Dejemos de lado la nostalgia y seamos sinceros: la veíamos porque no teníamos nada mejor que hacer los sábados por la tarde, pero era muy floja.

El guion era siempre el mismo: Hannibal y sus colegas llegan a un pueblo de la América profunda donde un cacique tiene una PYME y hace lo que le da la gana.

¡La leche! parece que la América de los 80 estaba llena de caciques mafiosos y por ningún lado aparecía la policía, el FBI o los inspectores de hacienda, ¡que desastre de país!

El paisaje de los rodajes se repetía también una y otra vez: algún rancho de California, seco, feo y lleno de arbustos servia para ambientar cualquier zona del continente americano.

Recuerdo que no fue hasta "Twin Peaks" cuando las series dejaron este aire cutre y comenzaron a parecer cine, pero un punto a su favor debo dar al Equipo A:
¡Solo tenían a un guapo!, a diferencia de las series de ahora (CSIs y su larga lista de sucedáneos) donde los protagonistas parecen azafatos y azafatas, ellos eran mucho más auténticos, ¡un viejo fumador, un loco sin complejos y un punk bruto lleno de quincalla!, eran tiempos más libres.

Puede que me acusen de simplista, pero yo estoy convencido de que hay dos formas de estudiar la historia: una buena y una mala.
Lo mismo que hay dos formas de hacer cine histórico.
La mala mira el pasado con desprecio, es una mirada urbanita y condescendiente que dice "mira que bárbaros, que racistas, que machistas, que atrasadas eran las gentes del pasado, ¡nosotros y nosotras somos mucho mejores!"

La buena es la de Kubrick, lo que hace en esta película es único, nos abre una pequeña ventana a otra época, sin despreciarla, estudiándola bien, con rigor, con veracidad, sin juzgar las ideas y las acciones, simplemente exponiéndolas de forma honesta.
Kubrick ni manipula la historia ni nos cuenta un cuento de buenos y malos.

Era 1993 y las jovencitas indys pero formales a las que Kurt Kobain les parecía demasiado desaliñado estaban locas por Evan Dando, el cantante de los Lemonheads y uno de los nombres que se prestaban a hacer más chistes sobre él.
Vale, sí, es un chico muy guapo, pero yo lo que destaco del video es el espectacular y breve cameo de Angelina Jollie, que hace de chica mala, como suele hacer siempre.
Todo el vestuario que usa el grupo es 100% años noventa y ahora nos parece hortera, bueno, en realidad sí que lo era.

Tras el desastre que fue el programa "Cuento de vanidad" la pasada Nochevieja, José Mota intenta detener su caída al abismo del aburrimiento usando a los clásicos, ¿o deberíamos decir viejas glorias?

La vieja del visillo, Martes y Trece, Javier Gurruchaga, Miriam Díaz Aroca, incluso el youtuber Ibai Llanos ya tiene cierto aire de clásico desfasado.

Todos ellos desfilan sin mucho entusiasmo por los pasillos de un Titanic llamado Europa, una metáfora que daría mucho juego para la crítica mordaz, pero todo se queda en nada: si Europa se hunde no es por culpa de la corrupción, ni de los políticos, ni de la sumisión a China y Estados Unidos, ni de la degradación de su sociedad civil, la culpa de todo este hundimiento resulta ser Putin, el perfecto chivo expiatorio.

Mota sigue con su empeño en hacer televisión educativa y trascendente en lugar de humor, pero le doy un 3 y no un 1 por su brillante imitación del futbolista y showman Joaquín y porque Miriam Díaz Aroca compone una perfecta Camila Parker.

Para terminar Mota deja un mensaje: no toquéis el humor, bueno, el que casi ni lo toca es usted, buen hombre.

Para entender lo que se ha perpetrado con una serie como Halo hay que saber que está producida por Amblin, la compañía de Steven Spielberg.
Resulta que Spielberg es el responsable de los dos peores videojuegos de toda la historia: "ET" y "Jurassic Park Trespasser" (lo dicen los expertos, no yo).

A las pruebas históricas me remito, Spielberg es un genio del cine, pero también tiene una relación extremadamente toxica con los videojuegos...y Halo no es la excepción.

Nada más comenzar el primer capitulo la cosa no pinta bien: hay unos paletos vestidos a la moda de Star Wars tomando copas en un bar y hablando de la UNSC como si fuese el malvado imperio galáctico y de los spartans como si fuesen colegas de Darth Vader.
Halo nunca fue Star Wars, ¡estaba en las antípodas de Star Wars! pero ahora los productores quieren mimetizar ambos universos, y claro, no funciona.

Me atrevería a decir que el éxito de la saga de Halo fue gracias al anonimato de su protagonista, el Jefe Maestro era como un luchador de wrestling mexicano o un caballero templario con su casco: completamente anónimo, puede ser cualquiera de nosotros, puede ser negro, asiático, árabe, hispano, o incluso una mujer con un modulador de voz masculino, ¿por que no?.
Pero ahora la serie nos impone a un actor, un único rostro, bastante triste, por cierto.

Hay que señalar que los capítulos dirigidos por Jonahtan Liebesman, un tío con mucho oficio, destacan sobre los demás, sobre todo en la no muy abundantes escenas de acción y batalla.
Pero la serie sigue dejando la sensación (como Tomb Raider, como Mortal Kombat, como Hitman, como Final Fantasy) de que la combinación de cine y videojuego no es provechosa para nadie.