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España España · Barcelona
Críticas de SCuenca
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Críticas 286
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
15 de abril de 2013
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cautivado por volver a ver a Tom Cruise de nuevo en la ciencia ficción tras “Minority Report” (2002), vuelve con “Oblivion”, donde nuevamente demuestra que es un actor hecho para este tipo de género. Si ya de por sí el hecho de que aparezca el actor estadounidense es un reclamo, no menos lo es saber que la película está dirigida por Joseph Kosinski, quien reavivó de notable forma la franquicia TRON, cosechando un gran éxito en taquilla.

El planteamiento estético que se ofrece en la cinta merece ser tildado de notable alto, notándose el cuidado que han tenido para que el espectador vea esos espacios abiertos y devastados que antes fueron grandes ciudades, ahora solitarias y de las que sólo quedan pequeños restos. Es por otra parte magistral el trabajo visual y muchos de los planos que se pueden ver, dignos de ser grabados en lo más profundo de la memoria del espectador.

Me gusta el planteamiento inicial de “Oblivion” porque me parece creíble si se traslada a la realidad. Jack Harper (Cruise) nos cuenta el hecho de que hubo una invasión alienígena en la Tierra, de la que entre otras cosas salió mal parada la Luna, siendo destruida y provocando en nuestro planeta tsunamis, terremotos, etc. La forma para aniquilar dicha invasión fue mediante el lanzamiento de bombas atómicas, lo que produjo ganar la guerra pero perder el planeta Tierra, dejándolo completamente devastado y con altas emisiones radioactivas.

Una vez sabidos los motivos de lo dicho, nos encontramos al propio Jack Harper realizando su función de técnico de mantenimiento de drones, encargándose de bajar a la superficie desde su base en lo alto del cielo, para arreglarlos, siendo la Tierra un lugar peligroso debido a que aún quedan pequeños reductos de la resistencia invasora que aún permanece en el planeta. No obstante, algo parece no cuadrarle mucho al protagonista, quien, dubitativo a medida que avanza la historia por sus sueños o cosas que va viendo, descubrirá que quizás no todo es lo que parece.

Tom Cruise (“La guerra de los mundos“, 2005) se afianza como máximo protagonista del film, siendo quizás su defecto el de acaparar más minutos de los que debería, no pudiendo dejar más protagonismo al resto del reparto. El actor interpreta a Jack Harper, un técnico que viaja en solitario y que tiene unos sueños que no sabe si identificar como pensamientos reales o ficticios. Es un hombre manipulable y curioso que acabará desobedeciendo a sus principios para saber lo que realmente ocurre. Me hubiera gustado ver a más de Andrea Riseborough (“Shadow dancer, 2012), quien da vida a Victoria, compañera de equipo de Jack Harper.

Su personaje trasmite poca confianza y puedes ver a través de ella que hay algo que le oculta su compañero. Olga Kurylenko (“To the wonder“, 2012) hace su puesta en escena encarnando a Julia, la chica que aparece en los sueños de Harper, de la cual poco a poco iremos sabiendo qué papel juega en esta historia. Correcta. Morgan Freeman (“Sin perdón“, 1992) es el gran tapado, siendo secundario en esta historia, una pena dado que encarna a un personaje bastante interesante que podría habernos facilitado mucha información adicional para comprender mejor la historia.

Joseph Kosinki vuelve a apostar fuerte por la banda sonora, demostrando que es un apartado que le importa mucho al igual que el visual, dejando a cargo de esta responsabilidad al grupo musical M83, el cual compone unos temas agradables y a compás con lo que vemos.

Como he recalcado, “Oblivion” apuesta fuerte por el aspecto visual y una grandiosa escenografía paisajística sin parangón, de la cual la única que quizás se acerca a lo visto en los últimos años es “Prometheus”, en su secuencia inicial. Pero, personalmente para mí, tiene un pequeño defecto que es la falta de sorpresa. Su trama comparte muchos paralelismos con el film de Duncan Jones, “Moon” (2009). No obstante, y aunque desde mi punto de vista la idea no me parezca del todo original, sí que está perfectamente ejecutada y llevada, por lo que a pesar de que comparta rasgos comunes con la cinta nombrada, “Oblivion” posee una trama lo suficientemente bien pensada para que no tengamos que menospreciar ni un ápice lo realizado.

