Haz click aquí para copiar la URL
España España · España
Críticas de Polimnia
<< 1 5 6 7 8 9 10
Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
4
27 de octubre de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dijo François Truffaut en boca de Bertrand, protagonista de "L’homme qui amait les femmes" (1977), que “Las piernas de las mujeres son compases que recorren el planeta en todos sus sentidos, dándole equilibrio y armonía”. Pues bien, esta parece la máxima que siguió Divine en "Pink Flamingos" (John Waters, 1972), su paseo por Baltimore y su extrarradio es una de las escenas más emblemáticas para el público medio, lógicamente.

Al ritmo de “The girl can’t help it” desfila ese tercer sexo que se erige en la protagonista. Caer en la convención de mencionar que Divine “era” en realidad Harris Glenn Milstead no deja de ser una convención limitadora, y más cuando el personaje ultra-sobrepasa tales extremos. El lenguaje sigue siendo demasiado convencional para hablar de ciertas concepciones del ser.

Si utilizo la etiqueta de “espectador medio”, es para acotar el público en búsqueda de esa persona “normal”, sin afición alguna por el menú de parafilias que muy amablemente, y sin tapujos, nos brinda Waters. Basura por doquier. “Trash” que procura una sonrisa, si uno se permite otorgarse el beneplácito de intentar comprender las coordenadas de ese humor ya sin gusto, inútil la media tinta de “dudoso”.

Ciertamente, "Pink Flamingos" es una performance caduca ya en su mismo visionado, difícilmente el público generalista pediría un segundo visionado. Sin embargo, uno de los elementos alejados del universo de Divine sí es reseñable: la banda sonora. Música de los años 50 y 60, generalmente de populares bandas de cantantes de color, como The Tyrones, The Tune Weavers y The Robins; pero también con el fogonazo de incansables solistas, ahí está Little Richard; y la meliflua Patti Page, que desde luego, no debe estar nada contenta con la escena que adornó su canción.

La filmación es ostensiblemente amateur, de una pobre calidad, y Waters, al no poder grabar el sonido en exteriores, muy sabiamente convierte esta desventaja en un logro consumado, ¿cuál era la solución? La banda sonora. Música que afortunadamente acelera el ritmo de la película, cubre el excéntrico, pero débil guión; y mediante el uso de canciones aceptadas socialmente, incluso conservadoras, genera una parodia del sistema aún más estridente. Celebrar el aniversario de la protagonista con un “happy birthday” de nube de azúcar, elegante, a la vez que propio de la piruleta de Lolita, solo puede abrir el apetito a centenares de huevos. O a gallinas. Para gustos…

Reseña completa en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/10/27/born-please/
Polimnia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
18 de octubre de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para comenzar, lo más sensato será pedir disculpas a Michelangelo Antonioni —y a Roy Orbison—, pero que tanto al severo director como al perpetuamente excitado Russ Meyer se les ocurriera que el desierto era un lugar apropiado para hacer el amor, ya es casualidad en mentalidades tan distintas, además, en el mismo año, 1970.

Meyer en "Harry, Cherry & Raquel!" no pierde el tiempo, si es que lo hace en alguno de sus films, y reduce a propósito el esquemático y burdo argumento a bandas antagonistas hasta la muerte, persecuciones estridentes y litros y litros de pintura roja. Ciertas referencias al spaghetti western en intentos de duelos modernos que entremezclan un remedo de música de ese género, con música funk y mexicana… En fin, un despropósito para ir a lo que le interesa al director, y al espectador —no seré yo quién juzgue, y menos, negativamente—: las mujeres, o mejor aún, su metonimia de rotundos y orondos pechos. Realmente, la fotografía en los créditos y durante toda la película es esmerada cuando retrata los cuerpos de Cherry (Linda Ashton), Raquel (Larissa Ely) y Uschi Digard, ahondar en cómo este recurso los hace parecer suaves y tersos, despierta el tacto del espectador, y por ello se merecen el signo de exclamación en el título, es de un mayor exhibicionismo, si cabe, que el de Meyer.

Sin embargo, es curioso que tal festín carnal produzca aún tanta diversidad de opiniones y tanta negatividad hacia la imagen de la mujer que Russ Meyer ofrece en sus películas. Por lo menos, en Harry, Cherry & Raquel!, las protagonistas actúan libremente, sin coacción alguna, y son precisamente las que provocan diversas situaciones y reacciones en los personajes masculinos (Charles Napier, Bert Santos, Frank Bolger).

