Agradezco enormemente a mi timeline de Twitter, responsables directos de que, tras lo mucho que me gustó ‘Misa de medianoche’, me recomendasen echar un ojo a la miniserie ‘Chapelwaite’. Sin saber muy bien de qué trataba pude entender rápidamente cuál era la conexión entre ambas y que, sin duda, me lo iba a terminar pasando muy bien.

Un padre de familia se muda hasta una pequeña localidad de Preacher’s Corners, en Maine, con sus tres hijos a la casa que ha heredado de un familiar cercano. Pronto se darán cuenta de que no son bien recibidos allí por los habitantes del pueblo, que aluden a antiguos problemas, males e, incluso, enfermedades que llevan el apellido de su familia. No será el único impedimento que encuentren, pues hay algo más escondido en la mansión de Chapelwaite que hace temer lo peor a sus nuevos inquilinos. Más o menos hasta aquí podríamos leer sin desvelar los grandes misterios de esta adaptación de un relato de Stephen King, que ha usado el pueblo de Jerusalem’s lot en más de una ocasión para crearnos pesadillas para cuando vamos a dormirnos.

‘Chapelwaite’ es una miniserie entretenida, a pesar de tener sus picos de interés en sus diez episodios de duración. Empieza bien y, una vez que descubres el juego y lo que, más o menos, sucede en ese dichoso lugar, te das cuenta de que ya vas por la mitad de la temporada y quieres saber más de la historia.

Además, Brody está bien, ejerce como buen padrino de ceremonias al servicio de la trama y funcionando como un elemento más por lo que se agradece verle aquí. Quizás a la serie la hubiese venido mejor contar con un par de capítulos más que permitiesen que el gran enfrentamiento final no fuese cortado. La verdad es que esa parte pedían a gritos más acción y minutos.

Pero, con todo y con eso, ‘Chapelwaite’ es un viaje interesante que, seguramente, gustará a los fans del género de terror.

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Ya con ‘El vicio del poder’ McKay hizo puntos para que echásemos un vistazo a sus futuras propuestas cinematográficas. Aunque su argumento nos pueda suponer un ‘Armageddon 2.0’, este ‘No mires arriba’ es muy diferente a cualquier película de catástrofes que nos podamos echar a la cara.

Resulta que un par de astrónomos encuentra un nuevo cometa que, para su sorpresa y desgracia de todos, se dirige hacia la Tierra, con la que impactará en un tiempo estimado de seis meses. Parece tiempo suficiente como para que alerten a los miembros de seguridad correspondientes y que los presidentes de los distintos países se pongan en marcha para trazar un plan que permita nuestra supervivencia. Pero, en cambio, los pobres astrónomos se dan de bruces con la realidad: nadie les toma en serio y, lo que es peor, el tiempo se agota.

Con un montaje y una dirección que se asemejan mucho al de David O. Russell (alocado, ágil), McKay dirige con acierto esta acertadísima crítica de la sociedad actual. Vestida como una película de catástrofes de dos horas y media de duración, en verdad es toda una ácida sátira sobre el fin del mundo. Su reparto, lleno de caras conocidas, está excelente destacando a Di Caprio, Lawrence, Streep y a Blanchett haciendo de Susana Griso.

Centrada en el apocalipsis, todos sus temas son extrapolables a muchos de los males de la actualidad (coronavirus, antivacunas, tierraplanismo…), con un discurso del personaje de Di Caprio que, sin duda, da mucho qué pensar. ¿Cómo si quiera nos hablamos?

Quizás justo al final se le vaya un pelín de las manos, cayendo en la comicidad más absurda por dar una pequeña alegría al espectador, pero ‘No mires arriba’ es un film de lo más entretenido y recomendable que, seguro, os sacará más de una carcajada.

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Siguiendo de cerca la carrera de Aaron Sorkin, porque siempre me ha parecido un tío muy interesante, me ha sorprendido bastante la elección de la historia de su nueva película, ‘Being the Ricardos’ que se ha estrenado además un poco de tapadillo en Amazon. Se centra en la pareja formada por Lucile Ball y Desi Arnaz para hacernos viajar hasta los años 50, cuando ambos protagonizaban una serie de éxito multitudinario en televisión y estalla una noticia que pondrá su mundo patas arriba: Lucile es acusada de pertenecer al partido comunista.

A pesar de que creo que Sorkin se diluye un poco en pos de la historia que quiere contar, con un ritmo demasiado lento, lo cierto es que la película termina gustándome por diversos factores. El primero es que la trama engancha, estos argumentos que giran en torno a cazas de brujas dentro de Hollywood como ‘Buenas noches y buena suerte’ me resultan intrigantes. Me gusta saber quién está de cada bando o sospechar sobre quién puede traicionar a quién. Es un juego de poder interesante.