“Oblivion” es ciencia ficción de la buena y eso ya juega a su favor. Por mucho que aquí un servidor haya visto bastante sobre dicho género, decir que su trama me mantiene enganchado hasta el final.
SCuenca
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9
12 de abril de 2013
51 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ires y devenires del amor llevados a su máximo exponente. Eso es lo que nos ofrece Terrence Malick en “To the wonder”, una cinta cuyo resultado, fuera del convencionalismo, es ofrecernos el concepto del amor desde un punto de vista particular. Ese particularismo es el que puede echar para atrás a muchos espectadores, ya que guarda con su anterior film, “El árbol de la vida” (2011), muchas similitudes. Nos encontramos ante una cinta que vuelve a profundizar sobre los diálogos en off, en lo visual con planos maravillosos y con un planteamiento atípico, en la que el espectador vuelve a jugar un papel importante, ya que ha de dejarse llevar por lo que ve y no por lo que dicen sus personajes, que es muy poco.

Creo que la grandeza de esta película rebosa en su facilidad para plasmar en la gran pantalla un tema tan complejo y abstracto como el amor. Uno puede sentirse fácilmente identificado con la historia que se observa, en la que no todo es un camino de rosas y que como en cualquier romance, hay altibajos que hacen que una relación puede irse al garate, o triunfe. Y todo ello sin apenas diálogos.

Porque el amor que se nos ofrece, es auténtico y palpable. En el que se evocan momentos felices y amargos. En el que a veces han de anteponerse otras prioridades por el bien común y aguantar. Que mediante situaciones al límite es donde se ve si una persona ama realmente a alguien, llegando a ser entonces descubierta, la definición aproximada de lo que es amar a una persona. Por lo menos así lo he llegado a ver, algo verdaderamente sorprendente y real como la vida misma.

La escasez de los diálogos no es sinónimo de inexistencia argumental, ya que el poder visual y lo representado en la película nos da de sobra para entender lo que estamos viendo. La historia comienza relatando el inicio del romance, en París, de Neil (Ben Affleck) con Marina (Olga Kurylenko), una mujer divorciada con una hija. Durante el transcurso, y a medida que la relación va avanzando, deciden trasladarse a Oklahoma, donde empezarán a surgir los problemas.

Creo que con todo lo que he visto de Ben Affleck (“The Company Men“, 2010) como actor, puedo decir que sin duda aquí hace una interpretación magistral en la que, para dato curioso, apenas habla. Su magnificencia esta en su expresión corporal, haciendo un gran trabajo, no echando de menos diálogo alguno para saber qué piensa o siente. Tú ves a Ben Affleck en la pantalla y sabes lo que está rondando por su cabeza y lo que siente en todo momento. Se nota la gran libertad interpretativa que el director ha dado a los actores, ofreciéndonos éstos lo máximo de sí mismos. Creo que para películas así, no sirve cualquier actor, siendo en este tipo de trabajos donde más se demuestra la valía de los intérpretes.

Son igualmente remarcables las interpretaciones de Olga Kurylenko (“Hitman“, 2007) y Rachel McAdams (sensual y magnífica pese a que su aparición es breve), pero quiero destacar la de Javier Bardem (“No es país para viejos” 2007), dedicándole un par de lineas. El español interpreta al Padre Quintana, un hombre enturbiado por sus pensamientos, preocupado con lo que ve y cuestionándose la fe que a la que está sirviendo. Intentando comprenderse a sí mismo, preguntándose cosas que no tienen respuesta alguna. Otra de las grandezas de la cinta es la de poder conocer esos profundos diálogos en español del padre Quintana, es decir, no han optado por traducir los diálogos en off. No obstante, esto es algo de lo que sólo nos podemos dar cuenta, si la vemos en VOS.

