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Críticas de miguel
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Críticas 24
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
16 de enero de 2006
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eros es una película colectiva sobre el sexo y el amor. Sin duda, solo por los directores el proyecto es sumamente atrayente: Michelangelo Antonioni, Steven Soderbergh y Wong Kar-Wai. El problema es que los últimos trabajos de todos ellos fueron extremadamente decepcionantes (Más allá de las nubes, Oceans Eleven
2 y 2046, respectivamente), así que iba con bastante miedo. Sin embargo, los tres me gustaron mucho, ahí va una apreciación de cada uno:

La de Michelangelo Antonioni es bastante ambigüa, frente a planos de un poderío descomunal (los dos protagonistas en el bar mirando al mar mientras una familia come entre risas o la siguiente de la copa cayéndose voluntariamente) encontramos otras ridículas como las de las dos chicas al final bailando en la playa. Sobre las tías... pues están increíblemente buenas, así que yo de Michelangelo hubiese hecho un largo de 4 horas... Aún así se tiene la sensación durante todo el tiempo de que Antonioni es un cineasta incapaz de atravesar la barrera temporal y generacional que separa el mundo actual del que el conoció en los 60 cuando era posiblemente el cineasta más
creativo del mundo. La película realmente trata de un hombre incapaz de entender un mundo que no es el suyo y que se limita a mirarlo, retratando sus vicios (la bso adecuadísima) y todo lo que odia de ella. Podemos alegrarnos de que un talento tan genial como el del maestro italiano siga queriendo plasmar sus vivencias y sus ideas en la pantalla. Yo lo celebro con entusiasmo, sus planos me siguen conmoviendo y consiguen que me pregunte constantemente sobre mi soledad y sobre el futuro.

La de Soderbergh es completamente incomprensible, pero a la vez atrayente. A mi Robert Downey Jr me ha gustado mucho. Lo del avioncito es bastante ridículo, toda la historia lo es, pero creo que era necesario que así fuera. No se muy bien de que trata, pero posiblemente tras Solaris y alguna más sea la obra que más aprecio de Soderbergh. Y no sale la pesada de Julia Roberts. Punto a su favor.

Y de Wong Kar Wai... Cuando un hombre hace un cagarrio de las proporciones de 2046 (cagarrio con buenas ideas y música antológica, todo hay que decirlo) su recuperación para el cine parece imposible. Pero aquí lo tenemos haciendo uno de sus mejores trabajos, sino el mejor. Olvídense del frikismo de Ashes of time, de la vomitiva cursileria de El paso de las lágrimas o del esteticismo coreográfico que empaña muchas de sus obras (algo que aun persiste en menor medida, por desgracia). Kar-Wai pare una obra de un rigor y un perfeccionismo memorable. El ejercicio de subjetividad que propone con su cámara, casi determinista, que olvida lo que sucede más allá de su encuadre, es de un valor impropio de un cineasta casi elevado a Dios como es el hongkonés. Una obra de una gigantesca envergadura,
imprescindible para los amantes del cineasta y fundamental para aquellos que intenten entender el cine actual.
miguel
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3
8 de enero de 2006
24 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué divertido es ser intelectual! ¡Qué fascinante! Qué bien nos sentimos criticando a los Estados Unidos, ese país imperialista lleno de gente malvada. ¡Y aún mejor si lo hace un cineasta danés (porque ya se sabe, cuanto más extraño es el país, mejor la película) que va por la vida de intelectual a pesar de tener dos películas buenas (que no excelentes)! En Europa siempre hemos tenido ese poder para dejar a EEUU por los suelos. No se porqué, la verdad, cuando la mentalidad estadounidense es producto de la nuestra, además de que fuimos los europeos los que montamos dos guerras mundiales y fuimos también los primeros en negociar con los terroristas islámicos. A Lars Von Trier todo eso le da igual, él está a otro nivel. Todo era facilísimo en Dogville y ahora se repite con Manderlay. El "dios" Von Trier viene a decirnos lo malos que somos, él tiene ese poder.

