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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Críticas de Jean Ra
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Críticas 265
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
15 de abril de 2008
45 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las películas que he podido ver de Bertolucci hasta la fecha, ésta ha sido la que más me ha gustado, por encima incluso de su obra más reconocida, El Último Tango en París, cuyo último segmento me pareció abyecto. A banda de polémicas, controversias y demás morbosidades, lo que para mí de verdad cuenta en esta película es el aire bohemio que se respira en ella, el conseguido carácter hedonista de sus protagonistas y su (adorable) amor hacia el cine, con sus juegos y demás historias. Cuando la vi no me dio la sensación de que se trataba de un intento gratuito de escandalizar, no después de tener en cuenta su carácter liberal, más que perverso o subversivo. Antes que intentar llamar la atención, veo unos personajes curiosos respecto a su sexualidad, que se liberan de ataduras al establecerse entre ellos esa relación tan estrecha de forma tan inmediata, cosa mostrada con bastante naturalidad y gracia.

Y por supuesto, Eva Green. Es el gran hallazgo de esta película. Me enamoré instantáneamente, y no es por los desnudos, que a fin de cuentas son unos pocos minutos, lo que a mí me gustó verdaderamente son los claroscuros que le transfiere al temperamento del personaje, sus contradicciones, sus expresiones, verla en pantalla es una auténtica delicia. Este fue su primer trabajo en el cine y también el mejor porque su personaje es más auténtico. Lástima que haya tirado por otro lado y no siga haciendo películas a este nivel, que se haya lanzado a superproducciones de mayor o menor efectividad, dónde no puede desarrollar a fondo su talento como actriz.

Lo referente al Mayo del 68 lo veo cómo algo anecdótico, un decorado de fondo, el marco histórico que sirve para justificar los ideales y el carácter de los personajes (que es lo que de verdad trata la película), en ningún momento me parece que quiera diseccionar o retratar esa época a nivel global, tan sólo a unos personajes característicos que vivieron esa época. Por eso en ese sentido no me parece fallida, cómo he llegado a leer. Sin duda hubiese sido interesante que se tratara el tema con mayor profundidad, pero dado que esa no es su intención, entonces no le veo sentido a atacarle por ese flanco o por el libertinaje de la obra. Si hay que mencionar a Bertolucci, mejor hacerlo para por su elegante puesta en escena.

Dudo mucho que un tipo como Bertolucci no sea consciente de la sociedad en la que vive actualmente y que, si de verdad su intención fuera escandalizar, opte por utilizar unas bazas parecidas a las que ya empleó hace 30 años. Mäs bien ha sido al revés, que la sociedad se ha acercado a su mirada. Sus obras suelen tener un marcado componente sexual y la masa ha ido rebajando su tolerancia respecto al tema, por eso mismo no termino de ver acertados a los que tachan esta película de ser un intento de el Último Tango en París II, ésta tiene personalidad propia y va más allá de la simple controversia. Notable al margen de lo que haya hecho o dejado de hacer Bertolucci antes de ésta.
Jean Ra
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7
14 de abril de 2008
23 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustó como cuaja esa mezcla de erotismo de buen gusto, drama psicológico y película de suspense, que consiguen crear al mismo tiempo un clima sugerente e inquietante sirviéndose de elementos muy sencillos. Cierto es que la película se desarrolla con bastante calma, pero es que intentar forzarlo hubiese supuesto quebrar esa atmósfera tan intimista que en ella impera y consecuentemente también la pérdida de su talante elegante.

El meollo del asunto es esa extraña y ambigua relación que se establece entre los personajes de Charlotte Rampling y Ludivine Sagnier, dos personajes esbozados a la perfección, de caracteres totalmente opuestos pero que, a la vez, se intrigan la una a la otra. Sin sacar al film de esos márgenes de cotidianeidad, Ozon rodea el relato de una atmósfera enrarecida que favorece a crear cierto interés en la película, labor que además se ve respaldada por una fotografía muy viva, un aprovechamiento más que notable del reducido espacio y una banda sonora muy envolvente de modo que en el conjunto, dónde no parece haber nada, nos encontramos con una dura batalla psicológica que un incidente que sucede en la recta final lo precipita todo y hace que la película se vuelve tensa de un modo más evidente y palpable.

Ni que decir tiene que por mucha atmósfera y sofisticación que tuviera la película no serviría nada sin las interpretaciones de sus dos protagonistas. Las dos lo hacen genial, pero yo me quedo con Ludivine Sagnier y no porque esté arrebatadora y sea puro sexo, si no porque consigue confeccionar un personaje intrigante, sensual a la vez que vulgar, una femme fatal perfecta de una película negra sin detectives ni mafiosos. Ambas actrices le dan consistencia a la película, pero es Sagnier quien le pone la sal, lo que más se recuerda de la película. Por otro lado, mientras que los personajes femeninos están muy bien definidos, los masculinos están dibujados a brochazos. Con un personaje masculino de peso la película podría haber resultado algo más redonda.