Respecto a la banda sonora, Hanan Townshend toma las riendas con efectividad, realizando con hincapié unos temas profundos, llamativos, que no pasan inadvertidos, siendo en fusión con las imágenes que iremos viendo, una delicia.

Me he fijado o he podido comprobar una cierta obsesión que tiene Terrence Malick por el agua. No es nada desvelador comentar que la última escena acaba mostrándonos una playa, en la que las olas rebosan, llenas de vida. No es casualidad encontrar algunos paralelismos entre dicho elemento y los personajes, como la pureza, la vida, lo sagrado, la tranquilidad, la fluidez, etc.

Malick, al igual que a las imágenes, da gran importancia a la fe, siendo entonces aquí cuando entra en juego el papel del Padre Quintana, quien a modo de paralelismo con los protagonistas, cuestiona su amor por lo espiritual. Su importancia en la historia es fundamental para comprender “esa presencia divina” que quizás andaba dormida o desaparecida. “To the wonder” es una mágica exploración del amor y sus distintas fases, desde un punto de vista personal que no tiene por qué ser único.

—Amar, es correr el riesgo del fracaso. El riesgo de la traición.
SCuenca
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6
5 de abril de 2013
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tengo ni idea de si el efecto “Crepúsculo” ha podido afectar a esta película para bien o para mal, respecto a si va a conseguir tener el mismo éxito que la saga vampírica o el mismo taquillazo. Lo que sí puedo decir, es que “The Host” no me ha parecido una mala cinta de ciencia ficción.

Lo que sí sé, es que a Andrew Niccol no le tiembla el pulso a la hora de dirigir una solvente cinta que quizás no hubiera sido igual si la hubiera realizado otra persona. A mí me entretuvo porque la historia que cuenta, aunque no me parezca del todo original, me ha enganchado y es curiosa.

Estaría interesante saber cómo le surgió a Stephenie Meyer la idea de “The Host” y saber en qué se basó para la confección de la novela. Yo lo que sí puedo decir es que me ha recordado bastante a la serie “First Wave” (1998) y a la cinta “The Hidden” (1987). Y nombro a estas dos, en concreto la primera, porque la temática de alienígenas (en este caso su conciencia) metiéndose en cuerpos humanos es algo que ya vi en dicha serie, la cual estaba producida por Francis Ford Coppola.

No obstante, a favor de “The Host” juega a su favor una lanza innovadora: el doble personaje en uno, es decir, experimentar lo que el invasor (Werender) y el invadido (Melanie) sienten en un mismo cuerpo. Werender es la huésped que se aloja en el cuerpo de Melanie tras ser capturada por la raza alienígena que ha colonizado el planeta al completo, siendo los humanos una especie en extinción. Melanie, se resiste a abandonar la posesión de su mente y luchará por seguir existiendo aunque sea en un reducto de su conciencia, ya que Werender es quien tiene el control de su cuerpo y funciones motrices.

La doble interpretación corre a cargo de Saoirse Ronan (“Hanna”, 2011). La actriz es capaz de mostrar su lado más luchador y resistente como Melanie, incapaz de rendirse y hacer lo que sea por sobrevivir y a su vez como Werender, es un ser que se cuestiona si debe ser fiel a su raza porque duda de si lo que se le está haciendo a la raza humana es correcto. Esa dualidad moral me ha gustado bastante. Del resto de actores, los únicos rescatables son William Hurt (“Dark City“, 1998) y Diane Kruger (“Las vidas posibles de Mr.Nobody“, 2009). Ambos actores de peso, logran que la cinta no se convierta al completo en una monotonía amorosa que sobraba por momentos debido a su exceso.

Como he mencionado, a la cinta se le hace un flaco favor añadiéndole dosis excesivas de romanticismo, limitando quizás la película a un público más específico. En este aspecto, se nota que prefiere dar el “taquillazo” prescindiendo a su favor de calidad argumental, campo en el que falla. Y más aún cuando descaradamente en esta supuesta invasión (de la que se obvia por completo como ha sucedido, sin mostrar ni si quiera un simple recuerdo del pasado sobre cómo surgió), todos los protagonistas son físicamente atractivos.

