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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
9 de septiembre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras cumplía sus labores como director de la revista The woman’s world, el escritor Oscar Wilde seguía sacando tiempo para escribir los cuentos que, por entonces, tanto lo atraían. Y en el segundo semestre de 1887, publicaría dos textos muy atractivos: El crimen de Lord Arthur Saville y El fantasma de Canterville que, como todo lo que venía escribiendo, fueron muy bien acogidos.

A Jules Dassin -el notable director estadounidense quien, por entonces, sembraba sus primeros pinitos- también le gustaba mucho Oscar Wilde, y hallándose la Segunda Guerra Mundial en su punto más álgido, decidió hacer esta versión muy libre de “EL FANTASMA DE CANTERVILLE”, que servía para dar valor a todos aquellos soldados que aún tuviesen irreprimibles temores ante el enemigo.

No es difícil deducir, que la idea pudo tener lugar tras el éxito obtenido por Charles Laughton en su película del año anterior, “Esta tierra es mía”, donde representaba a un tímido y temeroso profesor que entra en crisis ante cualquier estruendo, pero que luego se verá abocado a sacar valor de donde “no lo tiene”. Sin duda, el temor a las bombas y a la misma muerte, era uno de los grandes males que exudaban los soldados cada vez que un pelotón era llamado para ir al frente a dar cara a sus enemigos (y de esto tampoco estuvieron exentos los norteamericanos), por tanto, cualquier refuerzo que se hiciera para espantar estos males, recibía la más plena bienvenida… pues, durante aquel atroz conflicto bélico, aliento y fortaleza eran cosas tan vitales como el agua o la metralla.

El guionista, Edwin Harvey Blum, borra entonces de un brochazo a la familia Otis (padre y madre, dos gemelos, y una linda quinceañera llamada Virginia que, en el cuento de Wilde, son los protagonistas junto al fantasma) y en su lugar introduce a un grupo de soldados americanos, que entran a ocupar el castillo invitados por sus nuevos residentes, los Canterville, ascendientes de los primigenios habitantes del castillo. Y a la cabeza de estos, regirá una agraciada y muy valiente pequeña de seis años, llamada Lady Jessica de Canterville (la siempre vivaz, Margaret O’Brien, que aquí vuelve a reunirse con Robert Young tras su marcado éxito en “Journey for Margaret” (1942)), quien, junto al soldado Cuffy Williams, son los llamados a cambiar la historia.

Las variaciones resultan muy afortunadas y la película discurre con cierta gracia, simpáticas ocurrencias y en un tono cuando menos distencionante, logrando que quede bien plantado el mensaje de que, bajo cierto grado de presión, cualquier cobarde puede llegar a convertirse en el más valiente de los hombres.

Es seguro que, para los soldados que la vieron, “EL FANTASMA DE CANTERVILLE”, significó un momento de relax muy importante. Y como suele ocurrir, queda resaltar la encomiable actuación del gran Charles Laughton, el cual luce muy bien acompasado por un buen conjunto de actores de reparto.

Una frase para recordar, aportada por Jessica cuando alguien se sorprende de que siendo tan pequeñita sea ya una Lady. Ella responde: “Una dama es una dama cuando se comporta como tal”.
Luis Guillermo Cardona
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6
8 de agosto de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Dr. André Vertier, luce feliz y muy enamorado al lado de su linda esposa Colette. Todo anda bien en aquella París de los años 1930, hasta que un día de lluvia, cuando toma un taxi, André conoce a una muchacha bastante fogosa de nombre Mitzi, para quien estar casada no es obstáculo alguno que le impida coquetear a sus anchas. Y a Mitzi enseguida le atrae André, con su pelo lamido y todo. A André también le atrae Mitzi con sus atractivos rizos y su mirada a punto de tragárselo vivo, pero como cualquier hombre realmente enamorado de su mujer, André resiste a Mitzi y huye a riesgo de parecer un cobarde… pero, el Fatum, que juega siempre a las tentaciones para poner a prueba lo que hemos avanzado, hará coincidir que la rubia Mitzi… es justamente la mejor amiga de su esposa, y claro, ¡un nuevo encuentro resultará inevitable!

Remake de “Los peligros del flirt” que, el mismo Ernst Lubitsch, realizara ocho años atrás, “UNA HORA CONTIGO”, le fue inicialmente encomendada a George Cukor para que la dirigiera, pero a medida que avanzaba el rodaje, Lubitsch -que hacía las veces de productor- no se mantuvo de acuerdo como venían las cosas y entonces se deshizo de Cukor (a quien daría el crédito: Asistido por…) y él mismo continuó el rodaje, copiando plano por plano muchas de las cosas que suceden en la primera versión.

