Cuarto cortometraje de la AnimatorExpo, proyecto de promoción semanal de cortos de animación, sobre diversos autores japoneses, estrenados directamente en Internet para su acceso público. Esta vez, es el turno de Akira Honma, animador consolidado y asiduo colaborador del célebre Masaaki Yuasa en trabajos como Kemonozume, cuyo estilo se ve reflejado de forma pormenorizada en este mismo corto. Desde el trazado asimétrico hasta el estilo de animación en sí, aunque no destaque demasiado en el apartado técnico.

El argumento se centra en la típica historia de venganza: una chica que ha perdido un brazo va a la caza de aquellos que se lo cercernaron y asesinaron a su familia. Todo ello, sumado a su ambientación western y al carácter de violencia explícita recuerda inevitablemente a Kill Bill, concretamente a la escena de la iglesia. Con algunos detalles pictóricos interesantes como el cuadro de la muerte redentora, resulta un trabajo entretenido sin más que, de haberse extendido con algo más de fondos, podría haber llegado a ser una notable adaptación animada de la aclamada cinta de Tarantino o incluso desplegarse con identidad propia.

Sarraounia significa "reina" o "líder femenina" en la lengua Hausa y refiere a todo un linaje de reinas y sacerdotisas paganas del África subsahariana. La más célebre fue Sarraounia Mambou, recordada como una heroína por combatir con fiereza a las tropas coloniales francesas en la batalla de Lougou de 1899. Sus orígenes animistas y su lucha anticolonial se exploran en esta superproducción mauritano-francesa de forma irregular.

Los primeros quince minutos nos muestran la formación de Sarraounia, como líder y hechicera, el paso de la niñez a la adultez que culmina con su consagración como reina. Tras esto, el punto de vista cambia para mostrarnos la incursión de los colonizadores franceses. Desde aquí la película imprime un ritmo de sucesivos y extasiantes planos generales, donde asistimos a continuas marchas militares, pláticas estratégicas y combates masivos. Sarraounia pierde presencia y el foco recae, mayoritariamente, en dos coroneles galos harto caricaturescos y sus tropas, formadas, en gran parte, por esclavos africanos. Quienes se verán sorprendidos y diezmados por las tácticas místicas de su contrincante. Las asambleas populares y el esfuerzo colectivo dominan la pantalla hasta el final en una apuesta coral de puesta en escena al más puro estilo del cine soviético.

La cinta se revela como un ejercicio de ficción histórica que brilla en las escenas rituales y en algunas secuencias de batalla, pero que se pierde al no desarrollar en mayor profundidad a su protagonista y las relaciones con su pueblo. En clave política, reivindica el poder del misticismo africano para construir una comunidad libre y unificada, que integra credos y no se pierde en dogmatismos. Entona un mensaje contundente de progreso colectivo desde las raíces animistas y con una mujer al frente, encarándose a un país de mayoría islámica fundamentalista y, hasta hoy día, dominado por las relaciones de explotación neocolonial y las tradiciones patriarcales.