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San Marino San Marino · Ladera del Monte Titano
Críticas de Fej Delvahe
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Críticas 679
Críticas ordenadas por utilidad
9
19 de diciembre de 2007
80 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Profunda obra acerca de la naturaleza trascendente de lo humano, que juega a moverse entre lo inmanente de este mundo y lo extraterrestre o trascendente que otros seres más evolucionados pudieran enseñarnos desde un lejano espacio exterior.

Originalísimo y reflexivo guión + film de Eliseo Subiela, que una década después, allá por 1995, plagió según bastantes indicios que cualquiera puede comprobar, el escritor Gene Brewer, en su novela de ciencia ficción "K-Pax", libro que el productor Lawrence Gordon llevó a las pantallas en el 2001 con el mismo título, que Charles Leavitt transmutó en guión cinematográfico y que Iain Softley rodó y dirigió, por supuesto con muchísimo mayor éxito de ventas y visionados que la obra original del argentino Subiela, dado que contaba con un presupuesto multiplicadamente mayor y con los poderosos y gigantescos recursos de lo "made in EE.UU."; sin embargo, por más que lo niegen, Gene Brewer, Lawence Gordon o todos los relacionados con este plagio a todas luces, "K-Pax" fue una copia modificada en partes no significativas, un remake plagiado del guión y film original de Eliseo Subiela, que hoy nos ocupa, "Hombre mirando al sudeste (1986).

Película de magnífico guión, esta de Eliseo Subiela, pero con una pésima fotografía, quizás debido a los pocos medios económicos con los que fue hecha en la Argentina de mediados de los años ochenta. Merece la pena verla, meditarla y oír atentamente todos esos diálogos entre el supuesto "loco o extraterrestre" (Hugo Soto) y el psiquiatra ( Lorenzo Quinteros) que lo aprecia y queda impresionado por su valía humana en todos los sentidos.

Preciosa escena la del concierto al aire libre con la Sinfonía n.º 9 Op. 125 en re menor del compositor alemán Ludwig van Beethoven, "El himno a la alegría", que la gente se lanza a bailar por la iniciativa del "loco" de nombre Rantés, quién se atreve a animar los sentimientos de la gente, que él dice no poseer, a mostrarle a los humanos que deben dar rienda suelta a su naturaleza trascendente sin avergonzarse de la gracia y la maravilla de su sentir, siempre y cuando sean sentimientos sanos que no hacen daño a nadie.

Melancólica, pero encantadora película.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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10
3 de noviembre de 2007
95 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine de excelencia, de calificación máxima, de 10 ó 100, como se prefiera.

Argumento: la profesión médica, en su sentido noble, humanista, emblemática y enarboladora de valores conmovedores y entrañablemente humanos. Akira Kurosawa nos enseña con su "Barbarroja" una clase de médicos que hoy está prácticamente extinguida, al menos en Occidente, unos médicos que se caracterizan por atender, cuidar y curar a los pacientes, en vez del prototipo ahora extendido por doquier, el que se ha universalizado desde Europa al resto del mundo, que en su relación con los enfermos todo su arte se reduce a recetar, recetar y sólo RECETAR; apenas dominan el saber de atender o tratar, menos el de cuidar o velar y casi nada el de curar directamente; su especialidad real hoy por hoy no va más allá de RECETAR, RECETAR Y RECETAR drogas farmacéuticas y poco más.

El director Akira Kurosawa, para mi gusto tiene tres obras de calificación EXCELENTE, auténticas obras maestras de la historia del cine, el resto son buenas, notables e incluso muy buenas, pero son tres las que destacan en la cima de su creatividad, donde evidencia la gran conectividad que toda enorme obra de arte tiene con los valores humanos, lo cual precisamente la hace comprensible, apreciable y venerable a toda mente y corazón humanos; dichas tres obras son:
+ Vivir (Ikuru), Japón 1952,
+ Barbarroja (Akahige), Japón 1965, y
+ Dersu Uzala, URSS 1975.
Estas son películas que congracian al cine y a los espectadores con lo mejor y lo más noble que el ser humano conlleva dentro de sí, aquello que se transmite en todos los lugares de la Tierra a través de las generaciones y por medio de narraciones, de manera que no se pierda la maravillosa esencia de los valores trascendentes e infinitos.

