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Críticas de lourdes lulu lou
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Críticas 1.501
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
23 de junio de 2015
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rasca en el alma este "gunman" que, como excusa, te narra una historia barata, que dispara balas de fogeo y que, a pesar del intento y esfuerzo, no logra acertar en diana, puede que por el mareo sugestivo que padece y hace padecer a la audiencia.
Eran muchas las ganas, en su momento, de ver esta película, como fan indiscutible de su protagonista ni dudo en ver todo lo que realiza, a pesar de las malas -por ser educada pues fueron catastróficas- críticas que la historia recibió por todos lados; circunstancias personales y deseo de visionarla en versión original postergaron dicho encuentro hasta la fecha de hoy y, por fin..., aquí estoy, moviéndome entre El Congo, Londres y Barcelona, viendo la trabajada constitución muscular de un actor, ya entradito en años, que quiere jugar a un Bourne con memoria aún presente/próximamente a perder, a ser el nuevo Jason Statham de la jubilación cercana que sigue los pasos válidos y establecidos de este patrón, de corte clásico, que ninguna sorpresa ofrece y sí mucha bambalina de baile consabido, visto con más gracia y acierto en muchas otras actuaciones.
Por obligación de mi trabajo abandono el amor de mi vida, lo que más quiero y deseo, que me reforma y convierte en buena y decente persona, bote en el tiempo/lapsus temporal y toda la inmundicia y miseria, no lavada ni depurada, vuelve al presente para alterar mi anonimato, descubrir la traición sufrida y volver a recuperar la chica que nunca debía haber dejado; Javier Bardem como decoración altiva de lo dispuesto a rescatar, amigos de relleno para relatar la trama escondida y, ¡dados lanzados que la partida va a empezar!
"Caza al asesino" vuelto liebre que busca a su tirador, a ese falso amigo/ahora enemigo claro que desea su eliminación, la desaparición de esa última pieza real, del pasado, sobre la mesa, remordimientos, cuentas pendientes, límite de tiempo y la obsesión por salvarla a ella/hacer pagar a los culpables, amenazas, tiros y justicia y todo lo que se tierce para un completo que no sobresale de la media, incluso se inclina hacia abajo, en descenso perpetuo, por querer insinuar un nivel cuya ingenua y simple muestra no logra alcanzar ni rozar; esquiva osadía 100% Sean Penn, en cada fotograma/a todo momento, para recordarnos que aún puede hacer de héroe valiente de acción, con músculos de acero y corazón fiel a su hermosa dama..., y mientras los toros danzando a sus anchas por la plaza aunque, para una vez que los norteamericanos se deciden a sacar una corrida de toros de nuestra tierra, se van a donde éstos !están prohibidos!, parece que ¡llevan la negra para mostrar nuestra cultura y costumbres!
Poco importa el motivo de la acción, la razón de tal catástrofe, este rambo quiere lucirse, ni siquiera necesita un gran texto ni un esmerado guión, simplemente que la luz de la cámara se encienda y que ese botón rojo de paso al show que él sólo protagoniza; cosa distinta es que al espectador le valga este renacido Indiana Jones de la ONG/antiguo señor de la guerra a quien Liam Neeson no debe temer como competidor.
¿Cómo para suspenderla? No diría tanto, si fuera otro el intérprete, la crítica no sería tan dura con ella aunque, también es verdad que ver al susodicho actor, a dicha edad, protagonizando dicho papel ¡da pena!; su fructífero currículum de poco o nada sirven cuando le ves correr, saltar por tejados, explosionar bombas y comportarse como un !veinteañero recién llegado!
Pero hagamos vacío de memoria, limpieza de exigencia y bajemos nuestras perspectivas a lo proporcionado; no necesitas prestarle mucha atención ni una concentración excesiva, si te pierdes alguna frase o sentencia ¿qué más da?, no es decisiva como tampoco lo es nada de lo expuesto, con que estés al tanto de los dos bandos enfrentados, de qué lado es el bueno y no te pierdas el reencuentro, beso y rescate de la chica ¡sobra!, el resto es minucia que Pierre Morel no se ha molestado en cuidar pues, si tengo a la presente estrella con soporte de moda como secundario ¡qué más da el resto!, dale al play que las fichas rueden.
