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España España · Santa Coloma de Gramenet
Críticas de Chacal
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Críticas 143
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
1 de julio de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Para el espectador no acostumbrado, enfrentarse de primeras a una producción procedente de la India puede resultar todo un shock por su tendencia al exceso, sobredosis de color, coreografías, ritmos e historias más grandes que la vida. En el cine de acción del país, la experiencia parece multiplicarse por 10 con una tendencia a la acción más imposible, hecho que no hace sino aumentar la pasión de sus seguidores. Uno de los títulos míticos e imperdibles del cine de acción hindú de esta última década es Action Jackson (2014). El film cuenta la historia de Vishi, un rufián con una sorprendente habilidad para meterse en líos hasta que un buen día verá como su vida se complica aún más por culpa de su parecido imposible con AJ, un mercenario indestructible al que le persigue la mafia de Bangkok.
Uno no está preparado para algo como Action Jackson (2014), quizás la culminación de ese cine de acción de Boollywood más pasado de vueltas y exagerado. Toda una experiencia alegre y sin complejos para espectadores con sentido del humor. Que el film tienda al exceso es decir poco. Las escenas de acción sobrepasan cualquiera de nuestras expectativas, ante nuestro estupor, con un uso de la chulería, la gañaneria y los poderes sobrehumanos obra de AJ, el héroe del tinglado. Y cuando no estamos viendo espectaculares tullinas, el film es un continuo chiste de principio a fin. Action Jackson parece no tomarse en serio a si misma ni un momento y pobre de aquel espectador que se la tome en serio.

Es de agradecer además que el film se guarde algún que otro giro de guión, que vamos, a mi personalmente me dejó descolocado. No pude evitar cierta confusión y mareo argumental en el momento de descubrir que Vishi, el rufián del barrio, es clavadito físicamente al hombre más peligroso de Bangkok, AJ. Dicha subtrama es tratada de la misma manera que el resto de la película, como un entramado paródico y cómico. Ajay Devgn cumple sobradamente en su doble papel y por lo visto perdió hasta 17 kilos para prepararse para la película. Por supuesto el romance tampoco falta en esta producción con una divertida Sonakshi Sinha en el papel de Khushi, el interés amoroso de Vishi. Los números musicales son espectaculares, muy vistosos y prácticamente la mayoría de las canciones me parecieron de gran calidad. El cachondeo del conjunto se traslada además al fondo musical ejemplificado en esas escenas de coqueteo entre Vishi y Khushi sonando de fondo sus nombres de forma muy melódica o cada vez que AJ se dispone a atacar se escucha un espectacular canto tribal gritando las siglas de este héroe imposible e indestructible (¡AJ!, ¡AJ!). No nos escapamos tampoco del consabido flashback donde se explica el pasado de su protagonista aunque he de decir, a su favor, que me resultaron unas escenas con datos jugosos y espectaculares secuencias de acción.

En contra, algunas de las bromas me resultaron cargantes o de un nivel ya algo sonrojante. El personaje del amigo y compinche de Vishi siempre cabalga en la línea de lo insufrible y lo poco soportable. Igualmente de la presencia de otros personajes que me sacaban de la película como el grupo de amigas de Khushi. Y pese a lo espectacular y divertido de las secuencias de acción hay algunas de ellas que no me resultaron tan efectivas desde un punto de vista visual o técnico.
Si, es cierto que como buena película hindú, la duración es excesiva y la experiencia acabe resultando algo agotadora, pero Action Jackson (2014) supone un divertimento máximo. Un film rodeado permanentemente de un aura de parodia, de fiesta pura y que parece tomarse toda su trama y personajes a cachondeo, lo cual agradecí. Y sin duda, el punto fuerte del film, son esas secuencias de acción imposibles donde todo puede ser posible y donde AJ se erige como uno de los heroes más inolvidables de Boollywood.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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8
1 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que impotencia me hace sentir ver como la humanidad ha invadido todos los rincones del mundo y pervertido, destrozado e industrializado esos parajes únicos que la naturaleza con tanto ahínco y siglos ha construído. Cada vez es más difícil experimentar la libertad y la sensación de huir de la ciudad o de la angustiante masa. Que magnífica sensación es retirarse del ahogo, la rutina diaria, del peso de las responsabilidades que impone la sociedad y volver a sentirse uno mismo. Retirarse unos días a playas casi desoladas, o a una casita en la montaña. Pasear por el bosque o sentir la arena fría y suave en los pies. Que sensaciones tan maravillosas. Sensaciones que han despertado mientras visionaba el presente film. El cine japonés de los 70 nos depara muchas sorpresas. Son productos hijos de la época pero donde y si rebuscas, encuentras muchas joyas que logran sorprender al cinéfilo de pro en busca de nuevas sensaciones y experiencias diferentes. Journey into Solitude (1972) está basada en la novela de Kukiko Moto y cuenta la historia de una adolescente de 16 años (la cual desconocemos su nombre a lo largo del metraje) que se encuentra insatisfecha con su vida por lo que decide valerse por si misma y recorrer la isla de Shikoku cual peregrino. En el camino se encontrará con obstáculos, experiencias y personajes que la ayudarán a conocerse a sí misma para acabar encontrando un sentido a su vida.

