Pero ¿qué ha hecho el bueno de Sherlock Holmes para merecer esto? ¿Qué pinta el bueno y tranquilo Sherlock en un mundo de acción, tiros, peleas, mujeres fatales y golpes de efecto? Que no! Que Sherlock Holmes no es así, por favor!

Termino de ver la película y salgo rápidamente hacia mi biblioteca a buscar El Signo de los Cuatro, el Valle de Boscombe o cualquier otro lugar donde Sherlock Holmes sea Sherlock Holmes y no lo hayan convertido en eso que acabo de ver.

Peli mala de tiros, con todos los tópicos de mal bodrio de acción americano. Peli mala de gangsters, con los tópicos inevitables del tipo malo malísimo, el superhéroe bueno y listo y la mujer fatal. Todo eso se lo perdono. Pero dibujar un Londres victoriano y malparir un detective chuleta no les da derecho a llamar a esto Sherlock Holmes. Vamos hombre...

No sé si tiene demasiado sentido acercarse al cine a ver una obra de teatro. Pero si lo tuviese sería para ver una obra como esta. El argumento no tienes ni pies de cabeza ni falta que le hace. Tras un rato de aburrimiento el guión se desmadra y, verosimilitud a un lado, empiezan a aparecer escenas surrealistas hasta un clímax cómico soberbio. Nada como la pompa inglesa para contraste de una sucesión de chistes. Teatro, sí, pero teatro muy divertido.

Segunda parte de una historia en la que sobra casi hasta la primera parte. Me acerqué al cine a ver la primera entrega por la simple ilusión de ver en pantalla esos dinosaurias que me fascinaban de crío. En ver esta segunda entrega supongo que aún tuvo que ver algo esa fascinación infantil. Pues bien, por más que el señor Spielberg los enrole en bodrio tras bodrio, seguirán fascinandome los dinosaurios. A pesar de Spielberg y sus bodrios. Como si de una de terror de adolescentes se tratase, el único interés reside en adivinar a quién se van a comer los dinosaurios primero. Y en encima es fácil de adivinar. Mi querido T-Rex convertido en un Fredy Krueger cualquiera... Vayase señor Spielberg.

Entretenida. Sí, sí, entretenida es lo mejor que puedo decir de esta película. Ni me pareció especialmente bonita, ni me interesaron demasiado los personajes. Creo que mucho analista se ha dejado despistar por ciertos devaneos intelectuales con los que el director, a mi modo de ver, pretende esconder lo simple y superficial que es el guión. Sutileza en el mensaje dicen por ahí. Mensaje insustancial digo yo, si es que lo hay, que seguramente con tanta devoción por los decorados el mensaje se quedó por el camino. Agradable a la vista, ocurrente a ratos, simpática y ya van demasiados parabienes. Con entretendida va que se mata.

Un claro ejemplo de cómo la animación es algo que más que un formato infantil. Aquí el mensaje es de todo menos infantil. Aguda en los mensajes, ardua en el contenido, entrañables personajes de plastilina nos cuentan una historia de seres imperfectos y marginales, de esos de los que pocas veces se ocupa el cine.

Pero no cuajan algunos giros del argumento, fallan muchos chistes y algún rato la lentitud se hace pesada. Aun así, Cualquier apuesta por la orginalidad contará siempre con mi bendición.