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España España · Santa Coloma de Gramenet
Críticas de Chacal
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Críticas 143
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
2 de julio de 2020
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No es ningún secreto la fascinación que sienten los japoneses por las "school girls". Hay diversos estudios intentando explicar el porqué de tal fijación. Algunas de ellas hablan de lo intocable y puro que resulta la juventud para los nipones. Otras del miedo que sienten los hombres japoneses por la superioridad de la mujer retratándolas en el arte y el cine de esta manera. O puede que sea un síntoma de la sexualidad reprimida y tan peculiar de Japón, con hombres que se han quedado atrapados, sexualmente hablando, en la adolescencia y son incapaces de tratar de una forma madura con la sexualidad de una mujer adulta. Estudios aparte, el cine japonés ha explotado de mil maneras la figura de la colegiala en multitud de formas y sentidos. Por eso me resulta tan graciosa la sinopsis de un film como Memories of you (1988). En el film, Akira es un estudiante universitario que se reencuentra un día con la adolescente de 14 años Yumi, la cual estuvo dándole clases de refuerzo años atrás. Desgraciadamente, a Yumi le diagnostican leucemia dándole únicamente 6 meses de vida. Debido a esta situación, la madre de Yumi, consciente del amor que siente la adolescente por Akira, le pide a éste que sea su amigo especial estos meses.

Memories of you (1988) es un dramático y demoledor drama japonés de muchas virtudes pero cuyo argumento me llamó la atención. Hasta que punto los guionistas han encontrado la excusa para justificar la relación entre una adolescente de 14 años y su profesor y amor platónico de veintitantos: la pobre muchacha sufre de una enfermedad terminal, no le queda mucho tiempo y claro no hay tiempo que perder. Hasta la situación es vista con el beneplácito de la familia de la chica. Ahora bien, nos ponemos serios. Memories of you (1988) es un muy poco conocido drama japonés dirigido por Shinichiro Sawai que destaca en primer lugar por la sensibilidad con la que muestra la historia, a pesar de su dureza. La dirección de Sawai es acertada en este sentido mostrando algunos planos sugerentes e interesantes como el momento en el que Yumi se desmaya en el gimnasio de su instituto con todas sus compañeras a su alrededor mostrado visualmente desde un plano picado. Los diferentes personajes, aunque no se acaba por profundizar excesivamente a excepción de Akira y Yumi, si que resultan entrañables. Se realiza un estudio interesante de la adolescente dándole cierta tridimensionalidad al personaje mostrando una vida ciertamente disfuncional de padres separados y mostrándola casi cómo una Lolita (en referencia al film de Kubrick) con un lenguaje picarón e inquietudes propias de otra edad. Yumi está interpretada de forma muy eficiente por Kumiko Goto, una de las idols más famosas de la época. En este sentido y para que los moralistas no pongan el grito en el cielo, la relación de amistad/romance que vemos en el film está plasmada de una forma muy inocente y puramente platónica (a la manera japonesa) y llega a emocionarnos especialmente en el climax final del film donde Akira (cuya máxima afición es el alpinismo) lleva a Yumi al monte Hodaka. Hay varias menciones y simbología respecto a las montañas, mostrándolas como metáfora de la enfermedad de la adolescente, como de una cima que no se puede alcanzar.

Así, Memories of you (1988), resulta gratificante en el sentido de descubrir una pequeña joya escondida del cine japonés de los 80. Un film donde hay momentos en los que pretende emocionarnos gratuitamente o en cambio en otros peca de blanda e inocente. Pese a esto, el conjunto resulta finalmente conmovedor e interesante de ver, destacando cierta sensibilidad, una buena dirección y una pareja protagonista interesante y entrañable. Atentos a los kleenex. Como dato a destacar, Kumiko Goto consiguió varios premios por su interpretación destacando el Nikkan Sports Film Awards al premio "Best New Talent" o el premio a la revelación del año en los premios de la academia de cine japonés de 1989.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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8
1 de julio de 2020
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Tras volver al cine japonés (de imagen real) por todo lo alto con la mastodóntica A bride for rip van winkle (2016), la cual recibió una buena aceptación crítica general, Shunji Iwai contó con la superestrella Doona Bae para realizar una miniserie en Corea del Sur para la marca Nescafé llamada Chang-ok's Letter (2017). Parece que lo de probar nuevas producciones en otros países asiáticos debió gustarle al director japonés porque para su siguiente proyecto, Iwai viajaría hasta China.

