¡Que ganas de ver una buena película de la saga Alien! Si es que los cortos y los videojuegos saben transmitir mejor ese horror espacial, esa sensación de soledad en el infinito, ese abandono y ese peligro en una nave mal iluminada que las mediocres películas del último Ridley Scott. No se como será el juego, pero el corto es bastante redondo. Lo dicho, barran a los directores y guionistas del cine y metan a los de los videojuegos.

Socialité. La crème de la crème. La élite. La hay en New York y en todas partes. En España suelen tener apellidos rimbombantes, muchos con guión. Y nombres que evocan el siglo de Oro, aunque sus hipocorísticos son tremendamente ridículos. Por el Imperio hacia Dior. Todos tienen en común esa lejanía de la realidad cotidiana de la mayoría de la población. ¿Madrugar?. Elysium. Maseratis y jaguars. Yates. En sus círculos suelen adoptar a homosexuales amanerados para que les sirvan de bufones y les entretengan. Allí y aquí. Todos hemos visto tertulianos con pluma hablar de memeces de la socialité en radio y televisión. De derechas y de la izquierda elitista.

Truman Capote fue un escritor asombroso con una debilidad, le gustaba ser agasajado por la élite. Ejercer de bufón. Conocer cosas íntimas. Entrar en esas casas a las que nadie con sueldo tiene acceso, salvo la servidumbre, los y las amantes y el técnico del aire acondicionado. Una especie que sólo se mezclaban entre sí. Endogamia clasista. Las cisnes eran un grupo de tipejas arribistas, que habían pegado un buen braguetazo y que vivían de la herencia suya o del dinero de sus maridos. Pésimas madres. Capote, en una época de falta de inspiración, decidió relatar sus intimidades y esa exposición que las ridiculizaba no se la perdonaron jamás. Curiosamente, a ellas quién no les perdonó fue el tiempo, quedando obsoletas, unos fósiles vivientes con peinados imposibles y progresivamente olvidadas.

No obstante esta miniserie no va solo de Capote y las cisnes, sino de su relación con las mujeres, sea su madre o su ahijada. Y de su autodestrucción. De sus vicios -siempre los mismos- abusados de manera compulsiva hasta su muerte. Un pobre hombre.

Pero la serie parece deslavazada. Son como momentos. Algunos inventados. Y lo que relatan sobre las cisnes y su vida realmente no interesa, ya que nada dejaron tras de sí salvo la superficialidad más hiriente. Parásitos de la historia. Y se hace demasiado larga. Sobran varios episodios.

Un buen reparto ayuda a verlo, por mucho que nos duela ver a Molly Ringwald con ese aspecto. Hollander compone un Capote histrión, exagerado, pero parece que como era realmente el personaje, con esa manera afectada de expresarse, esos amaneramientos y esos gestos tan teatrales ¿Sería así en la intimidad?

Pero no se confundan. Ese mundo sigue y seguirá existiendo. Aunque evolucione, siempre pecará de la misma manera. Y es que la humanidad no ha cambiado desde que bajó del árbol y se fue a la cueva.

Curioso el dúo Kellogg/Sims. En el año 1959 les dio por rodar dos películas sobre animales que sufrían de gigantismo y les daba por tener una dieta a base de anglosajones sabrosos. Fueron unos animales pequeñitos y muy pacíficos: las musarañas y un monstruo de Gila. En este segundo caso, que es el objeto de la película, usaron un objetivo macro e hicieron andar al pobre lagarto por unas maquetas a escala bastante bien preparadas para los humildes medios que tenían. Ya habíamos visto, arañas, cíclopes, hormigas, escorpiones, mantis y no se cuantos bichejos más que crecían debido a la radiactividad o a la manipulación genética.

En el ranking de películas de estos animales, "Gila, el monstruo gigante" no destacaría, siendo muy corrientita. Sale poco el monstruo, para no olvidarlo, pero quienes llevan el peso del filme es el sheriff y el jovencito rockero con hermana minusválida y gran corazón. Quizás buscaban que las dos generaciones no se enfrentasen sino que se diesen la mano ante un problema mayor. Y más que un filme de bichos que se comen gente, parece una película de catequistas. Tanto amor fraternal empalaga.

