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Críticas de Luis Guillermo Cardona
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Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
8
26 de septiembre de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que era un adolescente, a Mehdi Ben Barka (1920-1965) le picó el afán independentista que, desde tiempo atrás, venían promulgando diferentes movimientos que anhelaban ver libre a Marruecos del dominio francés; y fue uno de estos grupos, el que cubriría sus estudios de secundaria y luego le conseguiría una beca para que pudiera licenciarse en Ciencias Políticas. Desde entonces, Ben Barka, se dedicó con alma, vida y fidelidad a la política, y en 1944, la suya fue una de las firmas que respaldaron el Manifiesto por la Independencia, con el que se creaba el Hizb Al-Istiqlal (Partido de la Independencia), la cual se alcanzaría, tras fuertes luchas, en 1955.

El ala izquierda del partido, dirigida por Ben Barka, daría lugar a la llamada Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP), organización que reclamaba elecciones libres, una nueva constitución que limitara los poderes de la monarquía, un elevado programa de alfabetización, una urgente reforma agraria, y la incorporación de las mujeres a las instituciones y derechos del estado.

Cuatro años antes de la independencia, Ben Barka había sido enviado al destierro al macizo del Atlas (noroeste de África), tiempo que él aprovecharía para seguir estudiando inglés, economía y sociología, al tiempo que enviaba mensajes de aliento a sus compañeros… y durante este tiempo, la lucha se recrudeció en Casablanca, donde, cientos de manifestantes fueron masacrados por la policía francesa en diciembre de 1952.

Liberado en 1955, Mohamed V, le nombró presidente del primer parlamento marroquí y Ben Barka se dedicó a tomar contacto con líderes y movimientos de otros países (Ho Chi Minh, Mao Zedong, Nasser…), en busca de experiencias que le ayudasen a luchar contra el subdesarrollo y el feudalismo en Marruecos… y al agudizarse sus diferencias con la monarquía, tras haber creado la UNFP (Unión Nacional de Fuerzas Populares), con la que denunció la corrupción imperante, fue encarcelado junto a los principales dirigentes del nuevo partido… y voluntariamente se exiliaría, luego, en París.

Ya que su estancia, aquí, no fue para nada pasiva, comenzaron los intentos por asesinarlo… y los hechos que, finalmente, cobrarían su vida, son los que vamos a ver recreados en “EL ATENTADO”, un asombroso paisaje de la corrupción política y las maquinaciones de Estado, que, el director Ives Boisset, ha materializado con todo lujo de detalles, aunque haciéndolo aparecer como un cuento de ficción, cambiando los nombres de sus protagonistas, y estableciendo pequeñas modificaciones para restar fidelidad a los hechos reales.

Escrito por las calificadas y brillantes manos de Ben Barzman, Basilio Franchina y Jorge Semprún, el resto, es un thriller con momentos de alto impacto, una tétrica conspiración que involucra a las “grandes democracias” … y la rememoración de un gran personaje que siempre quiso lo mejor para su pueblo.

Mención para la precisa fotografía de Ricardo Aronovich; la electrizante partitura de Ennio Morricone; y las actuaciones de Jean-Louis Trintignant como François Darien, Gian Maria Volonté como Sadiel y Michel Piccoli, quien se puso en la piel del siniestro ministro Kassar.

Frases para recordar:

“Cuando eres pobre, el saber es un arma poderosa”.

“La boca del lobo es el exilio. No hay nada más terrible que el exilio para un militante”.
Luis Guillermo Cardona
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9
28 de julio de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando, tras varios años de ausencia, un padre regresa al hogar, poco se sabe de lo que pueda encontrar. Si acaso escribió o hizo llamadas telefónicas algunas veces, el papel puede con todo, y la brevedad de una llamada no siempre da cuenta de lo que, en realidad, sucede.

Cuando la naturaleza nos asignó, por derecho, a un padre y a una madre, sabía muy bien lo que hacía, pues esperaba que así asegurase a cada criatura, la tenencia de afecto, la paciencia y constancia en la formación, un techo donde vivir y alimento cotidiano, y entre otras cosas, la estructuración del carácter, de tal manera que podamos movernos con seguridad por el mundo. Es por esta razón que, la falta del padre o de la madre a muy temprana edad, suele significar un notable vacío en la formación de muchísimas personas.

