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España España · Granada
Críticas de Kikivall
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Críticas 2.012
Críticas ordenadas por utilidad
10
16 de enero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se estrenó por fin y pude ver esta película en su época, me pareció un film maravilloso, cargado de poesía y reflexiones profundas sobre el arte y sobre todo, la belleza. Vista ahora, no ha perdido, según mi criterio, calidad, estilo, seña de identidad que no en vano la han colocado en la cima de la cinematografía de siempre jamás.

La película está dirigida magistralmente por Luchino Visconti (Conde Don Luchino Visconti Di Modrone: 1906-1976) que mantiene un tempo pausado y el lugar para que den de si todo lo que tienen los excelentes actores que trabajan en el film y a los que ahora me referiré. El maravilloso guión del propio Visconti y Nicola Badalucco es una adaptación de la novela homónima del gran escritor alemán Thomas Mann (1875-1955). Mann fue Premio Nobel de Literatura en 1929 y su novela corta “La muerte en Venecia” (1913) es la más acabada síntesis de la poética del autor y una cumbre en el género de la novela breve (80 páginas). En ella, presenta a través de sus protagonistas, el músico moribundo y el joven Tadzio, una sutil relación dialéctica entre el apogeo de la belleza y la inevitable presencia de la muerte. Con estas mimbres y Visconti sólo cabía un buen film. Además, hay que subrayar unas preciosas imágenes rodadas por Pasqualino De Santis, un certero montaje -muy acorde con el necesario ritmo pausado del film- de Ruggero Mastroianni (hermano menor del genial Marcello), y una memorable música del gran compositor Gustav Mahler; sin olvidar la excelente puesta en escena, decorados, ambientación de época y localizaciones: ¡impecable!

En cuanto al reparto no puede estar mejor elegido, con actores de la talla de Dirk Bogarde, que interpreta su papel de forma memorable (una de sus más grandes interpretaciones para la gran pantalla), creíble, con dramatismo y con un ritmo pausado que sirve para que dé de sí en todo su caudal expresivo. En Bogarde descansa el grueso interpretativo de esta obra. Pero no hay que olvidar que también figuran una elegante y bella Silvana Mangano, el bello Bjön Andrésen que cuaja una interpretación “aseada” con la hermosura y ambigüedad requerida por el personaje (luego quedaría marcado por esta película) o Marisa Berenson, por citar los más significados. El conjunto actoral es de lujo.

Esta obra es parte de su famosa trilogía alemana: “La caída de los dioses” de 1969 donde aborda el auge del nazismo (Oscar al Mejor Guión); “Muerte en Venecia” de 1971 donde como decimos trata la búsqueda de la belleza y la muerte a través del personaje interpretado por Dirk Bogarde; y ya en 1973 vuelve sobre el declive de la sociedad europea en “Luis II de Baviera” (Ludwig). Al terminar el rodaje, Visconti sufre un ataque cerebral que le deja paralizado parcialmente, pero un año después rodaría su magistral film “Confidencias” (de profundo calado psicológico) y en 1976 “El inocente” (Un legado lleno de lucidez, escepticismo y desesperación). Fallece en 1976 por una afección cardíaca.

En su palmarés de 1971, esta película tiene: Nominada al Oscar: mejor vestuario; Festival de Cannes: nominada a la Palma de Oro (mejor película); Premios David di Donatello: Mejor director. De manera que como vemos, aunque tuviera sus reconocimientos, nada que ver en relación a la calidad de la cinta.

Estamos, pues, ante una película fascinante, y yo destacaría la serena belleza de sus imágenes arropadas en la sublime música del Adagietto de la 5ª Sinfonía de Gustav Mahler. Y con el tiempo no ha perdido fuerza poética; quizá las elucubraciones sobre la belleza, la obra de arte, etc., sí resulten un poco pedantes y afectadas ahora, pero no así lo esencial, esto es, la fuerza visual, en trenzamiento de Mann, Mahler y Visconti, dirigido sabiamente por el legado cultural y el genio creador indiscutido de este último y su obsesión por la búsqueda de la belleza en lo sublime.

Este sorprendente film es el sobresaliente testamento de un artista que no cuadraba bien en la época que le tocó vivir y cuyo espíritu se resume en la frase que Visconti deseaba y que fue en su momento el eslogan promocional de la película: ”Quien ha contemplado la belleza con sus propios ojos está consagrado ya a la muerte”.

