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Críticas de Chris Jiménez
Críticas 2.217
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
Paprika, detective de los sueños
Japón2006
7,3
14.415
Animación
9
23 de febrero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La agente Paprika avanza de salto en salto entre los resquicios del espacio-tiempo del vasto mundo de los sueños, moldeando la realidad conforme la atraviesa, hasta llegar a esferas imposibles ocultas entre telas de inconsciencia imposibles de desentrañar...

Podría decirse que Paprika es la chica que salta a través de los sueños del mismo modo que Kazuko Yoshiyama saltaba a través del tiempo, ambas, por cierto, heroínas de la literatura del genio y muy controvertido Yasutaka Tsutsui. La primera nació a comienzos de los '90 en relatos que fueron convertidos en novela, luego en manga, ganando una popularidad y respeto entre los fans de la ciencia-ficción que no tardó en llegar a la categoría de "best-seller" en 1.993, y uno de ellos era Satoshi Kon, para quien la influencia del autor siempre había estado presente en su cine.
De hecho, acabado el encargo (y también soberbio debut) de "Perfect Blue", lo que deseaba era llevar a la gran pantalla esa especie de relato "cyberpunk" con retazos de K. Dick y Gibson (en él, la ingeniera científica Atsuko Chiba era puesta contra las cuerdas por miembros del centro de investigación donde trabaja tras descubrirse los fallos terribles de su invento revolucionario: un aparato para poder escudriñar en los sueños de los pacientes). El anhelo del director se alargaba debido a la quiebra de la compañía con la que tenía pensado el proyecto, y, tiempo después, en mitad de la producción de "Moso Dairinin" con MadHouse, coincide con Tsutsui, en lo que parece ser una alineación mística de los astros...

Pero Kon, un hombre muy listo, decide quedarse sólo con lo fundamental y adaptar la obra a su gusto, haciendo hincapié en los elementos oníricos que plantea, y el enfoque es muy distinto; basta el legendario inicio con el que nos obsequia, donde desde un circo atestado de gente iremos traspasando de una realidad alternativa a otra que no serán sino las nacidas de la mente angustiada del detective Konakawa, en lo que es una incesante fluidez narrativa plasmada en imágenes de un poder visual e imaginación desbordantes, pagando el nipón su deuda con el cine una vez más.
Este elemento obtiene un peso muy importante e igual que en "Millennium Actress" se utiliza su alternancia ficticia, su encadenado "mágico", para arrastrar al personaje por secuencias conectadas a su inconsciente y a la vez su propio pasado; Kon investiga la mente y sus recovecos cual "voyeur", como si observase a través del ojo de una cámara o un proyector, y esa sucesión de eventos aparentemente delirantes (en una jungla, en un tren, en un pasillo frente a un crimen) ocultan una lógica interna coherente que deberemos descubrir. Quien acompaña al detective durante estos "saltos" en el interior de sus sueños es "Paprika", enérgica, descarada, bellísima, y ni más ni menos que el álter-ego, el avatar podríamos decir, de Atsuko.