Proyecto personal del reconocido actor, coge la novela de Jean-Patrick Manchette y participa en su conversión a sinopsis para el cine, amén de involucrar su dinero; cree en sí mismo, en sus ideas y objetivos, respetable actitud que no se plasma en los resultados obtenidos, puede que él haya quedado contento con el producto acabado/dudo que nadie más le acompañe en tal disfrute y satisfacción personal de modo que, aceptanto esta separación de millas de distancia entre el público y él, uno contento -incluso puede que preparando trilogía a la vista-/el otro..., si se deja llevar por la disculpa y el perdón, le aprueba a duras penas..., si es frío, exigente y severo no tendrá suficientes palabras para ¡machacarle!
Yo, personalmente, prefiero aprobarle con reproches cariñosos de no volver a incidir en tal ruina ni desbarío que, aunque entretiene ligeramente, ya no se está para baratijas de tres al cuarto que ¡nada de mérito poseen!
La simpatía y cariño por el actor le ofrece los puntos que ni la película ni el relato le aportan; arma poderosa es el afecto que transigue y claudica en lo que, en otras circunstancias y con otro actor no tendría ni aceptación, ni absolución y sería ¡eterna y contundente condena!
Básica.

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lourdes lulu lou
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6
22 de junio de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cuéntame un cuento y verás que contento, me voy a la cama y tengo dulces sueños..."
Erase una vez..., un hombre tranquilo y sereno, argentino de 33 años que le gustaba su vida, ir a la suya y no meterse con nadie, cerrajero de profesión adora reconstruir y montar cajas musicales, libre y solitario no cree en el compromiso ni las ataduras, eso de amor verdadero para toda la vida, fidelidad, es un cuento chino.
La escena ocurre en Buenos Aires, 2008, la llamada época del humo donde toda la ciudad estuvo invadida por un clima molesto y desagradable durante tres semanas, una especie de niebla maloliente y repulsiva, muy extraña en dicha tierra, que nadie era capaz de explicar su por qué o procedencia.
Pero, he aquí que nuestro protagonista recibe la noticia de que su chica está embarazada y duda si tenerlo o no, indecisión que le torturará a partir de entonces entrando en una espiral de enfado, enojo y susto, miedo no reconocido por la incertidumbre de poder ser padre sin estar preparado, sin quererlo, paternidad de la que siempre rehusó envuelta en un humo que le asfixia y del que necesita escapar, salir desesperadamente.
Y, he aquí que en plena realización de su trabajo, el cual venera y honra, empieza a recibir visiones, flashes inesperados sobre la vida de sus clientes, recepciones que ni controla ni puede evitar manifestar públicamente, inmiscuyéndose, sin quererlo ni pretenderlo, en el presente de desconocidos, no todos amables y agradecidos, que le traerá problemas e inconvenientes amén de un repaso, casi obligado, de su persona, pasado, fobias y cuentas personales pendientes.
Un hecho metereológico real le sirve de excusa a Natalia Smirnoff, escrito y directora, para inventar una pequeña historia, natural y modesta, franca, breve y fugaz que sabe a poco, la verdad, pues no penetra en profundidad en la materia, se limita a pasar esquivamente por el asunto, enseñar las cartas pero no jugar una gran partida, su agradecida ligereza se torna levedad poco saciable, no colma todas tus apetencias ni cubre todas las necesidades de curiosidad y entretenimiento vertidas; corta y exigua, como la rareza atmosférica que tiene lugar en la ciudad y que tiene variadas interpretaciones a cual más dispar, gusta y ameniza, se observa con interés y ganas pero aporta pocos nutrientes, satisfacción reducida y limitada que te deja con hambre, con deseo de saber más, de indagar con mayor fervor y no dejarte con incómoda carencia de oferta pobre que enturbia el buen ritmo llevado.
La confusión y desespero de la ciudadanía ante ese aire irrespirable trasladada a una vivencia en particular, singular existencia que ve toda su armonía y quietud patas arriba y vuelta del revés, desconocimiento de su origen y de su por qué que aviva las teorías y aumenta el caos, lidiar con estos síntomas imprevistos cambiarán su actitud, forma de pensar y vida abriéndole las puertas a una nueva realidad y rumbo que él, por si mismo, era incapaz de realizar, de llevar a cabo a pesar de ser experto en llaves maestras y cerraduras de todo tipo.