El segundo punto a favor es el guión, con un Sorkin que se mueve muy bien con la ambientación de época, la música y con el juego que le dan los diálogos de los actores entre bastidores, ensayos y preparación de escenas. Fundamental aquí el papel de los secundarios, quizás un poco desaprovechados, pero muy cumplidores.

El tercero y último, porque Nicole Kidman es un volcán en erupción. Bardem está muy bien, como casi siempre, pero es que Nicole está absolutamente arrebatadora y espectacular, comiéndose a sus compañeros de reparto como no hacía desde la época de ‘Los Otros’ y ‘Moulin Rouge!’. La Kidman es el eje principal sobre el que se mueve el film y, para cuando llega la resolución final, estás volcado, más que en la pareja, en ella, porque ella es el alma del film. Sin duda, Sorkin es un gran director de actores, logra que todos estén al cien por cien.

No os va a cambiar la vida, pero os contará una historia muy curiosa, entretenida y, sobre todo, se reconciliarán con el talento de una actriz maravillosa.

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Me costaba creer que Tito Steven se quisiese meter en un jardín tan grande. A estas alturas de su carrera, ¿Cómo es que quiere hacer él un remake de ‘West Side Story’? Con lo apreciada que es esa película y lo bien considerada que está. ¿No es jugar una baza muy arriesgada?

Luego me di cuenta de que nuestro querido director está en una edad ya muy madura, que lleva mucho tiempo realizando trabajos a servicio del espectador y siendo original con cada nueva propuesta, rompiendo esquemas y moldes, logrando que cada nueva película sea casi un acontecimiento cinematográfico. Eso es algo que, hoy en día, lamentablemente solo se lo pueden permitir cuatro como él y Marvel.

Así pues, si Tito Steven quiere darse un capricho, porque es la sensación que me deja, y hacer el remake, está en su completo derecho de presentar un film de lo más loable, potable y que sería mucho mejor considerado si no fuese porque las comparaciones son odiosas y que la otra llegó primero en tiempo.

Spielberg realiza un trabajo sensacional tras las cámaras y, quizás, ahonda un poquito más que la original en el aspecto social de la trama, pero más allá de eso, es una película que se parece demasiado a la que se basa. Eso sí, el maestro no se limita a fotocopiar, intenta dejar su sello y lo consigue, con arriesgados cambios de plano, complicadas coreografías multitudinarias y el presupuesto y medios que maneja en la actualidad. El tío se deja la piel para que veamos un espectáculo de lo más digno y ‘West Side Story’ en su versión de 2021 vale la entrada de cine, pero me cuesta creer que estando el referente anterior vaya a ser recordada.

Lo mejor, es tomarse el film como el capricho que es, un entretenimiento disfrutable que nos demuestra que Spielberg está en plena forma. Solo nos queda esperar el siguiente proyecto.

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Son incontables las veces que pude ver ‘Solo en casa’ y su secuela tirado en el sofá en las distintas navidades de mi infancia. Es una película que hace que, para un crío como yo, quiera ser como Macauly Culkin: ingenioso, guapo, inteligente y vivir una gran aventura.

La historia es, por todos, bien conocida tantísimos años después de su estreno: la familia numerosa planea un viaje por Navidad y resulta que se olvidan al más pequeño en casa. Pobre Kevin, piensas nada más comenzar. A esto hay que sumar a un vecino un tanto siniestro y a dos ladrones del vecindario que fijan su objetivo en la residencia de los McCallister. Sin nadie en casa, tendrá que ser él quien la defienda con uñas y dientes… los que se dejen los dos pobres incautos ladrones.

Tras un arranque navideño, con el típico espíritu de película estival, dejando claro que es cine familiar para verlo rodeado de tus seres queridos a pesar de las gamberradas que van a venir a continuación, en cuanto Macauly se queda solo, comienza el verdadero espectáculo y la verdadera película.

A partir de aquí, Culkin (qué pena que le perdiésemos por el camino porque este chico era oro puro) hace gala de un carisma en pantalla de lo más arrollador para la edad que tenía. Es que el chaval, aparte de ser adorable, tiene gestos, detalles que hacen que su actuación sea de lo más memorable.

Columbus es, sin duda, el gran responsable de que esto salga tan sumamente bien. Es un tío muy listo, prepara el terreno de juego y, con la ayuda de John Williams y su música, firma un segundo y tercer acto ejemplar. Gracias a un hábil montaje es un film que, cuando coge la directa, no para y va a saco hasta el último momento.

Los golpes que se llevan Joe Pesci y Daniel Stern duelen, escuecen, queman… y, sobre todo, no pueden ser más tronchantes. El equipo artístico hace gala de mucho ingenio y de una muy buena preparación.

Es que la sigo viendo hoy en día, más de veinte años después de su estreno y me sigo riendo. De esas películas que pondré a mis hijos, sentado a su lado en el sofá y con una sonrisa de oreja a oreja.

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