Y los créditos iniciales con ella deslizándose a sus anchas entre los edificios y rincones de una Tokyo nocturna al compás de las melodías de Susumu Hirasawa. Demonios, amo a "Paprika" y desearía escurrirme por las grietas del tiempo junto a ella. Todo invención de Kon, evidentemente, mientras Tsutsui nos ponía sobre el argumento sin introducciones fantásticas, en el interior de las oficinas de la empresa; las acciones de Atsuko difieren en que en el libro realiza "chequeos mentales" a hombres ricos con quienes, de manera más o menos explícita, sabemos que tiene relaciones sexuales.
Detalles definitorios del tono (peligrosamente) misógino que caracteriza al autor (en futuros capítulos su obsesión por las relaciones psicosexuales y el trato sexista de la sociedad se acrecientan hasta lo enfermizo), dejando al descubierto por el camino la conexión íntima entre la protagonista y su "avatar" "Paprika". El director ataja y cercena todas estas cosas que obstaculizan el ritmo del argumento y sabe que a nadie interesarán, y opta por lo misterioso, lo oculto, lo sugerente; tampoco tarda en meternos de lleno en la intriga alrededor del robo del invento de la anterior y el obeso e irritablemente infantil Kosaku: el DC-MINI.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Experiencia que deja huella en la mente y el corazón, la influencia de "Paprika" persiste en el cine, el anime y otros medios, y ya para siempre, aunque nunca nada podrá situarse a la altura de su genio y encanto fascinante. Por desgracia su creador decidió también quedarse en el mundo de los sueños sin posibilidad de retorno, siendo la causa un cáncer de páncreas terminal que le venció a la edad de 46 años...
Pero no es recluido en su casa y demacrado físicamente como quiero recordarle sino, del mismo modo, surcando los cielos de lo imposible, cruzando los océanos de la surrealidad y sumergiéndose en universos alternativos de dobles identidades, criaturas de pesadilla y épicas aventuras del inconsciente hasta emerger de un proyector, introducirse en una pantalla de cine y aplaudirse a sí mismo con una traviesa sonrisa desde las butacas, acompañado de sus amigos Mima, Chiyoko, el trío Gin, Hana y Miyuki y por supuesto la eterna "Paprika".

Si la imaginación va más allá de la vida y la muerte, ¿por qué no imaginarle así?
Él lo querría. Yo lo he soñado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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8
23 de febrero de 2017
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Cuestión de nostalgia, pura y nívea, es lo que atraviesa de principio a fin la narración de esta historia que a su vez atraviesa la vida de tres hombres que a su vez atraviesan tres épocas de la Historia.
Nostalgia como celebración del goce por revivir el tiempo pasado y habitar su burbuja enclaustrada en sí misma, lejos del paso del tiempo...

Nostalgia también como inspiración sublime, y aquí, entre los geométricos y coloridos espacios de este gran Hotel Budapest, dicha inspiración surge de cada esquina y surca la pantalla y el metraje; desde las postales fotocromáticas alpinas y las producciones de Hollywood de los años '30 que aspiraban recrear una Europa pictórica a la evocadora visión de la misma desde el paisaje vienés de las novelas del casi olvidado genio Stefan Zweig y el absurdo del humor inglés de antaño, Wes Anderson se recreó concienzudo, ácido, excéntrico y jovial (bueno, como siempre) en la que fue una de las obras más unánimemente aplaudidas de su carrera.
Perdido en un mar de ideas junto a Hugo Guinness, da con la fórmula unos años después y reúne a un "all-star cast" de altura (difícil destacar a alguno; todos sorprenden) y a un equipo técnico experto para traernos una aventura que deshila las líneas temporales, en una nueva muestra de pericia al sumergirnos en esta Historia inventada por medio de una historia en "flashback". Del libro que abre una joven en el cementerio de Zubrowka al instante en que el autor de dicho libro lo escribe, y de ahí al instante en que al autor le es contada la historia que inspirará dicho libro, y de ahí al protagonista que vivió dicha historia. Digamos que hemos cruzado 80 años en poco menos de diez minutos.

Esta constante de ir hacia atrás, buscar un origen y conceder vida al mito, es una de las claves esenciales del film, cuyo escenario primordial es uno de los hoteles más lujosos y visitados de su nación/país. Utilizando un formato de pantalla 1,37:1 en homenaje al cine de la Edad de Oro, Anderson recrea la majestuosidad del Görlitzer Warenhaus deslizándose por el escenario con sus habituales travellings "kubrickianos", cuidando hasta el más mínimo de los mínimos detalles en cuanto a forma, color, profundidad, simetría, situación espacial con el escenario en sí misma y en su relación con los diversos personajes que lo pueblan.
Personajes propios del descacharrante pero elegante universo del de Houston. Primero Jude Law de juvenil recuerdo del autor y luego un Ralph Fiennes soberbio como Gustave, dueño del hotel afectuoso pero exigente que forma pareja junto a una versión árabe del botones del "slapstick" (Zero), pareja de lealtad, sinceridad, respeto y cariño, muy propia de la comedia clásica, y que pone su finura inglesa al servicio de la rigurosidad de un absurdo que se configura como maestro de ceremonias hasta que lo hace una intriga de ribetes detectivescos, o más bien en parodia "kitsch" del género, de la que ambos pasan a ser resignados protagonistas.