Journey into Solitude está dirigida por Koichi Saito. Fallecido en 2009, Saito, también fotógrafo, inició su carrera en la Nikkatsu para después formar su propia compañia, la Saito Productions caracterizándose, en sus films de los años 70, por presentar a personajes atrapados y ahogados por la sociedad actual los cuales acaban escapando al campo en busca de respuestas a sus preguntas existenciales. En Journey into Solitude se denota la experiencia fotográfica de Saito por su excelente tratamiento visual. El film destaca por unas estampas bellísimas y espectaculares de la isla de Shikoku. Planos donde se muestra la pequeñez de la adolescente frente a la magnificiencia del paisaje y la naturaleza. Así, el film, por optar hacia el viaje existencialista de una persona en busca de su lugar en el mundo se denota un ritmo y estilo ciertamente zen. El metraje es lento pero absorbente y decididamente entrañable en su desarrollo. Destaca el uso de la voz en off con nuestra protagonista enviando una serie de cartas a su madre explicándole el proceso de su viaje así como sus emociones. Esto refuerza el sentido cuasi episódico del conjunto del film.

El peso del film lo lleva exclusivamente la joven Yoko Takahashi saliendo con nota del desafío y mostrando a una adolescente fuerte y aguerrida que escapa de su casa dispuesta a encontrar un sentido a su insulsa vida. Pese a descansar sobre sus hombros el grueso de toda la historia, su adolescente protagonista resulta un personaje interesante al que le coges cariño en su afán por conocer el mundo y en el camino, conocerse a sí misma. Dicho auto aprendizaje pasa por diversas fases y estados pasando por las lecciones y sabiduría de una anciana, las pasiones que despierta en ella el teatro y el modo de vida de los artistas, la exploración de la sexualidad ya sea lésbica o heterosexual entre otras opciones de vivir la vida. En el reparto también nos encontramos con Rie Yokoyama, quien interpreta a una de las actrices ambulantes con quien la adolescente experimenta cierta atracción. Yokoyama la hemos podido ver en films de la época como la mítica Ecstasy of the Angels (1972) de Koji Wakamatsu o la primera entrega de la saga Sasori de Meiko Kaji; Female Prisoner #701: Scorpion (1972).
Journey into Solitude, si, resulta una pequeña sorpresa y que aunque contiene un conjunto bien compensado no evité encontrarme con ciertos bajones de ritmo o tramos de menor interés. Los minutos de metraje centrados en el grupo de teatro y el poco creíble cariño que la adolescente siente hacia ellos me parecieron algo más insulsos aunque sirven como muestra hacia la protagonista de qué manera es el mundo de los adultos y ciertas emociones como el de la sexualidad, el egoísmo o la avaricia. Contraste que nos encontramos en el tramo final del film cuando la joven es acogida por un humilde y solitario pescador de mediana edad donde llega a sentir emociones puros de cariño, amor y empatía.