Ni Hao, Zhihua (2018) o Last Letter, como se conoció a nivel internacional, es la primera producción de Iwai realizada en China. Un film con varios datos interesantes a remarcar por varios motivos. Su argumento parece querer cerrar un círculo para el director ya que supone una reunión de los patrones estilísticos y argumentales más exitosos de Iwai. Su trama parece mirar cara a cara a uno de sus clásicos más recordados, Love Letter (1995).
El film relata la muerte de Zhinan, la hermana mayor de Zhihua. Al acudir ésta a una reunión de ex-alumnos del instituto de su hermana (para relatar lo sucedido), uno de los presentes, Yin Chuan, la confunde con Zhinan, declarándole éste que a pesar del paso del tiempo la sigue queriendo. Es entonces cuando empiezan a surgir sentimientos y recuerdos del pasado adolescente de los tres.

Ni Hao, ZhiHua (2018) es un film delicioso y que logra tocarte la fibra sentimental de la manera más sencilla. Es motivo de alegría o por lo menos reconforta ver que el director realiza una especie de homenaje a su obra (o por lo menos a sus films más dulces y romanticones). El punto de partida de la trama resulta innecesariamente enrevesado pero la manera en que se desarrollan los acontecimientos nos devuelve a ese Iwai de los años 90 empeñado en relatar la sencillez mágica de la vida. El reparto principal no acaban destacando especialmente, siendo algo sosos en su trasfondo. Especialmente me costó conectar con la ZhiHua adulta pero a pesar de esto, los personajes tienen la suficiente tridimensionalidad para interesarte mínimamente la trama. Curiosamente, los actores adolescentes están muy bien escogidos y parecen los más metidos en el argumento y sus personajes.

Destaca el personaje de Yin Chuan, el escritor enamorado de Zhinan desde la adolescencia ahora a la búsqueda de lo que le pasó en todos estos años a la vez que recuerda sus momentos juveniles con ella. Un personaje que no es otro que un alter ego del propio Shunji Iwai, muy similar en aspecto; pelo largo y gafas, aspecto taciturno y melancólico. Resulta conmovedor el relato en este sentido en cómo a pesar del paso del tiempo permanece bien vivo ese primer amor de instituto, puro, libre de la contaminación de las relaciones adultas y de qué manera se dejan escapar las oportunidades separándose las vidas de los dos dando el paso del tiempo unos resultados, a veces, no demasiado alegres o felices. Como podéis ver en mis argumentos, el film es un ejemplo, una vez más, de las obsesiones que ha arrastrado Iwai a lo largo de toda su filmografía: el instituto como templo, oportunidades perdidas, melancolía en la etapa de adulto y la vuelta al recuerdo.

El ritmo del relato es lento y en su primera mitad se van introduciendo en subtramas que van mermando tu interés (ese encuentro casual de la Zhihua adulta en la casa de un abuelo desde donde recibirá las cartas de Yin Chuan) pero es a partir que el argumento se encara, gracias a los flashbacks en donde seguimos a las versiones de juventud de los personajes que la trama te atrapa hasta llegar a un desarrollo emocionante y un clímax de soltar lágrimas. Su tercio final, donde las tramas principales se van resolviendo resultan una catarsis con escenas muy bellas cómo la conmovedora escena de Yin Chuan regresando a su instituto y teniendo un encuentro con las hijas adolescentes de Zhihua y Zhinan. En cierta manera, los flashbacks al pasado, ambientados en esos pueblos rurales de la China profunda me recordó en algunos momentos al cine romántico de Zhang Yimou (Amor bajo el espino blanco o El regreso a casa).