Y conviene igualmente recordar, sobre todo para los más jóvenes, que el propio Visconti tuvo que convivir con las aceleradas reformas de su época (de los años cuarenta a los setenta), de un entorno que le dejaba atrás, anclado en un pasado clásico al que criticaba como elemento de pertenencia ya marchito. “A menudo me han tratado de decadente”, declaraba en una entrevista a L'Avant-Scène-Cinéma’ en 1975. “Lo que siempre me ha interesado es el análisis de una sociedad enferma”. Y entonces podríamos reflexionar sobre qué pensaría ese Visconti sobre este siglo XXI que nos toca, sobre esta “modernidad líquida” –términos de Bauman y Touraine-, esta sociedad fluida y volátil, sin valores sólidos, sin certezas y sin un fortalecimiento de los lazos humanos, con individuos sin identidad fija, y sí maleables, volubles, “surfeando –como dice Bauman- en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante -incierta- y cada vez más imprevisible” donde todo es de quita y pon, sobre este contexto “espumoso”.

Yo diría que “Muerte en Venecia” y el propio Visconti nos miran desde la atalaya de otra época, y su mirada nos puede servir como punto y elemento de reflexión para pararnos un poco y mirar a dónde hemos llegado, quiénes somos y a donde vamos en este vértigo que tan bien define el llamado “Principio de Incertidumbre o de Indeterminación” propuesto por el físico Heisenberg (premio Nobel de Física en 1932) según el cual “la precisión máxima está limitada por la siguiente expresión.” Pues eso, quien no lo haya hecho, le recomiendo que vea “Muerte en Venecia”, pero también que conozca mejor a esta figura cimera de nuestra reciente cultura del pasado siglo, un intelectual y un hombre de gran cultura con elevados puntos de mira y rica y compleja visión del mundo y de la vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kikivall
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7
10 de noviembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se desarrolla en los comienzos del siglo XX en Presbyterian Church, un pueblo miserable, frío y con pocos habitantes. A él llega John McCabe "Gordo" (Warren Beatty), un hombre de pasado desconocido, jugador y aguerrido que monta en el tal pueblo el primer prostíbulo del lugar con mujeres las pobres, poco agraciadas, y en tiendas de campaña; un ejemplo, podríamos decir con cierta ironía, de pequeño empresario del momento.

No transcurre mucho tiempo antes de que Constance Miller (Julie Christie), una señora experta en el tema burdel, inteligente y carismática, arribe al pueblo modernizando y haciendo del prostíbulo de McCabe un lugar con mujeres más atractivas, más aseado y más confortable, convirtiéndolo en uno de los más prósperos de la región. Desde entonces, McCabe contará como socia a la única mujer a quien ha amado en su vida, la arisca meretriz Constance Miller, que hará a su vez la función de madame del burdel que juntos han fundado: el "Beardpaw", dentro de su conglomerado mercantil, "Houses Of Fortune", dedicado a sí mismo al mundo del juego y el ocio.

No hay que negarle el mérito a Robert Altman en la dirección de esta obra, si bien el guión del propio Altman y Brian McKay basado en la obra epónima de Edmund Naughton se queda un poco cortito, desde mi modo de ver. Las canciones de Leonard Coen son siempre bien venidas por su melancolía y su tono nostálgico, si bien me parece que este tipo de música está un poco desubicado con la temática y la naturaleza del film; y la fotografía de tonos lánguidamente brumosos por acción y efecto del flash de la cámara de Vilmos Zsigmond con todo su mérito y nominada al BAFTA, me resulta oscura y turbia, lo cual que hace la película difícil de visionar.

Los actores están en su sitio, hacen sus papeles con profesionalidad, me refiero sobre todo a WarrenBeatty –si bien este resulta un tanto melindroso- y a Julie Christie (nominada al Oscar como mejor actriz en ese año) que sin grandes alardes hace creíble su papel de empresaria y meretriz. Sin embargo, desde mi opinión, a las interpretaciones les falta la chispa y el repunte de lo excelente.

Además un irregular tono narrativo, lleno arritmias, e igual cierta brusquedad en la descripción de los personajes.
En resumen, un western que tiene su interés, sobre los finales del salvaje oeste y el inicio del capitalismo en la América del norte, las redes organizadas de prostitución, y además, la historia es contada de una manera distinta a como lo hacían otros directores de la época. No obstante, la distracción o el disfrute con el film no están garantizados.
Kikivall
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8
8 de noviembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película se desarrolla en un pueblito del norte de Italia llamado Santa Victoria (de ahí el nombre del film). Se trata de un pueblo apacible donde apenas ocurren cosas de relevancia y que es famoso por sus deliciosos caldos. Cuando ya está por terminar la Segunda Guerra mundial y los alemanes se baten en retirada, sorpresivamente el pueblo recibe la visita de un batallón de alemanes que van en busca de su vino: ¡más de un millón de botellas! Pero tras la muerte de Mussolini y la caída del fascismo, el pueblo ha elegido un nuevo alcalde, Bombolini (Anthony Quinn), que se las ha de ver con el comandante en jefe de la tropa (Hardy Kruger), y a la vez con la beligerancia de su aguerrida mujer (Anna Magnani), para esconder el vino y convencer a los alemanes de que el tal vino no existe.

