Alfonso Cuarón, director que fuera alabado por la crítica y el público con su imponente trabajo en “Hijos de los hombres” (2006), vuelve a la gran pantalla con esta producción de ciencia ficción, llena de poesía visual, técnica exquisita y que mostrará el espacio y la Tierra como nunca lo habíamos visto.

Si James Cameron, gracias a la exitosa”Avatar”, nos dejara maravillados con las preciosistas secuencias iniciales en las que se veía el contorno del planeta Pandora con un fantástico movimiento de cámaras y que nos dejaba con la boca a abierta tanto en el cine como en Blu-ray, en “Gravity” tenemos eso mismo en cada uno de los 90 minutos que dura este intenso y dramático film.

Cuarón vuelve a hacer uso de enormes y larguísimos planos secuencia, algunos de más de diez minutos, para meternos en la piel de esos dos astronautas interpretados por Sandra Bullock y George Clooney, los cuales se ven envueltos en una serie de dramáticos sucesos que los llevarán al límite de sus fuerzas, tanto físicas como emocionales, en una carrera por la supervivencia en el frío y silencioso cielo espacial.

Técnicamente nos encontramos ante una película que marcará un antes y un después en el género de la ciencia ficción, pues tanto la bellísima fotografía a cargo de Emmanuel Lubezki (quien ya brilló en “El árbol de la vida“), como el trabajado juego de planos y cámaras de Cuarón (alucinantes tomas en primera persona o épicos planos secuencia), como los nada cantosos y efectivos efectos espaciales, o como una banda sonora a cargo de Steven Price; son de lo mejor que yo haya visto en una sala de cine y creo que dejarán a cualquier espectador al borde de su asiento.

En esa soledad y oscuridad del espacio exterior brillan, cual estrellas, las interpretaciones de un carismático y siempre impecable George Clooney y la fuerza dramática de una Sandra Bullock que da absolutamente el pego como astronauta de la N.A.S.A.

No quisiera elevar a uno por encima del otro, pues aunque Bullock tenga un papel más prominente y más cercano al espectador , no es menos cierto que Clooney está brillante y perfecto en cada uno de los minutos que aparece en pantalla.

Como digo, el film es pura y poética belleza visual, si bien hay ciertos aspectos que impiden que la misma llegue al sobresaliente y se quede en un, muy loable y merecido, notable alto.

He llegado a esa conclusión, ya que los noventa minutos de su metraje no dan suficiente cancha como para desarrollar una historia con más fundamento y con más empaque a nivel argumental, llegándose a apreciar una excesiva velocidad en el devenir de los acontecimientos.

Si bien la historia es la que es, y Cuarón no pierde un minuto en meternos en el drama y en la acción, no es menos cierto que se echa en falta algo más de calma y sosiego en distintas partes del film, ya que hay momentos en que resulta poco pausible el que la buena de la Bullock tenga más mal fario que el personaje de Brad Pitt en “World War Z“.

Parece como si Cuarón quisiese que las imágenes poéticas o bucólicas (esa Bullock en posición fetal) tuvieran más presencia que la fuerza argumental, algo que ya hiciera Terrence Malick en aquella, técnicamente brillante pero aburridísima e infumable, “El árbol de la vida“.

Pero bueno, quitando las carencias argumentales y enfocándonos en sus imnumerables virtudes, no puedo dejar de alabar el trabajo técnico realizado para esta película (exquisito 3D), que es todo un pelotazo para el género de la ciencia ficción y que enamorará a los aficionados del cine espacial.

Lo mejor: El exquisito acabado técnico (fotografía, efectos especiales, banda sonora), George Clooney, Sandra Bullock y el guiño a “Alien: el octavo pasajero“.

Lo peor: Un guión que puede parecer poco trabajado y demasiado apoyado en el aspecto visual, cometer el pecado de no verla en cines y en formato 3D.

Nota: 8

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Si hace unos meses tuvimos “Objetivo: La Casa Blanca“, película muy entretenida, con Gerald Butler y de gran factura técnica, ahora nos llega esta “Asalto al poder” en la que se repite la misma idea argumental pero con Roland Emmerich tras las cámaras.