En resumen, Ni Hao, ZhiHua (2018) puede que alomejor remarque un cierto cansancio por parte de un Shunji Iwai que, perezoso, ha decidido revivir viejas glorias repitiendo los ambientes y soluciones argumentales de sus films más conocidos como la citada Love Letter o Historia de Abril o tal vez el genial director japonés, ya con sus 56 años, ha vuelto a sentir nostalgia y a echado la mirada atrás, queriendo cerrar un círculo a su filmografía con esta obra que no es sino un homenaje a todo su trabajo sin mermar en belleza, poesía y poder emocional.
Ni Hao, ZhiHua (2018) no es un nuevo clásico a la altura de las obras maestras del Iwai de los 90 pero es un film sobradamente notable. Me sigue sorprendiendo la manera tan efectiva que tiene el director japonés para removerte emocionalmente como el primer día.
Y la historia no queda cerrada aquí ya que Iwai, ha realizado además una nueva versión de la historia contada en Ni Hao, ZhiHua pero para el público japonés. Una nueva versión estrenada en enero de 2020, de título Last Letter y que ha contado con caras tan conocidas como Suzu Hirose, Takako Matsu o Hideaki Anno.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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7
1 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El proyecto de Godzilla: Rey de los monstruos (2019) surgió el mismo fin de semana de estreno del Godzilla (2014) de Gareth Edwards tres recaudar ésta 200 millonazos en todo el mundo en unos dias. Los de Legendary pueden dar las gracias a ese resultado a la estupenda campaña de márqueting que realizaron para la película y que nos hacían prever un producto diferente del que acabó siendo finalmente. Godzilla (2014) pese a sus muchos aciertos y momentos de puro cine (la llegada a Hawaii o los paracaidistas cayendo en misión de rescate sobre San Francisco) pecaba de unos personajes muy pobres con mucho tiempo en pantalla y un Godzilla sin apenas peso destacable en la trama. Un film muy correcto pese a todo pero cuyos defectos acababan pesando más que sus aciertos. El film se fue desinflando poco a poco en taquilla hasta llegar a los 514 millones de dólares mundiales, una cifra nada desdeñable. Gareth Edwards inicialmente se encontraba en los planes para dirigir no solamente la secuela sino una tercera parte que serviría como conclusión a la trilogía pero el director abandonó el proyecto para dedicarse a la dirección de Star Wars: Rogue One (2017). David Dougherty fue finalmente el elegido para encargarse de Godzilla: Rey de los monstruos (2019).
Podemos decir que hay dos formas de enfrentarse a una película de Godzilla (aunque se puede aplicar a todos los films kaijus). Una es desde una perspectiva seria y adulta con 1 o 2 monstruos como mucho donde éstos sirven de alegoría o metáfora ya sea de la naturaleza, los abusos del hombre o la guerra. Propuesta conseguida de sobras por films como Japón bajo el terror del monstruo (1954) o

Shin Godzilla (2016). Otra forma es enfrentarse al film desde el puro entretenimiento pop y lleno de colorido con mucha destrucción y luchas colosales entre monstruos sin ninguna clase de pretensión más que el de divertir. La postura que ocupa el 90% de la saga Godzilla.

Godzilla: Rey de los monstruos (2019), frente al superficial intento de solemnidad y profundidad del primer Godzilla de 2014 opta por la versión del saurio más festiva. Dougherty es un fan a muerte del monstruo y se nota mucho. Rey de los monstruos es la mejor traslación de la mitología del kaiju japonés realizada desde Hollywood hasta el momento. Una traslación literal de los patrones del genero kaiju llevados al blockbuster hollywoodiense. Debido a esa literalidad llevada al mainstream, por así decirlo, ha causado cierto desconcierto y sopor en el público occidental en general o la audiencia no acostumbrada al género.
El film nos lleva 5 años en adelante a los hechos ocurridos en el anterior Godzilla (2014). La existencia del saurio así como de los demás Titanes es ya un hecho confirmado y existe el debate en si se debería exterminar a estas criaturas. En medio tenemos a una organización terrorista que desea despertar a los monstruos, a una familia separada por la tragedia, a la organización criptozoológica Monarch tratando de detener el desastre y a Godzilla enfrentándose a todo bicho que perturbe su territorio. Pero lo peor está por llegar y tiene un nombre: King Ghidorah.

