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España España · Santa Coloma de Gramenet
Críticas de Chacal
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Críticas 143
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
25 de julio de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los últimos éxitos de la saga, Godzilla estaba viviendo una edad de oro, pero el saurio debía ponerse las pilas si no quería perder el trono, ya que otros estudios de Japón y competidores de la Toho, también querían su parte del pastel en esta nueva moda de monstruos gigantes: la primera entrega de Gamera, El mundo bajo el terror (1965), estaba por estrenarse así también la trilogía del Daimajin de 1966.
Los monstruos invaden la tierra (1965) suponía una nueva vuelta de tuerca a lo ya visto. Pero ¿con qué se podía sorprender entonces al público a estas alturas?; pues mezclando las clásicas historias de invasión extraterrestre de toda la vida con los monstruos gigantes, y dándole un tono irresistible de aventura espacial muy en la línea de Battle from outer space (1958) de Ishiro Honda.
El resultado fue una de las entregas clásicas más recordadas y mejor acabadas. El film comienza con el descubrimiento de un nuevo planeta en el sistema solar, el satélite X. Envían un cohete al lugar y allí descubren una civilización alienígena aterrorizada por el monstruo Ghidorah, que vive por los alrededores. Suplican a los humanos que dejen traer a su planeta a Godzilla y Rodan para destruir a Ghidorah, pero una vez los monstruos están en el poder de los aliens y son controlados por ellos, se dirigirán a la Tierra para destruirla.

Es evidente el impacto de la ciencia ficción americana en Japón, donde en buena parte de los años 50 se hicieron versiones muy personales y "a la japonesa" de los éxitos americanos. El primer Godzilla ya era una versión de El monstruo de tiempos remotos (1953), así como The Mysterians (1957) lo era de La guerra de los mundos (1953), o el clásico Asalto a la tierra (1956) de Cuando los mundos chocan (1951). Era inevitable que el kaiju y la space opera se unieran. Lo interesante del film es que se dosifican sabiamente las apariciones de los monstruos a apenas 10 minutos (muy intensos todos ellos), y se trabaja a un nivel decente el aspecto humano de la trama, con unos personajes que se han convertido en clásicos y de los más recordados de la saga; Akira Kubo como el inocente y torpe inventor, Akira Takarada (en su tercera aparición en la saga) de astronauta y su compañero americano, el galán Nick Adams (tristemente fallecido dos años después por una sobredosis y que tuvo tiempo no solo de aparecer en otro kaiju, Frankenstein conquers the world (1965) sino de iniciar una relación con Kumi Mizuno), o la abrumadora y sensual presencia de Kumi Mizuno como reina de los alienígenas.

El presupuesto fue sensiblemente superior en este film y eso se nota en secuencias como la maravillosa y kitsch ambientación en el planeta X y la base alienígena. Que los habitantes del planeta X controlen telepáticamente a los monstruos es una buena excusa para que Godzilla (que en el anterior film se había pasado al bando de los buenos), vuelva a destrozar maquetas. En esta entrega hay un momento muy polémico entre los fans, y es la secuencia en el que Godzilla, tras vencer a Ghidorah en el planeta X, comienza a dar saltos de alegría en un momento, la verdad, muy desafortunado, y que es otro de los síntomas de la infantilización de la serie. Por lo visto fue un momento que fue rodado bajo los deseos de Eiji Tsuburaya (creador de Godzilla y mago de los efectos especiales de la saga) y a escondidas de Ishiro Honda.
El punto negativo es que el film se siente como un episodio de una serie de televisión por lo repetitivo del asunto, ya que aparecen los mismos monstruos que la anterior entrega de la saga (excepto Mothra) y además ya hay los primeros indicios de stock shots provenientes de otros films (de Los hijos del volcán en este caso), para abaratar costes, aunque están inteligentemente colocados entre las nuevas secuencias (no como la desvergüenza con la que se realizará en las entregas de los años 70). La trama tampoco es que sea un prodigio de originalidad pero es de agradecer que se pueda seguir con interés.

