Muchas...ya se ha visto antes, y dado el tema universal que trata, esa edad conflictiva donde los penes y las vaginas se activan, la volveremos a ver en poco tiempo. Desde Porkys, American Pie y paro de contar porque se va a hacer interminable, el secreto de estas pelis pasa por la honestidad y el tono que manejen.

Ciertamente, Henman agrega un elemento no tan utilizado: que el prota y la prota (ya volveremos sobre esto) hablen con sus respectivos genitales. El recurso es efectivo, aunque se echa de menos un poco más de esfuerzo en los diálogos que mantienen con sus entrepiernas. Termina pareciendo un factor central y anecdótico al mismo tiempo.

Por otra parte, la peli utiliza bien la transcición infancia/adolescencia, focalizando la trama en dos viejos amigos que ya no se ven como tales. Aquí desaparece el tópico grupo-de-amigos-haciendo-gamberradas. El tono se enriquece con los conflictos que surgen entre ambos, la peli logra momentos específicos de drama que le vienen genial. Ya no todo es tan pavote y Muchas... encuentra allí esa consistencia necesaria que la hace ligeramente más adulta que el resto de propuestas de este tipo.

Luego cae en convenciones, los malditos bailes de graduación, discursos reivindicadores, pavoneadas varias. Por suerte, aún sin innovar demasiado da en el clavo cuando lo hace y logra presentarse como una peli más que digna dentro de un género muy, pero que muy refritado.

Hace poco se estrenó en la misma plataforma "La madre", con Jennifer Lopez. Bajo una temática similar, pero con diferencias notorias en el marco estilístico, ahora nos llega Dia de la madre, made in Poland.

De aquella producción norteamericana, sobria, en una mezcla de drama, acción y espionaje (lograda a medias) ahora su versión polaca aparece dentro de otros estilos. Mezcla bizarra de sátira, dinámica de videojuegos y tonteras a rabiar. Aparecen muchos jóvenes, pero también los hay adultos. Entre ellos, la prota. Curiosamente, se intenta colar un drama familar que no viene a cuento con el tono general de la propuesta. Todo resulta tan desmedido, pavote y ridículo que no hay manera de filtrar algo serio dentro de ese marco. Y la peli insiste en hacerlo.

El villano parece sacado de un folletín under, personaje lgtb llevado al absurdo. La dirección juega a la "frekeada", incluso congelando una toma con un chasquido de dedos del villano, en una suerte de meta cine más extravagante que efectivo. Entonces el espectador "pues, ok, no me la tomo en serio" pero la peli oscila seguido hacia una seriedad que desentona feo. Saca de clima. Ni los adultos se salvan, ni la misma madre/prota lo hace. Le falta consistencia, dureza. Tiene un compañero/padre. Ambos se comportan como grandulones.

La peli va narrándose y no puedes evitar sentir "¿pero que cojones es ésto?" Lamentablemente, no en el buen sentido. A falta de un soporte tonal, o de cierta organización en lo que se va presentando, solo esperas que termine. No funciona.

Es el principal problema de El silencio. Su columna vertebral, el punto de partida, el arco argumental que todo lo sostiene... se sostiene sobre arenas movedizas. A partir de allí se ponen en juego la voluntad del espectador para suspender la incredulidad (a veces, demasiado), un manejo correcto del ritmo y de la intriga y, ante todo, una notable dirección de actores. Es que resulta sorprendente como los intérpretes se pueden tomar tan en serio una premisa tan disparatada.

Porque, veamos: un grupo de tareas de dudosa procedencia, una mezcla entre policías, mercenarios, una psiquiatra, políticos involucrados...en fin, un conglomerado de funcionarios varios se ponen de acuerdo en realizar un seguimiento clandestino (y no tanto) de un supuesto asesino, liberado tras estar seis años preso. Las razones son nebulosas pero la pasta abunda. Sino sería imposible armar semejante dispositivo de seguimiento.

Esta base debes creértela, y cuesta. Surgen demasiadas preguntas que el tratamiento narrativo se encarga de disimular mediante una dirección muy competente. Desde los actores, el uso de las cámaras y la fotografía, el manejo del suspenso. El silencio hace malabares y camina con muletas, pero lo logra. Por lo menos logra lo básico:que el espectador se interese por saber que pasa y haga la vista gorda a muchos absurdos que de a ratos pegan el grito.

