Conseguí ver esta película mucho después de ver otras más conocidas de ese perrico verde llamado David Lynch. Supongo que esperaba una explosión de genio primerizo, además de ese toque lynchiano tan difícil de explicar pero tan fascinante (y a veces cansino). Error por mi parte. Ésta fue su primera película, realizada con medios artesanales, con un rodaje que se prolongó una burrada, llena de problemas desde el principio. La experiencia previa con Lynch te deforma la mirada.

Pero ahí tenemos a Lynch, de todas formas. Extraño, esquivo, siniestro, orgánico, con una pizca de inocencia y mucha maldad.

Me atrevo a definirla (vale, lo he leído en un libro) como una meditación kafkiana sobre la paternidad y sus peligros, ya que el protagonista (un magnífico Jack Nance con un pelo de punta que se ha convertido en icono del cine subterráneo) lo empieza a pasar fatal al tener un hijo. Todo eso acompañado por una ambientación de pesadilla y con un guión borracho. ¿Qué es un guión borracho? Pues uno que da bandazos. El blanco y negro favorece a la película, ya que así destacan las fantasmagóricas partículas que llenan el espacio. Y los efectos de sonido son simplemente geniales: ¡oímos el silencio!

Tan extraña que no sé muy bien que nota darle. Las seis estrellitas son un consenso entre la parte de mí que se reía a carcajadas mientras la veía y la parte que seguía dándole vueltas a la película semanas después.

Sigo en el spoiler para comentar escenas clave (absténganse l@s que no la hayan visto):

La película que nos ocupa narra las vicisitudes galácticas que supuestamente padeció un leñador llamado Travis Walton. Esto es, el señor Walton desapareció un buen día, no fue al trabajo y hubo conmoción en el pueblo donde vivía. Posteriormente reapareció en pelotas y diciendo que unos hombrecillos grises (más bien anaranjados) y cabezudos del espacio lo habían raptado, hecho guarrerías en su platillo volante, y luego abandonado en la cuneta. No es broma: lo dijo de verdad.
El caso es que vi esta película una madrugada de esas en la que tienes insomnio y no sabes qué hacer, así que pones la tele: teletienda... porno antiguo... tarot... teletienda... anda, un telefilm sobre encuentros en la 3ª fase, vamos a verlo. Efectivamente, era un telefilm, como los que echan los domingos por la tarde en Antena 3: "basado en hechos reales y toda la pesca". Tenía todo: los planos televisivos, abusando de los primeros planos de los actores y del plano/contraplano de sus caretos; un actor conocido con necesidad de pasta (James Garner) como reclamo; un desarrollo cansino; un guión machacón que lo explica todo cuatro veces por si acaso; música de ascensor, etcétera.
Pero más a menos a mitad de lo que parece un bodrio de padre y señor mío aparece la sorpresa, y entonces todo cambia. Tras ver la peli, seguí sin poder dormir, pero ahora era porque me daba miedo apagar la luz...

Soy una persona nerviosa, con muchas neuras, que si va por la carretera, es de noche y no hay mucha luz se jiña vivo. De ahí que esta película me haya provocado pesadillas.
Estoy de acuerdo en que hay muchos agujeros en la trama, no dudo de que los productores hayan querido tirar sobre seguro montando un "Paranormal alien activity", desde que luego que Milla Jovovich da más el pego despachando zombis de Umbrella, claro que su estreno vino precedido de una publicidad poco menos que fraudulenta.
Pero me dio miedo, mucho miedo.
Las imágenes "cámara en mano" tienen un poder extraño sobre la mente humana: en estos tiempos descreídos, una cosa salida del Youtube es el colmo de la veracidad. Por eso las escenas de "abducción a distancia" que aparecen esparcidas por la película tienen una enorme fascinación, algo casi primitivo que apela directamente a la amígdala.
Y en el spoiler la mejor escena:

Siempre he tenido sarpullidos al oír la sola mención del nombre "Tom Cruise", de modo que sí, hay un montón de prejuicios en esta opinión, pero... ¡Tom Cruise! ¡El horror!
Dejando a un lado al gesticulante actor, la película carece a mi entender de algo fundamental: emoción. No sé si es por que tengo un corazón de piedra, pero las desventuras de los samuráis y su ayudante yanqui no me llegan en ningún momento. De hecho, me producen bostezos.
El apartado técnico es bueno, claro:hay batallas impresionantes aunque un poquillo confusas, mucho cabalgar, muchos extras yendo de un lado para otro, mucho humo y mucho cruce viril de miradas mientras la música épica sube de volumen. También hay muchas conversaciones que duran minutos eternos y un montón de suelos de madera relucientes. Tanto es el marasmo que a mitad de película te desentiendes y empiezas a notar un creciente dolor de cabeza.

Sí, hasta James Cameron... claro que él por lo visto no tuvo mucho que ver con el resultado final de esta patata acuática.
Aquí se sigue la regla no escrita de que "Segundas partes no son buenas, son jodidamente horrorosas" a rajatabla: todos los aspectos de la película rayan a un nivel abismal, el mismo abismo del que salen las pirañas marinas voladoras que protagonizan el engendro. ¿Los actores? Mejor no hablar. ¿La música? Bueno, no desentonaría en una peli porno. ¿Guión? ¿Mande? ¿Efectos especiales? ¿Dónde?