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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
24 de febrero de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son los golpes de la vida los que, al no ser tramitados como se debiera, vuelven duro el corazón. Se guarda rencor, se genera hostilidad y/o se pretende una separación definitiva de la sociedad a la que se pertenece, dando como resultado una imagen negativa de miembro indeseable o auto-marginado de esa comunidad. El resultado será sufrimiento, soledad, rechazo… y esto será para siempre o hasta que la oportunidad de abrirse llegue y se sepa aprovechar este regalo de la vida.

Esto le ocurrió al abuelo Adolph Kramer, quien ahora habita en una casucha de los alpes suizos, solo, y sin siquiera la compañía de un perro o un gato. Pero a su vida llegará Heidi (diminutivo de Adelheid), la niña de ocho años que ha quedado huérfana, y cuya tía, Dede, queriendo zafarse de ella, se la dejará en la puerta para que se encargue de criarla. Y quizás no tarde mucho el anciano, en sentir que la luz que trae consigo aquella pequeña ha entrado en su corazón, permitiéndole fluir, entonces, la generosidad y el cariño que, desde mucho tiempo atrás, conservaba reprimidos.

“HEIDI” está basada en la ya clásica novela de la escritora suiza Johanna Spyri (1827-1901) que, desde 1920, hasta el año 2008, ha motivado cuando menos 22 adaptaciones para el cine o la televisión en los más diversos países, pues se trata de una historia que habla de los prejuicios, también de los abusos y maltrato a los niños, pero deja sembrada una lección de empatía, de superación y lealtad que, tanto a los más jóvenes como a los adultos, sabrá tocarles fibras muy sensibles.

El director, Allan Dwan, hace una versión dosificada en el drama y con agradables toques de comedia, en procura de que los niños consigan divertirse, en tanto ven a Heidi luchando con denuedo para superar los numerosos obstáculos que, por causa de su insensible tía y de la manipuladora institutriz de su joven amiga Klara Sesemann, tiene que padecer.

Un magnífico reparto que incluye al magnífico Arthur Treacher, como el comprensivo sirviente Andrews, a Mary Nash como la maquinadora Fraulein Rottenmeir y a Jean Hersholt como el incomprendido pero noble abuelo, secunda a la pequeña Shirley Temple quien, con su carisma y apreciable fotogenia, logra sacar avante este emotivo y edificante personaje.

Por esta vez, creo que vale la pena la versión coloreada por computador, puesto que realza la belleza de aquellos magníficos paisajes en los que transcurren los hechos. Y dejo un par de preguntas para los chicos: ¿Tendrá alguna relación con el abuelo la parábola del hijo pródigo?, ¿Por qué?
Luis Guillermo Cardona
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8
16 de febrero de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se trabajaba en la producción de “Un día en las carreras”, el productor de la MGM, Irving Thalberg, murió cuando apenas tenía 37 años. Ya había dejado un respetable historial (“EL gran desfile”, “Ben-Hur, “La viuda alegre”, “Gran Hotel “, “Rebelión a bordo”…) en el que nunca quiso que figurara su nombre porque él creía que “la publicidad es algo que debe darse a los demás”. Para los Hermanos Marx (en especial para Groucho), Thalberg era el único genio que existía en Hollywood y siempre le agradecieron que les hubiera producido las, para ellos, sus dos mejores películas: “Una noche en la ópera” y “Un día en las carreras”. Incluso por esos días, Groucho llegó a decir emocionado: “Mi interés por el cine desaparecerá el día que Thalberg se aleje de nuestras vidas”.

Cuando falleció aquel estimado productor, los Marx se sintieron perdidos… pero contra todo, el director Sam Wood, consiguió que “Un día en las carreras” pudiese llegar a buen puerto. Por estos días, la productora RKO, viendo el lío en que se hallaba la MGM, se interesa en llevarse para sus toldas a los exitosos hermanos… y entonces se parte de una obra que había sido un gran éxito en Broadway, “Room Service” de John Murray y Allen Boretz, y se entrega al notable escritor Morrie Ryskind, para que la acomode al estilo de los hermanos Marx.

Vista como tal, la obra me parece estupenda. Es ágil, recursiva, novedosa respecto a lo que ya era común en los comediantes; consigue sostenerse, sin aburrir ni un minuto, en prácticamente un solo set; se ahorra, por primera vez y felizmente, los aburridos segmentos musicales de sus filmes anteriores y logra momentos de mucha creatividad y realmente divertidos.

Pero, y este es un pero no tan pero, se nota que, más que un filme de los Hermanos Marx, este es un filme de Donald McBride quien, como Gregory Wagner el supervisor del hotel, ya había triunfado en los escenarios teatrales, y quien sin duda, se lleva las mayores palmas desde el comienzo hasta el final. Su rol como el riguroso defensor de los intereses del hotel, empeñado en sacar a la tropa de actores que comandan los Hermanos (socios en el filme), y sobre todo a estos, pues ya deben una considerable suma y no han pagado ni un solo peso, da origen a situaciones inolvidables que McBride asume con un magnífico histrionismo.

