Excelente drama judicial protagonizado por un reparto de excepción, que supone un alegato contra la pena de muerte además de un estudio psicológico sobre el comportamiento del psicópata y su responsabilidad en el crimen.

Unos jovencísimos Bradford Dillman y Dean Stockwell encarnan a un par de amigos universitarios de clase alta y coeficiente intelectual por encima de la media, que un día quieren experimentar su superioridad asesinando a un muchacho a sangre fría y desafiando a la policía a encontrar a los culpables. El guion está basado en un caso real acontecido en Estados Unidos en los años veinte.

Durante la primera hora asistimos al interrogatorio y la investigación policial llevada a cabo por el fiscal, para posteriormente celebrarse el juicio que determine la culpabilidad o no de los acusados, momento en el que entra en escena el prestigioso abogado interpretado por Orson Welles, que tratará de alegar locura en los acusados para esquivar la pena de muerte.

Pesadilla diabólica podría considerarse la precursora de Terror en Amityville por aquello de las casas encantadas.

Se trata de una historia de terror, que a pesar del poco trabajado guión, su trío protagonista se toma en serio y consigue transmitir desasosiego e inquietud.

George Clooney escribe, protagoniza y produce este drama político acompañado de un reparto de lujo en el que se denuncian los entresijos del poder, la falta de escrúpulos y la ambición de los que manejan los hilos. Se trata de una historia de chantaje y traición en la que sus protagonistas muestran el lado más sucio de la política.

Lo malo es que a pesar de su incuestionable calidad el resultado te sabe a poco.

He disfrutado mucho con esta tierna y entrañable historia de superación que no por obvia resulta menos emocionante.

Un estupendo Javier Gutiérrez interpreta a un desquiciado entrenador de baloncesto, que después de provocar un accidente de tráfico estando ebrio, tiene que suplir la condena de cárcel por trabajos a la comunidad, en este caso entrenar a un equipo de personas con síndrome de down.

Javier Fesser dirige y co-escribe una historia creíble y cargada de buenas intenciones que en ningún momento me decepciona. La película se mantiene en pie gracias a un sólido guion y unos personajes encarnados por unos actores la mar de simpáticos.

La moraleja es que el protagonista se acaba humanizando gracias al contacto que mantiene con un grupo de gente tan especial como encantadora.

Menospreciado western protagonizado por el gran Charlton Heston, que interpreta a un maduro vaquero encargado de vigilar las tierras de un poderoso hacendado.

Se trata de una historia atípica sobre la lucha por la supervivencia de unos hombres en condiciones muy duras, más concretamente la del protagonista con una mujer y su hijo abandonados a su suerte en una tierra inhóspita en pleno invierno. Entre ambos surgirá el amor fruto de la colaboración mutua y asistiremos al dilema del vaquero sobre si debe seguir con ella y hacerse cargo del crío o continuar su camino junto a sus viejos camaradas. Al mismo tiempo tendrá que enfrentarse a un fanático predicador y sus hijos que se la tienen jurada después de que el cowboy matara a uno de ellos en una disputa.

La relación entre Heston y Joan Hackett es muy bonita, luchando ambos contra los elementos por salir adelante junto al niño que toma al vaquero por su anhelado padre. Muestra como en las circunstancias más duras, cuando el hombre apenas se diferencia de las bestias para sobrevivir, todavía hay un hueco para la comprensión y el amor entre dos personas que se necesitan.

Donald Pleasence encarna al villano de la función magníficamente con esa expresión de perturbado que sabe poner cuando le toca hacer de malo.

La hermosa fotografía de Lucien Ballard de los agrestes paisajes en los que se desenvuelve la trama, acompañada de la preciosa banda sonora de David Raksin, realzan esta película que conviene reivindicar como merece.