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España España · Santa Coloma de Gramenet
Críticas de Chacal
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Críticas 143
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
30 de junio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un cine coreano cada vez más híper comercializado se agradece de vez en cuando muestras de ese cine independiente del país cuasi invisibilizado y devorado en salas por los grandes blockbusters. El caso de House of Hummingbird (2018) ha sido toda una sorpresa ya que es uno de esos casos de film indie que ha conseguido dar la campanada obteniendo resultados por encima de sus previsiones iniciales. El film sigue a la solitaria Eun-hee, de 14 años. Privada de la atención de su familia, recorre el vecindario con su mejor amiga e intenta encontrar muestras de cariño en un entorno que parece privado de él.

House of Hummingbird (2018) ha resultado una pequeña sorpresa para un servidor. El film sigue los difíciles pasos de Eun-Hee en una etapa de su vida bastante difícil ya de por si como es la adolescencia. La joven de 14 años vive en un entorno deprimido y violento. Un piso con unos padres que no hacen más que trabajar y discutir y donde las muestras de cariño son muy poco frecuentes por no decir casi inexistentes. Su hermana no hace más que salir de fiesta mientras que el hermano mayor, presionado por el padre para conseguir la perfección en su vida y estudios, le da palizas frecuentes a Eun-Hee. Un mundo donde parece no haber una válvula de escape.

Es interesante mencionar que el film está ambientado en 1994 y la historia de la joven parece corresponderse con el de Corea en esos momentos. Vemos un entorno y a una sociedad que a pesar de escapar de la dictadura militar a la que estaba sometida y disfrutar de sus primeros años de democracia no dejamos de percibirlo como deprimido. Una nación aún en construcción como se intuye en esas calles y plazas en obras y con los ladrillos desparramados por el suelo. Eun-Hee intenta encontrar una válvula de escape saliendo con su mejor amiga donde aprovechan para fumar, maquillarse, bailar y coquetear con el mundo de los adultos. Aún a pesar de ciertos ramalazos repelentes del personaje, si que acabé conectando y empatizando con su protagonista quien con su mirada rota y desconcertada por el mundo que le rodea no cesa en su intento de encontrar el cariño por parte de alguien. Cariño y comprensión que acaba encontrando en su profesora de chino o en una adolescente de su edad que parece sentir algo más que amistad por ella. El film aprovecha su contexto histórico para tratar algunos hechos reales ocurridos y tratarlos de fondo como es la Copa del mundo de fútbol, la muerte del dictador norcoreano Kim Il Sung o el accidente del puente Seongsu.

Como reitero, un film sumamente interesante y absorbente por tratar la vida de un personaje en un país donde parece no haber resquicio para el amor sino para todo lo contrario; los malos tratos y la asfixia social. Es sorprendente que se trate de la ópera prima de la directora Bora Kim, la cual inunda al film de un tono cálido y humano aún a pesar de la frialdad del mundo que rodea a Eun-Hee. Me atrevo a pensar que basada en parte en las propias experiencias adolescentes de su directora. Visualmente el film es rico, con esos planos exteriores en las calles donde destaca el uso de la luz y algunos detalles interesantes como ese plano a cámara lenta de Eun-Hee y su amiga saltando en colchonetas con un precioso cielo azul de fondo. Si que es verdad que el metraje del film acaba siendo algo agotador, ya que 135 minutos me resultaron algo excesivos. Al centrarse cuasi por completo en el personaje de Eun-Hee algunos de los demás personajes no son tratados con el mismo mimo quedando algo desdibujados como el hermano mayor o los padres de Eun-Hee. Por ejemplo, me hubiera gustado conocer algo más de la vida del personaje de la profesora de chino (aunque te deja entrever ciertos detalles a tu imaginación) o esa relación amor/amistad de Eun-Hee con la otra chica adolescente.