Cosas de Christie, Conan Doyle, Sayers (y, claro, Zweig) pasan por el filtro de Ophüls, Lubitsch y los estudios Ealing (los aires británicos lo envuelven todo, ¿no?) conduciendo a los héroes a un laberíntico embrollo cuando una anciana aristócrata muera envenenada y un cuadro renacentista pase a manos de su amante, que no es otro que Gustave. El inicio de todo un viaje por lugares imposibles que atrapan a dichos personajes en sus posmodernas y bellas geometrías e intensas gradaciones, perfectas para estimular los sentidos y dejar volar la imaginación (no en vano la trama procede una novela que cuenta una historia que cuenta otra historia...).
Otro acierto de la dirección artística y la fotografía, esas tonalidades irán mutando conforme la Historia entra y sale de sus fases más oscuras (destacando el conflicto bélico que a todos afecta (¿otra 2.ª Guerra Mundial?) ); multitud de secundarios a cada cual más loco se une al suspense, entre ellos un abogado excéntrico (Kovacs), un heredero iracundo (Dmitri) y un matón caricaturesco y monstruoso (Jopling), antes de conocer el único y auténtico atisbo de pureza que ilumina el mundo violento y cínico en el cual los personajes se persiguen, matan, traicionan y corrompen, de nombre Agatha.

Ideal del amor romántico, otra "marca de la casa" de su obra, el que nos brinda Anderson, esta confitera interpretada por la preciosa Saoirse Ronan, pero desde el prisma de la tragedia, así resuena en las palabras de un Zero ya anciano cada vez que pronuncia su nombre; en realidad, este romanticismo decimonónico también impregna la historia, desde la amistad entre los protagonistas y el vínculo inquebrantable entre el hotel y su dueño, fatalidad que se expresa en su forma más intensa cuando alcanza a las parejas de enamorados (tanto la de Agatha y Zero como la de Gustave y la anciana aristócrata).
Fatalidad por la ineludible pérdida, el recuerdo amargo y la nostalgia afligida es lo único que queda tras tanta situación disparatada, emocionante aventura, violencia de tebeo, diálogos cargados de negra socarronería, individuos alocados y un clímax en el hotel que alcanza unas cotas de surrealismo impredecibles. Pero tal vez el mejor tramo del argumento, presentado en forma de capítulos que respetan la lógica novelesca, esté situado en esa prisión inexpugnable de donde Gustave ha de escapar; a la fuga y la posterior huida junto al botones la guían la pura aventura, aun así envuelta de melancolía y oscuridad, hasta que por fin volvemos a los coloridos muros del hotel...

Un mundo interior de ensueño al cual siempre se agradece volver, alejado de cualquier realidad exterior llena de tipejos brutales, intrigas retorcidas y guerras sin sentido.
Otro de esos huecos únicos de Anderson, sin embargo puede que el más cálido y entrañable que haya creado, encerrado en su eterna juventud y magnificencia a pesar del paso del tiempo. Gracias a él gozó de una recaudación inmejorable en taquilla, los elogios de la crítica y los premios de la Academia...
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Chris Jiménez
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6
23 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre la nube de niebla rosa que emerge del cuarto de baño se atisba una silueta femenina, y entonces aparece ella: largas piernas, delicada piel, unas braguitas azules con línea blanca, una camiseta de manga larga y cortada un poco por encima del ombligo, casi dejando a la vista la parte inferior de unos pechos que no podemos imaginar sino preciosos...