Pequeña ayuda del destino para avanzar y evolucionar en el tiempo, fábula sabrosa pero escasa, la grata sencillez de su andadura y realización acaba siendo lo que más se le echa en cara, se aprecia y estima su simpleza pero haberle echado un poco más de imaginación y esfuerzo, empeño y dedicación a una buena base que no desarrolla todas sus posibilidades; surge y desaparece de forma inhóspita, no deja huella ni rastro pero queda en la memoria como anécdota inexplicable de recuerdo entrañable, es fácil apreciarla, no es difícil encontrar espacio para su degustación, complicado no querer más de ella, aceptada validez que no exaspera pero inquieta por su, no deseada, pequeñez.
Disfruta de esta incursión, de unos pocos días, en la alterada rutina de un anónimo cerrajero que no volverá a ser el mismo ni a estar igual, destrozado en su ánimo, perdido en su esencia, se repondrá y volverá a caminar; no es intensa, es cálida, de roce superfluo que no satura ni compensa, genial como corto, de menor categoría si hablamos de un largo, y he aquí donde reside la cuestión pues al tratarse de un filme necesita más contenido y desarrollo y, en cambio, opta por una escala ínfima y más reducida..., a ella le vale, se repliega y conforma, que te valga a ti es otra historia pues la ilusión despertada por este errante de los pestillos y cerrojos no se ve colmada, conformarse aquí no tiene acepción negativa, es simplemente acertarlo tal y como se presenta y tal y como quiere ser, sin más.

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lourdes lulu lou
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4
21 de junio de 2015
10 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Oliver Twist de los perros, la inmundicia de la inhumanidad donde la venganza, con sangre se cobra, es camino costumbrista y la violencia, como escenario perpetuo, tiene como lema ese mancillado "El perro es el mejor amigo del hombre".
Cuando vi esta película la intuición me dijo que no me gustaría, que no sería de mi agrado y sabor; cuando visioné el tráiler algo me dijo que pasaría un inevitable mal rato durante la proyección pero seguí en mi voluntad de verla porque, de normal en estos filmes se pasa por la etapa de crueldad, horror y daño anímico para superarla y obtener ese final feliz de reencuentro y felicidad justa para los implicados, resurgir esperado de ese bravo espíritu que tantos incidentes y estropicios ha sufrido en sus carnes y que equilibra el padecimiento anterior.
De modo que ¡allá voy!, armada de valor y dispuesta a soportar el indigesto trago venidero donde me compensa, ¡suplico por ello!, el esperado beneficio y fruto a recoger por este dios blanco, coraje incansable de lealtad y compañerismo que parece nada temer, cuya valentía y fuerza resiste y resurge como ávido campeón que ni el despreciable hombre puede aniquilar o desfallecer.
Perros de raza permitidos, lugar de honor/mestizos enlistados, con taxa o al paredón, segregación perruna que nada tiene que ver con los sentimientos que se tienen por ellos, doble división como inicio de un angosto juego de subsistencia, lealtad y miseria que se reparte a partes ínfames y execrables ¡a cual peor!
"Es duro perder a alguien a quien amamos"; la pérdida de un perro..., la pérdida de un miembro de la familia, quien no lo entienda así tiene un problema con su empatía y apego, sensibilidad de recibir mucho más de lo que tú puedas llegar a darles, toque de queda de quien ha sido vuelto asesino anulando su corazón sano, salvajada de un campo de batalla donde debería luchar el humano en lugar de esconderse tras el abominable uso de quien es inocente, maldad que encontrará su castigo con ese devolver a cada cual lo suyo y pagar por los actos mezquinos realizados, la venganza de un ángel caído vuelto satanás que sabe quién fue su instigador y culpable.
No es agradable de ver, la fría firmeza y espanto con la que se acorrala, ejecuta y dispara es horripilante y dolorosa, martirio que va "in crescendo" conforme este huérfano de cariño abandonado y caricia olvidada se ve envuelto en la más horrible, dura y feroz supervivencia.