House of Hummingbird (2019) es una pequeña joyita cálida, humana y en el que logré conectar con su entrañable personaje protagonista. Una adolescente que pese a sus aptitudes (como el dibujo) no deja de verse sometida a un mundo cruel y falto de amor. Un conjunto bien realizado y sumamente interesante.
House of Hummingbird (2019), poco a poco, consiguió colocarse en el ranking coreano consiguiendo alcanzar 1 millón de espectadores. Cifra que para un film pequeño como éste es todo un triunfo. Consiguió numerosas nominaciones y premios especialmente para su directora Bora Kim llevándose el premio a "Mejor Guión" en los Blue Dragon Awards de 2019 o los galardones "KNN y NEPAC Award" en el Festival de Busan 2018.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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4
30 de junio de 2020
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A veces produce cierta satisfacción cuando exploras un género y cada vez vas sumergiéndote hacia lo más hondo, el alcantarillado del mismo, descubriendo por el camino films cada vez más extraños y delirantes. Siento especial predilección por ese cine direct to video japonés centrado en el cine de terror y el erotismo soft. Ese cine dirigido seguramente por pandillas de frikis del género, asiduos a Akihabara y que inundan sus producciones de mucha desvergüenza, algo de sangre, algún que otro zombie cutre y alguna actriz porno que se preste a trabajar y enseñar tetilla en estos subproductos de presupuesto inexistente. Me decidí abordar el presente film por varios motivos. Mi cariño ya mencionado hacia dicho género, lo atractivo de la portada y principalmente, porque la protagonizaba Sora Aoi. Aoi (ya retirada actualmente) fue desde su debut en 2002 una de las actrices porno de mayor éxito en Japón llegando a aparecer en más de 600 películas para adultos hasta 2011. Como habrá notado el lector, la voluptuosa actriz es toda una referencia y una musa para el que esto suscribe. Aoi, en su momento de mayor apogeo, decidió empezar a realizar otros trabajos como actriz "seria" en films que se apartaran del Adult Video (en ese sentido es glorioso su cameo en Conociendo a Matsuko (2006) de Tetsuya Nakashima). El problema es que salvo algún que otro trabajo de una calidad interesante como Tsumugi (2004), Man woman and the wall (2007) o Revenge: A love story (2010) el resto han sido subproductos de vergüenza ajena como Big Tits Zombies (2010) o Raw Summer (2003). También, nótase, interesado amigo lector, que Sora Aoi tendrá muchas virtudes pero la interpretación no es lo suyo. Stop the Bitch Campaign Hell Version (2004) procede de esa línea de subproductos de Serie Z. El film sigue las andanzas de Aoi (el personaje mantiene el mismo nombre de la actriz), quien con la ayuda de unas amigas intenta atraer al canalla que la violó 3 años atrás. ¿Atraerle adónde? A un burdel donde tienen cabida las perversiones más extrañas.

No hace falta esperar muchos segundos para notar que el presupuesto del film no es que sea una lágrima, es que es prácticamente inexistente. Vamos a ver. ¿Que imagen estás dando a tus clientes cuando tu burdel es una sala de una fábrica abandonada con cables y demás trastos repartidos sin ton ni son y donde cualquier "Técnico de seguridad laboral" sufriría desmayos? Basada en un cómic manga de Tetsuya Koshiba y Hideo Yamamoto (éste último realizó el manga que se convirtió en Ichi the Killer), Stop the Bitch Campaign Hell Version, cabalga por el humor de brocha gorda y de fútiles resultados basado en las diferentes perversiones de los clientes del citado burdel. Perversiones que no dejan de producirte una sensación bastante extraña: señores mayores que les gusta sentirse como bebés, nerds que gustan que una luchadora de sumo les golpee o filias sexuales con verduras y vegetales como es el caso del violador de Aoi, nuestra protagonista. Unas escenas de verdad muy weirds. Para el que se espere acción y sangre engañado por la portada de la película en la que Sora Aoi aparece katana en mano se llevará una sonora decepción ya que no hay atisbo de acción y sangre en esta película si exceptuamos la patética pero divertida batalla final de Aoi en plan Sailor Moon. Sora, ataviada en traje de escolar en todo el film si que enseña su perfección corporal en alguna ocasión, aspecto que agradece el respetable.