Y entonces podemos ver su rostro, fino y de pómulos firmes, larga melena cardada, y unos labios rellenos que lo primero que dicen es esa frase que invitaría a cualquiera a celebrar una de las mayores orgías sexuales de su vida y de otras posteriores; pero no, claro, eso no pasa aquí porque se trata de una película mayormente para todos los públicos, una película que expresaba, como ninguna otra pudo haber hecho, la cumbre de los deseos de aquellos chicos de la década de los '80 tan retraídos, reprimidos y socialmente incompetentes como la pareja protagonista.
Si miles de títulos sobre chavalada imberbe, fiestas exhuberantes y problemas hormonales y paternofiliales llenaban la taquilla y los videoclubs, el sr. John Hughes aterrizó para coronarse como el rey del "teen cinema"; tras ejercer de guionista lo logró con "Dieciséis Velas", donde examinaba, en un contexto más profundo y también algo ñoño, lo que era ser adolescente en la década, y sin riesgo a equivocación, absolutamente todas las comedias románticas de institutos posteriores salieron de su costilla. Y en esas que Universal firma un contrato con el de Michigan y lo ponen a trabajar en un proyecto de Joel Silver.

Influenciado por una de las muchas fantásticas historietas de la serie de revistas "Weird Science", de absoluto culto para los fans de los cómics clásicos, el productor va a llevar a Hughes a escribir una fábula dirigida directamente a entretener al joven público, y lo hará en dos días. Ya desde el principio, con la presentación de Ilan Mitchell-Smith y Anthony Michael Hall encarnando a Wyatt y Gary, sabemos que los derroteros por los que va a ir el film son pretendidamente distintos a los de "Dieciséis Velas"; estos dos representan lo que a primera vista intuimos nada más verlos.
El sector "teenager" que está por debajo de todos, los pringados, los "nerds", las víctimas de los abusos. Embobados con los preciosos cuerpos en movimiento de las mozas de su clase, Gary espeta a su colega "Ya conocemos la realidad, no cortes la fantasía"; y de esto va la presente obra, de fantasía pura y dura que puede hacerse realidad teniendo un poco de imaginación. Quizás por medio de un sueño habría tenido más sentido, pero entonces se cruza el concepto del monstruo de Frankenstein con el de Mary Poppins para una idea alocada: crear a una mujer que cumpla todos los deseos, una mujer perfecta, y por medio de un ordenador, nada menos (¡!).

Con esto la película se establece en la línea de cosas anteriores como "Escuela de Genios" o "Zapped!", donde ciencia-ficción y rebelión de hormonas iban mucho de la mano; la modelo Kelly LeBrock, ya convertida en fantasía para adultos gracias a "La Mujer de Rojo", pone rostro y curvas a su contrapartida Lisa, la fantasía para adolescentes. Hughes aprovecha a la perfección la verborrea de Hall, el tontorrón encanto de Mitchell-Smith y la simpática sensualidad de su estrella y se atreve a hacerlos desfilar a través de asuntos disparatados, sobre un tema que hoy día resulta ciertamente espinoso con sólo mencionarlo...pero no por aquel entonces.
Una mujer "creada" por hombres para satisfacer sus deseos; incluso incomoda ver a los protagonistas y a los subnormales de Max e Ian (un espatarrante Robert Downey Jr.) hablando de intercambiar a sus novias por Lisa como si fuesen cromos; pero el director es lo suficientemente ingenioso para no explotar al personaje de LeBrock con la maliciosa frivolidad que al principio creemos. Su "mujer explosiva" posee más cerebro y coraje que los blandengues reprimidos que la "hicieron", y no sólo se rebela para arrancarles sus pulsiones más salvajes y masculinas, sino que se enfrenta a la mentalidad y educación arcaica de los adultos...¡y a punta de pistola!

Queda claro que esta Lisa es un símbolo, el de la revolución de la joven generación contra la anterior, y la prueba de su reprimido carácter ("Lo que de verdad me mata es que ella es nuestra y no podemos disfrutarla", confiesa un melancólico Wyatt). Por desgracia el guión se deja de asuntos complejos y va por los caminos de las comedias típicas del momento, con mucho ruido, efectos especiales y humor absurdísimo pero sin sustancia; es esa fiesta en casa de Wyatt el punto culminante, cuando los chicos abren una puerta a la 15.ª dimensión de "Poltergeist" y "Tron" llegando al descacharre para provocar la carcajada por incredulidad.
Faltan las intervenciones de un Bill Paxton pasado de vueltas y el bueno de Vernon Wells comandando una panda de salvajes motoristas (en tributo a "Mad Max II") para darnos cuenta de que Hughes pasa, y no por cuenta propia sino porque así se lo ordenaron, del humor alocado al delirio surrealista; el fallo más grande, además de situar esta "superparty" con cohete saliendo del suelo incluido a mitad del metraje en lugar de al final, es hacernos creer que el tono va a mantenerse igual de alucinógeno todo el tiempo, cuando lo cierto es que, siendo la conquista de Deb y Hilly lo esencial en la trama, todo quiere finalizar con una nota sentimental bastante ñoña.