Emmerich, amante de las producciones de corte apocalíptico (“El día del mañana” o “2012“), y creador de las geniales “Stargate” o “El Patriota“, vuelve a hacer alarde de su gusto por la destrucción, el patriotismo y los efectos especiales por ordenador en este film de acción, que narra el ataque al corazón de la Casa Blanca norteamericana y que está muy bien aderezado con la presencia de viejas glorias como James Woods, actores emergentes como Jason Clarke (“Zero Dark Thirty“) o Joey King (“The Dark Knight Rises“, “The Conjuring“), una pareja protagonista formada por Channing Tatum y el oscarizado Jamie Foxx, o la guapa Maggie Gyllenhall.

Tatum y Foxx, el primero como guardaespaldas y el segundo como Presidente de los Estados Unidos, componen un dúo muy a lo “buddy movie“, siendo este punto lo más interesante de la película gracias, sobre todo, a la actuación de un Jamie Foxx que resulta muy gracioso y bastante convincente en su papel como máxima autoridad de la nación americana.

La película, que alterna buenas secuencias de acción (véase la secuencia de la persecución de coches en el interior del jardín de la Casa Blanca) con momentos más cómicos, no termina de estar a la altura de aquella “Objetivo: La Casa Blanca” por culpa de un muy pesado y alargado tramo final.

Emmerich, en lo que es el primer tercio de película consigue un arranque muy trabajado, con una buena presentación de los personajes y una detallada exploración de esa “Casa Blanca“, lugar donde se desarrollarán los sucesos. Eso sí, a medida que pasan los minutos la cinta se empieza a desinflar en intensidad y comienzan a aparecer las estupideces propias del cine de este director, que no ha vuelto a lograr un producto que esté a la altura de aquella inolvidable de “Stargate” o de la correcta “Independence Day“.

En el apartado interpretativo podría destacar a Jamie Foxx, que me ha gustado mucho por su enorme carisma y su buen hacer en el plano cómico, al solvente James Woods, que recordará a aquel general Hummel (Ed Harris) de “La Roca“, a un Jason Clarke, que vuelve a estar muy bien tras su gran papel en “La noche más oscura” pero que va perdiendo fuerza con el paso de los minutos, y a una preciosa y fascinante Joey King, que maravillará al espectador en cada una de sus apariciones en pantalla.

En el plano técnico podría hablar de un alarmante y excesivo uso de efectos especiales por ordenador, algunos bastante cantosos y totalmente innecesarios (esas pasadas con los helicópteros), y las imnumerables explosiones pirotécnicas que podremos contemplar durante sus muy alargados 133 minutos.

Si pudiera hacer un resumen diría que es un film que por momentos resulta muy entretenido y divertido, con interesantes actuaciones como las de Woods o Foxx, pero que pierde la batalla cinematográfica frente a una más eficiente y emotiva, “Objetivo: La Casa Blanca“.

Lo mejor: James Woods, Jamie Foxx, Joey King, la ambientación en La Casa Blanca.
Lo peor: Que su tramo final resulte muy alargado y pesado, que “Objetivo: La Casa Blanca” le haya ganado la batalla.

Pese a que la volveré a ver este próximo fín de semana, y ya pasada casi una semana desde que la vi, os comentaré mis impresiones ante esta tercera parte.

La película parte, respecto a lo visto en la primera y segunda película, con una mejoría evidente en la creación de animaciones, texturas de los personajes y objetos que interactuan con los mismos.

La película comienza con una toma aérea que es para quitarse el sombrero. Todo ese comienzo es alucinante y te mete de lleno en materia. Te ries, te emocionas y, en cierta manera, sientes como si los personajes de plástico fueran los protagonistas de cualquiera película de Indiana Jones.

Creo que ese tipo de escenas es lo que más eché en falta durante el resto de la película.