A mi parecer, son tan caricaturizados ellos como ellas, ambos sexos son bajo la dirección de Meyer esclavos de su excitación perenne. Ciertamente, el director envuelve toda la película con el halo de fantasía sexual, de mayor o menor gusto —según los gustos, claro— de hombre heterosexual, es por ello que a ciertos ojos comprendo que Russ Meyer pueda parecer machista, misógino, retrógrado y demás lindezas. Pero ¿qué muestra en esta película el director? Simplemente, de un modo muy explícito, a hombres y mujeres que desean practicar sexo y lo hacen, nada más. ¿Acaso es negativo otorgar a los personajes femeninos el mismo papel respecto a su sexualidad, que el que siempre han ostentado los personajes masculinos? Las mujeres en sus películas solo son valoradas por el físico, de acuerdo, ¿pero es que acaso estas reconocen algo más en sus compañeros?

Detrás de la grandilocuencia fácil de Meyer ciertamente se esconde una época: la banalidad en el uso de drogas, la experimentación sexual aunque fuera condenada socialmente, la aceptación positiva del concepto de pareja abierta… Una libertad utópica al fin y al cabo, pero libertad que alcanzará cotas totales en "Zabriskie Point", una película imperfecta, pero sin duda, con un alma verdadera.

Intenso el camino de Antonioni desde el Neorrealismo de sus inicios hasta la vorágine plena de los años 60 y 70, especialmente en el caso de esta película. Un movimiento estudiantil, en Estados Unidos, interracial cercano al Mayo del 68; ejecutando, a su vez, un retrato de un sentimiento purísimo al saber recoger los pecios del idealismo que encerraron esos instantes, que como la eternidad, fueron brevísimos, el tiempo de una explosión.

Paralelo al completo en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/10/12/harry-cherry-raquel-zabriskie-point/
Polimnia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2
26 de septiembre de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Vicky, Cristina, Barcelona" (Woody Allen, 2008) tiene un argumento excelente. Dos turistas estadounidenses, Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) llegan a Barcelona para pasar el verano, por distintas causas y con diferentes objetivos. Tal y como nos relata a lo largo de la película una anacrónica voz en off (Christopher Evan Welch) las dos amigas son muy diferentes entre sí, aunque puede que no tanto. Las dos desean vivir, tan solo que una, aún no lo sabe.

La construcción de los personajes que integran el reparto es terriblemente endeble y de un maniqueísmo tremendo para un director que ha firmado guiones esplendorosos, antes del declive actual, como los de "Interiores" (1978), "Hannah y sus hermanas" (1986), y la que, en mi opinión es la película cumbre de Woody Allen, "Delitos y faltas" (1989).

Cristina es un intento, en atractivo y en moderno, pero en hueco, de ser Joey (Mary Beth Hurt) de "Interiores". Es una grandísima aficionada al arte, y alberga en sí misma su germen, pero la siembra parece no querer llegar nunca. Por ello, se frustra encaprichándose de proyectos infructuosos con la misma ligereza y superficialidad como le ocurre con los hombres. Joey encontrará finalmente su cauce artístico, y no insistiremos en el biografismo que ello implica en este personaje, pero podrá extraer y extraerse de sí misma. Sí, de acuerdo, Cristina se volverá poeta y fotógrafa, pero no alcanzará la trascendencia de los personajes bergmanguianos, será una veleidad más en su lista de cosas que me gustan.

Vicky: la brillante estudiante, la perfecta hija, la novia ideal, pero que había transcurrido toda su vida eludiéndose. ¡Qué casualidad que en el verano barcelonés se producirá la anagnórisis! ¿Qué podría molestar de un personaje que representa una mujer normal, inteligente, sensata, prudente, analítica e incluso difícil? Que Allen la presenta como una infeliz, que Allen cae en la tremenda estupidez de dirigir la mirada del espectador. Cristina, a pesar de ser una eterna adolescente que para vivir románticamente arriesga su salud, será la feliz, la vitalista, la que viva plenamente, y la que viva bien. Vicky será una ciudadana media, volcada en sus estudios, que establece un compromiso, desde luego, cobarde; pero solamente por el hecho de no compartir la inconsciencia de su amiga, será vista como una burguesa gris condenada de por vida a la hipocresía y el aburrimiento.