Y es que así eran las comedias de los '80, idiotas y chifladas pero en cierto modo terriblemente inocentes y nada ofensivas (por mucho que ésta lo pueda ser para las generaciones actuales).
"Weird Science" explota de forma tan desenfadada su vena humorística, ritmo acelerado e imaginario "kitsch", incluyendo una potente banda sonora, que se hace deliciosa de principio a fin pese a su irregularidad, su cojera argumental y su nota de fantasía sin sentido al final.
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Chris Jiménez
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Freezing (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2011
5,7
105
Animación
4
22 de febrero de 2017
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Son las guerreras más poderosas que han existido, las llamadas "Pandora", en realidad la única esperanza de la Humanidad para protegerla de los invasores del Espacio más despiadados y terribles, los "NOVA".
La guerra por la supervivencia está servida.

Y aparecen por primera vez en "Freezing", publicado en 2.007 de la mano de Dall-young Lim, autor con mucha carrera a sus espaldas que vio en el cómic una herramienta perfecta para hacer eco de su gusto por el género de las aventuras, la ciencia-ficción y el terror, y además lo desempeñaría con mucho éxito, todo sea dicho, pues poco antes de esta saga, que prosigue aún hoy día y sin señal de detenerse, el nativo de Seoul ya consiguió reunir una buena legión de fans en el país nipón gracias a "Kuro Kami". Contando con su adaptación al anime, fue lo que lanzó su popularidad y siguió muy apegado a esta especie de trepidante mezcla de géneros enfocada principalmente a los jóvenes.
"Freezing" se desenvuelve en esa línea y pasan cuatro años hasta que se interesan por una versión animada; al frente ponen a Takashi Watanabe, otro veterano del mundillo, experto de la aventura "shonen" que nos trajo títulos tan interesantes como "Boogiepop Phantom", "Shakugan no Shana" o los clásicos "Ikki Tosen" y "Slayers". La historia de Dall-young conecta bien con su estilo y nos sitúa en un futuro distante donde La Tierra ha sido víctima de invasiones catastróficas por parte de los "NOVA"; entramos en ella a la vera de Satellizer, su heroína y alumna de un centro donde va a desarrollarse la mayor parte de la serie.

Este inicio ya hace gala, siendo fiel al manga, de la extrema violencia, la acción frenética y los difíciles personajes a los que nos hemos de enfrentar, elementos y escenarios ya habituales para Watanabe. Rápidamente aparece el joven Kazuya, recién llegado, y desde su punto de vista iremos conociendo los entresijos de ese lugar y los secretos de la trama; pero la idea de Dall-young de una academia auspiciada por el poder militar del Gobierno y que, a través de avanzadas técnicas genéticas y científicas, forma soldados para contraatacar a esos invasores, no tiene nada de secreto...
Máxime cuando son chicas jóvenes (todas ellas muy atractivas, muy lozanas) las destinadas a convertirse en potentes armas de combate, lo que nos remite al concepto de "Gunslinger Girl" (aunque sin su perversa moral de por medio). Pero a partir de cruzar las puertas y entrar en West Genetics, la trama se congela como si hubiese caído víctima del poder de las "Pandora"; en su ambiente jerárquico y hostil casi todos los alumnos (tanto femeninos como masculinos) serán descritos con la mayor crueldad, resultando un compendio de personajes repulsivos, imposible de ganarse la empatía del espectador. Satellizer, chica introvertida y torturada, es el único de ellos que irá abriéndose y poco a poco evolucionando.

