Escena 1: Casa perdida en un paraje desolador y con aspecto de venirse abajo al menor soplido. Interior de la casa, encontramos a una familia un tanto friki con tendencias a despellejar humanos o los mas malos malísimos, incluso a comérselos.
Nuestro querido Psycokiller mantiene la siguiente conversación con su madre:
Psycokiller: Mamá a mi no me gusta cenar señor con bigote todas las noches, puedo comer pizza?

Mama del Psicokiller: Calla coño! Tu comerás lo que yo te diga! (mientras le da una colleja al hijo que le hunde la cara en el plato)

Tras pasar una infancia en tan buen ambiente familiar, nuestro Psyco killer del futuro quedará configurado con un buen taco de traumas.

Escena 2:Cualquier lugar con adolescentes de hormonas desbordadas y sedientos de sexo (instituto, campamento, viaje de vacaciones o incluso viajes para visitar al Papa)
Charlie se ha llevado a Julie a dar un paseo por el bosque e intenta meterle mano por debajo de su falda de animadora:

Charlie: Slurpsssssss mmmmm Julie...si....arf, arf.

Julie: Slurpssssss, arf, arf....crunch (ruido de ramas partiéndose) has oído eso Charlie?

Charlie: No he oidor nada, habrá sido el viento, anda sigue.

En la siguiente escena el Psyco traumatizado esta detrás de la pareja empuñando un: hacha/cuchillo/motosierra/ tachase lo que no proceda y le rebana la cabeza a Charlie, tras lo que Julie sale corriendo a través del bosque, el Psyco saldrá tras ella persiguiéndola demostrando una gran forma física que seguro que le haría ganar la maratón en las Olimpiadas y nuestra Julie al contrario demuestra una gran torpeza, tropezando con cada piedrecita que se encuentra.

Lógicamente nuestro Psyco Olímpico le da caza y la pasa por el cuchillo/sierra mecánica/hacha
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Sigo en spoiler por falta de espacio.

Explotation setentera japonesa repleta de sexo, humor verde, violencia exagerada y música funk con toques orientales y ritmos retorcidos a base de sintetizadores.

Cualquier excusa es buena para enseñar cacho en esta película y el sexo supura por todo el metraje. Las escenas de sexo son sutiles hasta cierto punto pero abundantes (con especial predilección por la lamida de pezones). La protagonista es una voyeur de aúpa y hasta hace aparición el sexo interracial, una amplia gama de perversiones que coloca al director de la cinta en el top ten de obsesos sexuales (por detrás de Russ Meyer y Cronenberg, claro).

El guión es confuso y atropellado, una mera excusa para dar rienda suelta a la mente enfermiza del director y para la exhibición de imágenes con una enorme potencia visual.

Una película para empalmaos en toda regla, pero que se disfruta desde el minuto 1.

Es fácil ver similitudes entre el truco del manco y los olvidados de Buñuel. Tanto en el tema a tratar, que es colocar el foco en los barrios mas humildes y desfavorecidos de la gran ciudad y en la gente que los habita, como en la manera de tratarlo; cruda, sin concesiones ni adornos y con un realismo sucio y vigoroso que hace casi palpable la suciedad y la miseria de esos barrios. Además del inevitable final de los protagonistas de ambas películas, que no puede ser mas que trágico. Pero ellos buscaran una salida como el que se asfixia y lucha por llenar de aire sus pulmones, y no le digáis que no pueden, porque seguirán buscándola hasta romperse los huesos y dejarse la piel en el intento.

Supongo que todos los señores maduros que se fijan en jovencitos tienen el mismo dilema; Como acercarse y entablar contacto con ellos sin que se note demasiado. Primero hay que buscarse una coartada moral, que justifique el picor de entrepierna producido por el muchacho. Visconti encuentra justificación en la fascinación que siente el protagonista por la belleza, belleza que le turba y casi paraliza, (el mozo parece un querubín, quien no le echaría un ojo) en contraste con la decadencia, la enfermedad (la suya propia y la plaga que asola la ciudad) y la muerte que inundan Venecia. Una vez tenemos nuestra coartada moral procederemos al clásico seguimiento del sujeto donde quiera que vaya y el intento de cruzar miradas con el insurrecto, que en este caso se dejará querer y las corresponderá con sonrisas.Como todo buen amor platónico que se precie, la cosa no irá mas allá, suficiente para el personaje de Bogarde, ya que seguramente debido a que la ley no vería con buenos ojos esa relación y en aquella época además no había viagra, se hubiera llevado un buen chasco como respuesta.

Pues a mi no me importa que me arañen un poco...grrrrr.
Al protagonista le gusta en realidad el sexo salvaje, pero nunca ha podido innovar mas allá del misionero con la luz apagada y ya se sabe, al conocer a esta mujer un poco mas apasionada de la cuenta queda prendada de ella. La muchacha cumple a la perfección el estereotipo de mujer tímida y apocada en publico, pero toda una fiera cuando se desata, aunque luego su sentimiento de culpa judeo-cristiano inculcado machaconamente durante su niñez hace estragos y viene el arrepentimiento por los arañazos y mordiscos propinados.
Todo la acción esta mostrada entre sombras, lo que se supone que acojonaba mucho en la época en la que se estrenó la película, pero a mi no me llama la atención ni mucho menos me asusta, parece que estaba viendo un teatro de sombras chinescas.