Después, los Marx optarían por volver a la MGM, pero “EL HOTEL DE LOS LÍOS” queda como una estupenda película, aunque no sea como sus predecesoras, “una película de los Hermanos Marx”, sino una película con ellos como co-protagonistas.

Seis años después (1944), la obra sería filmada de nuevo por Tim Whelan como un musical, con el título “Step Lively”, y con el notable Walter Slezak, como el supervisor del hotel.

Título para Latinoamérica: “SERVICIO DE HOTEL”
Luis Guillermo Cardona
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8
10 de febrero de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas cosas son tan eficaces, para amargarle la vida a un hombre, que caer en la trampa de la ambición. ¡La ambición no perdona!, y por una razón muy sencilla, porque es incapaz de decir: ¡Basta!, ¡es suficiente!, ¡aquí me detengo! El ambicioso es un enfermo que desea más… y más… y más… porque quiere ser el que más tenga… y siempre hay otro que tiene más y más. Y para seguir en su demencial propósito, la ambición empieza a trampear, a desconocer reglas y deberes; se arriesga, se afana y pisotea a quien sea necesario sin reparo alguno, porque se vuelve como un auto que no tiene frenos. El ansia fulmina a la razón y entonces, indefectiblemente, llega el día en que, la señora ambición, hace entrega del merecido premio por la larga, presurosa e infame carrera: Te deshonra… o te mata.

Un grupo de solventes padres de la vieja Inglaterra, decide apuntarse al revival de un juego llamado Tontina, nombre derivado del banquero napolitano que lo inventó (Lorenzo Tonti) y que, “por coincidencia”, tiene cuando menos una segunda acepción. El juego es como una lotería donde, lo aportado por cada padre (más la rentabilidad que alcance), lo heredará el último de los niños inscritos que sobreviva, ya sea dentro de 50, 70… o más años.

Incidentes trágicos, asesinatos, y otras "bellezas" que, el director Bryan Forbes, ilustrará con gracia e ironía, van reduciendo la lista de opcionados… hasta que quedan solamente los singulares hermanos Finsbury (Masterman y Joseph), quienes no pueden verse ni en pintura, y con el mayor de los gustos, el uno le pagaría el entierro al otro.

Basado en una historia del célebre, Robert Louis Stevenson, con guion de Larry Gelbart (“The Notorius Landlady”, The Thrill of it All", “Tootsie”…) en colaboración con Burt Shevelove, lo que sigue hay que verlo, porque se trata de una estupenda comedia de humor negro, bordada con finos hilos de crítica social; ridiculización de esa suerte de individuos que siempre hacen agua con sus desmedidas ambiciones; y reflejo de unos rasgos humanos que se niegan a desaparecer porque, cada generación, pareciera interesada en repetir -torpemente- las necedades de sus antepasados.

Siempre un gusto las caracterizaciones de, Ralph Richardson, John Mills, Michael Caine... y Peter Sellers como el extraño Dr. Pratt. Fotografía, edición, escenografía, vestuario, banda sonora de John Barry… se conjugan para crear una muy atractiva atmósfera… y el filme pasa muy gratamente, dejando la sensación de cine hecho por gente que sabe que, el arte debe complacer a los sentidos, pero también a la inteligencia.

Título para Latinoamérica: <<LA CAJA EQUIVOCADA>>
Luis Guillermo Cardona
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7
27 de diciembre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cuento, “Miss Thompson” de, W. Somerset Maugham, ya había sido llevado al cine, en 1928, bajo la dirección de Raoul Walsh, y fue uno de los grandes éxitos que tuvo la legendaria actriz, Gloria Swanson. Curiosamente, cuando se estrena, en el año 1932, la nueva versión sonora de Lewis Milestone, basada en la versión teatral que del cuento habían realizado, John Colton y Clemence Randolph, los críticos la recibieron a palos considerándola una ofensa para la cultura estadounidense. Sin embargo, la historia sigue imparable demostrando hasta la saciedad que, Maugham, tenía absoluta razón: Mucha – ¡muchísima! - de la religión que se vive en el mundo no es otra cosa que una farsa hipócrita, abusiva y explotadora. La gente cree en Dios, pero no le cree a Dios; los sacerdotes y demás miembros de las diferentes iglesias predican, pero no practican; y cada día se descubren los pobres ejercicios que, de su profesión, hacen incontables 'religiosos'... ¡y ni qué decir de las imparables e infames guerras que cada día tienen su curso en nombre de Dios!

Lo que, W. Somerset Maugham, recrea en su cuento, tiene pleno asidero en una verdad de a puño, demostrada largamente por la psicología: Aquello de lo que repugnas, lo atraes irremisiblemente; y aquello que tan ostentosamente rechazas, suele obedecer a un afán exacerbado de que nadie lo note en ti. Espiritualmente y en palabras de Jesús, corresponde a aquello de, “ves la paja que hay en el ojo ajeno, pero no ves la viga que hay en el tuyo”; y con ésto se nos deniega el derecho a juzgar y a condenar a los demás, pues, si dentro de cada uno -y de Todos-, están la luz y la sombra, el bien y el mal… arrogante y falso de toda falsedad, es erigirse como juez supremo de persona alguna.

