A través del objetivo de una cámara cinematográfica y de la inocencia e ignorancia de su protagonista, interpretado por el actor novel Kalipha Touray quien derrocha ternura y fortaleza por partes iguales, nos adentraremos en un árido mundo postapocaliptico. Este debut en la gran pantalla no podría estar mejor escoltado que con la compañía de ilustres veteranos como Nolte, Rampling o Skarsgård, quienes aportan su talento para otorgarle un necesario empaque al trascendental mensaje de la película.

Grandes e impactantes escenarios naturales complementan una historia calmada, sin acción ni giros dramáticos, que ha sido rodada de un tambaleante modo, lo cual no impide que logre dejar huella y dé mucho que pensar, sobre todo en los tiempos que corren.

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Surgida de las mentes del exitoso dúo creativo que forman Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, esta miniserie de ficción, y hay que remarcar que es de ficción, arranca con un "desafortunado" suceso que provoca un efecto dominó que acaba abarcando diferentes estratos de la sociedad. Aún siendo muy interesante la elaborada investigación que centra la trama, lo que realmente consigue atrapar al espectador es la relación de sus seis protagonistas y medio, y el modo en que se desarrollan sus personalidades y se profundiza en sus inquietudes, dando sentido a su comportamiento a lo largo de los seis capítulos que componen esta serie.

Para conseguirlo resultan fundamentales las fabulosas actuaciones de todo su reparto, secundarios incluidos, rebosantes de naturalidad y credibilidad, con diálogos en los que sus personajes hacen gala una química pasmosa. El estilo de filmación con cámara en mano, ayuda a resaltar este enfoque realista, pero además, en muchas ocasiones, sirve para plasmar el nerviosismo de varias escenas donde el cuchillo que corta la tensión prácticamente atraviesa la pantalla. Sin duda estamos, no solo ante una de las mejores series españolas del año, sino de los últimos tiempos.

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Ni los mismísimos hermanos Farrelly consiguieron filmar, con dos estúpidos pseudo humanos como protagonistas, una película tan divertida como la presente, la cual marca diferencias dentro del género cómico gracias a su director y guionista Quentin Dupieux, quien mantiene su habitual toque surrealista, aunque esta vez más comedido y accesible para todos los públicos.

Aún así las situaciones absurdas y los personajes estrafalarios se suceden constantemente durante apenas hora y cuarto en la que somos testigos de una insólita historia que nos dejará ojipláticos mientras nos arranca varias carcajadas. Así que dadle una oportunidad a este fantástico divertimento por si las moscas os acaba gustando tanto como a nosotros.

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Casi todo el mundo conoce o incluso ha visto algún programa del famoso concurso que da título a esta miniserie inglesa que gira alrededor de una presunta estafa para llevarse el premio gordo de un millón de libras. Y decimos presuntamente, ya que ni en la vida real ni en la propia serie queda muy claro si realmente hubo engaño o no por parte del ganador y sus supuestos compinches. Es esta intrigante dualidad la que fomenta y enriquece la trama, ya que en algunos momentos nos dan argumentos en los que parecen claramente culpables y en otros plantean incoherencias y posibles manipulaciones que nos ponen del lado de las personas acusadas, interpretadas de manera formidable, y acompañadas de un reparto repleto de trabajadas actuaciones.

De este modo, y a lo largo de solamente tres capítulos que dejan con ganas de mucho más, conoceremos de entrada cómo se creo este celebérrimo show y la legión de fanáticos que surgieron, indagando sobre todo en las motivaciones y en las vidas de los implicados directos, dejando paso a un segundo capítulo que recrea el polémico programa para finalizar con el juicio y las repercusiones personales y mediáticas. Una fascinante "ficción" televisiva que engancha y se devora en un santiamén despertando la curiosidad de averiguar la realidad de unos hechos que seguramente nunca llegaremos a descubrir.

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Lo que empieza como un moderado drama sobre el alcoholismo se va endureciendo con el paso de los minutos a base de introducir nuevas revelaciones, a cada cual más trágica, que acaban provocando una desazón y un malestar anímico del que cuesta recuperarse.

Para transmitir esta aciaga sensación han hecho uso de un guión bastante genérico de pérdida y superación, con un deporte de por medio como catalizador, de un consagrado director que sabe hacer su trabajo y sobre todo de un inspirado Ben Affleck en uno de los papeles más trabajados y mejor ejecutados de su carrera.

Cabe decir que ni siquiera los escasos momentos luminosos que asoman la cabeza durante la película, compensan la tristeza y la decadencia que empapan este dramón que no os recomendamos si habéis tenido un mal día o queréis alegraros un poco la vida.

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