Ciertamente, el personaje de Cristina es mucho más positivo que el de Vicky en el sentido de la sinceridad y la honestidad con uno mismo. Pero, ¿por qué no nos ha descubierto Allen la mujer que era Vicky, más allá de su faceta de estudiante, madre protectora de Cristina y novia mojigata? ¿Por qué no vemos tan solo que tenía miedo? ¿Y las causas de este? ¿Por qué Vicky debía ser un personaje tan mediocre? ¿Por qué no decir que Vicky y Rebecca Hall eran la única esperanza genuina que podía tener Vicky, Cristina, Barcelona —aunque al mencionar esta película solo se piense en Johansson y Bardem—? ¿Por qué ser Cristina es mejor? ¿A qué precio? Basta ya de tediosas réplicas de Antonie Doinel —y me refiero al personaje de las insípidas secuelas, no al de "Los 400 golpes" (Truffaut, 1959)—.

Sí había dos mujeres, tenía que haber, al menos, dos hombres: Doug (Chris Messina) y Juan Antonio (Javier Bardem). Y una vez más, el maniqueísmo que parece últimamente marca de la casa. Cómo no, el artista bohemio —si Allen entiende por bohemio vestir camisas de lino abultadas por el desgaste chusco y, para más inri, sin planchar…—, español —así lo mencionan constantemente en la película, aunque Vicky estudiara un máster sobre la identidad catalana… Quede al gusto del comensal la frontera de la nacionalidad y sus consecuencias antropológicas—, y que pretende ser una reencarnación de Stanley Kowalski, pero sin violencia. Claramente, debe ser el bueno y eso que para ser español no es torero.

El sambenito de malo le ha caído al pobretón de Doug. Excelente representante del workaholic-ejecutivo-agresivo-estadounidense, se pasa la vida viviendo para trabajar en Nueva York, buscando una casa para compartir con su futura esposa —requisitos imprescindibles: piscina, pista de tenis y que la aprueben su pareja de amigos favorita—, y ¡vaya, la única idea romántica que había tenido en su vida parece que también se sitúa en Barcelona! Claro que por entonces, Vicky —evidentemente, quién si no podía ser su estándar prometida— ya era otra… Otra oportunidad de levar esta película del despropósito que Allen dejó hundirse.

Penélope Cruz parece tener una habilidad especial para interpretar a chonis, no queríamos caer en el término, pero es que la andrajosidad y los harapos que le asestan, sumado a la desidia y vulgaridad continua de sus personajes, y que el único medio que encuentre para expresarse sea gritar, no, chillar que es más onomatopéyico… No nos deja mucha más opciones de la calificación. Que todo ello se comprende porque Mª Helena era otra bohemia, artista total, pero ¡completísima!: pintura, música, fotografía… —evidentemente, su exmarido y su nueva pareja sacaron buen partido de ello. Desde luego, la autenticidad artística de Cristina y Juan Antonio desborda la película—; y que era una atormentada que a la mínima asesinaba y se asesinaba, y por ello tenía ese carácter, ¡ah! y además, el concepto de amor que compartía con el pintor era de un rompedor y original… Y por lo tanto no existía la felicidad, ni el amor, ni la estabilidad… y por ello… ¡todos esos aspavientos! ¡Pero si ya sabíamos todo eso, Woody!

Reseña completa en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/09/22/vicky-cristina-barcelona/
Polimnia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
6 de agosto de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Carmina o revienta”… una reseña complicada de abordar por lo contradictorio de la película y de los sentimientos que provoca. Por una parte, goza de las naturales interpretaciones, o mejor dicho, casi reviviscencias o experiencias de Carmina Barrios y María León, que realizan un trabajo excelente (¿o puede que el papel les fuera demasiado sencillo por la similitud con sus personajes?); así como el resto de intérpretes.

Sin embargo… es una película que se adora, o asquea.
La protagonista confesora es una mujer aguerrida (muy acertada la paronomasia con el título de la autobiografía del Lute) pero sin una pizca de heroísmo, ética, moralidad o sacrificio (desde luego, el Neorrealismo le hubiera dado tintes trágicos a este argumento); si no que desborda su esencia de pícara y “lista” por todo el film. Sin duda para Carmina "la vida es muy de verdad" (¿juego entre realidad/ficción?), sin embargo... no tan "bonita"...

