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Críticas de Manospondylus
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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
6
1 de mayo de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá sea porque ya han adaptado casi todas las novelas de Monogatari, pero parece que Shaft pretende convertir la franquicia de Puella Magi Madoka Magica en su nuevo buque insignia y gallina de los huevos de oro. Raro es que hayan tardado tanto, pues aunque la serie original de Madoka no fue el primer anime mahō shōjo adulto y con un giro oscuro, la combinación de chicas mágicas con una historia que mezcla Fausto y 2001: Una odisea del espacio le valió un éxito mucho mayor que el que el estudio había imaginado y se convirtió de inmediato en una serie de culto, un punto de inflexión en su género y una de las obras de referencia del anime de todos los tiempos.

Por supuesto, no tardaron en aparecer producciones que imitaban su temática y tono, tanto mahō shōjo como de otros géneros (WIXOSS), pero, sorprendentemente, el estudio responsable, Shaft, no se lanzó a sacar secuelas, pese a que muchas de las series surgidas a raíz de su fama no tardaron en contar con varias temporadas e incluso películas, aunque tuvieron un éxito más moderado. Y es que mucha gente se llevó cierta decepción porque esperaban que todo estos anime estuvieran a la altura de Madoka Magica, si no por encima. Irónicamente lo mismo le ha ocurrido a esta serie.

La continuación de Madoka llegó, no obstante, 2 años después y en forma de película, Rebellion, una secuela estrafalaria y genial que presumiblemente tendrá continuación (dado su desenlace), aunque no sea nada fácil de continuar. Quizá por eso, para aprovechar el rendimiento comercial de Madoka, han optado por los spin-offs, ya que, debido a las características de la obra, se presta mucho a ello. Durante años se han publicado algunos en forma de manga que, en los mejores casos, no pasan de ser entretenidos thrillers con chicas mágicas (los más destacables serían The Different Story, que profundiza en los personajes con menos tiempo en pantalla en la serie original, y la intercuela Wraith Arc).

Pero no es hasta 2020 cuando, tras una exitosa incursión en el mundo de los videojuegos, la franquicia estrena su primer spin-off animado, Magia Record: Puella Magi Madoka Magica Gaiden/Side Story, basado en el videojuego del mismo nombre y desarrollado por un equipo secundario: Akiyuki Shinbō cede la dirección a su codirector en las películas de Madoka, Yukihiro Miyamoto, y a Gekidan Inu Curry (o lo que es lo mismo, Ayumi Shiraishi y Yōsuke Anai), responsables de los laberintos y las Brujas en Madoka Magica y Rebellion, y aquí también se encargan del guion; es decir, el escritor de Madoka Magica, Gen Urobuchi, ni está ni se le espera, y eso no es una buena noticia.

Como el factor sorpresa ya se perdió en Madoka Magica, esta serie se muestra como un thriller de fantasía oscura desde el principio: Iroha es una Chica Mágica que sospecha que alguna vez tuvo una hermana pequeña a la que nadie recuerda. Un día, en la pelea contra una Bruja encuentra lo que parece un pequeño Incubator (como una versión de Kyubey chibi ridículamente más kawaii) que le devuelve algunos recuerdos sobre su hermana Ui. Por si fuera poco, otras Chicas Mágicas han tenido un mismo sueño en el que una niña les dice que si van a la ciudad de Kamihama, pueden ser salvadas (es decir, dejar de ser Chica Mágica); pero en seguida aparece Yachiyo asegurando que todo eso es falso y que allí hay más Brujas que en las ciudades vecinas y son más poderosas.

Aquí empieza un tramo sobre leyendas urbanas (algunas bastante absurdas) en Kamihama que prueban ser ciertas. Por supuesto, todo esto parece estar relacionado con la proliferación de esas Brujas (que no son tal) en esa ciudad y, seguramente, con la desaparición de Ui. Sin embargo, durante bastantes episodios, Iroha no hace ningún progreso (ni parece intentarlo) y Magia Record sólo nos ofrece capítulos en los que las Chicas Mágicas investigan esos rumores que terminan revelándose como algún enemigo random (los Uwasa), mientras de fondo se conforma el hilo argumental de las Alas de Magius y los Doppels, dejando de lado el conflicto inicial y dedicando poco tiempo a los personajes, que son demasiados (muchos irrelevantes) y son introducidos de golpe e incluso en grupos. Por lo menos no son tan estereotipos flanderizados como parecen en un principio, pero, en general, prueban ser más simples y menos interesantes que los de la serie original de Madoka Magica. Por ejemplo, desde un principio, la dinámica entre Iroha y Yachiyo recuerda demasiado a la existente entre Madoka y Homura, en parte por sus personalidades y en gran parte por los diseños (todos obra de la mangaka Ume Aoki), pero está mucho peor desarrollada.