Godzilla: Rey de los monstruos (2019) destaca como espectáculo visual apabullante y un ritmo que no cesa en ningún momento desde el minuto 1. Produce una gran emoción poder ver en un film de alto presupuesto a monstruos como Mothra, Rodan y King Ghidorah y los monstruos tienen sus momentos de gloria. Mothra acaba siendo la más perjudicada de la historia relegándola a un segundo plano pero protagonizando momentos visualmente muy bellos. Su aparición en formato mariposa con la música original de Mothra (1961) sonando a todo trapo pone los pelos como escarpias. Su diseño es el que más se diferencia de los films originales haciéndola más pequeña e insectoide. Rodan (con un diseño más en la linea de Godzilla vs Mechagodzilla de 1993) protagoniza el mejor momento del film como es su aparición en el volcán de la isla de Mara y la posterior persecución contra los cazas en un ambiente rojo apocalíptico. King Ghidorah mantiene el mismo aspecto y origen que los clásicos japoneses aportando esta vez propiedades autoregenerativas y siendo un enemigo cuasi indestructible para Godzilla quien esta vez si tiene el peso y presencia que requiere a la historia luciendo imponente. El film acumula múltiples guiños a la saga desde la música de Akira Ifukube sonando en momentos clave, el destructor de oxigeno, el mapa del mundo con los monstruos atacando las diferentes ciudades como en Invasion Extraterrestre, Rodan saliendo de un volcán como en su film homónimo de 1956 o el burning Godzilla. Guiños que resultan ser todo un regalo para el fan además de un compendio de los greatest hits de la saga. En este sentido, el film acumula momentazos sobresalientes a nivel emocional y visual: la primera batalla entre Godzilla y King Ghidorah en la Antártida, las apariciones de Mothra, la guarida ancestral submarina donde descansa Godzilla, el clímax final con los 4 monstruos a tortazo limpio...
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Chacal
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8
1 de julio de 2020
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Godzilla (2014), la nueva versión americana del saurio radiactivo dirigida por Gareth Edwards, pese a que levantó cierta polvareda por las escasas apariciones de su monstruo protagonista y otros evidentes errores sí que fue un film que estaba por encima de la media, personal y más en la línea de los clásicos japoneses. Su éxito a nivel mundial provocó que la Toho anunciara, para sorpresa de muchos, que ellos también iban a hacer una nueva entrega de Godzilla. Un film que no tuviera nada que ver con el universo abierto por la última entrega americana. Esto supondría la primera entrega japonesa del monstruo desde el fracaso de Godzilla: Final Wars (2004). Godzilla, por fin, volvía a casa. La primera gran noticia fue cuando se anunció quien iba a encargarse del proyecto. Nada más y nada menos que Hideaki Anno y Shinji Higuchi. Higuchi, maestro de los efectos especiales y responsable de los efectos revolucionarios de la trilogía de los 90 de Gamera, un hombre que ha sabido darle una nueva óptica y modernización a los efectos tradicionales del género. Hideaki Anno es un caso aparte, una figura única e increíblemente personal. Responsable de Neon Genesis Evangelion (1995) serie anime sobre el que se han vertido ríos de tinta y que supuso un antes y un después en el mundo de la animación japonesa, una serie inagotable y fascinante. Sus trabajos tienen un estilo muy peculiar y marcado. Ha dirigido films de imagen real como la interesantísima Ritual (2000). La Toho le propuso el proyecto de Shin Godzilla a Hideaki Anno justo cuando éste estaba pasando por una de sus depresiones tras acabar con Evangelion 3.33 You are not redo (2012), pese a que rechazó inicialmente la oferta, la acabó aceptando al enterarse de que su amigo (desde los años 80) Shinji Higuchi también estaba dentro del proyecto. En palabras de Anno: “encargarse de Shin Godzilla y dejar temporalmente Evangelion, me salvó”.Con estos dos directores al frente, la nueva entrega de Godzilla iba a ser cuanto menos interesante y diferente a lo acostumbrado.

Entrando en materia, Shin Godzilla (2016) me ha roto todos los esquemas. Esta nueva entrega supone muchas particularidades. Un film (por primera vez en la saga) que es un completo reboot que no tiene en cuenta ninguna de sus entregas previas. Japón se enfrenta a la amenaza de Godzilla por primera vez y en la actualidad. Shin Godzilla rompe con los patrones del género y los renueva totalmente en una estrategia arriesgada. Este Godzilla no tiene nada que ver con los anteriores, hecho que espantará o se amará por igual. La trama se inicia con una misteriosa erupción submarina la cual pone en alerta al gobierno japonés quien ve impotente como de la bahía de Tokio aparece una criatura grotesca que empieza a destruirlo todo.
Uno de los puntos más destacables de la presente cinta es que recupera a Godzilla (y de forma más explícita que nunca) como metáfora y simbolismo para retratar los problemas del Japón actual y de su gobierno.