A pesar de que el final te deja del revés, no creo que sea lo que se dice una película que sacude y trasciende, quizá es demasiado tranquila para eso, pero se trata de una buena película, bastante inteligente.
Jean Ra
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10
14 de abril de 2008
37 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí el que escribe de vez en cuando le asalta la duda si no tendrá una cafetera o algo parecido en vez de corazón. Admito que no me es fácil entregarme así como así a las películas y emocionarme con ellas y la explicación a eso es que no todas las películas son tan maravillosas como La Escafandra y la Mariposa. Esta película de Schnabel es dueña de una sensibilidad enorme, tanto que consigue adentrarse en los recovecos de esa mente dolorida y trasladarnos esos posibles pensamientos a una pantalla de cine con una claridad magistral y convertir la película en una especie de experiencia sensorial. Nunca antes he visto un uso tan preciso del plano subjetivo, tanta coherencia y elegancia a la hora de relatar unas experiencias biográficas, de manera que los recuerdos y las fantasías aparecen y desaparecen con la mayor de las naturalidades. Se le nota tan libre y desenvuelta y su capacidad para hacerte partícipe de esa experiencia-viaje es tan grande que el conjunto está rebosante de fuerza y poderío, queda para la posteridad una obra conmovedora, profunda, apasionada y apasionante, rebosante de dolor... y de belleza. El contraste es tan fuerte que los momentos de las recuerdos y las imaginaciones tienen un aire casi épico, transmiten una grandeza que parecen que sean tuyos (¡y qué soberbia utilización de la banda sonora!).

Puede que, si te fijas, veas que en el fondo la película responde al arquetipo de película de superación personal que tanto gusta en los Oscars, no obstante está filmada y narrada con una pericia tan consistente y creativa que consigue hacer una gran película sacándola del terreno que tenía abonado, el de los melodramas, las melancolías sensibleras y recrear las imágenes de esta historia con generosidad, cuando lo más probable es que las manos de un director menos habilidoso hubiesen hecho una película muy estática y probablemente pesada (sí, te estoy mirando a ti, Isabel Coxiet). A parte de esa claridad a la hora de escenificar los recuerdos también ayuda el sorprendente sentido del humor que ataca cuando menos te lo esperas, que, sin llegar a frivolizar, también nos ayuda a comprender que nada, ni los momentos más duros, deben recibir un exagerado trato dramático y que nunca hay excusa para no imaginar. Para mí eso es sabiduría.

Fui al cine con las expectativas muy altas y, cosa rara, todas fueron saciadas. No recuerdo la última vez que me emocioné tanto en una sala de cine y que la sala estuviera medio vacía y a oscuras para que no me vieran lloriquear como una nena. Grandiosa de veras.
Jean Ra
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2
14 de abril de 2008
112 de 202 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ir vestido con un traje del Kukuxklan en pleno Bronx, tirarme sangrando a una piscina llena de tiburones, conducir un camión sin frenos que transporte dinamita por una carretera de montañas llena de curvas, cruzar corriendo la frontera de México y EEUU con una diana pintada en el pecho, leerme las obras completas de Javier Marías del tirón, someterme a una operación de cirugía estética para ser calcado a Bin Laden, compartir una cama de clavos con un fakir hasta ver quien de los dos aguanta más tiempo tumbado, ser pillado infraganti por The Rock mientras me trinco a su parienta, pasearme por las calles de Belfast cantando el god save the queen a todo pulmón mientras ondeo una gran bandera inglesa, escuchar regetón durante 48 horas seguidas, beber alcohol de botiquín, quedarme encerrado con un Liam Gallagher puesto hasta las cejas dentro de un minúsculo ascensor, entrar a una Herriko taberna cantando el cara el sol... todo eso lo haría antes que volver a ver tan mastodóntico mierdón
Jean Ra
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5
12 de abril de 2008
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí uno que ya empieza a hartarse a base de bien de estos dramas tibios, de soledad urbana, en los que se conforman con narrar una historia sobriamente para no hacerlo mal, pero eso sí, sin correr riesgo alguno, tocando temas muy manidos de una forma muy llana, no vaya a ser que el espectador se vuelva a acordar de la película al cabo de... 1 semana. Cuando me salen con estos personajes de cáracter tan generalizado, casi superficial y les pasan cosas de interés nulo, la verdad es que ni consigue llamarme la atención ni tampoco que sentirme un poco tentado de seguirle el juego, así que lo único que se consigue es perder el tiempo. Películas como ésta, ligeras, intrascendentes, algo mojigatas, medianías recalcitrantes, vamos, las hay a patadas y ninguna llega a aportar gran cosa, con lo cual no se la recomiendo a nadie que valore su tiempo.

Parece que tendré que hartarme a ver culebrones para que películas así puedan parecerme mejores.
Jean Ra
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