Sin embargo, si hay un error realmente grave, no es otro que las niñas que dicen haber creado una máquina de movimiento perpetuo (además animada en un CGI espantoso). Es un detalle pequeño y no tiene ninguna repercusión en la trama, pero de ser cierto se cargaría la lógica interna de todo su mundo, porque si unas niñas pueden saltarse así las leyes de la termodinámica, ¿por qué demonios una especie de aliens avanzadísima tiene que montar todo el sistema de las Chicas Mágicas para frenar el aumento de la entropía del universo?

En parte debido a su extensión (sólo la primera temporada de Magia Record ya tiene una mayor duración que la serie original completa), es también un anime más lento. Si Madoka tenía su primer punto de inflexión en el tercer episodio, aquí todo es más gradual. En su día me quejé de que a Madoka le habría venido bien un par más de episodios para desarrollarlo todo con más calma, pero esto es pasarse, sobre todo porque no hay tanto que contar. Magia Record sencillamente relata una historia sobre una serie de intrigas interrelacionadas, más centrada en el misterio que en la psicología de los personajes, irregular, estirada y que resulta más liosa de lo que debería. Y no es un problema tanto del argumento como de la forma en la que está contado, porque... bueno, con Shaft hemos topado.

(Sigue sin spoilers)
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Manospondylus
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1
26 de diciembre de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante la secuela de un anuncio de loterías, lo que es más que suficiente como para no querer saber nada más del asunto. Aun así, por algún motivo absurdo, acabé viéndola.

Quien conozca el dichoso anuncio ya sabe de qué va todo esto: un perro, Pancho, al que le ha tocado la lotería y ahora le sobra el dinero. Nada más. El resto es una sucesión de sketches horrendos y sin gracia (la conversación respecto a la expresión "blanco y en botella..." conforma un diálogo tan malo que ya está en el bochornoso podio de la comedia fallida); y un buen número de escenas poco inspiradas o directamente copiadas, también sin gracia. Se supone que sigue el "argumento" del citado spot, con el perro ya millonario (Cook, el mismo del anuncio y que también apareció en la comedia televisiva Aquí no hay quien viva, donde encarnaba al perro de Vicenta). Hay un malo malísimo sin más propósito en la vida que el de hacerse con el perro para no sé qué jugada comercial; y, cómo no, cuenta con un par de esbirros patéticos que llevarán a cabo la misión, por supuesto, sin demasiada destreza. Pero Pancho acaba en una especie de campo de adiestramiento de perros (no falta el estricto instructor) en el que tratarán de encontrarle una familia, mientras su abogado/mayordomo lo anda buscando. Y también hay mucha (pero mucha) publicidad de una conocida marca de piensos, lo que no debería sorprender en la continuación de un anuncio.

A Iván Massagué lo considero un buen actor, con talento para la comedia. Lo mismo puedo decir de Secun de la Rosa. No entiendo qué demonios hacen en este despropósito. Patricia Conde también anda por ahí haciendo de florero (ni siquiera falta la escena en la que se va probando vestidos, estilo Pretty Woman), pero, aquí al menos, parece que actuar no es lo suyo.

Sintetizando, no recomiendo esta cosa absolutamente a nadie. Es una hora y media, que se hace eterna, completamente perdida; colmada de humor rancio y desfasado. Habrá quien diga que lo que ocurre es que la "película" va dirigida a un público infantil. Si eso es cierto es que los responsables creen que los niños y niñas no merecen algo con un mínimo de calidad (lo que no es la primera vez que ocurre, ni será la última). De todas formas, infantil o no, nada excusa que Pancho, el perro millonario sea tan increíblemente estúpida.


Aspectos positivos: El perro es mono.
Aspectos negativos: La publicidad no muy encubierta, la pésima interpretación (por llamarlo de alguna manera) de Patricia Conde, los gags copiados y sin gracia, los chistes con aún menos gracia y, en fin, todo lo demás.
Puntuación: 1
Manospondylus
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Frozen: Una aventura de Olaf (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2017
3,8
2.160
Animación
6
25 de diciembre de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iba a titular la crítica con un palabro tipo "sobrecomercialización" o algo así, pero no quería perder la tradición (ya que este corto va de eso) de poner un pomposo título en inglés que no es sino una cita extraída de la entrega de Frozen en cuestión, dejando así constancia de mi descontento con las más que mejorables adaptaciones al castellano que se han hecho con esta saga.