"Todo lo que es terrible necesita de nuestro amor"; ejército de canes heridos en lo más profundo hasta perder su identidad, sin vuelta atrás, sin volver a ser el mismo, despavorido atentado que tiene sus consecuencias, incluso para quien no las merece, donde la cumbre es la-música-calma-las-fieras aunque no quede claro quién es realmente la bestia pues ésta no va a cuatro patas precisamente.
Mi reflexión va a ser emocional, anímica más que todo, sin poder evitarlo porque al margen de su parte técnica, de dirección e interpretación, ésta simplemente no me ha gustado, me ha revuelto las entrañas y estropeado la cena; en ningún momento he conectado o simpatizado con su visión, todo lo contrario, he tenido que apartar la mirada de la pantalla en varias ocasiones según la aventura canina ganaba en maltrato y vergonzante agravio el cual no se ve compensado por su ansioso, y necesario para la turbada alma, final agraciado que mine y amaine mínimamente el dolor y trauma soportados.
Lo siento pero no me vale lo vivido y padecido durante su recorrido, no es de mi aprobación ni conformidad, mucho menos de mi agrado, gusto desagradable de ofuscación para tierna alma sensitiva que se encuentra incómoda en la butaca mientras sigue el tormento en cámara; también es verdad que creí que habría más sentimiento en juego lo cual, por otro lado, me libra de una mayor angustia sentida.
Que sí, afirmativamente, alegoría de lo peor del ser humano, fábula monstruosa sobre ese diablo provocado vuelto en contra nuestra, la barbarie de lo que se puede lograr cuando se asusta, intimida y asfixia hasta el límite a un ser bondadoso y querido, gráficamente trabajo loable de reconocimiento y aplauso bla, bla, bla..., todo lo que se quiera pero, nada de lo que escribo ni he leído sobre la misma, mucho menos presenciado en primera persona, alivia mi indeseable sabor de boca, rancio y áspero, agrietado y desquiciante que simplemente me ha fastidiado la noche.
Duele tanta mala gente, duele tanto ogro esparcido por doquier que parece acaparar todo el cuento, duele y duele y duele este proyecto de fantasía de dibujos que accede al trono del largometraje y cuya herida escuece al tiempo que deja el corazón partido, despedaza tu ánima y reseca todo tu ofendido interior.
¿Demasiado sensible?..., puede ser, ¿excesivamente parcial y arbitraria?..., de todas segura, ¿imposible una lectura informativa donde olvidar tus emociones?..., ¡ya ves mi fracaso!.
Sabía que iba a padecer y a pesar de ello me embarque, luego no te quejes pues la voluntaria tontería de dejarse arrastrar al fusilamiento y la ingenuidad que le acompañan tiene su coste racional, emocional, devastador y sensitivo; nota recordatoria personal
"Él no lo haría", yo tampoco pues es un miembro de mi familia; a partir de ahí, no me sirve nada de lo visto, repito, repito y ¡repito!
Soledad y tristeza, sin recompensa ni restitución, un abrazo ¡por favor!

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lourdes lulu lou
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6
20 de junio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"En democracia, la forma es el contenido", no importa que ésta esté manchada, ultrajada y sea una vergüenza, si se cuidan las maneras y respeta el protocolo, todo lo demás no importa, se echa al cubo de la basura y ¡santas pascuas!, pues "...,en este país, hay una única regla jamás rota, si quieres ser político, tienes que ser chantajeable", base sobre la cual se apoya Riccardo Milani, con un relato de Nicola Giuliano, para iniciar esta comedia irónica, en forma de chiste y charanga, que expone con sagacidad y una aguda denuncia en tono de farándula humorística, la corrupción de las instituciones, la deslealtad de sus representantes y el burdo negocio de compra-venta al mejor postor que nos llene los bolsillos en que se ha convertido el gobierno de la nación.