La verdad es que se agradece ver tras tantos años de su estreno películas como esta, cine simpático, de ambiente rural y cultura italiana que siempre tiene su vena cómica. El film está muy bien dirigido por un excelente Stanley Kramer (“Adivina quién viene esta noche”, 1968; “El mundo está loco, loco”, 1962 o “¿Vencedores o vencidos?”, 1961); o sea, Kramer era ya un director consagrado con una obra importante a sus espaldas en este tiempo de 1969. La película goza, además de un dinámico y gracioso guión de William Rose y Ben Maddow, una sugerente música de Ernest Gold y la aceptable fotografía de Giuseppe Rotunno.

Punto y aparte merece el reparto con un superlativo y burlesco Anthony Quinn, alma de la cinta, a quien le acompaña con una estupenda interpretación en el papel de mujer italiana de pueblo, guerrera y enfrentada a los excesos alcohólicos de su marido, Anna Magnani; y no se queda atrás el joven militar germano en su papel casi conciliador (Hardy Kruger), que pretende seducir a otra grande del momento, la insinuante y bella Virna Lisi.

Una entrañable comedia sin exabruptos de violencia o sexo, una obra que pone en valor el tipo de vida latino donde habiendo vino y comida todo está resuelto, dejando, con esta sencilla filosofía en ridículo a los sesudos y esforzados alemanes que en ningún momento atemorizan a los aldeanos con su maquinaria de guerra.

Es también una crítica a la guerra y a los fascismos, una película post bélica centrada en las personas, más allá de las glorias o la patria.

Película, al fin, muy agradable, para ver sin sobresaltos. Paisajes, trama, interpretaciones y diálogos de los cordiales borrachines habitantes del lugar. Y es que más importante que la guerra, la mujer, la humillación, más que el propio país o que invadan Europa, es el rico vino: ¡y que no falte!
Kikivall
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8
8 de octubre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un enorme Steve McQueen dirige este film con un gran guión de John Ridley basado en la biografía de Solomon Northup, un negro libre del norte que pasó doce años de pesadilla esclavista. Una genial música de Hans Zimmer, banda sonora taciturna, contenida y minimalista, acompaña a una excelente fotografía de Sean Bobbitt, que a través de paisajes boscosos pero inhóspitos, adoba la historia de una gran desolación.

Y qué decir de las interpretaciones. El papel protagonista de Chiwetel Ejiofor es de una calidad excepcional y con toda seguridad será mencionado al Oscar en su modalidad de actor principal; pero es que el de Michael Fassbender es también un rol de gran intensidad como esclavista psicópata, alcohólico y violador. La escena suya en el momento del castigo a latigazos a la joven esclava, hace retumbar los corazones sensibles hacia el odio y la rabia, aunque en realidad sabes que estás asistiendo a una interpretación de lujo; pero tan de lujo que hasta se olvida la actuación en sí. Y en realidad es todo el reparto el que da un do de pecho coral sobresaliente: Sarah Paulson (la pareja de cuidado de Fassbender), el vendedor de esclavos Giamatti, el esclavista escrupuloso Cumberbatch, Paul Dano el capataz, o el civilizado canadiense que precipita el final, Brad Pitt. Todos están a cuál mejor.

Magnífico film, muy aconsejable
Kikivall
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4
11 de octubre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace mucho tuve ocasión de ver el film “Antes del anochecer”, película que califiqué de exasperante y verborreica y a la que di una baja nota por parecerme que el cine ha de tener en cuenta la imagen y no centrarse en una discusión sin fin entre una pareja en el transcurso de toda la cinta. Y anoche, vi la primera parte de esta saga: “Antes del amanecer”, cuando años atrás, aquella pareja bronca y mal avenida, Jesse y Celine, se conocieron en un tren y pasaron juntos una noche inolvidable paseando por Viena. Linklater hace un trabajo digno, es una película mejor llevada que aquella última a que aludía, y da tiempo al respiro y a la imagen y a las miradas, y a la interpretación (aunque desde mi modo de ver no es muy buena, sobretodo la de Hawke; mejor la de Julie Delpy).

El guión de Richard Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy basado en una historia de Richard Linklater y Kim Krizan, no está bien hilado y resulta en ocasiones incoherente. Se agradece que no haya excesos sexuales, y creo que es una de las claves de que la peli pueda ser vista sin huir.

Pienso que tal vez sea un film para adolescentes, pero para alguien maduro, parecen inexplicable las excelentes calificaciones, críticas e incluso premios que ha recibido esta obra que sin ser tan horribilis como la tercera de su saga, no deja de tener una carga de tedio insonrrible.
Kikivall
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