Como casi todos los padres ausentes, es seguro que, también John Pope, sintió en muchas ocasiones la necesidad de volver a ver a sus hijos, pero, o no lograba conseguir la posibilidad de viajar o se abstenía porque, con las ocasionales cartas que escribía, pensaba que era suficiente como demostración de interés. Pero, ahora, por fin ha decidido visitarlos… y se va a encontrar con Johnny (su favorito), casado y a punto de ser padre, y dándole cobijo a su hermano Polo, quien trabaja en un bar poco recomendable. Convencido de que, Johnny es un tipo emprendedor y un excelente hermano, y Polo un sinvergüenza irresponsable, el padre va a tomar tiempo para comprender una realidad que, quizás, lo aleccione de una vez y para siempre.

Que las apariencias engañan, nos lo demuestra la vida constantemente y de ahí lo temerario que resulta juzgar por simples presunciones. Sobre este tema, “UN SOMBRERO LLENO DE LLUVIA”, nos va dar una clase inolvidable, y también nos va a mostrar cómo, la peor ¡y la más valiosa lucha que enfrenta un hombre! es la de vencer sus propias debilidades.

El guion, escrito por Michael Vincente Gazzo, Alfred Hayes y Carl Foreman (otra gran víctima de la HUAC, a quien sólo se le reconoció el crédito en el filme 14 años después de muerto), parte de la obra teatral, “Un sombrero lleno de lluvia”, que Gazzo escribiera, y que alcanzó primero el éxito en Broadway, donde fue estrenada en 1955, llegando a tener 389 representaciones sucesivas. Los protagonistas fueron: Ben Gazzara, Shelley Winters, Anthony Franciosa y Henry Silva, pero sólo los dos últimos estarían en la versión cinematográfica que se encargó al director vienés Fred Zinnemann. Gazzara y Winters fueron reemplazados por Don Murray y Eva Marie Saint y, valga decir que, la elección fue muy afortunada, porque ambos lograron excelentes interpretaciones.

En una época, donde casi lo único que se podía mostrar en el cine era que los EEUU es un país de ensueño (violaciones, escenas de sexo, drogas y muchas otras cosas, merecían una rotunda X de prohibido), directores como Otto Preminger con “El hombre del brazo de oro” y Zinnemann con “UN SOMBRERO LLENO DE LLUVIA”, comenzaron a romper las ancladas reglas, demostrando a cabalidad que, tratado con altura y propósitos edificantes, ningún tema debe estar vedado.

Protege a tu familia. Brilla como un padre presente y comprometido. La vida te ha dado poderosas herramientas con las que puedes vencer todas tus debilidades. Sé dueño de ti mismo y podrás dar grandes cosas al mundo y a la vida… y esto, ten la seguridad de que el universo lo bendice.
Luis Guillermo Cardona
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9
26 de abril de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de las grandes novelas que nos legara Victor Hugo, el celebérrimo autor de, “Los Miserables” y “Notre-Dame de París”, fue, “El Hombre que Ríe” (1869), una obra ambientada en la Inglaterra del siglo XVII en la que, el autor rememora otro de los atroces ejercicios que le debemos a las monarquías. En este caso, el robo de niños a los que, luego, cirujanos sin escrúpulos operaban… pero no con el ánimo de sanarlos de algún problema físico, sino con el atroz propósito de convertirlos en fenómenos (monstruos, bufones, saltimbanquis) que luego llegaban a los palacios como el hazmerreír de la “nobleza”… o también a las ferias para divertir al populacho.

En Inglaterra, los niños-juguetes, fue una atroz infamia que contó con la venia del último rey católico, James II (Jacobo II ¿?), quien vendía a los comprachicos, los hijos de sus enemigos o aquellos muchachos que eran encontrados por la guardia en condiciones de abandono y otras circu-e-stancias. Lo que ocurrió con uno de estos niños -hijo de Lord Clancharlie, personaje enviado al exilio-, es lo que va a contarnos, con profunda emotividad y poesía, el gran Victor Hugo, preservando un rigor histórico como muy pocos autores en el mundo han sabido hacerlo.

Leer la novela será siempre un privilegio y un gusto formativo que nadie debería denegarse, más, ver la versión cinematográfica que, en 1928, realizara el admirable realizador alemán, Paul Leni (“El Gabinete de las Figuras de Cera”, “The Cat and the Canary” …), durante su paso por los Estados Unidos de Norteamérica, es otra inolvidable experiencia que bien vale vivir.