Personajes masculinos ridículos con una edad mental de 3 años, un violador psicópata que no para de dar la turra y que desata su pasión por el uso anal y vaginal de diferentes verduras como calabacines, plátanos y demás vegetales de uso común... ¿al menos habrá algo de carne no? Si que es verdad que el variado plantel de actrices nos enseñan sus bondades en algunas ocasiones, el problema es que todo lo que le rodea a la escena es tan excéntrico y extraño que la libido no es que se vea demasiado afectada.

Stop the Bitch Campaign Hell Version (2004) es un film extraño, con un humor delirante y excéntrico que a veces hace esbozar alguna sonrisa y otras no. El erotismo no acaba de satisfacer y somos llevados a engaño pensando que vamos a ver algo de sangre, acción, katanas y demás mientras en su lugar vemos durante media hora a un japonés de mediana edad haciendo uso de su filia para con las verduras. Una curiosidad extraña y que al menos dura sólo 55 minutos. Que viva el cine de guerrilla. El perpretador de tan magna obra, Kosuke Suzuki, ya realizó en 2001 una versión anterior de la presente película y titulada Stop the bitch campaign y una nueva versión de 2009 pero no sale Sora Aoi. Conmigo que no cuenten.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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5
30 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya mostré signos de mi admiración hacia Sora Aoi en la crítica de la ramplona Stop the Bitch Campaign Hell Version (2004). La apolínea actriz de cine adulto fue una de las musas de mi movida adolescencia y aunque ya esté retirada del mundo del porno siempre es un motivo de satisfacción descubrir esos intentos de la chica por hacer un cine algo más serio que la sacara del Adult Video japonés. Una cosa es evidente y es que Aoi como actriz dramática es bastante terrible salvo algún ejemplo como las recomendables Man, woman and the wall (2007) o Revenge: A Love Story (2010). El film que nos ocupa hoy podría añadirse a este último grupo.
Tsumugi (2004) quiere recuperar el espíritu de ese Pinku-Eiga de los años 70 y 80 aunque con unas ciertas pretensiones que no le hacen demasiado bien. En ese sentido, el envoltorio está cuidado, no se trata de otra de esas obras de infrapresupuesto protagonizadas por la actriz como la citada Stop the Bitch Campaign Hell Version o Sexy Teacher (2004). Se nota algo más de presupuesto (tampoco demasiado) para este producto y agradezco que aún siendo 2004 no sucumbiera a la imagen digital y mantuviera cierto espíritu de video. El film relata las aventuras sexuales entre la adolescente Tsumugi, bastante liberal ella, y su profesor de instituto quien no evita sucumbir a los encantos de la chica (y quien no). Uno de los puntos interesantes de la cinta es que su director, Hidekazu Takehara, intenta darle algo de contenido al film y cierta profundidad para evitar quedarse en una sucesión de polvos gratuitos.

En ese sentido, la película relata a unos personajes masculinos que a pesar de su edad madura se han quedado atrapados en la adolescencia queriendo evitar a toda costa la llegada de las responsabilidades adultas. Katagiri, el profesor de instituto con quien tiene un affair Tsumugi, espera un bebé por parte de su mujer pero parece no ilusionarle demasiado la idea como tampoco parece emocionarse ante los coqueteos sexuales de otra profesora del instituto más madura que nuestra Sora Aoi. Idea que coge más fuerza en esa subtrama (bastante pesada) del amigo/cantante punk que también parece escapar del mundo adulto aún teniendo una hija de 20 años que ni siquiera ha visto en su vida. Este intento de darle profundidad a la obra, ayudado por la melancólica banda sonora, a veces funciona y en su mayor parte no, con una profusión a los diálogos pedantes que intentan decir más de lo que pretenden quedándose en vacíos y ridículos. Es de agradecer a Takehara su intento por ofrecer estampas visuales interesantes especialmente esos entornos cuasi oníricos con Tsumugi caminando por la terraza del instituto mostrando un poderoso cielo azul, los momentos en la playa, esos campos de arroz moviéndose al compás del viento o ese curioso momento final en el coche. Si hablamos del erotismo del film en esto no pondremos ninguna queja ya que los encuentros sexuales son frecuentes, conseguidos y morbosos ayudados por las evidentes bondades corporales de Sora Aoi (con 20 años en ese momento). Aoi, interpreta a un personaje que también parece fuera de onda de su mundo adolescente y que bien parece funcionar como fantasía cuasi onírica del profesor. Tsumugi es alegre, vital y parece no importarle mucho lo que pasa a su alrededor y por tanto lo que piensen los demás. La interpretación de Sora no destaca especialmente funcionando en algunos momentos pero resultando forzada y poco creíble en la mayoría de ellos.