Los monstruos invaden la tierra (1965) es una joyita que ha influenciado a directores como Tim Burton y que resulta todo un entretenimiento de calidad. Además, Akira Ifukube vuelve a hacer que se me ponga la piel de gallina con la clásica banda sonora de la película. Fue otro éxito para la saga con 5,13 millones de espectadores.
Y para acabar, una curiosidad. Existe una versión porno de Los monstruos invaden la tierra. A un lumbreras se le ocurrió la buena idea de eliminar todos los momentos con los monstruos e insertar docenas de escenas subiditas de tono. Es un film que no he podido encontrar nunca y que me muero de curiosidad por ver algún día. Si hay alguna alma caritativa que la encuentre, que contacte conmigo.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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4
24 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para 1980, la saga de Gamera estaba prácticamente muerta tras la debacle y bancarrota de su estudio cinematográfico, la Daiei. Noriaki Yuasa, es un director a reivindicar más por las ganas e ilusión que por su talento. El verdadero espíritu e impulsor de la tortuga gigante en su saga clásica, decidió darle un merecido homenaje con un curioso experimento titulado Supermonstruo Gamera (1980) y con el que apenas contó con dinero para su realización. En Supermonstruo Gamera, la octava película de la saga, narra como una amenaza extraterrestre se cierne sobre la Tierra y los aliens de turno despiertan uno a uno a todos los monstruos de las pelis anteriores para destruir la civilización, pero no cuentan con que Gamera estará ahí para proteger al mundo de tan terrible amenaza.
El film resultó ser toda una tomadura de pelo, ya que el curioso experimento con el que se inició el proyecto fue el de rodar el mínimo de material posible realizando un batiburrillo de stock shots de toda la saga. Apenas hay nuevos momentos con Gamera, exceptuando algunos planos estáticos de la tortuga volando y surcando los cielos.
Los extraterrestres despiertan a todos los monstruos de la saga (uno a uno, eso sí) lo que es una excusa para presentar y repetir las mismas batallas ya vistas en los títulos anteriores.

Hay una fuerte influencia de Star Wars y la gigantesca nave extraterrestre (incluso la forma en la que es presentada es calcada al inicio del Episodio IV de la saga galáctica), es deudora de la tropa imperial. Incluso no se duda en canibalizar escenas de films anime de la época como de ¡¡¡Space Battleship Yamato!!!. Como se puede ver, prácticamente el 80% del metraje son stock shots de otros films, sean o no provenientes de la saga de la tortuga. Para las escenas humanas, se incidió en la trama infantil con un niño pesado como protagonista. Lo más divertido (y delirante del asunto) es que al niño lo acompañan tres súper heroínas embutidas en trajes de licra con capacidades para volar o empequeñecer según la situación y que no dudan en realizar, a la mínima, coreografías dignas de admirar.

Un film entrañable, delirante y con un cierto tono paródico de la misma saga, además de las series de superhéroes imposibles de la época (sea involuntario o no) y que bien puede servirte como resumen de la saga clásica de la tortuga gigante (y así ahorrarte las peores entregas de la franquicia). Una película que intenta ser un homenaje a la tortuga y que lo consigue, presentando lo peor y lo mejor de dicha franquicia aunque sea canibalizando escenas de otras.

Además, el momento final y que marca el fin de una época (y el cual no desvelaré), me hacía saltar alguna lagrimilla de niño y rebosa su encanto. Supermonstruo Gamera (1980) pasó sin pena ni gloria por los cines y la tortuga desapareció de las pantallas hasta que en 1995 sucedió el milagro. Llegó Shusuke Kaneko con su trilogía de la tortuga y erigiéndose como la cima del Kaiju Eiga y la renovación espectacular del género.
Como curiosidad, la jefa de las súper heroínas, interpretada por Mach Fumiake, era nada más y nada menos que campeona japonesa de wrestling y decidió dar el salto al cine con este subproducto.
Poco más hay que añadir a esta túrmix de tortuga llamada Supermonstruo Gamera (1980).

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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9
23 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shusuke Kaneko había logrado llevar el Kaiju Eiga a la gloria absoluta gracias a las dos primeras entregas de la trilogía de Gamera en los 90. Si con Gamera 2: el ataque de Legion (1996), Kaneko supo coger los mejores y más puros elementos del género Kaiju para llevarlos a la perfección de una manera impecable y con una estética espectacular, Gamera 3: la venganza de Iris (1999) ya está en otra liga. El nivel de exigencia y trabajo que se puso para elaborar la última entrega de la trilogía fue altísimo, hasta el punto que se invirtieron hasta 2 años de trabajo para lograr la mayor perfección técnica en las escenas de monstruos y los momentos de destrucción. Gamera 3 (1999) supone pues, la culminación no solamente de una saga o de un personaje, sino también la culminación de un género en sí mismo. En el film Gamera acaba con Gyaos, pero una joven encuentra el huevo de una criatura al que llama ‘Iris’. El huevo contiene un sangriento feto que rápidamente se transforma en una malvada criatura que siembra el caos en la humanidad.
La película nos ofrece muchos elementos a destacar. Para empezar, la historia y línea argumental va por derroteros muy estimulantes y poco explorados en el género, y sorprende por su grado de profundidad. Nada más empezar, el film te pone en alerta y abre unas expectativas monumentales: regresa la ornitóloga Nagamine (tras Gamera: guardián del universo), quien descubre nuevos pájaros Gyaos, mientras que paralelamente un grupo de investigadores se topan en las profundidades del océano con un cementerio repleto de Gameras muertos.