Por su magnífica plástica, realizada por un hombre curtido en el manejo de la luz como la usara el expresionismo alemán y diseñador de sets de numerosas películas durante el cine silente, <<El HOMBRE QUE RÍE>>, es una esplendorosa obra de Arte donde cada plano goza de una composición pictórica admirable. La belleza per se, el efecto de conjunto y el significado emocional de cada plano, hacen escuela con esta obra que, además, es del más alto contenido humano.

Pocas son las variaciones que asume Leni (guion de J. Grubb Alexander), a la obra del escritor francés (nos entera desde el principio de lo que, el autor, deja para el climax; dice sí a una cita que, en el libro, se rechazó; omite la rigurosa descripción que hace Víctor Hugo del trato en la prisión de Chatam…) y se le abona que cuida del detalle escénico como si, antes que nada, hubiese deseado complacer a Victor Hugo, escritor de un rigor descriptivo inigualable.

Conrad Veidt, representando a Gwynplaine, vuelve a tener aquí otro de esos roles por los que se le recordará siempre, logrando una creación que nos remueve las fibras más recónditas. Mary Philbin –quien ya había sido su chica en, “The Last Performance”-, posee la suerte de adorable figura que nos describe, Victor Hugo, en su impactante novela. Como la duquesa Josiane, la rusa Olga Baclanova, impacta con su impudor y su reservada ternura; y Cesare Gravina, deja plasmado a un Ursus inolvidable por su gran valor humano.

Dos desaciertos que pude captar: No fue el rey James –como reza el cartel- sino William III, su sucesor, quien procuró el aniquilamiento de los infames comprachicos; y la presencia de Dea en palacio cuando Gwynplaine es nombrado Lord, que es un agregado que no queda debidamente resuelto… no empañan suficientemente una obra que, de resto, brilla por todos los costados.

Adenda: Quienes deseen indagar sobre la génesis del Joker (Guasón) de la serie Batman, aquí la encontrarán.
Luis Guillermo Cardona
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8
3 de mayo de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Publicada, en 1965, “The Stalking Moon” es una novela del estadounidense, Theodore V. Olsen (1932-1993), que cuenta la historia de una maestra cuáquera, Sara Carver, quien tras varios años de haber convivido con una tribu apache -luego de que mataran a su familia- es encontrada por el ejército que procura volver a sus reservaciones a los indios que las han abandonado por diferentes razones. La señora Carver tiene dos hijos (un niño de 9 años y otro de escasos meses) y ahora demuestra una ansiosa prisa por viajar de regreso a su tierra, para lo cual consigue ser acompañada por Sam Vetch, un explorador y guía que ya no desea seguir con el ejército, porque planea asentarse en un rancho que tiene en Nuevo México, donde espera criar algún ganado.

Pero, no pasará mucho tiempo hasta que, Sam, se entere de que, Salvaje, un temido líder apache, está tras la mujer y tras los niños que son sus hijos. Se cuenta entonces que, para los apaches -quienes identifican a Salvaje como El Fantasma-, éste "ya está muerto y no puede morir otra vez".

Con algunas variables (el apellido de Sam cambia a Varner; Sara tiene solo al niño de 9 años…), el guion escrito por Alvin Sargent y Wendell Mayes, convierte la historia de Olsen en un encomiable y muy original western de suspenso y terror, donde Salvaje es una suerte de horror invisible que, a su paso, siembra tragedia. Se le conoce por su sigilo, por su capacidad de aparecer sin siquiera ser oído... y por su implacable venganza contra quienes pretenden impedir que recupere a los suyos.

Puesta en manos del director, Robert Mulligan, quien ya había trabajado con, Gregory Peck, en uno de los más grandes éxitos de la carrera de ambos, “To Kill a Mockingbird”, esta historia se convierte en un impactante thriller, resuelto cada plano con una precisión y una eficacia contundentes. Lo más plausible es que, sin caer en exceso alguno, apuntando siempre a distanciarnos al máximo de escenas escabrosas que apenas se muestran o se mencionan cuando ya todo ha concluido, y logrando que, Salvaje, resalte al mismo tiempo como un implacable asesino, pero, más como un hombre obsesionado por recuperar a su familia (se nos dan varias demostraciones de que el niño desea ir con él), el filme transcurre con fuerte impacto y la tensión no decae ni un solo segundo desde que se inicia la marcha entre el guía y la familia Carver.