Comedia de tentaciones (muy efectivas, pero muy sutilmente recreadas para evitar tijeretazos), de celos (de aquellos que producen dolor de cabeza y que te animan a dar motivos reales para que al menos tengan su real aliciente) y de muchas picardías que entran en los diálogos y en ciertas situaciones, “UNA HORA CONTIGO”, apunta a ser una muy buena película… pero como la anterior, tampoco logra serlo y voy a dar las razones:

Aunque las canciones son cortas, las más de las veces resultan aburridas y apagan de inmediato el swing que trae la historia. Chevalier, con sus muecas y ademanes, en vez de resultar gracioso, le merma bastante a sus pretensiones de galán. El guión del habitualmente brillante, Samson Raphaelson, agrada con algunos jocosos y pintorescos diálogos y por el actualizado cambio que da al ‘efecto de las tentaciones’, pero se torna reiterativo y pesado con las escenas de celos de la linda y muy confiada Colette, que nos recuerda momentos que muchos quisiéramos borrar de la memoria. O averigüen si hay algún hombre (o mujer) a quien le guste recordar las escenas de celos que ha padecido (o que ha representado).

Es una actriz que no obtuvo todo el éxito que se merecía, Genevieve Tobin, la que preserva el vigor, el encanto y la picardía con su estupendo personaje de Mitzi Olivier, la clase de chica que si la tienes cerca… es casi seguro que dañará tu matrimonio.

Pero, en resumidas cuentas, toca decir que, “UNA HORA CONTIGO”, fue un remake que pudo calar... pero se les fue la luz.
Luis Guillermo Cardona
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7
25 de mayo de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Gretna Green se le conoce como La ciudad de las bodas y ahora tiene a un nuevo juez de paz que, tras doce horas de haber sido nombrado –con la habitual improvisación e ignorancia conque, en tantos casos, se pone en sus cargos a los servidores públicos- ya tiene el compromiso de celebrar su primera boda… aunque será la novia quien tendrá que guiarle en el procedimiento. ¡Dos años y medio después!, el gobierno se enterará de que el consabido juez celebró sus seis primeras bodas sin haber sido protocolizado su nombramiento… y por lo tanto, ¡ESTAS PAREJAS NO ESTÁN CASADAS!

Surge aquí una deliciosa pregunta para hacerle a quienes han protocolizado una relación de pareja: ¿Qué sentiría y cómo actuaría usted si, en este momento, le llegara una carta del Estado (o de la iglesia), dónde le dijeran que la ceremonia en la que usted contrajo matrimonio es inválida y que, por tal razón, usted y su pareja no están casados?

Lo que sintieron y lo que hicieron las seis parejas que recibieron la curiosa carta, es lo que vamos a ver en esta divertida comedia de Edmund Goulding, que tiene segmentos entretenidos y otros realmente deliciosos.

Las parejas están conformadas por un elenco magnífico: Ginger Rogers y Fred Allen (Los Gladwyn), Marilyn Monroe y David Wayne (Los Norris), Paul Douglas e Eve Arden (Los Woodruff), Louis Calhern y Zsa Zsa Gabor (Los Melrose) y Eddie Bracken y Mitzi Gaynor (Los Fisher)… Cuando uno cuenta, suma cinco parejas. ¿Y la sexta? ¿Quiénes son? Adivina adivinador.

En principio, se había rodado un sexto sketch interpretado por Walter Brennan y Hope Emerson, pero en vista de que no quedó muy bueno, las “siete” parejas se convirtieron en “seis”, preservando la brillante idea de involucrar a los espectadores en ese juego de reflexión ante la incógnita que queda latente.

Con un refrescante guión de Nunnally Johnson, “NO ESTAMOS CASADOS” reafirma que el bien y el mal suelen ser bastante relativos, pues lo que para unos puede ser malo... para otros es un magnífico regalo.

El filme avanza de aceptable a bueno… y con los sketches que interpretan Calhern y su ambiciosa pareja, y el de Eddie Bracken, el soldadito que no quiere irse a la guerra dejando a su hijo sin apellido, el nivel sube a excelente, dejando por fin un gusto a comedia bastante agradable.

La idea de los casados - no casados, ya la habíamos visto en “La gran mentira” también de Goulding y en “Matrimonio original” de Alfred Hitchcock.

Sé que con esta comedia algunos soñarán... y muchos más se quedarán anhelando a que un día les llegue una carta del mismo estilo.

Título para Latinoamérica: “TRAVESURAS ENTRE MATRIMONIOS”
Luis Guillermo Cardona
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6
2 de abril de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La relación del director, King Vidor, con el productor Henry Blanke (“El hombre que creía que las mujeres escritoras eran infalibles”, según comentaba, Vidor), fue bastante cordial cuando juntos hicieron, “The Fountainhead” (novela y guion de la célebre escritora, Ayn Rand), y entonces, volverían a reunirse en dos ocasiones más, siendo la segunda, <<LA LUZ BRILLÓ DOS VECES>>, y la tercera, “Beyond the Forest”, teniendo éstas dos últimas sendos guiones de Lenore J. Coffee.

La novela, “A Man without Friends” (Un Hombre sin Amigos) -en la que está basada la película- fue escrita, en 1940, por Margaret Echard (1895-1982), y cuenta la historia de un ingeniero, Richard Trevelyan, quien tras haber estado en el corredor de la muerte acusado del asesinato de su esposa, su juicio es revisado y finalmente sobreseído de los cargos. Treve (como le llaman quienes le conocen), decide, entonces, aislarse en una casa de campo y hasta allí llegará, utilizada como señuelo, una preciosa actriz de teatro, Shelley Carnes (trasladado a nuestro idioma, el apellido luce bastante malicioso), quien anda en busca de un solaz campestre, a solicitud de su médico.