La tragedia de Fukushima en 2011 y la pobre respuesta del gobierno para resolver el desastre sirven de contexto para Shin Godzilla al igual que las bombas de Hiroshima lo hicieron para la original Japón bajo el terror del monstruo (1954). Dicha propuesta hace que el film sea el más político y burocrático de la saga y con mucha diferencia. Parte de culpa de la óptica tan singular del film es obra de Hideaki Anno quien imprime a la presente entrega de sus habituales obsesiones y estilo.
La parte política es el aspecto más arriesgado y peliagudo del film ya que se tiene que poner mucho de tu parte para aceptar si entras o no en el juego que propone el film. Una propuesta que provocará fascinación o rechazo a partes iguales y ya explorada en el Godzilla de 1984 pero llevada, en esta ocasión, al límite. Todo esto hace que un 80% del film está narrado entre pasillos y despachos, con docenas de personajes diferentes disparando diálogos a velocidad de vértigo, a mil planos por segundo e intertítulos por doquier… Un estilo narrativo que el que esté acostumbrado al estilo de Anno aceptará sin demasiados problemas, aunque agobiará al público en general.

Dicha parte política sirve para que el film critique e ironice sin tapujos a la inoperancia del gobierno japonés engullido por la lentitud de la burocracia y repleta de viejos dinosaurios acomodados que mantienen en la sombra a un equipo joven y renovador a los cuales no se les da ninguna oportunidad. Esta crítica provoca que se plasmen momentos calcados a la realidad de 2011 como el del primer ministro japonés anunciando a los medios que la bestia gigantesca no tomará tierra cuando a la vez el monstruo está destruyendo la ciudad. Un aire paródico que rodea tanto a las decisiones políticas como al aspecto de chichinabo de la primera forma de Godzilla y que ocupan la primera parte del film. Una vez llegamos al epicentro del metraje nos adentramos en terrenos cada vez más serios y donde se tratan conceptos fascinantes: pesadillas del pasado, el espíritu del intervencionismo americano, la dependencia de Japón frente a los EEUU... Fukushima, Hiroshima y la posibilidad de la caída de una tercera bomba atómica en Tokyo son temas que aborda el film y resultan apasionantes dejando frases demoledoras en este sentido: “La confianza y orgullo del gobierno imperial japonés provocó la muerte de miles de personas en la II Guerra Mundial”.
Godzilla en este film se aparta de todo lo visto anteriormente (y tras 30 películas se agradece), ya que el monstruo no solo demuestra tener nuevos poderes destructivos (ahora sus rayos radiactivos también le salen de su espalda) sino que va evolucionando a lo largo de la película adoptando diversas formas.
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Chacal
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7
1 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el fracaso de Godzilla: Final Wars (2004), la serie Godzilla se detuvo en seco y el saurio radiactivo pareció volver a las profundidades del océano porque nada más se supo de él. Malos años para el fan de Godzilla. El Kaiju parecía volatilizado. Para colmo de males, la Toho destruyó las famosas y enormes piscinas que se habían usado para el rodaje de infinidad de Kaiju Eiga para tristeza de los técnicos en efectos especiales que se vieron sin esperanza de volver a participar en un film de dicho género. Yoshimitsu Banno, director del film más extraño, amado u odiado de la saga, Hedorah, la burbuja tóxica (1971) batalló durante años para realizar una versión de Godzilla en 3D para cines IMAX donde la bestia atacaría Las Vegas pero el proyecto no llegó a buen puerto. Pero para 2012 algo empezó a fraguarse…
Pacific rim (2013) impactó en nuestras pantallas con una muy personal y espectacular homenaje al Kaiju y a los films y series Mecha de los 70. Film irregular pero espectacular que salía a flote básicamente por la enorme pasión que le imprimió Guillermo del Toro a su proyecto. Pese a que no fue un éxito de taquilla aplastante (412 millones de dólares) parece que animó a un resurgir del cine de monstruos gigantes. No solo Legendary Pictures con su Monsterverse (en la línea de Marvel) con King Kong, Godzilla y otras criaturas sino que ha contagiado a Japón originando un resurgimiento del Kaiju Eiga glorioso.