Por último destaco una semejanza que he visto con el último film de Niccol, “In Time” (2011), en la que el villano ejerce el mismo rol de perseguidor incansable hasta que logra atrapar (o no) al protagonista de la cinta. Si Cillian Murphy perseguia hasta la saciedad a Justin Timberlake, aquí Diane Kruger hace lo mismo con Saoirse Ronan.
SCuenca
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7
5 de abril de 2013
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contento e impactado, pero no maravillado. “Los últimos días”, nos ofrece un bonito y logrado travelling subterráneo por Barcelona, en el que se adentra en las entrañas de una ciudad desértica, abandonada e impredecible cuando se sale a la superficie. Impacta ver para quien vive en la propia “Ciutat Comtal”, lo bien que han elegido determinadas zonas, algunas de ellas siempre bastante concurridas de gente como el centro comercial Gran Via en Hospitalet o la gran avenida de la Diagonal.

Me ha impresionado la historia vista a través de los ojos del protagonista, Marc (Quim Gutiérrez), quien se va percatando progresivamente de que algo está ocurriendo a nivel mundial. Observa que poco a poco la gente es más reacia a salir al exterior, llegando a morir personas en la calle, súbitamente, sin explicación alguna. Se produce una extraña agorafobia que acabará obligando a todos los habitantes a vivir recluidos en lugares cerrados.

Como he mencionado, no me he quedado maravillado debido a que su parte final no he conseguido creérmela del todo. Quizás porque me parece demasiado vulgar, simplona y con un claro mensaje concienciador. Además, noto como prisas por querer acabar rápido. También es en la única parte donde noto una precariedad de los efectos visuales bastante cantosa que es difícil obviar o dejar pasar de largo.

Pasando al elenco, debo decir que no me esperaba en cierto modo que José Coronado (“No habrá paz para los malvados“, 2011) lo hiciera tan bien, llegando a ser quien más me acaba gustando por encima de Quim Gutiérrez. Coronado da vida al despótico jefe de recursos humanos donde trabaja Marc (Quim Gutiérrez), siendo el encargado de despedir al personal que no rinde bien en la citada empresa. Su rol me ha fascinado porque pensaba que iba a ser el típico tío sin escrúpulos, de poco fiar e interesado. A medida que va avanzando la historia se irá viendo cómo va cambiando, abriéndose más a sus sentimientos y demostrando que es más humano de lo que aparenta. Quim Gutiérrez (“Sangre de Mayo“, 2008) por su parte, da vida a Marc. Su personaje me ha gustado debido a que es fácil verse reflejado en él: vulgar, sencillo y cotidiano, pero ante todo cuerdo y con unos principios morales.

Barcelona se convierte en un “salvaje oeste” bajo las cloacas o en espacios cerrados, donde el más fuerte es quien sobrevive. La visión de un nuevo mundo en la que surgen clanes que atacan a otros en un mismo centro comercial en el que se crean improvisadas trincheras con carritos de supermercado o se dan puñaladas traperas con tal de conseguir comida. Un caos notablemente creíble y realizado.

Me ha gustado ver que no han escatimado en reflejar con gran esfuerzo y detalle tanto la Barcelona desértica y abandonada como la subterránea. El esmero de los directores porque en todo momento sepamos la ruta que están realizando los protagonistas, sin perdernos y dándonos en todo momento detalles de donde están.