Por otra parte y como rara avis que soy, no he venido aquí a desahogarme porque me obligaran a ver algo en lo que no tuviera el más mínimo interés, como le ocurrió a mucha gente que acudió al cine para ver Coco (gran película, por cierto), sino que voy a intentar escribir una reseña intemporal que pueda ser de alguna utilidad a quien la lea ahora, pues como "the past is in the past" y el de aquel incidente han pasado años, este corto no tan corto es lo que queda y supondré que quien busque una crítica del mismo quiere leer algo más que una simple queja desfasada.

Pues eso, como era de esperar, estamos ante otro obvio ejemplo de explotación de una franquicia bastante popular, y particularmente de Olaf, un alivio cómico (también elemento simbólico) ascendido aquí a protagonista cuyos gags y chistecillos ya sobraban en algunos momentos de Frozen, y volverán a estar de más en un par de escenas de Frozen II (aunque en general su papel cómico está más pulido en esta secuela). Y el hecho de que ni los directores ni los compositores de Frozen formaran parte de este proyecto tampoco presagiaba nada bueno.

Olaf's Frozen Adventure fue concebido y producido como un corto para TV siguiendo la un tanto hortera tradición de los especiales de Navidad para televisión derivados de películas y series exitosas, porque en Disney pensaron que si Star Wars lo tuvo, ¿por qué no Frozen? Además, alguien en Disney pensaría que la temática encaja perfectamente (Navidad, invierno, nieve, Olaf, familia... así a priori ciertamente lo parece), aunque esa sea sólo una apreciación muy superficial y Frozen en realidad no tenga nada que ver con esa fiesta, por mucha nieve que salga.

La historia transcurre durante la primera Navidad/Yule en Arendelle después de los eventos de la primera película y de la reconciliación de Elsa y Anna, por lo que cronológicamente este corto se sitúa entre Frozen y el corto Frozen Fever (sí, es una cronología innecesariamente retorcida), cuando Olaf se propone encontrar una tradición navideña adecuada para las dos hermanas. Contrariamente a lo que se intuye, la trama no se centra exclusivamente en la Navidad ni profundiza en ella como tal (ni moderna ni mucho menos tradicional), sino que pasea superficialmente por una amplia variedad de fiestas que ocurren en torno al solsticio de invierno, lo que incluye la Navidad, Hanuká y celebraciones paganas como el Yule (o Júl), con todas las aleatorias tradiciones asociadas a cada una de ellas que pudieron meter, creando una extraña mezcla que pretende mostrar la variedad de fiestas que coinciden por esas fechas siempre con la familia como elemento común a todas ellas.

Sin embargo, la forma de exponerlas es un tour de Olaf y Sven casa por casa que se hace algo pesado, lo que puede sonar exagerado siendo esto un cortometraje, pero ese tramo sería largo incluso para una película (unos 6 minutos), incluyendo un número musical algo bobo (salvo un curioso segmento) y una escena de acción copiada de la película original, y en el que lo único rescatable es la aparición de Oaken. Tras una secuencia en el castillo, tenemos una breve escena de acción con lobos, de nuevo, algo visto en la primera película.

Irónicamente, durante todo el corto, Olaf busca solucionar algo para Elsa y Anna aunque ellas encuentran una respuesta por sí mismas, así que todo lo que hace Olaf queda en prácticamente nada (es decir, comedia floja y minutos de relleno). Sin embargo, dicho muñeco de nieve sigue teniendo cierto valor simbólico en lo que a la relación entre las dos hermanas se refiere, pero lo que en las películas (ambas) es sutil, aquí te lo tiran a la cara (Anna prácticamente lo verbaliza).

Aún con todo, Olaf's Frozen Adventure es una aventurilla simpática que resultará cuanto menos curiosa para cualquier fan de Frozen (en especial los de menos edad, al ser más sencilla y carecer de la fuerza y las lecturas adicionales de los largometrajes) cuyo principal defecto es un metraje que excede los 20 minutos (comparable a un capítulo de cualquier serie anime o al de una sitcom promedio), lo que resulta algo excesivo para lo que cuenta (aún no puedo creer que alguien pensara que iba a funcionar en una sala de cine acompañando a una película sin relación alguna). En comparación, Frozen Fever, dura unos 7 minutos y por ello cumple bien como un añadido, casi un apéndice, de la película original, cuyo final dejaba con ganas de unos minutillos más (y, quizá, otro número musical de Elsa y Anna).

