Y si se quedara a los pies de su cama toda la noche mientras descansa en un hospital...

Y si recibiera como regalo un polo rosa y un pantalón azul para estar más cómodo en la primera cita...

Y si, de repente, volviera a creer que no hay nada más bello en este mundo que ver su carita mientras duerme...

Y si, mientras descansa, le retirara con cuidado el pelo y le acariciara suavemente la oreja...

Y si recorriera la suavidad de su brazo, abandonando por un momento su realidad...

Y si creyera que puede empezar de cero...

Y si volviera a tener esperanza...

Y si deseara poder cuidarla toda la vida...

Y si había creído que todo eso no volvería a suceder...

Y si ser correspondido pudiera ser posible...

¿Daría entonces la vida por ella?

Sólo por lograr que siguiera sonriendo, la daría... Aunque ella no le quisiera.

"¿Y si tuviéramos hijos?"

"¿Y si nos casáramos?"

Monumental obra maestra, plena de hondura y destreza, maravillosa tanto en su forma como en su fondo. El Japón del año 1950 le sirve al maestro Ozu para exponer las muchas capas y texturas que adornan y caracterizan al ser humano, sea de donde sea.

En la historia de dos hermanas durante la posguerra y protectorado norteamericano encontramos descrito con calma y trazo fino lo universal del amor, de la familia, del dolor, del sufrimiento y de la esperanza. La historia entre la mayor de ellas y un apasionado de las antigüedades viajado por Europa desprende ternura y delicadeza. Todas las relaciones humanas se entrelazan, transportándonos al país nipón, aunque nunca hayamos viajado. La humanidad y generosidad del padre de las dos protagonistas atraviesa el corazón y nos hace sonreir.

En Ozu atisbamos la precisa escritura del gran Natsume Soseki, pero también los planos más icónicos de la inolvidable Deseando amar de Wong Kar Wai. Son tantos los momentos que emocionan, que resulta imposible quedarse con uno solo.

Más que una película, una radiografía del ambiente que hoy en día pueden estar sufriendo en los colegios. Interesante, aunque difícilmente calificable como cine al uso, constituye casi un documental sin intrahistoria ni posiblidad de empatizar con los personajes. Sobria, áspera, sencilla y punzante... para aquel al que le interese ese mundo. Para el resto, asumible pero nada apasionante.

Film discreto e interesante que no va más allá de ser una rápida radiografía de ese reducido mundo. Ambientada en las interioridades del boxeo femenino, nos muestra la vida de dos primas que pelean por hacerse un hueco en esa durísima rutina de entrenamientos, madrugones, golpes y decepciones. Dos personas diferentes, unidas por una ambición y una rabia interior mal dirigidas.

Aquel al que le interesen los entresijos del boxeo encontrará un sobrio relato de complejas personalidades que utilizan sus puños para esconderse de la realidad de sus vidas. Destaca la caracterización, libre de artificios -más allá de algunos planos a cámara lenta- de toda esa atmósfera pugilística y el modo en que en ella se intercalan las dudas de sus protagonistas. No constituye, sin embargo, el boxeo una excusa para contarnos lo demás, sino que es principal protagonista de la maduración que en ellas se producirá, y que concluye con un precioso plano final indicador del cierre de una etapa

Alejado de una sociedad que nunca le tuvo en cuenta, sin nadie por quien le merezca la pena volver, aparece John Rambo en la parte final de sus días. Olvidado en la frontera de Tailandia, es requerido por unos misioneros occidentales para cruzar el recodo del rio. Tras su negativa inicial, será Sarah, la única persona del grupo que parece reparar en él, la que hará que, movido por un humano sentido de protección hacia ella, acceda a ayudarles. Comenzará aquí, un viaje que le llevará hasta su personal catarsis, hasta una profunda conciencia de su naturaleza animal. Hasta la rendición final ante sí mismo.
La rendición de un hombre consciente de que sólo se tiene a sí mismo, un hombre que se sabe prescindible (Rambo II) y que aún así, ha decidido continuar adelante. ¿Es ese un personaje del que nos tengamos que reir?. ¿Acaso no es terrible no haber sido tenido en cuenta por nadie?. ¿Debemos pensar que ya no tiene nada que decir?
Siendo uno de los personajes más abandonados del cine, y uno de los más parcialmente tratados por la crítica, es el propio director, el que nos demuestra, en la magnífica escena final, que Rambo todavía está dispuesto a darse una oportunidad. Es valiente afrontar de nuevo el camino a casa, sabiendo que es posible que nadie esté esperando. Me parece elogiable el cariño que Stallone demuestra; la romántica idea de acompañarle hasta el final.
Pudiendo elegir, esta es la parte de John Rambo con la que me quedo, y creo que lo mismo pretende el director.
Tras una estructura tan sencilla como en las dos anteriores, late, no obstante, el trabajo técnico más impactante que he visto. Las escenas de acción más brutales en la gran pantalla, superando el sadismo de Battle Royale. Mucho más verosímiles que en sus antecesoras, no se recrea, sino que las encadena de modo preciso, constituyendo un hito la explosión en el bosque.
Me pregunto si al final, no acabaremos todos emprendiendo también el camino a casa.