Modesto telefilme de ciencia-ficción y terror, con una línea argumental muy próxima a "La Cosa", en el que unos investigadores hallan en una zona de glaciares en deshielo en el Norte de Alaska el cadáver de un mamut y resultan contaminados por unos parásitos que pueden ser letales para la humanidad. La llegada de unos estudiantes al campamento complica la situación por cuanto pueden extender la infección.

Dentro de los límites presupuestarios (que no se advierten por una eficaz producción) y pecadora por cuanto caen en los tópicos manidos de este tipo de películas (los primeros infectados serán la pareja libidinosa, también tenemos a un cobarde egoísta que lo complica todo, al héroe desinteresado, a la chica espabilada), "Deshielo" es un filme aceptable, con un buen desarrollo de la historia, en la que no hay demasiadas tonterías, una subtrama con Val Kilmer que no se ve venir y aceptables efectos especiales, resultando entretenida para desarrollarse en una pequeña edificación. Asimismo recuerda poderosamente a un episodio de "Expediente X" que trataba el mismo tema en una ubicación similar.

Película de género digna dentro de su modestia y falta de ambición. Está a años-luz en cuanto a calidad de los bodrios horrorosos producidos por "The Asylum" y no merece tener la misma nota que éstos. No hay punto de comparación.

Me gusta Troughton. Le dio un toque personal y distinto al Doctor. Gracias a él, cada actor desarrollará su personaje y su personalidad como crea entender al mismo. Sin duda Troughton influyó, con su personalidad dinámica, risueña y con un punto de comedia, al Doctor que desarrolló Matt Smith en la época moderna de la serie.

La tumba de los Cybermen parte de una notable idea; situada en una época indeterminada del futuro, el Doctor y sus companions coinciden con una expedición arqueológica que pretende localizar los restos de una tumba con los conocimientos de los Cybermen. Pero dentro de esa expedición, hay otros intereses, más maléficos.

El ciclo argumental presenta un buen desarrollo del argumento, aunque está condicionado por su estructura en cuatro episodios, lo que lleva a desarrollar diversas situaciones con los cybermen, por una realización televisiva muy encorsetada y por una limitación en cuanto a efectos especiales por tratarse de una producción televisiva de bajo presupuesto. Frente a todas estas inconveniencias, Troughton se apodera de la pantalla y consigue atraer la atención y que la historia sea convincente. Otros secundarios, como el villano Krieg o su mujer, también bordan el papel de malvados de medio pelo.

La idea de la búsqueda de una raza poderosa quizás influyó a Robert Silverberg para escribir en 1969 su novela "A través de un billón de años", en la que relata la búsqueda de una antigua raza, los Superiores, en planetas desconocidos.

Un buen telefilme a descubrir, siempre que tengas paciencia con una serie de los 60.

Película de sci-fi de los 60, en la época en la, que, en general, los alienígenas eran considerados un peligro para la humanidad. El film, mezcla con desigual resultado, ideas de "Ultimátum a la Tierra" y "Marte necesita mujeres"; así, el dicho alienígena, de nombre Medra, asesina sin escrúpulos mientras habla con una voz sedosa y aterciopelada, mostrándonos una gran inteligencia. El filme confunde inteligencia con civilización, y por los actos de Medra, nada está más lejos de la realidad.

La historia tiene puntos de surrealismo involuntario. Un alienígena que llega a la Tierra, roba un coche y conduce mejor que Fernando Alonso, esquivando los balazos; que se mueve por la ciudad alquilando locales y conociendo los contactos más escabrosos para sus fines y luego el fin que persigue, tan poco edificante, como relato en el spoiler. Así tenemos un filme policíaco, con chicas desaparecidas, donde Scotland Yard es tremendamente torpe en la resolución. Y el final es absurdo, con el reguero de muertes que ha dejado Medra en su camino. El mensaje que desprende es tremendamente machista.

Resulta cansino ver esta sociedad perfecta que destilan los folletines de Rosamunde Pilcher y adaptan los amigos teutones en telefilmes infumables.

Siempre ambientados en una Gran Bretaña utópica, de una sospechosa uniformidad racial y religiosa, donde no se atisba nadie de un color y pelo distinto al blanco rubio tono-ario, donde los protagonistas son "triunfadores" que circulan en vehículos de alta gama descapotables, tienen profesiones liberales o relacionadas con el arte, así tenemos pintores o escultores forrados, supereducados y snobs, que viven en grandes palacios ingleses, no se dedican a despedir a nadie con ERES, no defraudan al fisco y hasta son simpáticos, con esa bonhomía paternal propia del "ser superior" hacia sus inferiores, en ciudades de costa sin turistas borrachos, donde aparcan a la primera y tienen galerías de arte y no pubs para hooligans del Manchester. En fin, si así son los ingleses no entiendo de que país son los que visitan Magaluf o se desplazan al Saloufest.

No sé, se me escapa algo ¿o será que no estoy preparado para este tipo de bodrios televisivos?

Alejado de las naderías de Luc Besson, este nuevo estilo de "polar" francés, remozado con violencia, crudeza, temáticas escabrosas, policías corruptos y droga, mantiene la esencia de Melville y los suyos, resultando una gratificante sorpresa en una cinematografía cada vez más acomodada como la más importante de Europa.

Historia truculenta, desarrollada en su mayor parte en una megadiscoteca de polígono, con persecuciones y peleas en la pista de baile, en los reservados, en el parking, en una Francia cada vez más multiétnica, donde los protagonistas van a la deriva, tanto ética como moralmente, donde no hay, aparentemente, nadie honesto, y solo existe un hecho cierto: el amor de un padre por su hijo adolescente.

Grandes interpretaciones y fantástica puesta en escena, que agobia, tensa y angustia, cámara en mano, con steady-cam o con tomas bajas y cenitales, y con continuos giros en el guión, que logra mantener la atención del espectador.

Si "John Wick" es el nuevo cine de acción estadounidense, barroco y recargado en su violencia, "Noche de venganza" elige un estilo quizás más realista pero frenético, deudor de la saga de Bourne y de "Venganza", pero claramente francés. Un gustazo.