Por lo demás, reaparecen el resto de personajes principales de Frozen, Elsa y Anna con menos protagonismo y Kristoff que queda reducido a personaje cómico (otro más), lo que no es una gran noticia cuando el humor es, en general, bastante infantil. Como he adelantado, también vemos a Oaken, el secundario más carismático de Frozen y el único personaje fuera del grupo principal que ha aparecido en todos los cortos y películas, que deja uno de los gags que mejor funciona.

Obviamente, como cualquier producción audiovisual de la franquicia, Olaf's Frozen Adventure es un musical. Sin Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez (compositores habituales que, afortunadamente, andaban creando joyas como "Show Yourself" para la secuela), en esta ocasión Elyssa Samsel y Kate Anderson fueron las encargadas de componer las canciones, cuatro en total y dos reprises, que a decir verdad son tan poco memorables como el resto del corto. La más destacable es " When We're Together", con su aire de villancico, aunque está bastante lejos del nivel de los grandes temas de las películas.

(Sigue sin spoilers)
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Manospondylus
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6
12 de julio de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento es sobradamente conocido: la historia de un niño que vive con sus tíos desde la prematura muerte de sus padres que descubre tras su onceavo cumpleaños que es un mago y comienza a asistir a la escuela Hogwarts de magia y hechicería, donde hace unos cuantos amigos (Ron, Hermione, Hagrid...) y encuentra un hogar, aunque pronto todo se ve ensombrecido por alguna fuerza oscura que amenaza dicha escuela, a él mismo e incluso a todo el Mundo Mágico. No es lo más original del mundo, pero indudablemente consiguió conectar con el público gracias a unos personajes muy reales y a un buen manejo de la intriga y del foreshadowing por parte de Rowling.

Lo cierto es que las películas de Harry Potter (como tantas adaptaciones) juegan con cierta desventaja, pues muchas personas fuimos al cine habiendo leído el libro (en mi caso, 5 veces) y no recibíamos muy bien ninguno de los cambios (también es verdad que Rowling siempre estuvo involucrada en el proyecto y evitó más de un desacierto). Además, llevar un texto relativamente largo al cine sin dejar mucho fuera acarrea en la película resultante una duración considerable y cierta falta de ritmo que, en esta ocasión, generó no pocas críticas. Lo cierto es que el guion de Kloves es bastante fiel a la novela de Rowling (salvo por un par de detalles), lo que es de agradecer. Más que el ritmo lento, el problema es que resulta algo irregular y la progresión de la trama se estanca en algunos momentos. En particular cuando aparece algo tan secundario como el Quidditch.

Debo decir que ese deporte mágico es algo que siempre me pareció un tanto innecesario. Es decir, está bien que Rowling aporte detalles como ese para enriquecer su Mundo Mágico, y tanto ella como Columbus intentan aprovecharlo para el desarrollo de personajes (como mostrar que Harry empieza a integrarse en Gryffindor), aunque es algo que apenas se percibe. Pero el problema es el excesivo tiempo que se le dedica, pues aunque este se reduce en las adaptaciones cinematográficas (en esta entrega se elimina un partido completo y no afecta en nada a la trama), sigue ocupando 8 minutos de metraje completamente superfluos justo a mitad de la película, más otros 2 de explicación del reglamento. Puede no parecer demasiado, pero es más de lo que se dedica al encuentro climácico con el villano al final (unos 7 minutos).

Aunque le reconozco el mérito a Kloves y a Columbus de estructurar la información, y en una película que da comienzo a una saga y sirve de presentación de buena parte de su universo, hay mucho que contar. En los primeros 50 minutos quedan perfectamente establecidos los principales personajes y varios de los escenarios más importantes de la saga, lo que es fundamental en una película enfocada al público infantil.

Pero es en el momento más importante en el que el guion falla. No me refiero a detalles cuestionables como las medidas tomadas para proteger la Piedra (una yincana de pruebas mágicas aleatorias), que son en su mayoría una chorrada porque resulta obvio que no hace falta ser un gran mago experimentado para superarlas (y la partida de ajedrez que vemos me chirría bastante). De hecho, la única que tiene sentido es la última y no necesita en absoluto a las anteriores. Pero todo eso es cosa Rowling y cumplen la función de permitir que Ron y Hermione se luzcan algo y no de la sensación de que Harry lo hace todo solo, aunque al final todo recaiga sobre él.

