuperación que inicia John. Sabe que nunca volverá a caminar. Pero sus sentimientos y vocaciones se encuentran intactos. Se siente fuertemente atraído por el arte. Desde jovencito ha incursionado por la caricatura. Siente que en ello está su futuro.
No obstante, sus primeros pasos son la aceptación de su nueva la condición. Ha sobrevivido a un terrible accidente pero ha quedado lisiado de por vida. Es entonces cuando decide comenzar a asistir a una reunión de alcohólicos anónimos. En este caso, es un grupo cerrado liderado por Donny, un joven rico y de condición gay que lo tiene todo en la vida pero que no ja podido superar su adicción por el alcohol y que habiendo controlado su vicio, ahora dirige grupos de auto ayuda. Donny es interpretado por un notable Jonah Hill que se transforma en el mentor de la recuperación de John.
Por otra parte, John ha realizado caricaturas desde muy joven. En ellas encuentra un motivo que le da sentido a su vida. John comienza a enviar sus caricaturas a diversos medios. Sus dibujos son graciosos, a veces polémicos, otras obscenos pero le están dando una oportunidad, le permiten encontrar un nuevo sentido a su vida.
Por último el amor. Annu, interpretada por Rooney Mara, es una azafata de la línea escandinava es el amor de John. Tienen una relación discontinua dado la frecuencia de sus viajes pero duradera en el tiempo. Ellos se aceptan tal cual son, responden a culturas diferentes y dado el trabajo que realiza Annu, les es imposible estar siempre juntos. Pero es claro que no interesa la cantidad sino la calidad de ese tiempo. Y es indudable que John encuentra en Annu un factor de contención muy importante.
Es también interesante Dexter, el personaje que interpreta ese gran actor que es Joe Black. Después del accidente, Dexter desaparece de la película. Dexter manejaba el auto en aquel momento crítico. Hacia el final, Dexter vuelve a aparecer. Durante su ausencia ha cargado con la culpa. La relación entre ellos no se ha roto pero se ha distanciado. De grandes compañeros de juerga ahora son apenas conocidos lejanos. La película encuentra en estos personajes secundarios una profundidad que la distingue, que la separa de la clásica película de género para encontrar la veta eminentemente humanista de un gran director.
Película de autoayuda, simple, muy bien realizada, entretenida, encuentra en Joaquín Phoenix al intérprete ideal que le da pie para realizar una actuación que seguramente lo colocará en las nominaciones para las estatuillas de los Oscars a distribuir en marzo próximo. En la calidad del libro, en la sapiencia del director Gus Van Sant, y en las actuaciones de todo el elenco, en su equilibrio, homogeneidad y talento, el film encuentra sin duda otro sustento que lo eleva sobre la medianía del género.
Charly Barny
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