Alfred Davidson, suena a símbolo de la intransigencia, de la moral obtusa, del señalamiento a ultranza, y del afán de condenar a otros por la miserable complacencia de erigirse en juez. Su saber podía ser basto para orientar a Sadie Thompson, pero su soberbia presionó de tal forma su propio lado oscuro que, como volcán, terminó erupcionando de manera irredimible.

El director, Lewis Milestone, hizo sus mayores esfuerzos para que viéramos de la mejor manera al hombre de iglesia, y su logro con la doblegada Sadie resulta apreciable en aquel especial cambio físico que la hace lucir limpia y casi virginal. Pero, con pleno entendimiento de la psique humana, recrea aquel momento insuperable en que, el Fatum te tiende su trampa y te pone ante la decisiva ocasión de demostrar si pesan tus palabras o aquello que hasta ahora reprimes con tanto empeño.

Por injerencia de la censura, la escena climática de, <<BAJO LA LLUVIA>>, queda prácticamente a juicio de los espectadores... y Sadie vuelve a ser la misma, dando validez a la frase de, Friedrich Nietszche, que tanto gustó al sensato, Joe Horn: “Todo se va y todo vuelve / la rueda de la vida gira incesantemente / Todo expira y todo renace / de prisa pasan los años de la existencia…”

Título para Latinoamérica: <<LLUVIA>>
Luis Guillermo Cardona
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8
18 de diciembre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nombre de, Miss Sarah Grace Cooke, no parece sonar en los oídos de mucha gente… pero para el actor y dramaturgo Emlyn Williams (1905-1987), fue el más grato recuerdo que conservó de sus años de adolescencia, pues fue ella la maestra que, pensando tan solo en servir a los demás, logró que las cosas cambiaran en aquellas tierras de Wales (Gales) donde los muchachos, al terminar su infancia, no tenían más opción que trabajar en las minas, donde se hacían viejos sin conocer otro mundo distinto y sin poder acceder a la cultura, el emprendimiento o la esperanza de una vida mejor.

Para el mundo literario, teatral y cinematográfico, donde se proyectaría eternamente con el título “EL TRIGO ESTÁ VERDE”, Miss Cooke se convertiría en Miss Moffat, para entremezclar ficción y realidad, dando al personaje los mejores matices que estuvieran acordes con los propósitos dramáticos de la obra. Lo que ocurriera en Mostyn, Flintshire a comienzos del siglo XX, se trasladó a una aldea de Glansarno a finales del XIX, y el resto, son aquellos recuerdos donde la maestra es el eje central de la obra, en la que se convierte en un reluciente ejemplar de mujer comprometida, dispuesta contra todos y contra todo, a dejar el mundo mucho mejor de lo que ella lo encontró.

Su esfuerzo, que no lo dirá el filme de Irving Rapper, pero lo sabremos luego cuando sigamos el sendero del verdadero Morgan Evans, fue más allá de expandir el saber de niños, adolescentes y adultos, en cuyas mentes hizo comunes las letras, el bien decir y las matemáticas, pues el alumno predilecto sería, con los años, un reconocido actor teatral y cinematográfico (“La ciudadela”, “Major Barbara” o “Veneno para tus labios”, entre otras, donde sería dirigido por el mismo Rapper y Bette Davis estaría en el rol protagónico). Y además de acreditado dramaturgo, hasta sembraría un pinito como director, con un filme que significaría el debut de ese gran actor que fue luego Richard Burton.

Resulta muy diciente, y curiosa, la manera como Rapper introduce al personaje de Bette Davis, quien por entonces cargaba con esa imagen de “malvada” por sus actuaciones en “Jezabel”, “La carta” o “La loba”. La vemos entrar a Pengarth house con una figura un tanto sombría y con secos aires de “ahora yo soy la dueña”… hasta que abre su corazón al paso de los muchachos mineros, y entonces, Mr. Jones y Miss Ronberry, quienes serán sus mayores colaboradores, verán surgir a la gran mujer que se esconde en aquella menuda figura.

Aquellos tiempos en Wales, Inglaterra, estaban signados por el oscurantismo. El terrateniente de turno, quien, salpicado por la entereza de la maestra quizás vea brillar un poco de luz en su propio corazón, repetirá las palabras que eran comunes entonces (y todavía ahora en muchos otros lugares): “Con gente como usted, que enseña a la gente a leer, escribir y tener ideas, Inglaterra se volverá un sitio peligroso”. Pero, la evolución humana es incontenible y siempre habrá seres de luz, como Miss Sarah Grace Cooke, que no buscan la fama sino el privilegio de servir, y que, con sus incontenibles esfuerzos harán incesante la marcha hacia la cumbre de la especie humana.

Título para Latinoamérica: “CUANDO EL AMOR FLORECE”
Luis Guillermo Cardona
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