Con una obra original de gran altura literaria, Rafael Gil se apoya sabiamente en ella y aborda una película magnífica basándose en un trabajo excelso en la fotografía, en el diseño de producción, en la ambientación.

Rodada al 100% en estudio, en los míticos CIFESA (¡la antorcha de los éxitos!), en unas condiciones precarias (solo se podía rodar de noche por problemas en el suministro eléctrico en esos años de posguerra) pero tirando la casa por la ventana, con un presupuesto aseado que permitió concluir una película digna de un drama de época británico o de un dramón de William Wyler.

Todo funciona en la película, con dos protagonistas en estado de gracia (maravillosa Amparito Rivelles) y unos secundarios magníficos. Suspense, mucho drama, diálogos ágiles y a la vez muy literarios, un desenlace digno de TÚ Y YO.

Revisar esta película ahora, casi 70 años después de su estreno, sigue siendo un placer. Además, no se pierdan ese toque de cine de sombras alemán, al estilo de Lang y los impresionistas de entonces.

Lejos de otros grandes títulos que ha firmado el director vasco, no deja de ser un ejercicio interesante que mezcla suspense y comedia, con el punto fuerte de unos actores bien seleccionados y más que solventes.

Destacar, por encima de todos, a un Ernesto Alterio en un papel agradecido y que es el motor absoluto de la película y al resto que está a muy buen nivel pero en papeles más de segundo plano, discretitos, casi anodinos en algún caso.

La premisa no es para nada novedosa, pero funciona bien sobre todo hasta la mitad de película, cuando el argumento se embala y la comedia se vuelve casi una locura. Es ahí, en el desbarre, cuando empieza a cojear y cuando los secretos de alguno de los ocupantes se comienzan a desvelar y la cosa comienza a perder gracia.

Con todo, a la espera de obras mayores, una película simpática que se ve con agrado, sin más. Por cierto, Blanca Suárez, que está muy bien, ha alcanzado una espléndida madurez, está guapísima, muy asentada en sus interpretaciones, casi como nuestra Mónica Bellucci, vaya.

Es esta una película con un argumento lleno de trampas, un guión con recovecos inverosímiles en muchas ocasiones. Así es, efectivamente. Pero, recordemos ATRACCIÓN FATAL o SANGRE FÁCIL, por citar dos ejemplos emparentados en cierta forma con la historia que esta directora danesa nos cuenta.

Si entras en la historia y te saltas algunas reacciones, especialmente las de la esposa, poco racionales y nada creíbles, la película funciona como entretenimiento y como ejemplo de maldad humana, ya que no hay un personaje que podamos decir que tenga una calificación alta, ni moral ni humanamente.

Le falta la fuerza que darían unos secundarios potentes, quizás también afilar unos diálogos con más fuerza en algunas situaciones, pero la propuesta, desde la forma de contarla, con el punto de vista del investigador policial, que trató el asunto y una narración con sucesivos flashback bien hilados, es más que correcta y supone un entretenimiento más que potable entre la gran oferta de películas con vocación de telefilm que llena nuestras plataformas.

Por cierto, está en Netflix, no se ha estrenado en España.

Entre la comedia y el drama social, entre el amor y la reivindicación, Corsini es capaz de contarnos la historia de un país que ve cómo se va derrumbando poco a poco la red de protección social que hasta ahora pensaban eterna.

En una Francia revuelta y con manifestantes mileuristas, una Francia multirracial y multicolor, dos mujeres de mediana edad y de situación más o menos desahogada discuten sobre su relación, la convivencia y, a fin de cuentas, todo lo que de verdad importa. Un accidente leve las lleva a un hospital para que atiendan a una de ellas y allí se nos van mostrando personajes y situaciones que trascienden esa relación y nos muestran más un panorama global de la sociedad francesa, sus carencias, sus miedos, el enfrentamiento entre sanitarios agobiados y pacientes, entre policías furiosos y manifestantes indignados.

Esas relaciones en la sala de espera, las situaciones creadas entre los personajes, están muy bien descritas y se apoyan en dos actrices magníficas: Marina Foïs (As bestas) y la gran Valeria Bruni Tedeschi.

Una película que se disfruta y que sirve para reflexionar en qué mundo y en qué sociedad estamos ahora mismo en Europa y en Occidente en general.

Un corto bien realizado y bien interpretado, interesante, muestra cómo un hijo desvela a un padre todo lo que desea, todo lo que en realidad es, una especie de salida del armario dramatizada en torno a un ensayo teatral.

La intolerancia y el deseo de ser aceptado, el miedo del padre a no saber realmente quién es su hijo. Un poco esto es lo que Ruiz de Lara nos quiere enseñar y lo hace con cierto estilo y con una narrativa potente.

Interesante corto, habrá que ver al director y seguir al chaval, Álex Silleras, tienen ambos madera para triunfar en el cine.