Peppino, ex bibliotecario en paro, aficionado a la pesca de la trucha que por el inútil comportamiento de los partidos, que votan para fastidiarse mutuamente en lugar de pensar en lo mejor para el ciudadano y país -el cual mancillan con su actitud egoista-, en una evidente sentencia que lo explica con gran clarividencia "...,pero ¿qué hemos hecho para hacer esta estupidez?, ¡presidente de la república!", es elegido máximo representante de Italia quien ante la repentina sorpresa, duda inicial e inquietud y disposición benévola a la renuncia inmediata, pronto se dará cuenta de que está rodeado de inmundicia, caza insaciable de hyenas, a cuál peor, donde los gorilas brutos y arcaicos de su tierra son angelitos comparados con la ávida codicia y maldad ambiciosa de esta tribu, de traje y corbata, que manda en el parlamento y la ciudad.
A partir de ahí, cancha libre para el despropósito y la memez, sin límite ni freno, avalancha de escenas ridículas, situaciones deleznables en tono de cachondeo y un circo continuo de bufonadas, desfachateces y tonterías a mansalva, 50 minutos con perspectiva de sacarle buen jugo a un inicio prometedor, con un tema que está muy presente en nuestra sociedad, de gran actualidad que lo convierte en ácida burla y juerga bochornosa de reírse, mofarse e insultar al pueblo quien mira estupefacto como, las serpientes ansiosas de sangre, se unen para derrocar al que, al principio, parecía tonto y resultó ser honesto, tener principios y una moral que molesta y entorpece el acostumbrado funcionamiento del gobierno del pueblo y de la beneficiosa política para beneficio personal pues ¡para qué se está en política si no es para sacar tajada particular!
Sólo que, igual que "..., hacer demasiado de santo te vuelve diablo", sobre la mitad de su recorrido se palpa un vuelco hacia la broma facilona, tendencia a forzar la sonrisa del espectador con gags prefabricados que pierden su natural gracia, chispa hasta entonces mantenida que deriva en guasa y alboroto que ha perdido su carisma, don y potencia.
Simpática, fresca y alegre, aunque no abandona dicha estela y son características que se aprecian y degustan, si que abusa del recurso cómico exagerado, del montaje rocambolesco y precipitado que pierde parte de su inocencia original, la rica charlotada de risa espontánea cede parte de su arte natural para la carcajada por un estrambótico caos que ya no enriquece tanto, lunática andadura que se absorbe con menos delicia ante la evidente ausencia de parte de ese peculiar carácter sentido a la inicial subida del telón.
Propuesta divertida, amena y graciosa, teatro pachanguero que dice verdades conocidas, ya ni siquiera ocultas, con un Claudio Bisio, líder óptimo de la jarana montada cuyo espíritu incansable no cede un ápice durante todo el metraje, en una acompañada esencia a lo Roberto Benigni que se vive y disfruta más en las primeras etapas, menos en la absurdidad del segundo tramo, descenso de calidad e ideas ligeras que, aunque se observa, siente y palpa, se perdona pues caen bien, hacen mofa de nuestros corruptos representantes, ridiculizan el gobierno y dejan un apartado para la honestidad y la ética, corrección de aquellos puros de corazón que sobresalen y triunfan ante la tentación del mal que les rodea.
Empeño y fuerza de voluntad por entretener, ahínco de diversión, propósito de envoltura dinámica y corrida festiva, lograda por momentos alternos y cuando no, tampoco pierdes la sonrisa por su gancho, cordialidad y ocurrencia pues, aunque no siempre es lograda, su meritorio logro es intentarlo sin descanso ni tregua.
Es fácil relajarse en su presencia, sencillo acompañarles en su aventura, no hace realidad sus altas perspectivas pero se queda a buen camino ¡que ya es bastante!, lectura especulativa de la sociedad y el mundo político, con pequeñas dosis de sarcasmo, mucha coña y una escenificación acelerada, todo ello en un espectáculo válido y afín, joven y enérgico de atropellado accidente que apetece y agrada, deja que invada tu espacio y ocupe tu tiempo, es más el beneficio que obtienes que un posible desgaste.
Ensalada mixta de ingredientes activos y fogosos, con un adobo no muy picante de escándalo irrisorio para un baile pintoresco que porta, como etiqueta, una caricatura danzarina, parodia ridícula que no engaña, es modesta sin ser una perdida.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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4
19 de junio de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las buenas intenciones caen en saco roto si no hay suculencia en el plato y su contenido tiene estilo y porte pero poco que llevarse a la boca; después de degustar, ingerir y consumir no queda otra que admitir un sincero y evidente ¡me quedo con hambre!