Yo prefiero estas tres películas, aunque sólo sean estas tres, verlas, reverlas y volverlas a ver, antes que todos los libros, docentes y asignaturas inventadas por los gobiernos para hablar de civismo, como esa que acaban de inventar recientemente en la España de 2007, llamada "Educación para la ciudadanía". ¡No jodan! ¡Mil veces más me educa, dignifica y muestra qué es ser humano de verdad, sociabilidad y solidaridad, una auténtica delicia de película instructiva, espabiladora y moral como esta "Barbarroja", que toda esa demagógica cuyuntural y politiquera materia escolar obligatoria, empaquetada bajo el título de "Educación para la ciudadanía".

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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9
15 de mayo de 2008
62 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
La magnífica trilogía fílmica de Satyajit Ray, continúa con esta 2ª parte o filme llamado "Aparajito (El invencible)", o sea sobre la infancia y adolescencia de Apu, el protagonista principal de la misma; casi seguro la mejor o una de las tres mejores trilogías cinematográficas de toda la historia del cine. Su fuerza narrativa, la palpitante historia que se cuenta, comprensible y universal, el proceso existencial del ser humano rodeado siempre por la muerte de lo que ama o de lo bello o de lo que más le apega al mundo, los sentimientos tan bien descritos y excelentemente filmados, hacen de esta obra un auténtico tesoro.

Verdaderamente el mérito y genialidad de esta trilogía de Satyajit Ray, es haber logrado componer un maravilloso ensayo existencialista, histórico y sociológico de lo que es la existencia o la vida humana por regla general; es decir, de cómo son realmente las cosas en vez de cómo quisiéramos que fueran.

En esta 2ª parte o "Aparajito", el director Ray nos sigue contando la historia del matrimonio hindú compuesto por un pobre brahmán o sacerdote del hinduismo (el mismo actor que hacía de padre de Apu en la 1ª parte, es decir Kanu Banerji) y su esposa (la misma actriz excepcional y magnífica, Karuna Bennerjee, que hacía en la anterior película también de madre de Apu y que en esta cinta encarna sin lugar a dudas el papel principal, la base, el fuste y el capitel sobre el que se asienta la humanidad y la sociedad, el hogar, la economía, el progreso, la educación y el desarrollo de los hijos: es decir la bendita y sacrificada madre de familia) una mujer atenta al cuidado constante de su esposo y de su hijo; de como los tres emigran desde la aldea campestre a Benarés, la gran ciudad de rituales a orillas del río Ganges.

La historia de esta familia, los personajes tratando de sobrevivir y prosperar, nos llegan directamente al corazón, se comprenden en cualquier parte del mundo. Todo narrado y filmado de manera sencillamente magistral. Una delicia cinematográfica que invita a reflexionar sobre la vida humana, sobre el esfuerzo de nuestros padres para que salgamos adelante y seamos más que ellos, sobre lo ingratos que somos los hijos con los padres (algo que no reconocemos hasta que se nos van de este mundo y ya no podemos mirarlos más a los ojos).

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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9
27 de septiembre de 2007
74 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando los extremistas asesinos y sedientos de sangre humana vienen a por tus seres queridos, amigos y amados inocentes, ¿por qué opción te decantas: por correr la misma suerte que tus fraternos, por ponerte del lado de los asesinos o por salvar el pellejo huyendo y dejando que los criminales asesinen a los inocentes? Es el tremendo, impactante y desgarrador dilema que plantea esta magnífica película de Michael Caton-Jones.

Para alguien tan reduccionista como un crítico de cine de un periódico de PRISA, en cuyas páginas toda la diversidad de la vida se reduce a las ideologías "izquierda y derecha", resulta que en este filme «el más que interesante punto de vista de los religiosos católicos está resuelto de forma intrascendente con un mensaje de catecismo para niños de primaria». (Javier Ocaña: Diario El País). ¡Cuántas necedades suelen decir los tipos que se hayan durmiendo en los laureles, con un sueldazo mensual inmerecido y un grupo sectario amparándole las espaldas!

