Raro es el año en el que no nos llega al menos un film del inefable e inclasificable Adam Sandler que tiene tanto predicamento en su tierra pero que aquí, como se ve, no tiene tanto. Se ha llegado a tal punto que yo ya las confundo todas, casi las diferencio únicamente por su partenaire, pero ya ni eso.
Todas van de lo mismo, con el mismo argumento y casi los mismos chistes, así que vista una, vistas todas. Y, por desgracia, uno se puede esperar lo peor de su ya cansino humor familiar ligeramente incorrecto, pero mira tú por dónde, no es este uno de sus peores films y mira que yo ya esperaba lo peor tras ver los últimos esperpentos que nos ha regalad o(que han bajado el nivel de su ya cuestionable trayectoria) y comprobar con pavor que (otra vez) volvía a usar niños en su proyecto (como en las lamentables “Niños grandes”). Pero, como digo, no es tan mala e incluso tiene algunos gags más o menos inspirados y hay que reconocer que Drew Barrimore y él tienen química.
No es la peor de las suyas e incluso, tiene momentos divertidos, lo que, viniendo del que viene, es mucho.

He leído tantísimas malas críticas de este film, he escuchado a tantas personas poniéndolo a caer de un burro, diciendo que es un horror infumable que, cuando he terminado de verla, tampoco me ha parecido tan tremendamente mala.
Bueno, a ver si me explico, que quede claro que la película no es nada buena, para ser sinceros, hay que decir que es más bien tirando a malilla; pero como ha sido vapuleada por la crítica especializada y vilipendiada por los fans, pues no sé, yo le he pillado cariño. Soy así de raruno. Qué le voy a hacer, le he pillado cariño.
Aparte de esto, hay que reconocer que la película tiene buenas ideas, aunque luego no estén bien ejecutadas. En realidad, puede decirse que hasta la mitad de la película, la cosa (vaya juego de palabras más inteligente) tenía buena pinta, pero una vez que se llega allí... todo se desmadra, el argumento empieza a carecer de sentido y todo se va al garete sin remisión.
Ese es el principal fallo del film, el planteamiento es bastante interesante, con buenas ideas, atractivo e, incluso, gratificante. Pasas un rato agradable, pero una vez llegados a ese punto... el segundo acto, tan necesario en cualquier narración , casi no aparece, lo que es un misil en la línea de flotación de la película. Para rematar la faena, el tercer acto se nota apresurado y caótico, lo que no ayuda a levantar la película precisamente. No sé si habrá sido culpa de Josh Trank o de los productores, pero lo mínimo que se puede decir es que el conjunto, aunque empiece bien, acaba siendo decepcionante.
Los actores tienen una suerte dispar: Miles Teller es un gran actor y está bastante bien; Jamie Bell está desaprovechado, muy desaprovechado; Kate Mara es una buena actriz; y quizá lo más llamativo sea lo de Michael B. Jordan por esa costumbre de integrar a todas las razas. Quizá lo próximo sea hacer Jackie Chan sea la Pantera Negra. No lo tuvieron muy difícil los miembros de este reparto para superar a sus antecesores en la saga. Seguiremos esperando a ver si nos traen ya una buen película de la primera familia de Marvel.

Hay que reconocer el valor a Tom Tykwer para, siendo (casi) un novato en esto del cine, se ponerse a adaptar una de las novelas más importantes de la literatura europea en el siglo pasado. Le echó bemoles, el tío, sí. Porque para algunos, la novela de Patrick Suskind era inadaptable, y no han sido pocos los que se enfrentaron al proyecto en estos años.
Por este motivo, hay que decir que el director hizo un muy buen trabajo, es innegable. Hay que reconocerle la gran ambientación, el acertado diseño de producción así como el tino a la hora de elegir el reparto, ya que los actores hacen un gran trabajo pero no eran demasiado conocidos en ese momento (bueno, vale, ahora tampoco han hecho grandes cosas). Ben Whishaw está fenomenal como el abyecto Baptiste, que está obsesionado en crear un perfume perfecto, y que es capaz de someter a todos con sus habilidades olfativas; Rachel Hurd-Wood no ha tenido la carrera que se presagiaba, es verdad, y su papel se ve bastante menguado (cosas de las adaptaciones); y luego, como secundarios están los grandes Alan Rickman y Dustin Hoffman. Todos hicieron un gran trabajo. Gracias a su trabajo, el espectador puede percibir la obsesión del protagonista, el peligro, la tensión...
Cierto es que no aporta nada que no encontremos en la novela, pero es lo que tienen las adaptaciones, que hay que elegir qué se traslada a la pantalla y qué no, pero no se puede negar el acierto de no haber echado a perder el texto original, algo que no se puede decir de todas las adaptaciones de novelas de éxito que se han llevado al cine. Y eso no es poco. Ahí está su principal virtud, a mi modo de ver.

Estamos ante una película que es uno de los mayores truñacos que he tenido la desgracia de ver en mi vida, un coñazo como no ha habido otro igual en el mundo. Es muy previsible y, aparte, bastante mala.
La podemos definir como cine catastrófico de andar por casa, una aventurilla de mercadillo barato, porque la impresión que da es que no se han gastado mucho dinero ni en guión ni en actores ni en efectos (aunque no son muy malos, eso hay que reconocerlo). Encima de todo, hay que aguantar la puñetera moda esta del metraje encontrado, el found footage este de las narices que no aporta nada de nada y que lo único que consigue es hacer la película más molesta, si cabe. Aparte de todo, hay momentos que no son de metraje grabado por los personajes sino que es, como quien dice, convencional, lo que hace preguntarnos... ¿qué sentido tiene este formato? Si se cambia cuando le venga en gana al director, por qué dar la barrila con esto. No lo entiendo.
En definitiva, me aburrí bastante con la película, con este híbrido de “Twister” y “El día de mañana” que no llega a entretener. Richard Armitage, por otra parte, tiene poco carisma y yo me pregunto algo que me tuvo loco durante toda la película, ¿cómo se mete este tipo los faldones de la camisa dentro del pantalón? ¿Qué ingenio de la tecnología usa? Porque no hay forma de que se le salgan del pantalón. Y mira que el tío da brincos, cabriolas y hay yo no sé cuántos torbellinos y tornados.

Nos encontramos ante un melodrama familiar de esos de toda la vida, de esos que te ponen en Antena 3 al mediodía y hacen que no seas capaz de cambiar de canal. Un dramón en toda regla, vamos. A un tipo de éxito (laboral y personal) le diagnostican un cáncer y se propone dejar una grabación de vídeo para su hijo con el objetivo de que le conozca mejor y en que no faltarán todas las lecciones importantes de la vida que no podrá enseñar a su vástago.
Pero, por supuesto, antes de que le llegue la hora al protagonista, este tendrá tiempo de poner orden y de reconciliarse con todas las personas de su pasado con las que había tenido algún desencuentro. Es verdad que en la película no hay nada que sea demasiado original ni nada que no se haya visto en muchos de estos filmes, pero también hay que reconocerle que es una película llena de humanidad, de buenos sentimientos y con un valor catártico bastante notable (cuando uno termina de verla, siente la necesidad de ser mejor persona, aunque esas ganas no duren tampoco mucho).
También hay que destacar el notable trabajo de Nicole Kidman y, sobre todo, de Michael Keaton, un actor que no nos hemos cansado de reivindicar y que ahora, parece, que han descubierto que es uno de los grandes.