Una de estas películas que te dejan sin palabras en los créditos, se la enseñas a alguien y te lo quedas mirando a ver cómo reacciona, y todos suelen reaccionar igual: "¿Qué coño acabo de ver?". Pero a la mayoría creo que les encanta, porque es tan desagradable como es real, podría considerarse una película de terror, y de las más horrorosas, porque estos 'demonios' existen, y puedes ver lo que son capaces de hacer solo con dar una vuelta por la ciudad, cerca de barrios donde se mueva droga, o sentándote en una terraza a esperar al yonki de turno, que viene a pedirte una moneda con las manos negras y pesando 40 kilos.

Si quieres evitar que tu niño crezca jugando con drogas, esta puede ser una buena película educativa para que le quede claro, al menos más efectiva que las charlas escolares será seguro.
Es un mundo difícil, a menudo sentimos un vacío por dentro, y hay ciertas cosas, especialmente sustancias, que parecen hacerlo todo más fácil, y placentero. Aronofski hace un gran trabajo mostrándonos las oscuras consecuencias de tomar el camino equivocado, sin adornos ni leche ni azúcar, café solo amargo.
Está tan bien dirigida que a algunos les cuesta terminarla, pero el mensaje llega hasta el final.

Hay historias que merece la pena escuchar, aunque pienses que nunca te pueda pasar a ti.

Increíble dedicación de Christian Bale al personaje de Trevor Reznik, alma atormentada a la que le es imposible dormir, la película no sería nada parecido de no ser por el tremendo actor de método, que lleva la interpretación hasta límites de verdadera obsesión, casi patológica.
Bale llegó a alimentarse de una lata de atún y una manzana al día, poniendo en peligro su salud para convertirse en Reznik, e incluso compartir esa precaria situación física con él, y acompañarle en esa psicótica bajada a los infiernos, dentro y fuera del set de rodaje.

La locura, la paranoia y la enfermedad mental, a través de los ojos del propio protagonista, queda muy bien representada a través del filtro de colores, la oscuridad, los personajes y los sucesos que cuenta el guión.
Thriller macabro que da mucho que pensar.

Brutal película, la vi por primera vez siendo apenas un adolescente, y me marcó para siempre, nunca ha dejado de ser uno de mis metrajes favoritos, y dudo que deje de serlo alguna vez.
No sé cuántas veces la habré visto.
La he visto como uno ve cualquier buena película, como un buen entretenimiento, pero también como una gran moraleja o incluso como lección de vida que me anima a valorar mi libertad, y a procurar hacer lo mejor con lo que tengo a mano, porque hay pocas cosas que no tengan solución, pero las hay.
No hay mayor prisión que la que puede llevar uno por dentro, nadie está demasiado lejos de cometer un error que pueda perseguirle el resto de su vida. Derek Vinyard nos enseña que no toda atrocidad tiene redención, que ser fuerte es cuidar de lo mejor que tengas, y que a veces el pasado se queda bajo la piel, y no se borra.

Es gracias a Norton que tenemos esta obra única, no solo por su actuación sino también por salvar gran cantidad de escenas que el director quiso eliminar de la película en su momento.
Lo que se muestra en este metraje es una versión muy cruda de la verdad, esto es verdadero antirracismo, y pura representación del defecto y la oscuridad del ser humano. La interpretación del valiente Edward Norton da vida a un monstruo, uno que no soporta mirarse al espejo.