Como Sam Varner, Peck resulta muy contenido y con obstinado carácter pretendiendo quedarse para sí con la atractiva y angustiada Sara a quien, Eva Marie Saint, recrea con calculadas expresiones que dan cuenta de su interés por hacer vida con su nuevo acompañante. Junto a ellos, Robert Forster como el mestizo Nick Tana, es la suerte de amigo (también guía) que ofrece un punto de apoyo cuando más se necesita.

<<LA NOCHE DE LOS GIGANTES>>, surge como un novedoso western que luego inspiraría historias como, “Predator”, que acudirían a otros elementos para escapar del estigma de la imitación, pero, he aquí la prueba contundente de que, una alta eficacia en la composición de escenas, es mucho más efectiva que cualquier descreste técnico.

Título para Latinoamérica: <<LA NOCHE DE LA EMBOSCADA>>
Luis Guillermo Cardona
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6
20 de noviembre de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas cosas reflejan tanto el estado de decadencia de una sociedad, como el poder demostrar que muchos de aquellos a quienes se les ha dado licencia para ejercer la justicia, tan solo la usan como amparo para ejercer la corrupción y la felonía, en perjuicio de aquellos ciudadanos que estaban llamados a defender. Cuando esto sucede, se está tocando fondo y el escepticismo de la gente del común comienza a llegar a niveles tan altos, que este hecho de degradación en las altas esferas, se convierte sin proponérselo, en una licencia invisible con la que muchos otros individuos se escudan para seguir también ellos el camino de la ilegalidad. El ejemplo que dan los gobernantes a sus ciudadanos, cumple el mismísimo papel que el ejemplo de los padres para con sus hijos.

En la costa de Cornwall (Cornualles), Inglaterra, hay un sitio conocido como Jamaica Inn y es aquí donde, en el año 1819, se viene reuniendo un grupo de bandidos de quienes huyen las diligencias, porque se han dedicado a vivir del asalto, el contrabando, el asesinato… y sobre todo de originar naufragios a los barcos que pasan muy cerca de su costa para luego saquearlos. La norma de Joss Merlyn, su cabeza visible, es no dejar ni un solo sobreviviente… y la norma de Sir Humphrey Pengallan, el “Juez de paz” de aquella ciudad y su cerebro en la sombra, es que nadie distinto a Merlyn, sepa que él es la cabeza pensante y el que da la información de los barcos en camino.

La novela, “Posada Jamaica”, que Daphne du Maurier publicara en 1936, es la base para este filme que sería el último que dirigiría en Inglaterra Alfred Hitchcock, pues estaba ya en firme el contrato que firmara para David O. Selznick, con el que se convertiría, desde 1938, en director hollywoodense. También su primera película en los EEUU, “Rebeca”, y años más tarde, “Los pájaros”, partirían de novelas de esta notable escritora inglesa que, para Hitchcock, era de la más alta estima.

En los resultados de “POSADA JAMAICA”, tuvo muchísimo que ver Charles Laughton, quien no solo encabezaba el reparto, sino que también hacía parte de Mayflower Productions, empresa que financiaba el filme y esto llevaría a que su personaje -que en el libro solo aparece en la parte final y en la forma de un vicario- tuviese aquí un protagonismo muy marcado, quedando Mary Yellan (la lindísima Maureen O’Hara), la verdadera protagonista de la historia y Joss Merlyn (Leslie Banks), reducidos a roles casi secundarios… esto, sin contar que Jem, el hermano de Joss y pretendiente de Mary, queda prácticamente en la sombra y que, el vicario, desaparece por completo para evitar tremolinas de los censores.

El pulso de Hitchcock resulta en el proceso un tanto irregular, resolviendo algunas situaciones con tanto facilismo que llegan a resultar poco creíbles. Y llego a pensar que, de no ser por la acertada composición de ciertos planos, sobre todo en los exteriores; por lo simpático que, no obstante, resulta el pecaminoso personaje de Laughton… y por ese rostro sin igual de Maureen O’Hara, que siempre complace ver, “POSADA JAMAICA” sería otro de esos filmes bien fáciles de olvidar.

P.D: Fue un error haber titulado el libro en español como “La posada de Jamaica”, porque el sitio donde transcurre la historia, nada tiene que ver con la preciosa isla que está ubicada en Las Antillas, al este de Centroamérica. Por fortuna, el filme ha sido traducido correctamente.

Título para Latinoamérica: “LA POSADA MALDITA”
Luis Guillermo Cardona
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