La trama se vuelve coral. No todos los personajes ensamblan bien con el prota. Algunos hasta podrían descartarse. Se puede observar una obsesión cuasi voyeurística en la manera en que las cámaras se detienen sobre las cámaras de seguimiento. Un aura egocéntrica/narcisista sobrevuela toda la historia y logra cierta armonía en cómo finalmente resulta ejecutada.

El final, a spoilers. Sin revelar demasiado

La madre encarrila por terrenos conocidos: cuidado con esa madre cabreada, mercenaria, letal, combatiente, super mega hembra, viuda negra de los infiernos. Ni se les ocurra tocarle a la cría.

Desde el tópico/típico, el guión va saltando como piedra haciendo patito sobre la superficie de un lago gélido. La carne al asador son y serán siempre las escenas de acción (todo hay que decirlo: muy claras y nítidas en su ejecución, con una edición organizada. Una peli de acción "correcta", como mínimo).

Pero hay un contexto atrás y la trama no profundiza. Mete algunos flash backs como por un tubo. Ni los enemigos de JL parecen tener profundidad narrativa, ni su compañero sacrificado, ni la familia adoptiva de la niña. Todo huele demasiado a cartón mojado dentro de un ritmo ágil que cuando se detiene y desarrolla...pues que no llega a darle consistencia ni solidez a la historia que se cuenta. Dejan que la prota se encargue de todo y resto del operativo se sigue por teléfono. No tiene sentido.

G. G. Bernal hace un cameo. No es más que eso. Es la escena más desaprovechada de la peli (¿en serio ese mafioso va a acercársele a la prota guerrillera con las guardias tan bajas?). JL tiene un look de modelo pulcra con piel tersa que no cuadra con su profesión (una cicatriz, una antigua herida en el rostro, algo, lo que sea). Su registro como mujer heavy va a medias, y su desempeño emocional como madre que se reconoce como tal, lo mismo. Es un casi. La peli es un "casi" desde la dirección de actores.

Así va pasando la narrativa, a los tiros/palos/navajazos de principio a fin. No busca arriesgar (la niña parece de lo mejorcito en cuanto a desarrollo dramático). Y así queda el resultado final. Como una tremenda punta de iceberg.

Resulta que Tarek, el prota, se encuentra apático con su familia. Se enamora, obsesiona o lo que sea con una becaria de su trabajo y la sigue hasta un complejo hermético ubicado en medio del desierto. Tiene la esperanza de casarse en privado y salir de la monotonía familiar. Pronto se da cuenta de que en ese lugar algo no anda bien.

La idea troncal de The Matchmaker es prometedora. Hay una historia que explotar, y vale también destacar que su juicio moral es 100% de medio oriente. Un argumento así en occidente solo podría pasar como comedia o autoparodia. En la peli que nos ocupa el tono es deliberadamente serio, introvertido y con una carga de intriga que...

La intriga y el suspenso son el plato fuerte. Las herramientas elegidas explotan el plano fijo (de hecho algunos encuadres estáticos parecen sacados directamente de las artes plásticas). Los personajes apenas se mueven dentro del marco ofrecido. La idea, medianamente, se consigue: algunas escenas se plasman contundentemente, generando incertidumbre.

Pero, ay, que el supuesto misterio y todas esas intenciones ocultas se revelan en una secuencia a los pocos minutos de empezada la peli. El espectador adivina fácil hacia donde irán los tiros. Los diálogos son escasos y no aportan mucho. El prota parece un mero instrumento para que la trama avance. No se sabe nada de él, ni lo que piensa ni lo que siente. La peli termina por ofrecer solo intriga: ¿Qué está pasando allí? Ese es el único sostén argumental..

The Matchmaker podría resumirse como un ejercicio inofensivo en torno al suspenso para que el espectador sienta curiosidad y se deje llevar, como lo hace el prota, hasta la resolución final. Toda la carga metafórica y moral no se desarrolla, dejando al descubierto una falta de consistencia argumental que le juega en contra.