Tsumugi (2004) es un ejemplo de este Pinku Eiga del nuevo milenio. Un film de empaque visual acertado y donde su director demuestra evitar quedarse en un producto gratuito y vacío queriendo disponer de cierta profundidad aún resultando finalmente algo pedante y vacía. 60 minutos de un erotismo bien efectivo con una muy sexy Sora Aoi ataviada de colegiala y demostrando lo que mejor sabe hacer y no me refiero a sus momentos más dramáticos, quedándose éstos algo justos. Un film curioso. Como apunte, señalar que el film disfrutó de un estreno (algo limitado) en cines, hecho a destacar ya que la mayoría de estos productos van directos al mercado del video. Quizás la popularidad cada vez más creciente en ese momento de Aoi tuvo algo que ver. Dicho "éxito" ayudó a que se la calificara como el 4o mejor Pinku del año así como un premio a Sora como mejor actriz revelación en los Pink Film Awards de 2005. La distribuidora Pink's Eiga además, ofreció en su momento una edición en DVD más que completa de dos discos y con numerosos extras, lo que nos da una idea que el presente film no se quedó en uno más del género.

Como último dato a comentar. Me encanta la forma en que están realizados los créditos finales del film mezclando los diferentes personajes con los títulos de crédito. Una opción simple pero increíblemente efectiva y que bebe mucho de la influencia del manga.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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8
30 de junio de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dúpla de films de The Raid causaron toda una revolución en 2011 y 2014, respectivamente. Desde Indonesia, el inglés Gareth Evans creó una de las obras definitivas del cine de acción mostrando un ritmo desenfrenado, una violencia descarnada y unas luchas de artes marciales que quitaban el hipo. Dando tullinas teníamos a Iko Uwais quien volvió a demostrar su técnica marcial en la notable Headshot (2016) dirigida por Timo Tjahjanto. Tjahjanto, procedía del género de terror más “disgusting” como demuestran la brutal Macabre (2009) o el inolvidable segmento "Safe Heaven" de VHS 2 (2013) que realizó junto a Gareth Evans. Headshot (2016) era un producto palomitero para los fans del género, un film que pese a su carácter ligero te lo hacía pasar pipa. Los espectadores no estaban preparados para el avenimiento de algo como The Night Comes For Us (2018). Tjahjanto se superaba a sí mismo con esta auténtica burrada que empezó a crear entusiasmo en todos los festivales cinematográficos por los que se proyectaba.
The Night Comes For Us (2018) cuenta la historia de Ito, un hombre que trabajaba para la mafia, el cuál tendrá que proteger a una niña y escapar de su anterior banda criminal, en una violenta batalla en las calles de Jakarta.

