"—¿Qué fue primero, la música o la tristeza? La gente se preocupa porque los niños jueguen con armas, o vean videos violentos, pensando que ese tipo de cultura de la violencia les afectará demasiado. Pero nadie se preocupa por niños que escuchan miles, literalmente miles de canciones sobre corazones rotos, rechazo, dolor, tristeza y pérdida. ¿Escuchaba yo música pop porque estaba triste? ¿O estaba triste porque escuchaba música pop?"—"

John Cusack en "Alta Fidelidad"

Cusack y Fears nos regalan una de las mejores películas de la década: toca todos los palos, los estereotipos, dejes y tejemanejes de una generación olvidada: aquellos que se refugiaban en la música, el cine, los videojuegos o la literatura, sólo para ocultar un egocentrismo entrañable, pues no era más que una forma de disfrazar sus vulnerabilidades: algo que hace único al personaje de Cusack:

Es cínico, aniñado, snob y autoindulgente... Pero después de todo, su personaje está brillantemente compuesto por un pedacito de todos nosotros: es imposible no identificarse con él o alguno de los pintoresco personajes del elenco...

Una película que habla de las relaciones y la música y de cómo estas se sobrellevan la tiranía del tiempo... Pero nunca sin perder el buen humor y la crítica ácida hacia el snobismo, pero también hacia la mediocridad de la rutina que posterga la vida adulta a relaciones vacías y un desmesurado apetito por la nostalgia contratastada con el rechazo al compromiso y todo lo que ello conlleva: ¿Seremos capaces de permanecer fieles a nosotros mismos? ¿O el compromiso sólo es una forma de poner punto y final a nuestros sueños de juventud para aceptar la adultez?

El amor por la literatura o por la poesía, no debe ser una carta blanca para el moñerismo y el tufillo cañí que a veces desprenden éste tipo de productos pseudo contra culturales.

"El club de los poetas muertos" es una película entretenida y sincera, pero a la vez demasiado naive y autoindulgente en su mensaje, sobre todo si tomas a Robin Williams como el vehículo instigador contracultural: fue siempre un pésimo actor que no pasaba de la mueca risueña. Y parece que si no te gusta éste actor, es que eres mala persona o eres un desalmado. Pero es que esa es la verdad: todos los papeles que hizo en vida eran siempre iguales: una suerte mal entendida de Candilejas, pero claro: él no era Chaplin.

Y me duele decir esto, porque me encanta la literatura y la poesía. Pero un buen poema es como un buen polvo: no lo vas cacareando por ahí. Los mejores polvos son innombrables, porque al igual que los negativos de las fotos, si los aireas mucho, (James Dean dixit) se desvanecen con el verbo.

Es una buena película, (no es para menos estando Peter Weir detrás de las cámaras) pero está muy lejos de obras similares, pero mucho más realistas, como "Diario de un Rebelde" o los poemas en las trincheras de Flandes de John McCrae que captó a la perfección "La Chaqueta Metálica".

Un viaje lírico esquilmado de florituras varias, toda una revelación ante el icono vampírico: ver a través de la lluvia, ver a través de sus oquedades, deformando su realidad para ofrecernos dos personajes tan arrebatadores como insólitos.

La maldad absoluta y la inocencia en su forma estelar: indispensable para aquellos que contemplen en la tristeza, la auténtica belleza.

La película no pasa de ser una tonta comedia de los hermanos Farrelly, con actores de moda por aquel entonces, (una supuesta tía buena: Gwyneth Paltrow y el pesado de turno Jack Black, que es la clase de actor que se apunta a todos estos saraos)

Los Farrelly no ser cortan un pelo en hacer del humor "de bulto" un cliché continuo de situaciones "Pantene", es decir, tópicos y más tópicos disfrazados de ese pseudo buenismo yanki en plan: "La belleza está en el interior y lo demás son bobadas".

No seré yo quien diga lo contrario: dame una persona con una personalidad definida, inteligente y segura, (que no borde) antes que la típica niña pija insegura pero con infulas dictatoriales. La peli va de eso, de evadir el estereotipo, pero siendo un estereotipo integral de la comedia absurda tan típica de los Farrelly. El mensaje bobalicón se diluye como esas insufribles fotos del facebook que rezan, "sé que no me darás un like porque soy feo". La propia forma destruye el mensaje.

En fin: es preferible ver "Gordos" (2009, Daniel Sánchez Arévalo) siendo comedia, el mensaje cala mucho más.

Susanne Bier utiliza un hecho fortuito y dramático, como mero hilo conductor de un "affair" entre un marido, (doctor bonachón y padre de vida rutinaria y apacible) y la mujer del paciente, (una jovencísima prometida que ha visto truncado su sueño por culpa de la mujer de su amante)

Rodada con un estilo directo, natural y realista y casi a lo "steady cam", la película no defrauda en absoluto, sobre todo por los dos actores principales: Mads Mikkelsen y Sonja Richter. La labor de ambos es sincera y rezuma química por todos lados.

Si bien podría considerarse un argumento rutinario, (cuernos-consecuencias) la peli abunda con acierto en la sensación de culpabilidad que genera la "responsabilidad de elegir": o aceptas la vida "convencional" de tu familia o decides echarle huevos al asunto y arriesgarlo todo.

En resumen: un gran peli.