Por medio de "flashbacks" interpenetramos en su oscuro pasado, siendo testigos de una infancia rodeada de humillación, violencia y abusos sexuales, cuyos instantes, que el director modela desde una áspera crudeza fuera de lo común, pueden revolver un poco las tripas a los más sensibles...y esto es lo único que capta nuestro interés hasta llegado los últimos capítulos; hasta entonces estamos atrapados en las constantes trifulcas que libran ese puñado de zorras rencorosas y despreciables, quienes piensan más en competir y matarse que en las amenazas que se ciernen sobre La Tierra...
De este modo se introducirán a nuevas estudiantes en su lucha contra Satellizer (así una tras otra), logrando esta increíble paradoja: que incluso los grandes momentos de acción acaben por precipitarse al tedio y el aburrimiento, ayudando un exceso de información para el espectador durante su desarrollo y el uso de tales "flashbacks", en especial los referentes a Kazuya, hermano de una de las "Pandora" más queridas y respetadas (la ya fallecida Kazuha) y heredero de sus habilidades (los estigmas); el anime volverá a estos recuerdos en cada episodio, ralentizando hasta la náusea lo sucedido en el presente. Pese a ello él será el único personaje masculino carismático que hallemos.

El único pues los hombres están relegados a un segundo plano (esto tendrá su explicación con la aparición de la primera "Pandora") y, en una vuelta de tuerca a lo visto en "Seikon no Qwaser", son ellos los que usan su fuerza vital para "suministrar" poder a sus compañeras, a quienes se atan por medio de un ritual (el "bautizo"), dando pie a un concepto frívolo y bastante reprochable acerca del amor y las relaciones sexuales (no olvidemos que ellos son menores). Concepto que despojado de todo rastro de ciencia es el mismo que "Soul Eater" (la "resonancia" por el "eirenbar set") y que será derribado por los fuertes sentimientos de la pareja protagonista, todo un acierto, la verdad.
Por eso "Freezing" fracasa al hacer que en esa relación de comprensión e idealización (Satellizer, una hermana sustitutiva de Kazuya) se inmiscuya la totalmente innecesaria extranjera Lana, otra poseedora de estigmas, desembocando en instantes cómicos más típicos del "harem" al centrarse en la rivalidad entre ésta y Satellizer (como si la pobre no tuviese ya rivales...); otro error es el uso del "fan service", al principio pasando desapercibido, para acabar dejando a las fuertes féminas que habíamos conocido como meros objetos sexuales (incluso pasa con la heroína, y ello sienta fatal al personaje).

Ciertamente hemos de soportar mucho antes de que llegue el festival trepidante de acción y "gore" que esperábamos (y teniendo en cuenta el pésimo carácter de los personajes secundarios nada nos afecta que sean asesinados o heridos por los invasores).
Y pese a sus incoherencias y salidas de tono absurdas, "Freezing" logró una buena respuesta, causa de la realización de una 2.ª temporada que llegó dos años después...y que espero resulte más centrada narrativamente y satisfactoria para con su elenco; aún no me he dignado a verla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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1
22 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero los hombres se convirtieron en monstruos esclavos de la libido violando y matando a toda fémina que se ponía por delante, luego éstas crearon un ejército con la misión de exterminarles al tiempo que llegaron los fanáticos del manga y el anime para dominar la apocalíptica tierra del futuro...donde se prepara una batalla de proporciones colosales.

Bueno, por fin llegamos a la tercera parte. Habiendo caído en mis ojos las dos primeras entregas, de las cuales sólo disfruté medianamente bien la que dio comienzo a esta innecesaria saga, para algunos de culto, me decidí a terminar la que es y seguirá siendo la obra más conocida de Naoyuki Tomomatsu, uno de los más mediocres cineastas (si es que le podemos llamar así) de todos los tiempos, sobre todo dentro de la industria japonesa; tuve la suerte de ver "Rape Zombie" y su continuación con varios amigos un fin de semana con la sana intención de echar unas risas...
Pero por desgracia vi "Rape Zombie III: Apocalipsis Final" solo, con lo que pude apreciar mejor lo terrible y preocupantemente mala que es; un consejo: este tipo de films de serie "Z" con muchos excesos en sangre y mujeres desnudas es mejor disfrutarlo en compañía de unos colegas (a ser posible tan cafres como los responsables de dichos films) y unas pizzas, pues se corre el riesgo de verse asaltado por las más melancólicas reflexiones en el transcurso del visionado, como por ejemplo "¿de verdad estoy malgastando 70 minutos de mi valiosa vida con esto?".