Y entre tanto moralismo de garrafón alguien viene a decirme que la estética es original. ¡Claro que sí amigo! Como enfocar durante 16 horas la pata de una silla. Ahora bien, ¿es Manderlay original? No, porque existe Dogville. Ajá, pero es que en Dogville la originalidad se iba a los 5 minutos, cuando te das cuenta que el escenario a tiza y la cámara en mano solo sirven para la masturbación propia del director, para que le digamos lo radicalísimo que es. Porque... ¿cambiarían algo estas películas con escenarios de verdad? No, claro que no. La estética es terriblemente gratuita, nada que ver con la conexión emocional entre fondo y forma que existe en Elephant, The brown bunny o Dong. Eso sí son películas radicales, vanguardistas.

En Manderlay, el danés ya se pasa de castaño oscuro. La sensación de vacío que podrían provocar los escenarios se va a pique por el horrible montaje, que nunca da el suficiente tiempo a los planos para que sean atractivos, para que se note esa sensación de suspenso. Todo está troceado sin la más mínima imaginación (aunque con raccords muy cortos, para que le digamos que está influído por Godard, en fin...), que finalmente queda feo. No se puede disfrutar de las interpretaciones por esto mismo (aunque Dallas Howard es mucho más inocente que Kidman -también peor actriz- y creo que le viene bien el personaje de Grace). Para colmo de la pretenciosidad música de Vivaldi, aplicada, claro está de la forma más tópica.
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miguel
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6
27 de diciembre de 2005
25 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía miedo a la nueva película de Meirelles. Tras las buenas (y merecidas) críticas a Ciudad de Dios, pensé que haría más o menos lo mismo, pero más friki y más flipao, como Tarantino o Peter Jackson, vamos, pero parece que el hombre tiene la cabeza bien amueblada. Por eso para su segundo largo ha elegido una historia sencillita y la ha narrado de la misma manera, a pesar de no renunciar a su estilo.

La historia de amor es preciosa. Primero la química entre Rachel Weisz y Ralph Fiennes, que está genial, como siempre, es muy buena, a pesar de que el principio es muy elíptico, sin perder mucho tiempo, alternando pasado y presente. Tras la pérdida de la esposa, la historia es más triste todavía. Ese jardinero atrapado por su pasado y al mismo tiempo incapaz de recuperarlo, sabiendo que todo pudo haber sido de otra forma, recorre el mismo camino que antaño hizo su esposa, como magnífica declaración de amor. Hay mucho romanticismo en esta película, más allá de musiquitas con violines, besitos y todas esas chorradas que hoy en día se identifican con la palabra romántico. Por tanto, no puedo entender esas críticas que hablan de una intriga fantástica (todo lo contrario, la intriga se sostiene gracias a la historia de amor)o de un alegato magnífico sobre el problema africano. Nada de eso, ante todo es una gran historia de amor, que ocurre en un tiempo y en un espacio, y los protagonistas están influenciados por ese ambiente, pero no es lo que da peso a la historia.

Gracias a esto, podemos pasar por alto que a veces el Meirelles flipe un poco de más con algún montaje excesivo. Solo ocurre en momentos muy puntuales, ya que normalmente la trama se desenvuelve de forma muy sencilla. También molesta mucho la música, con sus coros africanos y sobre todo en la única escena mala de la película, aquella en la que Fiennes vuelve a su casa de Chelsea. Vale, es una película con fallos, pero muy atractiva y bastante sincera. Merece la pena y es una muestra de lo que debería ser normalmente el cine comercial.
miguel
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7
6 de diciembre de 2005
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues aunque Woody Allen era un director que me había dejado de interesar ya hace bastante, me metí a ver Match Point precisamente porque decían que era un giro en su carrera. Yo estoy bastante de acuerdo con esto, pero creo que también es continuidad. En mi opinión, Allen simplemente ha adaptado su estilo a Londres y quizás también a Europa, pero los paseos por Londres, o esa escena mirando al Támesis con el puente de Londres al fondo creo que es un guiño a Manhattan y a buena parte de sus películas neoyorquinas. También creo que la duración de los planos es mayor, recurriendo menos al típico plano/contraplano en las conversaciones. Me ha parecido muy curioso, por otra parte, que su objetivo se encuentra a mayor distancia de los personajes que en otros films suyos, quizás porque ahora Allen juega fuera de casa, o quizás que esos personajes que filma ya no son suyos, pertenecen a otro mundo y ahora el ya no puede intervenir directamente. Esta regla se rompe, sin embargo, cuando entra en escena Scarlett Johansson interpretando a Nola, entonces Allen recurre casi siempre a planos más cortos, quizás para demostrar precisamente que es el único personaje que entiende, por ser americana como él.