“Los últimos días” acaba sin darnos una explicación sobre por qué ha sucedido esta extraña sensación de pánico por salir a un espacio abierto, aunque los motivos se pueden intuir a medida que va avanzando su trama. No obstante y como he dicho más arriba, si hubieran pulido más los minutos finales, sería una película redonda.
SCuenca
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6
5 de abril de 2013
56 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver una película de Steven Soderbergh (“Ocean’s eleven“, 2001) es arriesgarte a que lo que vayas a ver te acabe gustando, o bien acabes mosqueado y decepcionado. Personalmente, el director es muy irregular respecto a los films que ha ido haciendo. En “Efectos secundarios”, vuelve a tropezar, dejándose llevar por los tópicos con escenas (la del metro, siendo un puro calco de “Shame”, 2011) en las que intenta o pretende que el espectador entre en tensión, sin éxito, debido a que o bien se adelante al suceso y está fuera de contexto o bien te es indiferente. Su historia empieza con Emily (Rooney Mara), una chica que tras salir su marido de la cárcel empieza a acarrear una depresión de la que no ve salida alguna, tomando la determinación de, en un intento fallido, quitarse la vida. Ya en el hospital, el doctor Jonathan Banks (Jude Law) será el encargado de tratarla a base de medicamentos para lograr su mejora. Emily empieza a realizar acciones involuntarias a partir de un nuevo fármaco que se le es administrado, lo que desembocará en trágicas consecuencias.

Lo que me mosquea precisamente de “Efectos secundarios” son dos cosas. La primera, desaprovechar una trama que acaba convirtiéndose en un culebrón amoroso, echando a perder una buena historia. Lo segundo, el disgusto de ver de nuevo cómo actores de gran nivel como Channing Tatum (“Magic Mike“, 2012) o Catherine Zeta-Jones (“La trama“, 2013) no pueden mostrar su totalidad intepretativa, estando limitados a gozar de menos minutos y ser simples secundarios a favor de Rooney Mara (“La red social“, 2011). La actriz, no logra encandilarme esta vez, encontrando su interpretación forzada, seca y que no me transmite nada. Es un personaje vacío. Jude Law (“Sherlock Holmes“, 2009) es el único que se salva de este despiporre, siendo su actuación muy correcta y salvando la cinta al cargar con el peso argumental de la mitad al final.

Os voy a explicar por qué la película se va al traste, pudiendo haber sido algo más que un culebrón de mediodía. Soderbergh hace una magistral incursión en el mundo de la parafarmacia haciendo un excelente análisis del mundo que hay detrás de las pastillas que toman los pacientes. Recrea muy detalladamente la cadena que hay desde las grandes empresas que tienen acciones en bolsa, pasando por representantes de las corporaciones, quienes se ponen en contacto con los doctores (aquí es donde entra Jude Law) o médicos para que éstos últimos acaben suministrando las pastillas a los pacientes (Rooney Mara). Una escala piramidal en la que no se escatima en mostrar los contratos multimillonarios que pactan empresa y doctor para administrar fármacos que no se sabe qué efectos pueden producir en un ser humano, siendo los pacientes en ocasiones meros conejillos de indias.

Me gusta el engatusamiento que realiza el personaje de Jude Law para encasquetar cualquier medicamento, por muy peligroso que sea, a un paciente con frases como “con esto te acabarás sintiendo mejor” o “esto te irá bien para tal”; el papel que se refleja de los doctores es el de personas eruditas, las cuales nunca te darían algo en contra de tu salud, siendo individuos que tienen un prestigio, pero cuando algo falla y esa reputación peligra, son los primeros en lavarse las manos.

Pero como digo, todo eso se queda en un esbozo sin acabar, dejándonos con una idea en la que no profundiza más, tirando al traste una notable película en la que inexplicablemente da un giro de 360 grados, pasando de algo que iba muy bien a algo meramente correcto. Y si “Efectos secundarios” hubiera acabado del modo en el que empezó, estoy totalmente seguro que tanto la lentitud constante como el poco provecho de los actores del reparto, hubieran pasado menos factura, quedando en un segundo plano tranquilamente. Si hay una buena historia, puedes pasarlo, pero si hay una historia a medias, acabas pensando más en lo que no te ha gustado. Es entonces cuando una vez sales del cine, recuerdas más por qué no te ha llegado a calar, que lo que podría haber sido.
SCuenca
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