Desde aquí no tenemos más que aplaudir a Netflix, en primer lugar por producir el film y en segundo lugar por permitirle total libertad a Timo para hacer todas las burradas que quisiera. The Night Comes For Us (2018) es un consuelo para el aficionado mientras espera la llegada (cada vez más imposible) de The Raid 3. El film recoge la herencia del film de Gareth Evans pero convirtiendo los momentos de acción en explosiones salvajes y abrumadamente gore. Nuestro protagonista, Ito, está interpretado por Joe Taslim, quien ya pudimos verle repartir en el primer The Raid aunque como secundario, soportando esta vez sobre sus hombros el peso protagónico de la trama. Que su personaje sea perseguido por su anterior banda criminal es la excusa perfecta para que arranque una sucesión espectacular de secuencias de acción.
Los primeros 50 minutos, en ese sentido son impecables y te quitan el aliento con una predilección por las set pieces de acción en diferentes escenarios y de forma paralela. Nuestro Iko Uwais repite y se agradece que se le relegue a un tipo de personaje diferente siendo en esta ocasión el villano de la función. Tras dejarnos con la boca abierta en The Raid 2, Julie Stelle también regresa para volver a hacernos una demostración de mandobles bien dados.

Como menciono, The Night Comes For Us destaca como expresión gore de la acción, un filtro masoquista que multiplica por 10 la violencia intrínseca de las secuencias de artes marciales de The Raid. En ese sentido, los momentos de acción son impecables, salvajes y no dan ni un minuto de respiro con una sucesión de momentos inolvidables de principio a fin y que no deja de superarse minuto a minuto. Desde la pelea en el matadero hasta esa salvaje y cartoon lucha final entre Uwais y Taslim. Desgraciadamente, el film parece querer encontrar un punto medio entre la historia directa y mínima del primer The Raid y las pretensiones más amplias y profundas de su secuela quedando su historia a medio camino de ello y encontrándose con algún bajón de ritmo especialmente en el meridiano del metraje. Quien más sufre la dejadez de la historia es el personaje de Julie Stelle, sintiéndose su presencia algo gratuita ya que no sabemos muy bien sus intenciones dándote la impresión que es únicamente una excusa para tener un personaje más para repartir hostias a los malos. Y es una lástima porque es un personaje que podría dar para su propia película.

The Night Comes For Us (2018), pese a todo, es la culminación del género, una obra que logra aglutinar el silat (las artes marciales indonesas), el cine de acción de Hong Kong, las artes marciales chinas y el gore cartoon de La historia de Ricky (1991). Un premio de consolación para el que esté esperando más The Raid. De obligado visionado para los amantes de las tullinas sin complejos, del gore salvaje y de la acción desenfrenada. Pude ver el presente film en el Festival de Sitges 2018 y la sesión en la Sala Tramuntana fue un festival de gritos y aplausos inolvidable. Puro Sitges.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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6
30 de junio de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género del Pinku-eiga dio sus buenos frutos durante los años 70 a estudios como la Nikkatsu o la Toei pero el género iba a sufrir algunos cambios durante los ochenta debido a cierto estancamiento, necesidad de superar unas tramas que ya de por si resultaban estrambóticas, perversas y exageradas además de la crisis de público provocada por el avenimiento del Japan Adult Video y el mercado videográfico. La Nikkatsu ideó la Roman X, un viraje del Pinku hacia tramas más descarnadas, explícitas y de una violencia sexual cada vez más misógina. La sádica Woman in a box: Virgin Sacrifice (1985), es un ejemplo de esta nueva dirección del estudio. Hay un aspecto a destacar y es que en los 80 el mercado videográfico japonés estaba en auge y cada vez eran más frecuentes los films que llevaban un paso más allá el erotismo realizando una simbiosis con el terror y el gore. El faro a seguir de esta tendencia se encuentra en la trilogía Guts of a virgin (1986) aunque la moda llegaría a extremos tan enfermizos como la saga Guinea Pig. Como vemos, estos nuevos planteamientos acabarían derivando hacia un festival de hemoglobina, torturas y gore que inundaría el mercado a finales de los 80 y buena parte de los 90. De entre este festival de tripas y desnudos, apareció Hisayasu Sato, director de más de una sesentena de películas desde mediados de los 80, la mayoría con el sexo como motor pero con unas características conceptuales más profundas o diferentes y que resultaron una pequeña bocanada de aire fresco para el género. Un señor, el cual, es artífice de títulos como Lolita Vibrator Torture (1987) o Horse, woman, dog (1990). Sato destacó en la época como un autor de ciertas ideas que acababan por dar un peso interesante a sus films aunque, en cierta manera, el director encontró la manera de justificar la violencia más extrema con unos conceptos a primera vista profundos.