La continuidad respecto a las anteriores entregas está muy bien atada y explora caminos interesantes, ya que no solamente se recuperan personajes de la primera entrega (que resultan muy agradables y carismáticos) sino que se exploran las consecuencias del desastre ocurrido en ésta a nivel humano y el trauma psicológico generado. Todos estos planteamientos se concentran en el personaje de Ayana. El tratamiento de este personaje es el punto más destacable del film; una adolescente solitaria y que siente odio hacia Gamera, ya que sus padres murieron sepultados durante la batalla entre Gamera y Gyaos en el clímax de Gamera: guardián del universo (1995). Un personaje complejo e interesante que parece encontrar la culminación de su venganza en el descubrimiento de una pequeña criatura mitológica en una cueva cercana llamada Iris, con la que inicia una relación de dependencia, a ratos inquietante. Un punto de vista interesante, ya que esta vez logra acercarte la catástrofe y las criaturas gigantes a un nivel mucho más humano. Por supuesto, Iris irá creciendo convirtiéndose a mitad del film en una criatura tentacular de titánicas proporciones, conectada mentalmente con Ayana y que entablará un combate definitivo con Gamera.

Un punto negativo del film es que quizás intenta abarcar demasiado para convertirse en el film más grande posible del género y se pierda en varias líneas argumentales pretenciosas o innecesarias. La pareja de nerds obsesionados con Gamera tampoco aportan demasiado a la trama, más que algunas frases interesantes relacionadas con Gamera y su sentido dentro del mundo (incluso se menciona y se explica el por qué Japón siempre es atacada por monstruos). El tratamiento filosófico que se le quiere dar a la presente entrega quizás acabe rechinando, pero resulta interesante por lo inédito en un film de estas características. Lástima que conceptos tan interesantes como el cementerio de Gameras o la supervivencia y pertenencia de los monstruos dentro de nuestro planeta sean tocados de pasada y sin profundizar excesivamente. El tratamiento que se le da a Gamera también es muy acertado. Presentándolo de una manera aún más explícita que anteriores entregas, como un anti-héroe temido y oscuro, una criatura que nos defiende pero que parece no importarle reducirlo todo a cenizas y dejar la ciudad hecha un Cristo. Elementos ya presentes y que se intuían en las dos entregas previas pero debidamente exploradas en profundidad para el presente film. Además, el diseño de la tortuga para la ocasión es aterrador (dark y toda hecha una motherfucker).

Si hablamos de los momentos monstruosos de la cinta no tienen comparación con ningún otro Kaiju realizado anteriormente, y he de decir que contiene algunas secuencias que hoy día siguen sin ser superadas. El grado de perfección técnica conseguido en los momentos de destrucción, la presencia de los monstruos gigantes o las batallas en sí, son sin ninguna duda los más perfectos, dramáticos y espectaculares de la historia del género, consiguiendo una simbiosis perfecta entre efectos tradicionales, disfraces y maquetas junto a los efectos digitales. Shinji Higuchi y el resto del equipo de FX del film cambia para siempre la estética de la destrucción dentro del Kaiju Eiga; tanto, que a partir de entonces Godzilla (en las entregas Millenium) tuvo que ponerse las pilas para no quedarse atrás. Ningún Kaiju posterior a Gamera 3 (1999) ha conseguido alcanzar el nivel de dramatismo y potencia destructora, salvo quizás, algunos momentos de Shin Godzilla (2016). Tanto el impecable primer enfrentamiento nocturno entre Gamera y los Gyaos como el impresionante clímax final quedarán para la historia del género. Esa aura apocalíptica que recorre todo el metraje y estalla en el tercio final está muy conseguida, llegando a lo sublime en los últimos 5 minutos, simplemente soberbios y con una amenaza imposible de solucionar cerniéndose sobre Japón, en la que un moribundo Gamera parece despedirse de la audiencia en medio de un escenario desolador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chacal
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