No es un mal filme, es uno de tantos. Situado en algún lugar rural de los EE.UU, el sitio perfecto para este tipo de películas. Chicos de pueblo, con sus coches trucados, sus novias vírgenes, sus DJ's y sus fiestas en el granero. American Graffitti, pero con un reptil gigante.

Pues sí. Ya tenemos la película mal escrita y con ínfulas trascendentales, que oculta sus deficiencias con una presunta compleja y aburrida historia sobre multiversos al estilo de la sobrevalorada "Donnie Darko", para la que hacía falta un manual para entender las tonterías y tampoco, ya que todo era simplemente, vacío y apariencia. La gente veía más cosas de lo que realmente pretendía el cineasta. Pero dejaba hablar para engordar la mal ganada fama.

Conocido también como "Beyond the edge" al menos no es un filme de "The Asylum". Un reparto bastante reducido y eficiente- Maher y Van Dien, siempre resultones- con los dos tripulantes de una nave espacial que se encamina al final del Universo. Construida a base de flashbacks tramposos, iniciándose aparentemente al final de la historia, pero que tampoco es así. Alucinaciones, sueños, símbolos para el gafapasta entregado, como si todo tuviese un significado oculto en el filme ¿Es así o simplemente una tomadura de pelo del guionista? ¿Toda esa tecnología obsoleta, con un mano a distancia que parece un walkie-talkie nos indica que estamos en una realidad paralela? Hay muchos objetos extraños y obsoletos para la época en la que se situaría si fuese nuestra realidad -tele en B/N, ordenadores con pantallas fosforito y sin sistemas operativos tipo windows, nada de tablets, todo se apunta analógicamente- ¿La máquina de pinball es una metáfora de la nave y sus tripulantes?. Mentalmente podremos ordenar la secuencia de los hechos si uno se fija bien en las pistas-cuando se rompe la pin-ball, cuando rompen la foto de la ex-novia, etc- otra cosa es que esto realmente importe y sí se hubiese ordenado cronológicamente tendría interés.

Vicisitudes de las tripulaciones de naves por el espacio desconocido y sus realidades hay muchas -desde serias y aburridas - "Rumbo a lo desconocido" y "The last push"- a jocosas y divertidas como la serie "Red Dwarf". Y es importante citar esta serie porque en ella se planteaban situaciones vistas en este filme, pero mejor narradas. Porque sí, el guión es bastante flojito, como si no supiesen contar lo que tienen en la cabeza y lo complicasen para ocultar esa incapacidad.

Con todo y siendo un filme letárgico, a quién le guste "Interstellar" o los filmes soviéticos de anticipación, de esos que dormían hasta a las estatuas, quizás es su filme.

Pues no, no es de monstruos que se comen gente. No es una exploitation de "Tiburón". Va más allá. No es "La garra" donde un cangrejo gigante causado por los vertidos de una central nuclear asola a los lugareños. Aquí es un simple macguffin.
Una serie de muertes en un pueblo costero empiezan a alarmar. Los cadáveres aparecen devorados. Algo parece afectar a las barracudas. ¿La fábrica de fertilizantes allí implantada, con sus vertidos o esos extraños hombres de negro tendrán algo que ver? Un guión muy setentero, fatalista, que recuerda a los de "Expediente X", conspirativo, con demasiada gente implicada, con hechos que parecen de fantasía y sin embargo han ocurrido (ver spoiler). La trama está bien estructurada, va in crescendo. Los intérpretes, en especial los policías, tienen personalidad, desarrollan sus personajes y no son meros arquetipos, como si no es el industrial, el típico empresaurio nefasto.
Escrito y dirigido por los propios actores, relacionados familiarmente con parte del equipo técnico y artístico, resulta un trabajo nada desdeñable, aunque su errónea publicidad -bichos que se comen gente- confunde al espectador y puede ser la causa de la baja, e inmerecida, nota.