A medio camino entre la película independiente que realmente es y el documental en primera persona que parece, "El profesor" aborda la falta de valores en la sociedad que se hace especialmente patente en la juventud, momento en el que los adolescentes se convierten adultos. La película narra un problema universal, y es efectiva, no efectista.

De aire ligero y aparentemente deslabazado con sus múltiples historias, es imposible que dispare tantas veces al blanco dando en el centro. Cada personaje, cada historia parece una película por sí misma por el grado de complejidad que atesoran, y tienen peso independiente del que tiene el conjunto. Con el tiempo hemos visto multitud de trabajos que dan vueltas una idea mucho menos concreta para acabar diciendo nada, pero "El profesor" tiene materia para concienciar y mostrar un presente devastador y un futuro aún menos prometedor, y lo hace con una visión alejada pero a la vez intensa.

Esa deshumanización del ser humano lleva a la desgana absoluta, y Kaye, cuyo trabajo más conocido quizás sea "American History X", es inteligente y dibuja (junto con el guionista Lund) una juventud que presenta problemas reales alejándose de otras películas llenas de superación, pero que resultan poco serias en sus desenlaces. Esa dejadez que invade a los alumnos no es exclusivamente suya porque todos tienen inseguridades y dudas que les arrastran y marcan sus vidas, incluido el profesorado, afectando a los que les rodean.

El desapego del que habla el título, cuya traducción en nuestro país es bastante libre y simple, es la característica que une a todos los personajes menos al que encarna Brody, que también tiene sus historias pero que tiene la capacidad de empatizar con la gente, interesándose por ellos y absorbiendo sus preocupaciones. Brody está serio, hablando a la cámara, y tiene personalidad suficiente como para ser lo que parece.

Otros muchos nombre conocidos y contrastados aportan experiencia y maneras a un largometraje que hace pensar y que no es vistoso ni bonito porque no tiene necesidad de serlo, lo único que necesita es plasmar una cara de la realidad para darla a conocer y no quede en el olvido.

Hablemos de sexo y digámoslo todo. Rodemos sexo y no escondamos nada. Parece una premisa bien simple de cumplir y a la vez muy complicada en una industria tan dada a telegrafiar escenas de violencia con exquisito detalle y ser tan pudorosa en lo que al sexo se refiere.

Porque "Las sesiones" es una película valiente. Su tema central no es solo hablar de sexo sin tapujos, sino hacerlo en boca de una persona que no puede moverse de cuello para arriba y que se acerca al sexo de manera clara y sincera, visto sin exhibicionismo ni conquistas eróticas. La película entiende que el contacto físico es algo imprescindible para la madurez emocional y lo expresa con ternura y emoción sin caer en la lágrima fácil.

La desnudez del alma viene acompañada también de desnudez física, sobre todo en la persona de Hunt. Su desnudo integral es constante y se convierte en un protagonista más. Es tan normal como cualquier otro elemento y es loable que una actriz como Hunt, sin nada que demostrar a estas alturas, se arriesgue de esta manera. Hawkes interpreta un complicado rol, con su cuerpo inmóvil. Él no exhibe su cuerpo pero transmite todo con muy poco.

Historia sin artificios, con personajes completos y complejos, tiene en su haber la facilidad para trasmitir emociones y sensaciones utilizando el humor como hilo conductor, en esas conversaciones con el atípico cura, o las que se dan en el motel. Situaciones que nos recuerdan a la magnífica "Intocable". Poco más se puede pedir.

"The Pelayos" da la sensación de ser demasiado ligera, de intentar calar sin apenas rozar porque le falta punch y fuerza en sus golpes. Son golpes ejecutados con cierto estilo, pero demasiado superficiales como para provocar un KO en el espectador.

La historia, muy conocida, apenas necesita presentación, pero Cortés opta por realizar un pastiche de la vida de los mienbros de la familia dejando de lado lo que más nos podría haber interesado. No es "The Pelayos" un diccionario de juego de azar, sino que aborda mucho más el aspecto de las relaciones familiares, sus disputas y acuerdos, y deja la acción para otra ocasión, por lo que no podremos ver ni siquiera la concepción o el desarrollo del método utilizado para desplumar a los casinos de medio mundo.