En resumen, Journey into Solitude (1972) es un film absorbente y refrescante conteniendo un interesante estudio de un personaje en busca de su lugar en el mundo y protagonizando algunas de las estampas visuales más bellas que servidor ha podido ver en el cine japonés de los años 70. Las secuencias en unos campos de arroz de un verde de enorme fuerza (que me recordaron al cine de Shunji Iwai) o esos momentos de la joven bañándose cuasi desnuda en una monumental playa virgen a la civilización. Un conjunto notable y que bien vale la pena un visionado por su curiosidad.
La guinda la pone la preciosa canción que abre y cierra el film de título "Kyo made soshite ashita kara" e interpretada por Takuro Yoshida y que resume el sentimiento tanto del film como de la historia de su joven protagonista. Todo un descubrimiento. El film consiguió tres premios en el Mainichi Film Concours de 1973 consiguiendo los galardones a "Mejor Director" "Mejor guión" y "Mejor fotografía".

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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8
1 de julio de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito de la pareja John Woo/Chow Yun-Fat tuvo su pistoletazo de salida en la clásica A better tomorrow (1986). Desde entonces pudimos ver al actor en medio de tiroteos pistola en mano en numerosos films catalogados como heroic bloodshed, o "matanzas heroicas" cómo se conoció al subgénero en Hong Kong. John Woo no escatimó en aprovechar el tirón entre el público de Chow Yun-Fat repitiendo en A better tomorrow 2 (1988), The Killer (1989) o Hard boiled (1992). Pese a lo imprescindible de los títulos mencionados es importante no quedarse estancado en la filmografía del maestro Woo y explorar otros heroic bloodshed que Yun-Fat protagonizó en esos años ya que nos podemos encontrar con sorpresas. Tiger on the beat (1988) es una de ellas.
Chow Yun-Fat interpreta para la ocasión a Francis Li, un policía gamberro, mujeriego y desenfadado (como no podía ser de otra manera). En un accidentado momento se encuentra con Michael, otro policía más responsable. Se vuelven compañeros y deben luchar contra una mafia tailandesa e inglesa para detener el tráfico ilegal de cocaína que quiere ingresar en Hong Kong. Tiger on the beat (1988) es un heroic bloodshed en toda regla dirigido por Liu Chia-Liang, director de sobrada trayectoria y eficiencia ya que nos trajo clásicos del calibre de Las 36 cámaras de shaolin (1978) o mi película favorita de Jackie Chan, La leyenda del luchador borracho (1994). Tiger on the beat (1988) es un vehículo de acción típico en la época pero realizado con buen pulso y magníficas secuencias de acción. Chow Yun-Fat interpreta a un personaje que ha repetido en numerosas ocasiones y que le va que ni pintado como es el de sargento de policía malhumorado, gamberro, mujeriego y que se cachondea de todo. Francis (Yun-Fat) se ve obligado por las circunstancias a tener un nuevo compañero que le ayudará en el entramado de tráfico de droga que se cierne sobre Hong Kong. Un anabolizado Conan Lee cumple a la hora de dar la réplica a Yun-Fat y resulta sobradamente efectivo a la hora de repartir hostias entre los mafiosos.

El film destaca por ser un producto muy entretenido y cuyo ritmo no admite demasiados bajones. No se evitan dosis de comedia tontorrona protagonizados en su mayoría por Yun-Fat y sus intentos por ligarse a la atractiva fémina del film. Si bien, admito que la comedia de Tiger on the beat no se me atragantó en demasía frente a otros films similares de la época. Donde el film destaca es por el nivel de sus escenas de acción resultando rápidas, sangrientas, furiosas y dolorosas para los stunts. Una escalada de acción y tensión que va aumentando poco a poco hasta estallar en el magnífico tercio final del film donde los protagonistas son asaltados por la tragedia y Chow Yun Fat/Francis decide aparcar los chistes y ponerse serio. Un clímax final de quedarse ojiplático con un festival de sobradas memorable siendo testigos desde los usos que Francis hace con una escopeta y una cuerda o una batalla de motosierras salvaje.