Salido del submundo punk e industrial del underground japonés sus películas rebosan furia y de un sexo incómodo y violento. Una estética que bebe mucho del video, el gravure y el snuff con unas tramas que abundan en un nihilismo aterrador presentando a una sociedad con una incapacidad para relacionarse entre sí y cada vez más dependiente y fusionada con la tecnología. Es de remarcar su curioso gusto por mostrar la violencia o el sexo de una manera voyeur, siendo observado el acto a través de visores de videocámaras, a escondidas o a través de pantallas de televisión. De entre sus inicios destaca un film como Pleasure Kill (1987), también conocida como Lustmord, el cual el aficionado, al leer su trama notará cierto paralelismo con el clásico gore, Naked Blood (1996), también de Sato. Y es que Naked Blood (1996) no es sino un remake con (algo) más de presupuesto y medios que la seminal Pleasure Kill (1987).

En el film, tres chicas se prestan como conejillos de indias para experimentar un fármaco, en su última fase antes de ser puesto a la venta al público. El hijo de la doctora encargada del experimento adultera el fármaco, con unas consecuencias terribles ya que provoca en las chicas una ninfomanía mortal. Las señas de identidad de Sato se encuentran en el presente film en todo su esplendor. Violaciones incómodas de visionar, videojuegos, música de 8-Bits y una serie de perversiones sexuales llevadas al extremo, esta vez ocasionadas por el fármaco adulterado por el nerd protagonista el cual lleva a las féminas a la ninfomanía solo aplacada con el dolor físico. El personaje protagonista demuestra tener restos del síndrome del Hikikomori (adolescentes japoneses que permanecen encerrados en su habitación durante meses sin relacionarse con nadie, el mismo Hisayasu Sato reconoció haber sido un Hikikomori en su adolescencia), y que a pesar de su genialidad para la ciencia es un adolescente con incapacidad para relacionarse con el sexo opuesto así como sus nulas capacidades sexuales, terminando éste por usar la violencia en el acto íntimo.

El film abunda de una violencia, a veces no necesariamente explícita en sangre (salvo en algunos momentos que tela), pero si de cierto sadismo extremo que me hicieron revolverme en el asiento por incomodidad. Las reacciones sexuales al fármaco por parte de las tres féminas participantes en el experimento se degradan hasta llegar a momentos shock protagonizados por cuchillos, depilaciones peligrosas con la cuchilla de afeitar entre otras auto-lesiones. El film incide en esa particularidad de Sato de grabar a gente normal en la calle ajena a todo lo que está pasando y su escena final no deja de tener cierto regusto cuasi-apocalíptico centrado en esa idea de la dependencia de la tecnología y la incomunicación social derivado de ello, cayendo en la psicopatía, el homicidio y la violencia sexual.
Pleasure Kill (1987) es un producto de Serie B, casi Z, de apenas presupuesto y medios, pero abundante en ideas y conceptos que serán del agrado del seguidor del género. Si Naked Blood (1996) es un remake con más medios pero definitivamente entregado al gore y a los fans del propio género del splatter, está desprovista de la violencia sexual, anárquica y nihilista de Pleasure Kill (1987), ejemplo de un Hisayasu Sato desatado en su furia fílmica. Desde luego, un film difícil de recomendar y no objeto de todos los gustos. Una película oscura y violenta en su forma de plasmar el sexo más sádico y perverso, pero sin duda, una de las cimas del iconoclasta Sato quien en su momento logró darle una vuelta de tuerca al género del erotismo nipón. Una vuelta de tuerca que no hizo sino aumentar en cientos la aparición de films cada vez más monstruosos en violencia y sexo masoquista.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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