Si bien, tanto en la primera y segunda película, como en esta tercera, la acción se desarrolla, principalmente, en interiores, eché en falta más viajes intensos, algo que si sucedía en la segunda parte, la cual es rica en localizaciones y personajes humanos.

Para los que ya habíamos visto clips promocionales por parte de Disney, (Ken y Barbie, Buzz andaluz , Lotso y su cuadrilla), la verdad es que ya no cabían demasiadas sorpresas.

Si hay algo que eché en falta en esta película, son esa canciones que suelen emocionar durante el visionado de este tipo de películas.

También faltan más temas al estilo de "Cuando alguien me amaba" o "No se que va a ser de mi". El único tema nuevo de R.Newman y no tan a la altura de los otros dos, esta situado al final de la película.

J.C. Chandor, emergente cineasta que seguramente sólo sea recordado por “Margin Call” (2011), escribe y dirige esta producción que se sitúa en la línea de cintas tipo “Náufrago”, “Gravity” o, en mayor medida, “La vida de Pi”; toda vez que en las mismas se dan emocionantes y dramáticas situaciones de superviencia que el protagonista tendrá que afrontar en solitario (el tigre de “La vida de Pi” no cuenta).

En “Cuando todo está perdido” se nos traslada de manera directa hasta mitad del océano, más concretamente a la zona marítima de Sumatra, lugar donde el personaje interpretado por Robert Redford descubrirá como el barco donde se encontraba navegando acaba de chocar contra un contenedor varado en mitad del océano, hecho que supondrá el inicio de una épica historia que engachará al espectador durante sus casi dos horas de duración.

A nivel argumental, pese a que pueda parecer algo ya visto en la reciente “La vida de Pi” (Ang Lee), tiene suficientes cualidades que hacen de esta película un producto único y especial en sí mismo, y todo ello adornado con una gran interpretación del casi octogenario Robert Redford y un poderosísimo acabado técnico.

Lo primero que tendría que destacar es el grado de protagonismo que se le ha dado al personaje interpretado por Redford, ya que el mismo es dueño y señor de cada uno de los minutos y segundos de la historia, si bien el director/guionista opta por hacer de este personaje un verdadero desconocido, toda vez que en ningún momento llegaremos a saber su nombre, de dónde venía o a dónde se dirigía.

J.C Chandor, a excepción de un prólogo de breves minutos, evita introducir sentimentalismos baratos que suelen poblar esta clase de películas, circunscribiéndose únicamente a cada una de las acciones o decisiones del personaje protagonista y que tienen como fin el evitar ser engullido por ese entorno tan bello como hostil.

Robert Redford, haciendo únicamente uso de miradas, expresiones y sin apenas pronunciar palabra, se remanga y demuestra lo buen actor que es y lo bien que se conserva, en vista de las diversas secuencias de acción que parecen haber sido rodadas por el propio actor y sin uso de especialistas.

Junto su gran labor interpretativa también hay que hablar de una factura técnica sobresaliente, donde destacan la fotografía, ambientación y banda sonora.

Hacendo uso de dos directores de fotografía, uno para las escenas en la superficie y otro para las escenas desde las profundidades marinas, J.C Chandor consigue una fuerza visual llena de bellísimas tomas acuáticas dignas del mejor documental de National Geographic.

Muy buena ambientación en el mar, mucho más cercana a la realidad respecto a lo visto en “La vida de Pi”, toda vez que en aquella cinta se narraban hechos más fantasiosos, si bien aquí también se ha recurrido a diversas técnicas digitales o escenas rodadas en estudio para recrear algunas de las tempestades marítimas que aparecen en pantalla.

La banda sonora de Alex Ebert, premiada en los recientes Globos de Oro, unida a unos efectos de sonido fascinantes y una calidad de imagen muy disfrutable en formato digital, terminan de hacer de esta película un producto sobresaliente a nivel técnico y que nada tiene que envidiar a la aclamada, aunque un poco sobrevalorada, “Gravity”.