Este es el primer capítulo de una historia que se convertirá en un interesante thriller, sobre todo si uno no le mete mucho el diente a la historia, porque, entonces, podría sentir que deja algunos baches que, me da la impresión, no son de fácil respuesta o toca asumirlos como recursos tramposos. Por ejemplo: ¿Qué es lo que consiguió decir, Liza McStringer, para que por fin el jurado declarara inocente al condenado? ¿Qué papel jugó, Harvey Turner, durante el juicio? ¿Cuáles son las razones de peso para que también, J. D. Nolan, entre en el juego? ¿Por qué String se muestra en principio tan temeroso, si...? Y tendríamos dos preguntas más que no las hacemos porque quedarían develados hechos importantes.

Siento que, <<LA LUZ BRILLÓ DOS VECES>>, mantiene un inevitable paralelo con, “Rebeca” de Alfred Hitchcock, no solo en el cuento del hombre enjuiciado por la muerte de su primera esposa que vuelve a enamorarse, sino también en esa suerte de lagunas que, en ambos casos, no consiguen llenar debidamente sus autores.

En la actuación, son notablemente las mujeres las que resultan más atinadas, siendo Ruth Roman (quien ya tuvo un pequeño papel para Vidor en, “Beyond the Forest”), la que más reluce en cada plano en el que aparece, aunque la escena del vértigo resulta bastante floja. Mercedes McCambridge, es también un personaje bastante fuerte como la dueña del rancho “Tumble Moon”; y Kathryn Givney, como Myra Nolan, logra un perfecto ejemplo de mujer atinada en un mundo de hombres improcedentes.

Con <<LA LUZ BRILLÓ DOS VECES>>, es posible pasar un rato entretenido... solo tienes que hacer un poco el de la vista gorda.

Título para Latinoamérica: CELOS MORTALES
Luis Guillermo Cardona
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8
15 de enero de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras conducía un taxi por las calles de New York para ayudarse económicamente, Jonathan Harr escribía cuentos en sus ratos libres, pero su mayor anhelo era convertirse en novelista. Se vinculó luego como periodista, trabajó en una revista… y alcanzada ya alguna notoriedad, conoció el caso de demanda que instauraron ocho familias de Woburn, Massachusetts, contra una fábrica de curtiembres que, según decían, estaba envenenando las aguas de su zona y había causado la muerte por leucemia de 12 niños en un período de 15 años.

El caso llevaba ya casi un lustro en los estrados… y Harr vio aquí su gran oportunidad, con la suerte de que consiguió un contrato con Random House para realizar la novela investigativa. Tras ocho años de arduas labores, con una gran inversión en tiempo y dinero, por fin salió a la luz, “A Civil Action” (1995) … y en poco tiempo, se había convertido en un bestseller, recibió el premio del NBCCA, y no tardó el actor y director, Robert Redford, en adquirir los derechos de la novela (por ¡1,25 millones de dólares!) para su adaptación cinematográfica. Como el abogado de la historia, Harr estuvo a punto de declararse en quiebra, pero el esfuerzo y los sacrificios al final valieron la pena.

Adaptada por el renombrado escritor, y también director, Steven Zaillian (“Awakenings”, “In Search of Bobby Fischer”, “The Schindler’s List”…), <<ACCIÓN CIVIL>>, se convierte por mérito propio en un filme altamente calificado, donde no solo pesa la ejemplar fortaleza y compromiso de un abogado acostumbrado al éxito, que ahora se enfrenta a un caso extenuante y de altísimo costo económico, sino que, Zaillian, la ha realizado en un estilo bastante innovador, haciendo una interesantísima y pedagógica didaxis sobre los intríngulis que suelen ocurrir alrededor de una demanda de este estilo, jugando, en la narrativa, con unas muy atinadas e innovadoras escenas alternas, donde alguien explica o advierte lo que, en otra escena, alguien viene diciendo o quizás diga a continuación; e incluso, se ha animado a resolver el drama sin triunfalismos y con un cierre tan original que, en lo personal, me resulta perfecto.

Combinando un equilibrado drama con investigación, asuntos internos, demostración de que en el sistema judicial estadounidense lo esencial es el dinero, duelo de semidioses donde pareciera pesar más el ánimo de vencer que las víctimas puestas en medio… y con unas bordadas actuaciones de, John Travolta y Robert Duvall, como el par de abogados que, con gran tacto, combinan la amistad con la lid en los estrados; y la siempre linda, Kathleen Quinlan, como la demandante principal que ha perdido un hijo, <<ACCIÓN CIVIL>>, constituye otra estupenda pieza de esa clase de cine, donde un hombre o una mujer, dan ejemplo de compromiso a ultranza con la causa que se han echado al hombro… y esto me merece los mayores aplausos.

Otro interesantísimo caso sobre la contaminación de aguas vendría luego con la película, “Erin Brokovich”.
Luis Guillermo Cardona
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