No, Javier Ocaña, no, la resolución argumental del filme que nos ocupa, no es tan simple ni tan reduccionista como tu hermenéutica mental. "Disparando a perros" o el punto de vista religioso católico de este filme está resuelto en base a como tantas veces en la historia lo han hecho realmente misioneros católicos en los lugares más recónditos del mundo junto a los pobres y abusados de la Tierra, con TRASCENDENCIA, es decir "con huevos, agallas o valentía, esa misma que no tienen muchos ideólogos, políticos o nominalistas del bla, bla, bla, cuando se hallan ante la encrucijada de tener que salvar su propio culo o perder el organismo entero; cuando tienen que vérselas repentinamente entre huir del conflicto para el salvar el pellejo o quedarse del lado de los inocentes a correr la misma suerte que ellos".

Con razón dice Víctor Erice, el prestigioso director cinematográfico, en una entrevista reciente: «Los diarios tienen miedo de encargar los comentarios de películas a alguien con criterio, formación y personalidad, que no se pliegue a las estrictas exigencias publicitarias».

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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8
4 de octubre de 2008
63 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
La costumbre religiosa de enterrar, quemar, en resumen no dejar abandonados cadáveres humanos en plena intemperie, es característica de las religiones monoteístas y también de muchas otras, ya el hinduismo o la mayoría de las ramas del budismo como el asentado en Birmania. Y en esta labor religiosa va a desembocar un sargento japonés de la II Guerra Mundial, integrante del ejército nipón que invadió Birmania, cuando sufre una conversión producto del hastío de la guerra, el shock de la muerte multiplicada por muchos seres humanos y máxime cuando son muertes que él ha tratado de evitar pero que por pura cabezonería o fundamentalismo patriótico de otra gente no ha sido posible evitarlas.

Indudablemente este soldado no era cualquier soldado, sino un hombre sensible, un artista, un músico, inmerso en una guerra como suele ocurrir en todas las guerras donde siempre hay personas cordiales y pacíficas que se ven arrastradas por el sistema y los poderes a la confrontación sin ser ellos prototipos de personas violentas ni inclinadas a dañar a nadie.

El guión ciertamente no se ocupa de las barbaridades que los japoneses hicieron en ese país del sudeste asiático, sino anecdóticamente pone su punto de mira en un pelotón de soldados y un oficial (músico profesional) que avanzan por las tierras rojas de Birmania practicando cantos para mantenerse animados en ausencia de confrontaciones directas. Y sobre todo focalizando la historia en el citado sargento, con talento musical innato aunque sin estudios musicales, que toca el arpa birmana como los ángeles.

Es un película curiosa, noble, que apuesta por los valores humanos (compañerismo, piedad, misericordia, la música en el viejo sentido de método para calmar la "mala leche o mala sangre", dar sepultura a los muertos, etc.), valores humanos que son presentados como algo más fuerte y principal que las luchas y maldades también entre humanos.

Y esto, independientemente de que sea poco realista históricamente hablando, es una manera de encausar una película, pues en cine como en literatura o en pintura, escultura, arquitectura o simple decoración, no todos los intentos de llevar a cabo una obra de arte han de ser en su vertiente realista-copia de la realidad exacta, sino que también hay toda una gran variedad de conseguir mostrar la realidad suavizando, poetizando, limando, exagerando, fantaseando, imaginando otras caras ocultas de lo real, incluso mitologizándola (por algo existe el mito y tiene casi la misma antiguedad de uso que la razón).

Kon Ichikawa está en su derecho de usar en este filme el exceso de buenos sentimientos —al fin y al cabo abundan los casos contrarios y nos parece natural cuando los autores usan el exceso de maldades, violencia o degeneración en lo humano— que tocan nuestras almas y logra así impactarnos, sensibilizarnos y ablandarnos humanitariamente por cerca de dos horas. ¡Pues bienaventurado sea!

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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