Carmina es un personaje que se hace querer por soportar con ese humor tan castizo de risa amarga, mirada triste e insulto en boca, su gris y monótona existencia (un marido alcohólico; una hija sin futuro y con una hija propia; un bar que no da ganancias…). Pero a la vez, resulta odiado por sus burdas artimañas, sus vulgares bromas, el trato barriobajero con su hija, y especialmente por lo que representa, un colectivo muy arraigado en los arrabales españoles, que no consigue escapar de ese ambiente, y no porque no pueda, sino porque, en muchos casos y lo que es peor, no quiere (el personaje de María es el ejemplo de este caso, una joven que podía estudiar y alejarse de ese mundo, toma el camino fácil… y aún tiene suerte de que la acoja su madre, puede que no sea casual que su madre tenga una "venta" y no un bar, u otro establecimiento).

El resto de secundarios son logros bastante conseguidos, el marido aún consigue trasladar alguna alegría al espectador, más allá de la risa zafia, que en la mayoría de los casos, provoca Carmina.

Basilio, en mi opinión, es el personaje más original de la historia (aunque también es bastante tópica su construcción), al abordar su vida desde el punto de vista de la protagonista, se suaviza su dura situación; e incluso, con una fotografía ciertamente bonita, se le dota de una aura naif, con toques casi irreales. El caso del chatarrero es la excepción, ya que visualmente, toda la película es muy “normal”, cotidiana, gris.. no llega a la estética feísta, ni kitsch, ni hortera, pero tampoco alcanza cotas estéticas remarcables (no se podría comparar con el punto grotesco o esperpéntico de directores, como Fellini, por ejemplo).

Sin duda, la “amiga de la reina” es de lo mejor de la película, por otra parte, el personaje no es nada original, es casi galdosiano en todas esas fantasías y desvaríos (¿Carmina se la cree?); pero un poco de “decencia” aporta equilibrio al film. Es el personaje que puede gustar al público más “burgués”.

Respecto al resto… guión justito, a pesar de la buscada naturalidad, hay escenas en las que solo se oyen exabruptos, aún comprendiendo la idiosincrasia andaluza. Sin embargo, hay algún monólogo, como la reflexión de Carmina sobre la muerte o el soliloquio del marido borracho con la cabra.

El recurso temporal y de confesión de la protagonista ante un receptor sí que vale la pena, por qué… ¿quién es ese receptor? ¿El espectador? ¿Algún personaje? ¿El director del film al que ella cuenta su vida? ¿Hay voluntad documental de ese ambiente costumbrista-callejero (la frase final de Clancy parece una alusión a este aspecto)? ¿Es un monólogo? ¿Un diálogo con su propia conciencia? Muy probablemente sea una autorreflexión de Carmina, que espera que llegue el momento adecuado para recoger el fruto de sus acciones…

Pero volviendo sobre ello, no es nada nuevo… el espectador avezado reconocerá enseguida los recursos: los continuos saltos temporales para no aburrir al público con el manido orden lineal de los hechos, y así mantener la tensión y la intriga, hasta descubrir al final la estrategia de la protagonista para salir a flote; el hecho de que la protagonista y su hija hablen directamente a cámara para buscar la complicidad e identificación del espectador (también aporta un toque de reportaje); el juego realidad/ficción; la casi ausencia de hechos en el film, para potenciar ese puente entre los personajes y el espectador, representando así esa “normalidad”… aunque no se debe despreciar la impresión de “exótico” que puede producir al público más “elitista”, por lo que tiene “Carmina o revienta” de distopía, en contraste con el mundo de otras clases sociales.

Pero, ¿“Carmina o revienta” traspasa el mero hecho anecdótico? ¿Supera los estereotipos y crea personajes, que aunque españoles, sean auténticos y redondos? Se le deben reconocer ciertos méritos, y tener una buena idea de base, pero el desarrollo es burdo, el final queda efectista, y deja al espectador con la sensación de no haber visto apenas nada (no me parece una buena interpretación del tópico “no pasa nada” de Chéjov).

Aún así, alabemos “Carmina o revienta” por poner frente al espectador medio, generalista, “aburguesado” una de las lacras de la sociedad española, aunque sea a golpes de risa grosera y gruesa.
Polimnia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 5 6 7 8 9 10
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow