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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de MatiasR
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Críticas 39
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
25 de julio de 2015
36 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de ser un lector de cómics de Marvel, no conocía demasiado a Ant-Man. A ninguno. Ni a Hank, ni a Scott. Por lo que no sabía que esperar de esta película. Los avances me dejaron una buena impresión, aunque imaginé que debía afrontarla con una expectativa moderada. Y sin grandes exigencias, reconozco que disfruté bastante de este nuevo personaje, más cercano (por el estilo en que fue abordado, no por la temática) a los Guardianes de la galaxia, que al Capitán y a Iron Man.

Aún así, como es lógico, las referencias a los Vengadores y a su mitología cinematográfica abundan a lo largo de todo el metraje. Sin embargo, a diferencia de Age of Ultron, donde por momentos se perdía el hilo de la narración por la abundancia de sub-tramas y nuevos personajes, el director se centra en lo que verdaderamente importa: el desarrollo del protagonista y su consolidación como héroe. Sólo hay una escena relevante con un invitado especial. Por lo demás, pequeñas menciones y nada más.

La principal virtud de la película es que no se cree algo que no es. O dicho de otro modo: no se toma a sí misma demasiado “en serio”. A pesar de las (buenas) secuencias de acción, Ant-Man es más que nada una película de comedia, con un tinte aventurero, sustentada en la simpatía y el carisma que trasmiten casi todos sus personajes. Y por esa asumida “simpleza” (sin que esto se entienda como un defecto) la película funciona muy bien. Teniendo en cuenta que el héroe tiene la capacidad de reducirse al tamaño de una hormiga (con todo lo que eso implica), creo que fue el enfoque adecuado.

El problema de Ant-Man (y por eso no la ponga al nivel de Guardianes de la galaxia) es que, a veces, menos es más. Sí, la película tiene grandes dosis de humor que dinamizan el relato y facilitan la empatía con los personajes (la secuencia del entrenamiento es lo mejor de la película), pero a veces se pasa un poco de rosca y algunos chistes “molestan” en escenas importantes. Por ejemplo: el personaje de Luis (Michael Peña) es muy gracioso, pero también excesivo en varios momentos.

Las escenas de acción tienen la novedad de las reiteradas variaciones de tamaño que alteran constantemente la escala de los sucesos y se agradece que el guión aproveche esa novedad que ofrece el poder del protagonista para que no todo termine con explosiones gigantescas y destrucciones por toda la pantalla. La escena con los trenes de juguete, aunque corta, es un ejemplo ilustrativo. O los viajes a lomo de hormiga voladora.

El elenco cumple con creces. Paul Rudd asume el protagonismo con solvencia y el traje le calza justo (en más de un sentido). Evangeline Lilly ilumina hasta el plano más oscuro con su sonrisa, a pesar de que interpreta a un personaje algo tosco, y Michael Douglas se luce como maestro de Scott y padre ausente de Hope. Los compinches de Scott están como sustento humorístico y cumplen su función. El elemento más flojo del reparto, como en otras producciones de Marvel, está en el villano. No porque el actor no esté a la altura, sino porque el guión no le da el suficiente “fondo” como para que sus motivaciones se comprendan del todo. Una pena porque el diseño del traje impone mucho. A pesar de no ser una completa decepción, sí creo que el personaje de Cross se queda en eso, en un traje imponente. Daba para un poco más.

De todas formas, en líneas generales, el resultado es bastante satisfactorio, sobretodo si se lo compara con las primeras partes algo insípidas de Thor y el Capitán. Recomendable para los que estén “empapados” con el universo de Marvel y (¿por qué no?) también para los que no lo estén, que tal vez se lleven una grata sorpresa.

P.D: quédense hasta el final de los créditos.
MatiasR
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10
11 de abril de 2015
99 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
No le tenía nada de fe. Lo reconozco. Amé a Breaking Bad con locura pero en esta serie sólo veía una búsqueda exagerada y poco disimulada de más rédito económico. No sólo eso. A pesar de que Saul me parecía un personaje brillante y emblemático, no lo creía capaz de cargarse una serie al hombro. Además, los precedentes de otros intentos similares, no auguraban nada bueno. Pero, afortunadamente, pocas veces estuve tan equivocado. Better Call Saul es una dignísima sucesora de la mejor serie de los últimos años (con todo lo que eso implica).

Más allá de la trama, las actuaciones y la ambientación (todos estos, ítems que sólo merecen elogios), creo que el gran mérito de esta serie es que tiene el “alma” de Breaking Bad. Si, las calles de Albuquerque siguen igual que siempre, Jimmy reboza de carisma, aún antes de convertirse en Saul, y la droga y la corrupción están a la orden del día. Pero no es sólo eso. El espíritu de su predecesora “inunda” cada plano: la cámara en lugares inverosímiles, el humor negro en las situaciones más incomodas, hechos casi intrascendentes que, por mala fortuna, se convierten en situaciones de vida o muerte (el “juicio” en el desierto es una obra maestra del suspenso y la tensión), la racha perdedora de los personajes principales, etc.

Al protagonista sólo le caben aplausos. Como ya dije, el personaje del abogado me parecía brillante pero sin la profundidad e importancia que sí tenían otros secundarios como Hank o Mike. Sin embargo, la composición de Odenkirk es brillante porque no sólo repite la gracia y la simpatía que ya se le conocía en Breaking Bad sino también porque muestra otras facetas desconocidas en el personaje: el cariño casi devoto a su hermano mayor, sus conflictos éticos, su amistad con Kim, la tristeza ante algunas revelaciones, etc.

Del resto del elenco, se destaca Mike (otro personaje para el recuerdo de Breaking Bad), a pesar de que su papel es un poco secundario, pero con intervenciones fundamentales en algunos conflictos y siendo protagonista absoluto del mejor capítulo de toda la temporada. También resaltan bastante Chuck, el hermano enfermo de Jimmy, y Kim, su incondicional confidente, ambos pilares emocionales indispensables del protagonista porque permiten que Jimmy se desarrolle como personaje y que muestre esas facetas inexploradas de su personalidad.

Para los fans de Breaking Bad, es una serie totalmente necesaria. Más bien diría que es obligatoria. Tiene una gran calidad y es una posibilidad única de reencontrarse con varios personajes muy queridos. Y como si fuera poco, esto recién empieza. Queda un largo camino y Walter y Jesse también están en la lista de espera.
MatiasR
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4
21 de marzo de 2015
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precious es una de las muchas películas con las que me siento como un “sapo de otro pozo”. Mientras leía la buena acogida que tuvo en la prensa especializada o en los premios más prestigiosos de la industria, pensaba: “¿Qué se me habrá pasado por alto?”. Porque, sinceramente, no entendí a que se debió tanto revuelo.

Precious me parece una película tramposa y obvia. Tramposa porque apela, exageradamente, al truco (reiterado) del golpe bajo. Pareciera que el director fuera consciente de sus limitaciones para darle tensión y emotividad a la narración de forma natural (es decir, por medio de un desarrollo medianamente coherente) y quisiera compensarlo con una andanada de momentos melodramáticos, propios de las telenovelas de la tarde, que apelan al llanto fácil. Y que no se malentienda: el problema no es que la protagonista sufra (es algo común en el género), sino la acumulación excesiva de sufrimiento barato.

Además, Precious es obvia hasta el hastío. El único aspecto “innovador” es la capacidad del guionista para inventarle dramas y horrores a su protagonista. Como ya mencione, el guión es una excusa para que Precious sufra hasta lo indecible y sólo se aprecia un desarrollo en el crescendo de traumas y calamidades a las que se ve sometida, pero con situaciones que se repiten una y otra vez. Al mismo tiempo, como si las imágenes no fueran suficiente muestrario, el director agrega el recurso de la voz en off para que Precious se explaye a gusto acerca de lo miserable que es su vida. Como si no quedara claro con los porrazos de la madre.

Como si fuera poco, en Precious no se esboza ni siquiera una mínima reflexión (aunque sea superficial) acerca del contexto social que genera que surjan “Precious” al por mayor. Sí, hay (pocas) imágenes del barrio donde la protagonista crece y también están las típicas compañeras de clase que comparten un destino parecido (aunque al lado de Precious, sus vidas son un paraíso), pero todo eso aparece en segundo plano, como fondo y relleno, sin peso en el “desarrollo” de la historia. Por supuesto, no falta la profesora buena, gentil y simpática que “ilumina” el aula con su mera presencia.

Por otra parte, el elenco también es víctima del guión plano y mediocre. La protagonista, mártir de una tragedia sin fin, está condenada a tener cara de agobio y sufrimiento en todos los planos. Y no podría ser de otra manera con semejante prontuario. No es que actué mal (aunque no comparto, para nada, su nominación) sino que esa escritura impide que la actriz se destaque en más de una faceta.

Y la madre tiene un problema parecido. De hecho, durante gran parte del metraje, me costó tomarme en serio a su personaje ya que parecía una villana de cómic, sin matices, ni trasfondo, ni nada que explique el maltrato salvaje al que sometía a su hija. De todas formas, el personaje se “salva” en la "catarsis" de la entrevista donde, por fin, se advierte un ser humano. Con innumerables defectos y odiable hasta el extremo, pero humano. Sin embargo, el mérito de dicho momento es todo de Monique, quien alcanza un nivel excelso de interpretación, a pesar de las líneas mejorables del guión, de los tembleques inexplicables de la cámara y del personaje vergonzante de la asistente social.

Si la película se salva de la quema total es sólo por el tercer acto, donde el director, al fin, evita los excesos melodramáticos y elige un cierre creíble, de acuerdo al "desarrollo" de los acontecimientos. Una pena que el trayecto sea tan previsible, maniqueo y exagerado.
MatiasR
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9
21 de enero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entré a la sala con un poco de miedo. Casi todas las críticas que había leído de esta película la ponían por las nubes y me preocupaba que no estuviera a la altura de tanto elogio desmesurado. Sin embargo, todas mis preocupaciones eran infundadas. O, cuanto menos, muy exageradas. Salí contento del cine, con la sensación de que “Relatos Salvajes” valió cada peso gastado. Y confieso que hace tiempo que no me pasaba.

“Relatos Salvajes” es, sin dudas, una de las películas del año (pasado). Szifrón ratifica en la “gran pantalla” todos los dotes narrativos que ya había evidenciado en la televisión y lo hace con una historia atrapante, intensa, trágica y extrañamente “graciosa”. La trama se estructura a partir de seis relatos diferentes pero que retratan, denuncian y parodian temáticas parecidas: la bronca cotidiana, la violencia desenfrenada, la venganza, la hipocresía, un sistema burocrático injusto y corrupto, la desigualdad social (otra forma enmascarada de injusticia), etc.

Dentro de las muchas virtudes que tiene la película de Szifrón, se destaca la capacidad que tiene cada historia para atrapar y tensionar al espectador a partir de una situación totalmente cotidiana y aparentemente intrascendente. En todas los relatos (excepto, tal vez, en el de Óscar Martínez) se nota un memorable crescendo en el ritmo de los acontecimientos desde un hecho común hasta el “estallido” de emociones contenidas que da pie a situaciones impredecibles, violentas, ridículas y casi surrealistas.

Otro mérito del director: el “abuso” bien entendido de humor negro en esas situaciones de descontrol. La película “camina” todo el tiempo por ese borde entre lo satírico y lo dramático, lo cómico y lo trágico, dando lugar a varias escenas brillantes (“el veneno vencido ¿hace más o menos efecto?”, o “fílmame esto Néstor”), donde la risa es la respuesta del espectador ante imágenes incómodas y desagradables. Incluso yo me sorprendí por como me reía (junto al resto de la sala) en algunos momentos determinados.

El nivel actoral es sublime. En lo personal, destaco a Rita Cortese, Leonardo Sbaraglia (luciéndose en, posiblemente, la escena más difícil de la película), Óscar Martínez y, principalmente, a Darín y Érica Rivas. Del primero, a esta altura de su carrera, no hay mucho que agregar. Sólo diré que compone, casi con total seguridad, al personaje que más empatía genera de toda la película, ya que transmite, con total convicción, la impotencia y la frustración de una persona “común” en una situación así.

Y luego está Érica. Creo que el personaje fue escrito para ella. Y si me equivoco, entonces afirmó que difícilmente otra actriz habría alcanzado ese nivel de interpretación. Ella ya se había lucido con un personaje parecido en una comedia de televisión. Pero lo que hace en esta película es otra cosa, ya que el papel demanda varias facetas: su ingenuidad inicial, el llanto desconsolado, esa “explosión” de bronca, mezclada con grandes dosis de cinismo, el “veneno” que suelta en cada frase, etc.

Por último, también merece destacarse la brillante banda sonora, la calidad de la fotografía y el buen uso de los (pocos) efectos visuales, que no quedan para nada artificiales. Considero que “Relatos Salvajes” es una película de visión obligatoria. Con una premisa atractiva, imágenes violentas, humor negro y grandes actuaciones, es una de las mejores historias que ha dado el cine argentino en los últimos años. Véanla.
MatiasR
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8
10 de noviembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las virtudes que tiene Nolan como cineasta es que sus películas requieren un uso considerable del cerebro. Parece una cuestión simple pero, en los últimos años, no han abundando las historias de este género que demanden una implicación activa por parte del espectador. E Interstellar no es una excepción a la regla Nolan. De hecho, es una de las cintas más pretenciosas del director, sin que esto suene como crítica negativa. Al contrario, los riesgos siempre son necesarios e Interstellar es una película que invita a la reflexión y eso siempre se agradece y mucho.

Y digo que Interstellar es una película pretenciosa, porque su historia combina, con gran acierto, el drama de un mundo post apocalíptico con la posibilidad del viaje espacial, los conflictos emocionales de los personajes (la separación padre/familia como eje) con un complejo, pero bien explicado, lenguaje científico (relatividad, agujeros de gusano, agujeros negros, gravedad, etc), que hacía tiempo no se utilizaba en este tipo de films. El resultado es una historia emocionante y atrapante, a pesar de que su ritmo pueda considerarse un poco lento, sobretodo para lo que Nolan acostumbra, pero está explicado en la película: “el tiempo es relativo”. En mi caso la duración me pareció totalmente justificada por las vicisitudes del guión.

La “sombra” de 2001: Odisea del espacio está presente en gran parte del metraje, a pesar de que las historias apuntan a temas diferentes. Se nota la influencia del clásico de Kubrick en la elaboración del guión. Por ejemplo: las irónicas intervenciones de la máquina CASE son un guiño brillante a la inteligencia artificial HAL 9000. La principal diferencia entre ambos films es que donde Kubrick ponía silencios o imágenes ininteligibles (a la interpretación del espectador), Nolan explica y muestra. Y, si es necesario, explica de nuevo. Ese es uno de los aspectos más criticados del cine del director británico. En mi caso, no comparto dichas críticas y mucho menos en esta película, donde no se explicitan giros o detalles importantes de cohesión interna de un guión, sino conceptos científicos de difícil asimilación para un espectador desacostumbrado.

El apartado visual es sencillamente sublime: el diseño de las naves, sus movimientos gráciles en vuelo, los robots acompañantes, la construcción del espacio y de los mundos de la otra galaxia e incluso la “deformación” de la realidad física en determinados momentos. No son “chiches” visuales. Son recursos técnicos que configuran un mundo desconocido y difícilmente imaginable. La banda sonora es la otra “pata” necesaria para la creación del ambiente épico espacial, al mismo tiempo que emociona y conmueve por partes iguales en múltiples ocasiones.

Sin embargo, y a pesar de sus muchas virtudes, Interstellar adolece de algunos defectos reseñables, sobretodo en el último acto, donde algunas cosas se precipitan. En primer lugar, porque Nolan no puede con su genio y se inclina por brindarle una tensión algo innecesaria a algunas escenas, aún cuando esto altera el tono que el film viene construyendo. Y segundo porque la “ciencia”, que sostiene todo el andamiaje en las 2/3 partes de la película, palidece un poco a la hora de la resolución del conflicto. Esto no es necesariamente un defecto ya que el cine, muchas veces, es una cuestión de fe (y Nolan reúne los méritos como para que demos el salto), pero el contraste entre ambas facetas puede ser un poco disruptivo. Llegado el momento, hay que creer y dejarse llevar por la historia.

De todas formas, el tercer acto, de ninguna manera, tira por la borda todo lo elaborado previamente, como he leído en más de una crítica de la supuesta prensa “especializada”. Simplemente, es una cuestión de tono y detalles en la resolución. La calidad general de la película merece que algunos defectos sean disculpados.

En mi caso, y como amante del género, disfruté mucho Interstellar. Con el agravante de que mi expectativa era muy alta y no me defraudo. La recomiendo enfáticamente porque enaltece a un género que cada vez produce menos obras de esa calidad y porque las películas de Nolan, gusten más o menos, siempre dejan mucha tela para cortar.
MatiasR
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