Con un reparto en el que brillan nombres consagrados en cine y televisión, es loable la implicación de todos y cada uno para parecerse a los originales. Especialmente Homar como patriarca del clan que los une a todos y que con su experiencia sirve de guía para los más jóvenes.

En su debe tenemos que mencionar su falta de acción vertiginosa y algunos giros poco explicables en su final, pero en general es un producto digno al que le falta algo para ser tenido en cuenta con más seriedad. Quizás esta historia se mereciese una película con mayor empaque para ser reconocida a lo largo del tiempo.

Ben Affleck ya tiene un Oscar en casa, aunque sea compartido y como guionista, y con sus trabajos como director cada vez se acerca más a la posibilidad de que un nuevo hombrecillo dorado le haga compañía en la estantería de casa. Sus películas son serias, profesionales y cuentan con guiones con muchos quilates, y ya se sabe que cuanto mejor te rodees, mejor irán las cosas.

También es posible que nunca consiga la estatuilla por su trabajo como actor, pero no se puede tener todo en la vida. En esta ocasión, Affleck se guarda el papel principal y no lo hace mal, es más, lo hace bastante bien. Construye un personaje que a pesar de ser cabeza de cartel, no es el más importante de la película, lo que le resta responsabilidad y le permite brillar en segundo plano, lugar en el que siempre da lo mejor de sí. El resto del reparto es el que tiene verdadera importancia, y están muy contenidos, acordes con la situación. Sobre todos ellos destacan Arkin (y sus nominaciones en la temporada de premios) y un Cranston en estado de gracia, que pone toda su personalidad al servicio de su personaje y que es un punto de inflexión cuando aparece en pantalla.

El guión es potente y mantiene la tensión en el momento adecuado, con una puesta en escena envidiable y una banda sonora de gran calidad, de las más acertadas de la temporada. Era una idea arriesgada, pero aprovecha la historia para firmar un libreto que era un caramelo para cualquier realizador. Quizás su final es algo exagerado y exaltado en el puro patriotismo, pero no es suficiente como para desechar los anteriores cien minutos.

Con "Argo", Affleck vuelve a explorar las relaciones humanas y sus consecuencias en momentos poco convencionales sin caer en los tópicos sencillos, incluyendo acción, tensión y política por partes iguales, y haciendo pensar al espectador sobre la condición humana. Si continúa por este camino, pronto le veremos recoger algún gran premio...

Corría el año 1990, y un tal Paul Verhoeven dirigía una película que iba a revolucionar el concepto del género sci-fi que se tenía en mente, iba a lanzar al estrellato a Sharon Stone, e iba a conseguir recaudaciones millonarias, un Oscar y los elogios de crítica y público. Entonces, con estos antecedentes, ¿era necesario un remake más de veinte años después?

"Total recall" adolece de cualquier lógica que podamos entender porque se fija demasiado en su predecesora, tanto que se deja el alma por el camino para lograr una copia de una película que nos conquistó hace muchos años, pero que quizás no necesitaba una revisión, y mucho menos un calco.

Sus eternas persecuciones no dejan lugar a un desarrollo coherente del guión, si es que existe. Los efectos están logrados y sus escenas derrochan coreografías casi imposibles, pero a veces es complicado seguir la acción sin llevarse un dolor de cabeza a casa de regalo y sin aumento de precio. Coches que se deslizan sobre el suelo, teléfonos incrustados en la palma de la mano y otros inventos que no revolucionan nuestra concepción de la tecnología, cosa que sí hacía, por ejemplo, "Minority report". Ni siquiera en eso han gastado mucha imaginación.

Y como básicamente se trata de correr, huir, disparar y volver a correr, el resultado de los personajes es absolutamente prescindible. Diálogos simples, pequeños que se entremezclan en la acción para presentar un libreto que no podría venderse al peso. Lástima para Farrell, Beckinsale, Biel y cía, porque les hemos visto (y les veremos) en roles mucho más interesantes, y pueden dar bastante más de sí. Bueno, esto se lleva mejor al ver el extracto bancario...