Una pena que ni la buena labor del director J.C Chador ni la gran interpretación de Robert Redford hayan tenido justa recompensa a nivel de premios cinematográficos, teniendo que ver como otros directores, actores o producciones, a mi juicio inferiores, si han sido nominadas para los Oscars.

Como único aspecto negativo sólo podría hablar de algún que otro agujero de guión, sólo apreciable si se está muy atento a la narración, pero que no ensucian una película que me ha encantado de principio a fin.

Lo mejor: Dirección, Robert Redford, fotografía, banda sonora y ambientación.
Lo peor: Que haya sido ninguneada a nivel de premios cinematográficos.

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Martin Scorsese es, junto a De Palma, Nolan, Spielberg o Mann, uno de mis directores favoritos, un genio que ha firmado verdaderas obras maestras (“Malas calles”, “Taxi driver”, “Toro Salvaje”, “Uno de los nuestros” o “Casino”) y que siempre consigue sacar lo mejor de todos los actores que trabajan bajo sus órdenes, véase Robert de Niro, Joe Pesci, Sharon Stone, Daniel Day-Lewis o un Leonardo Di Caprio al que debe adorar mucho, ya que desde que lo incorporara en la cinta “Gangsters de Nueva York” no ha dejado de repetir junto a él en “El aviador”, “Infiltrados”, “Shutter Island” o en esta “El lobo de Wall Street”.

Su última película, que nos lleva a finales de los años 80 y que nos muestra el mundo de los brokers de Wall Street desde un punto de vista bastante más cómico que realista, es un decálogo o perfecta muestra de las enormes virtudes del director italoamericano a la hora de jugar con la cámara, exprimir lo mejor de sus actores (Di Caprio, Jonah Hill o Matthew McConaughey) o volver a trasladarnos a una determinada época haciendo uso de la mejor de las ambientaciones.

Estará equivocado todo aquel que piense que Scorsese, tras décadas y décadas de rodar peliculón tras peliculón, ha perdido sus enormes facultades en la labor de dirección, pues vuelve a brillar gracias a una maravillosa puesta de escena de ese Nueva York de finales de los 80 y gracias a un fabuloso juego de cámaras y de planos, que son como una montaña rusa para nuestros sentidos y que sirven de perfecto a cauce a un guión lleno de los mayores excesos que nos podamos imaginar.

El guión firmado por Terence Winter, y basado en las memorias del broker Jordan Belfort, es un compendio de escenas de drogas, drogas y demás excesos enfermizos.

A juicio personal, y pese a las virtudes ya expuestas en lo referente a la dirección, no me ha terminado de agradar el hecho de que se juegue con esos temas de una forma tan cómica y desfasada, pues me podría valer para un par de escenas pero no para que hagan acto de presencia durante sus 179 minutos.

No me ha convencido tanta depravación y tanta locura surrealista, pues me ha llegado a sacar de la trama en buena parte de su metraje.

Aún así, y volviendo a sus virtudes, he de decir que merece la pena pagar la entrada para ver esta película, pues el film es un perfecto lucimiento de un Leonardo Di Caprio que está antológico y que, si bien ya pudiera haberse llevado el Oscar por sus papeles en “Vida de este chico”, “El aviador” o “Shutter Island”, se postula como verdadero favorito, si no se lo quita Matthew McConaughey (“Dallas buyers club”) o Chiwetel Ejiofor (“12 años de esclavitud”), para llevarse el premio a mejor actor principal en la ceremonia del próximo día 2 de marzo.

A nivel técnico, como ya he dicho, brilla por su dirección, por su magnífica ambientación, buena fotografía de Rodrigo Pietro, y por una banda sonora que, como es habitual en toda película de Scorsese, adorna cada una de las escenas con acertados temas originales .

Lo mejor: Leonardo Di Caprio, la breve pero poderosa interpretación de Matthew McConayghey, Jonah Hill, la dirección de Scorsese y la maravillosa ambientación de finales de los 80.

Lo peor: Que sea tan excesiva en temas como las drogas y el sexo, y que todo ello sea planteado desde un prisma cómico demasiado surrealista.

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