Esa única pega importante que le pongo al guion de esta película es un cambio en el final, seguramente para que quede más espectacular en pantalla o porque Kloves pensó que no se entendería bien lo que ocurre en la novela, que desvirtúa significativamente el tono y el mensaje, porque los actos de Harry son moralmente cuestionables (y de paso cuela una incoherencia en la saga relacionada con los Thestrals). Menos mal que en seguida aparece el Dumbledore de Richard Harris con unas acertadas frases mucho más fieles al trabajo de Rowling para dejarnos con buen sabor de boca (mucho mejor que el que le debe quedar a él con las grageas Bertie Bott).

Y es que quizá sea en las escenas más sencillas en las que Columbus salga mejor parado. Por ejemplo, Harry hablando con Dumbledore frente al Espejo de Oesed o Harry simplemente paseando con Hedwig por un patio de Hogwarts durante las vacaciones de Navidad son de los momentos más conseguidos y que mejor transmiten esa mezcla de magia y encanto, por un lado, y soledad y melancolía, por otro, propio de la saga literaria.

Respecto al elenco y las interpretaciones, los actores y actrices más veteranos hacen un buen papel en general (a destacar Harris, Smith, Coltrane y Rickman, quien da el pego pese a tener unos 23 años más que su personaje), como era de esperar, pero también encontramos alguna actuación algo exagerada más propia de unos personajes caricaturizados de película infantil de los 80-90 (al estilo de otras películas de Columbus como Solo en Casa), especialmente los Dursley y Quirrell. Además, aunque no lo parece a simple vista, también interviene Warwick Davis interpretando a distintos personajes de escasa altura. Que esté irreconocible con tanta prótesis cuando hace de duende de Gringotts es comprensible, pero no tiene mucho sentido las pintas que lleva como el profesor Flitwick. No sólo lleva más prótesis en la cara que de duende (además de una barba postiza), sino que su aspecto es más extraño y falso. Lo mala idea que resultaba queda patente desde la 3ª película, cuando Flitwick cambia a un diseño más natural y en el que Davis es perfectamente reconocible.

Por otro lado, los debutantes Rupert Grint y Emma Watson apuntan maneras ya desde esta entrega. No sólo están mejor que Daniel Radcliffe en sus respectivos papeles sino que resultan casi siempre creíbles (más o menos). Radcliffe por su parte está entre lo pasable y lo terrible. Su falta de experiencia es obvia, aunque era el único de los tres que ya había actuado anteriormente.

(Continúa sin spoilers)
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Manospondylus
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6
22 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si ya lo dice Tong, el mango gusta a casi todo el mundo. Es una fruta muy completa, pues contiene mucha vitamina C, vitaminas A, B1, B2, B3, B5, B6, B9, E y K, calcio, hierro, zinc, magnesio, manganeso y beta caroteno, del que si se abusa te vuelve la piel naranja (carotenodermia). Es bajo en calorías, tiene un efecto antioxidante y es de fácil digestión. Algo parecido puede decirse de los dragones. ¿A quién no le gustan los dragones? No son tan saludables como los mangos, es más, ni siquiera son reales, pero sí son más variados (en personalidad, procedencia, poderes, tamaño, color, forma, número de cabezas y extremidades... como los wyverns que, sí, son dragones, de hecho, dragones heráldicos) y siempre han destacado entre las demás criaturas de los vastos catálogos de fauna mitológica de todas las culturas por su poder, astucia, elegancia y sabiduría. Podría decirse que, a diferencia de los mangos, los dragones son tan alucinantes que no necesitan existir para serlo. Al contrario, su condición de imaginarios les beneficia en este sentido.