En fin, volviendo a la poco emocionante historia de la película, que otra vez empieza deleitándonos con una serie de "flashbacks" recordatorios por si nos habíamos olvidado de algo, volvemos a centrarnos (tampoco tanto) en el personaje de Nozomi, olvidado completamente en la segunda entrega, y recuperando al monje "otaku" del santuario...¿pero cómo, si se había convertido en "zombie" y murió explotando en millones de pedazos por la bomba de Kanae?, pues porque resulta que no es él, sino un clon que debe andar por el recinto de las militares vestido de chica para que no le descubran (sí, sí...).
Un comienzo muy poco prometedor que inicia así una serie de situaciones absurdísimas presentadas sin ton ni son para, increíblemente, pretender dar algo de "trama" a un film condenado a su propia destrucción desde el primer minuto, pues, como bien nos demostró la "Rape Zombie" original, es en la ausencia de trama donde radica su atractivo. Tomomatsu y su guionista Yuko Momochi continúan bifurcando el argumento olvidándose de lo esencial, que es entretener al espectador a base de "gore" y desnudos sin más.

Y es que durante largo tiempo, no se sabe muy bien por qué, repararemos en los amoríos y traiciones de las mujeres soldado, en el inútil personaje de la cyborg, que no sirve para nada (llega, mata, escucha al del parche y se mata...y ya está), en la desesperada situación de la recién llegada pareja al centro de investigación, en las locuras de los "otakus", mil veces más peligrosos que los muertos vivientes, y en el rol actual de Momoko: virgen venerada por los consumidores de anime transformada en "idol" (la veremos protagonizar un "show" que por lo ridículo nos puede dejar catatónicos).
Como ya he dicho, una serie de esperpénticas situaciones a cada cual más idiota que la anterior, pero expuestas sin la menor gracia; toda la chispa de la primera parte ya no está, nada es divertido, simplemente absurdo...sólo queda esperar a que llegue algo mejor. Tantas vueltas llega a pegar la historia que los "zombies" dejan de formar parte de ella; entonces el director se deja de tonterías y prepara el previsible y apoteósico final que todos esperaban: la lucha final entre mujeres, "zombies" y "otakus" en el cuartel, donde el nivel de disparate alcanzará cotas inimaginables.

Y bien lo demuestran traumáticos momentos como la violación múltiple del super-monstruo, cuando los "otakus" empiezan a ser sodomizados por el "zombie" que tienen atado en la sala de experimentos o ese final abierto e incomprensible donde acaban reuniéndose Nozomi, el clon travesti del monje del santuario, la cyborg (que desgraciadamente no estaba muerta), una Momoko en estado vegetal y un puñado de clones de Kanae que aparecen por arte de magia (¿por qué?, ¿con qué objeto?, ¿de dónde puñetas salen?).
Una conclusión a la altura de su guión, desde luego. Vuelven Alice Ozawa, Yui Aikawa, Saya Kobayashi, Takeshi Nakazawa y el propio director como jefe "otaku", pero cada vez menos graciosos y más desquiciantes, mientras que el trabajo técnico se mantiene en su línea, igual de cutre y gamberro que antes. Y si muchos creíais que la cosa acababa aquí estáis muy equivocados, porque poco después Tomomatsu retornaría con más entregas (el negocio de los muertos vivientes violadores da para mucho). Yo, por mi parte ya he tenido bastante con estas tres.

Seamos sinceros, lo único que salva a esta saga de "Rape Zombie" son los pósters y el tema principal, que suena al comienzo de la primera parte.
El "making off" de ésta que nos ocupa es mucho más entretenido que la propia película.
Chris Jiménez
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