¿Qué tenemos aquí? Una madre desesperada por salvar a su hijo, por proporcionarle la cura milagrosa que todos le niegan, un chaval inocente que paga las consecuencias de un hermano enfermo, que padece en sustancia y carne, en ilusión y desengaño las decisiones que se llevan a cabo pensando en el pequeño pero donde olvidan consuntarle, devastadora obsesión materna incomprensible para un inofensivo niño, sufrimiento para ambas partes más un inesperado descubrimiento personal que transformará la estructura, realidad y rumbo de toda la familia.
Combinación alterna de dos tiempos, pasado recordatorio de cómo fueron los hechos/presente de búsqueda sobre cómo están las cosas, pretérito doloroso no superado/actualidad esquiva llena de cuentas pendientes, cuidar de los demás mientras olvidas hacerlo de los tuyos, remordimientos de culpa manifiesta que marcarán de por vida y nunca permitirán descansar al corazón herido y su espíritu malogrado.
Creencias, dolor, desesperación y ruina anímica, vender tu alma por promesa incumplida congelada en el tiempo, verdad o fraude, oportunistas o auténticos, verosímil o falso, seguir viviendo con las decisiones tomadas y las nunca realizadas que la vida se encarga de decidir por ambos, película de sentimientos que no emociona, inquieta ni enternece en demasía, turismo por la vida y experiencia de esta madre e hijo que no turba ni conmociona como debería, metáfora del existir, perdonar y seguir adelante escasa y pobre, una grave insuficiencia que se alimenta de cognición pretenciosa que decora con escenas espaciosas, de precipicio aflictivo pero cuya lentitud y parsimonia crean desapego de mirada que está pendiente de su andadura pero donde, el resto de los sentidos, hace tiempo que se han inhibido y retraído, imperdonable avería que impide tristemente su disfrute.
Estamos ante el problema de siempre, contar y sentir no son lo mismo, narrar y palpitar no siempre van unidos, menos aún cogidos de la mano, alcanzar uno/perder al segundo es quedarse a medias, insatisfecho, poder describirla y apreciarla son cosas distintas que debería ir unidas si se busca la completitud de la película, su tenencia y apreciación plena pero no es así, la bienvenida íntegra y serena es sólo para la primera y, por mucha voluntad, empeño y esmero que aporten sus protagonistas en su trabajo -abismal la siempre bella Jennifer Connelly, Cillian Murphy sereno, ardiente e introspectivo quien cuenta con los únicos cinco minutos de atrape, explosión y gusto emotivo-, el abrazo es tenue, la acogida distante, el contacto frío y remoto, piezas que conforman un recorrido más muerto que vivo, con excesiva oscuridad que invita a la pérdida sensorial y desinterés del raciocinio y, poca luz que provoque o incite el despertar ávido de unas sensaciones poco motivadas, mínimamente integradas, escasamente cautivadas.
Pretensión poética de andadura artística sobre la reconciliación con el mundo y uno mismo, delirio afligido que halla sosiego y calma, que Claudia Llosa lleva a cabo con confusión y torpeza, nulidad efectiva pues si quieres que el público absorba en imágenes, lo que tiene tanto fondo y fuerza en escrito, debes nutrirlo de consistencia, carisma y potencia, no agua intuida que se diluye y evapora en un aire marchito que cubre toda la estancia, viaje poco estimulante que te deja a las puertas de vivir lo pretendido.
Con silencios que no se respiran ni absorben el alma, sólo permiten observar la delicadeza de un traje que se mueve con suavidad y delicadeza pero, que según tiempos, desfallece en su inoportuno hilvanado para sentenciar, un nunca deseado, ¡no apetece tanto!
Cargante y dilatada etiqueta que no halla equilibrio con su público; percibir, experimentar, padecer..., habilidades que no han sabido desarrollarse.
"No llores, vuela", vuela a lo más alto porque tanto misticismo ¡me está matando!, y aunque el vuelo hermoso y fantástico del halcón hace lo que puede, ¡no da para tanto!

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