O quizás, desde un punto de vista dramático y argumental, quiere dejar claro que Nola, el personaje de Scarlett, es un elemento ajeno en ese mundo londinense, que no tiene su sitio en ese mundo endogámico, sin pasión, en el que se vive para trabajar. Este Londres de Woody Allen (porque creo que la película trata sobre la capital inglesa) podría ser casi cualquier gran ciudad del mundo occidental.

Sobre esto último, he de decir que el film me ha recordado mucho a La dama de honor, de Claude Chabrol. Primero porque vi ambas en la misma sala y nada más entrar me acordé de la inmensa película del director francés. En ambas películas tenemos como protagonista a un actor de físico parecido (Magimel y Rhys Meyers, aunque supongo que este último es más atractivo) y ambos se encuentran en ese momento de la vida en el que tienen que aceptar la vida como adulto, dando fin a los sueños adolescentes. Los dos tienen enfrente una mujer exhuberante, vitalista, que poco sabe de pasado y futuro, sino que vive en un presente constante, vive enamorada. Los personajes de Johansson y Smet se diferencian, por supuesto, en su destino final. Mientras la primera es una victima, la segunda seguirá encerrada en su mundo imaginario. Y de fondo, en ambos casos aparece la problemática del cambio generacional, de las dificultades que existen para que la juventud herede un sistema social y económico que no es el suyo y que solo comprende en parte. También en ambos directores ha supuesto un giro en su carrera. En mi opinión, ambos se habían deshumanizado en exceso en sus últimas películas filmando lo que se suele llamar "hábiles y cínicas críticas sociales", acabando encerrados en los mecanismos de los género. Con estas películas, ambos han conseguido liberarse
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miguel
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7
26 de noviembre de 2005
26 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las grandes películas del año, esta inmensa Tideland de Terry Gilliam. Decir que este director no me gustaba mucho, de hecho me parecía en exceso histriónico y freak, además de su lamentable regreso con los hermanos Grimm. Pero olvidaos de todo eso, por que Tideland es una OBRA MAESTRA. Tras un inicio poco prometedor de la que parecía ser otra película a lo Gilliam (drogas y desfases), la cosa se asienta y asistimos a una tremenda fábula donde una pequeña niña acaba descubriendo que todos los sueños son en realidad pesadillas. Gilliam reniega de cualquier pauta comercial y regala una película sin esqueleto argumental fijo, que oscila de un lado a otro sin mucho sentido, justificando ese universo desquiciado que muestra. Mundo este que pretende ser bello (como los sueños) visto a lo lejos, pero según uno se acerca descubre que es feo y podrido (la casa vista desde lejos es magnífica, según nos acercamos se van viendo el polvo y los clavos sueltos). Tristes sueños, tristes personajes.

Y no es dificil ver tras esta fábula una tremenda crítica al Hollywood actual, intentando resucitar, mantener vivo al estilo clásico de la misma forma que Jeliza-Rose (tremenda Jodelle Ferland) maquilla a su padre para que parezca vivo. Y es que es Hollywood la que pretende que nos creamos que el cine es un lugar para soñar, para disfrutar con fantasías animadas mientras fuera no existe nada de eso. Tideland va de frente contra los efectos narcóticos del cine (de hecho las drogas siempre han sido recurrentes en la filmografía de su director). Su universo hipertrofiado, desmedido, convierte todas estas películas fantásticas que ahora nos asolan en auténticas pesadillas del mal gusto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
miguel
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