Años de negociación con Toho, de reescrituras de guión para finalmente estrenarse en cines una nueva versión americana de Godzilla tras el fiasco de la versión despersonalizada de Roland Emmerich de 1998. Esta vez, la mirada estaría puesta en algo mucho más acorde con el espíritu de las películas japonesas. Un director interesante como Gareth Edwards (director de la curiosa Monsters (2010)), se pone a los mandos del film. Los primeros avances de la película despertaron en mí enormes sensaciones: un reparto genial con Bryan Cranston a la cabeza, un tratamiento espectacular de la destrucción, un Godzilla totalmente en línea con el espíritu japonés… Pero para mi sorpresa el film fue por caminos diferentes (y no mejores) que lo que se prometía en los trailers. Pese a todo, es un film que sobresale de la media gracias y precisamente, a Gareth Edwards, pero de eso hablaremos más adelante.

Uno de los mayores enemigos de esta entrega es el guion. La sensación es la de ver 2 o 3 películas diferentes insertadas bastante torpemente en 1. A su favor; la media hora inicial del film te agarra por el cuello y te mantiene en tensión. El concepto de utilizar hechos históricos bien conocidos e insertarlos en la trama me parece fascinante. Los créditos iniciales son fantásticos con un Godzilla paseándose por el Pacífico entre islas paradisiacas y los americanos lanzando la famosa Bomba H sobre él, aunque podrían haber profundizado más en este concepto (algo a trabajar en futuras secuelas). El inicio en esa pseudo central de Fukushima donde vemos como la vida de Bryan Cranston se derrumba frente a sus ojos debido a una fuga radiactiva es potente dramáticamente. 15 años después su hijo hace una suerte de enfrentamiento y reconciliación con el pasado al irlo a buscar a Japón, donde ahora es un hombre torturado que busca incansablemente la verdad detrás de la muerte de su esposa. En todo este recorrido, te sientes atrapado por las imágenes y por la historia que se cuenta y en donde Bryan Cranston realiza una interpretación fantástica y muy sentida. Empatizas perfectamente con su drama y estás encantado de tener a un actor como éste en un film de estas características hasta que se produce el primer y grandísimo error de este film: Gareth Edwards te hace un Psicosis con Bryan Cranston. Claro que puedes tener la valentía de cargarte al personaje, que parecía ser el principal, en tu película pero no de la forma tan torpe en que se realiza. No, cuando tú como espectador estabas al 100% con dicho personaje hasta que en cuestión de un segundo lo ves siendo metido en una bolsa para cadáveres. Y salimos perdiendo claramente, porque el papel protagónico pasa a su hijo, un Aaron Taylor Johnson (muy carismático en films como Kick Ass (2010)) que parece estar en otra película, más sosainas imposible y que es imposible creérselo como G.I. Joe. Dicho personaje, hace que desconectes por completo del film. Su historia o el cúmulo de casualidades en el que se ve metido no interesa para nada y es muy difícil empatizar con él. Con dicho personaje a los mandos del cast solo queda desear que aparezca Godzilla y nos alegre el film pero el saurio no aparece hasta el minuto 54. No hay ningún problema con esto si anteriormente se ha creado una trama potente que te mantenga en tensión en torno a la figura de Godzilla… pero no es el caso, el saurio no se menciona hasta pasados los 45 minutos del inicio del film. Una lástima que Godzilla aparezca como actor secundario en su propia película. En su lugar todo el protagonismo recae en las bestias gigantescas llamadas MUTOS, unas bestias insectoides mezcla de Mothra, Rodan y la criatura de Monstruoso (2008). Unas criaturas simpáticas pero que tampoco interesan demasiado.

El resto del cast, pese a ser buenos actores, tampoco crean en ti un cierto interés; Juliette Binoche es un cameo de lujo que sólo aparece 5 minutos y Ken Watanabe se pasa todo el film poniendo caras de estupor (aunque me encanta el detalle que se apellide “Doctor Serizawa”).
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Chacal
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