Contemplar la aterrada estampa de esa magnífica mujer en el poster y perder el culo por ver la película, fue todo una.

Mordí el anzuelo, cual pescadilla.

Qué desilusión. En realidad, la Davis no pinta nada aquí. Su personaje no es más que un pegote en esta fritanga de aceite rancio.

Otra familia que se muda a un caserón solitario… ya os podéis imaginar lo que pasa después… pues no, no podéis… porque no pasa NADA, bueno sí, que sale Manuel Bandera conduciendo una limusina.

Tras tragarnos la diabólica fritanga, tenemos recompensa a los postres, ya que la peli culmina con 5 minutillos muy majos, pero no lo suficiente como para compensar el ardor de estómago que deja la pescadilla.

La película cuenta la historia de un héroe liberal, y además, arquitecto. Del discurso político no daré mi opinión personal, pero a efectos narrativos me parece cuánto menos lícito y respetable. De arquitectura no tengo ni pajolera, así que lo mismo por aquí el guión es un portento en la materia pero yo no lo sé valorar.

Me voy a centrar, pues, en la temática romántica, mucho más entretenida, al menos para mí. Porque es aquí donde me entran dudas de hasta qué punto esta película es tan genial como la pintan. A mí me parece una antigualla de tomo y lomo y algo absurda por momentos. Y todos estos momentos pertenecen, en exclusiva, qué suerte, al personaje de Patricia Neal.

Cada vez que abre la boca sube el pan. Siempre dice lo más inapropiado en el momento más inoportuno y a quien sea. Le da lo mismo si su comentario es hiriente, poco acertado, poco inteligente, poco afortunado… le es igual. El caso es decir polleces en el peor momento. Si se muerde la lengua, se envenena, la tía bruja.
Y ya no es sólo lo que dice, también lo que hace. ¿Alguien, de verdad, comprende a esta mujer? A mí ningún guión del mundo me parece bien si sus personajes se me escurren, cual agua de manantial, entre los dedos.

En cuanto a otros aspectos formales de la película, como la planificación de secuencias… en fin. Algunos de mis más admirados críticos de FA se han puesto de acuerdo en piropear la obra. Me perdonen, pero… voy a describir la secuencia en la que los enamorados se echan el ojo por primera vez, que a mí no me parece ningún portento de dirección, ni de interpretación, ni mucho menos de guión… y como ésta hay unas cuántas más:

Se podría haber titulado El funambulista inquieto, y habría dado lo mismo... tampoco tendría nada que ver con nada, pero quedaría molón.

LO MEJOR: Sin duda, el final. No es que pase nada interesante, pero al final... se acaba.

LO PEOR: Que tienes que aguantar más de hora y media de historia plana, sin interés, sin tensión (ni siquiera sexual, por mucho que lo intenten), sin nada de nada, artificial, con un guión lamentable, con unos protas que da pena... Por no hablar de lo indigno (e innecesario) del cadáver (pobre Joaquín...para una peli que haces...)

Fascinante fantasía que no deja indiferente. ¡La vida puede ser maravillosa! ¡Mágico mundo de colores!

Esta es la preciosa historia de una muchacha que, con la de mozos sanotes que hay por ahí, va y se enamora perdidamente de uno que está a punto de pegarse un ostión mortal de necesidad. Y ¿por qué? Muy bien no se entiende, pero el cine de la época se encarga casi siempre en remarcar que las mujeres de los años 40 eran tontas del culo.

Con esta inquietante premisa, asistimos a un derroche de cursilería abrumador y alelado, en el que llegamos a sentir cierto alivio de que los protas se amen locamente entre sí, porque si no quién los iba a querer, si parecen de escayola.

No se les puede negar a los hacedores de invento que le echaron imaginación al asunto, tanto en el guión como en la puesta en escena, llena de detallines y truquitos. Me encantan las alas de corchopán que reciben los militares, en premio a su dedicación. No hay nada más bonito que morir por la patria y el amor entre aliados. Ni forma más sutil de darlo a entender.

El problema de la peli pueden ser los años… aunque creo yo que vista en su momento sería un tostonazo igual de idiota, o puede que incluso más, por si el espectador se daba por aludido. Yo he experimentado vergüenza ajena y aburrimiento, pero en el fondo a mi plin.

Mi consejo es que no se dejen engañar por la nota media de este ridículo engendro de arqueología. Es infumable.

Es la ¿película? menos divertida que he visto en mucho tiempo. El ritmo es patético. La música espantosa y los homenajes a la historia del cine bochornosos. No merece la pena.

El tal kepakete tiene el mismo arte a la hora de hacer pelis como de promocionarlas. ¡Qué locuacidad!. La misma que su amigo, el de Vigo. Lo que sí tiene el muchacho es honestidad a la hora de ponerse apodos.