Por supuesto, estas criaturas tienen un extenso recorrido en el cine y la TV, porque habiendo dragones por medio, muy mal tiene que hacerse todo lo demás para que no den buen resultado. Como ejemplos famosos, encontramos desde al expresivo y cruel Smaug el Terrible a los variopintos y casi siempre más amigables dragones de Cómo Entrenar a tu Dragón, pasando por personajes tan inolvidables como Vermithax, Falkor, Draco, Dragona, Drogon, King Ghidorah y Nigihayami Kohakunushi. Por supuesto, una compañía de la talla de Disney los ha llevado al cine en varias ocasiones, como en Pedro y el dragón Elliott, película de 1977 que tuvo un remake en 2016. Sin embargo, los dragones no han gozado de mucha relevancia en los Clásicos Animados, pues, en 58 películas realizadas a lo largo de 82 años, sólo hemos tenido las transformaciones de dos hechiceras, Maléfica y Madam Mim, y al sidekick y alivio cómico Mushu. Finalmente, el Clásico 59 llegó para otorgarles el protagonismo que merecían también en esta filmografía.

Con una acertadísima ambientación basada en los paisajes y culturas del sudeste asiático (Laos, Camboya, Vietnam, Malasia, Indonesia y Singapur) en la que no faltan los dragones asiáticos (long, rồng, ryong, ryū) también inspirados en los nāga de la mitología hinduista (deidades del agua con apariencia de serpiente y rasgos humanos, a menudo el término se extiende hasta englobar a cualquier dragón), Raya y el Último Dragón es un filme heredero del cine Disney de temática princesil, aunque ya muy alejado de los estereotipos y esquemas añejos (no tanto de según qué clichés cinematográficos), y que, para alegría de mucha gente y decepción de otra mucha (entre quienes me encuentro), prescinde de los números musicales.

Sin embargo, el argumento no es muy original, es decir, no es original en absoluto: la ficticia tierra de Kumandra, que se nos plantea como idílica con humanos y dragones coexistiendo en armonía, es asolada por los Druun, unos seres con el poder de convertir en piedra a quien tocan; los últimos dragones se sacrificaron para crear una joya que los mantuviera encerrados, pero cuando estos escapan, la única esperanza es encontrar a Sisu, la última dragona de la que se dice que pudo haber sobrevivido. Sin embargo, contrariamente a lo que sugiere la sinopsis, la trama no se centra en la búsqueda de Sisu sino que salta, por medio de una elipsis de años, al momento en el que Raya la encuentra y juntas comienzan a reunir los fragmentos de la joya que funciona como MacGuffin durante todo el segundo acto (sí, esto recuerda bastante a InuYasha). Paralelamente, a ellas se irán uniendo personajes que han perdido a alguien a causa de los Druun, conformando una peculiar compañía de historia de fantasía con todos sus integrantes bien definidos pero sin profundizar mucho en ninguno por cuestiones de tiempo y ritmo (salvo, obviamente, Raya y Sisu). Así pues, Raya y el Último Dragón se resume en una mezcla de Moana y un shōnen cualquiera.

Desafortunadamente y pese a varios diálogos de exposición, algunos detalles de la trama no quedan nada claros. Hay sacrificios que parecen bastante gratuitos y dejan la impresión de que el personaje en cuestión simplemente se está rindiendo (no es el caso, pues se entiende que confían en ser salvados, pero dada la situación queda un pelín exagerado). Por ejemplo, en ambas entregas de Frozen encontramos algo similar, pero mucho más justificado. Y, cómo no, de cara a la conclusión hay un deus ex machina bastante cantoso; y no me refiero a cómo los protagonistas resuelven sus problemas, que era algo que ya habían sembrado aunque pueda parecer abrupta su realización, sino a lo que pasa después, que no había sido anticipado y queda como salido de la nada (es sabido que fue cosa de Osnat Shurer, productor del filme, que creía necesario el incluir un final tradicional Disney).

Por otro lado, esta película tiene mucho humor, más de lo que suele incluir un Clásico Disney y en algunos momentos funciona muy bien y en otros, por saturación de gags, no tanto.

Otro aspecto en el que Raya y el Último Dragón sobresale entre los Clásicos Disney es el las escenas de acción física de espadas y puños. Tras lo tibios que se mostraron en Disney con Frozen II, no esperaba mucho, pero este filme ofrece unos combates bien coreografiados y dirigidos que son más espectaculares e intensos que los de algunas películas de imagen real (sin ir muy lejos, el remake live action de Mulán que salió unos meses antes). Los enfrentamientos entre Raya y Namaari (deuteragonista que hace de principal antagonista) son los más impactantes y sorprende lo poco que han tirado de flipadas y acrobacias absurdas siendo que en animación pueden tener un pase. Aunque se agradecería que la relación entre ellas, de amienemistad (puede que con una ligera tensión romántica beligerante) o lo que sea, estuviera más matizada y desarrollada.

(Continúa sin spoilers)
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Manospondylus
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