Tiger on the beat (1988) resulta un conjunto notable, enormemente disfrutable y que cumple su cometido a la perfección con un conjunto realizado con oficio y buen pulso. Un ejemplo genial de la época dorada del género. Los fans la disfrutarán.
Y curiosidades que me hicieron bastante gracia. En un momento del film una recepcionista le pregunta su nombre a Francis y éste contesta que se llama Mark, como el personaje que Yun-Fat interpreta en A better tomorrow de John Woo.

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Chacal
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6
30 de junio de 2020
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La Bruceploitation es un subgénero fascinante. A raíz de la muerte de Bruce Lee, los ávidos productores no tardaron en explotar el filón. Lee había muerto en 1973, justo en su momento de mayor popularidad mundial y claro, esto no podía quedar así. Los cines fueron asaltados por cientos de producciones que aprovecharon la imagen de Bruce, ya sea en el póster de la película, con títulos que hacían referencia a los trabajos anteriores de Lee y apareciendo una serie de actorzuelos/imitadores de aspecto similar al astro (otras veces ni se parecían) realizando todo un festival de los tics, sonidos y llaves del malogrado Bruce Lee. Un subgénero como digo fascinante y divertidísimo en su desvergüenza y que no dudaban en faltar el respeto al recuerdo de Lee. Uno de los imitadores más destacados fue Bruce Li (taiwanés, de nombre real Ho Chung-Tao), y que se convirtió en la primera gran estrella dentro de la Bruceploitation. Debido a su parecido físico con Bruce fue captado para realizar el biopic Bruce Lee. A dragon story (1974). Desde entonces apareció en docenas de Bruceploitations durante los años 70 y principios de los 80 hasta que empezó a cansarse de esto de imitar a Bruce Lee y quiso hacerse un nombre propio con papeles alejados de la estrella marcial aunque sin demasiado éxito. Un título mítico de la Bruceploitation fue Sale el dragón, entra el tigre (1976), toda una declaración de intenciones para Bruce Li en el que se dejaba claro al público ya desde el título que no iba a quedarse en un imitador más y que tenía mucho que ofrecer. Dirigida por Lee Tso-Nam, el film juega con el metalenguaje al principio con Li, apodado Tigre, visitando a Bruce Lee en pleno rodaje (tanto Tigre como Lee están interpretados por el mismo Bruce Li). Tigre se marcha no sin antes escuchar de boca de Bruce que en caso de que le pase algo, no dude en continuar el noble legado del Kung Fu así como sus enseñanzas. Dicho y hecho. Bruce Lee muere y Tigre, roto de dolor, piensa en que ha sido un asesinato y decide investigar que ha pasado con el pequeño Dragón.


Sale el dragón, entra el tigre (1976) es un film con las deficiencias técnicas propias de este tipo de productos de Serie B (y Z) de los 70. Como apunte curioso, la producción es en Taiwan (como muchos otros Bruceploitations), y es que salía más barato rodar allí que en Hong Kong. Si bien, la película aún con sus limitados valores técnicos e interpretativos frutos del bajo presupuesto destaca por encima de mucho de los clones de la época con un conjunto entretenido, que intenta mantener un buen ritmo y que destaca especialmente en sus escenas de lucha. Y es que en eso Bruce Li destacaba con una excelente técnica de patada. Aún con la intención de Li de querer apartarse de la sombra de Bruce Lee, el film no evita ciertos tics o plagios. Vemos a Tigre disfrazarse de telefonista o anciano como hacia el propio Lee en Furia oriental (1971) y una asesina que ataca a Li en pleno gimnasio lleva puesto el mítico chandal amarillo. Bruce Li, además, no puede evitar ciertos movimientos o los gritos típicos del pequeño Dragón. Como plus, de entre el reparto tenemos a Chang Yi (o Chang Yu), mítico actor que apareció en multitud de films de la Shaw Brothers en los años 60 y 70 como Zatoichi Meets the One Armed Swordsman (1971) o La mano de hierro (1972) y quien deslumbra con su técnica marcial en la presente película.

El film tampoco evita cierta carnaza sensacionalista mostrando de buenas a primeras imágenes del funeral auténtico de Bruce Lee, siendo visible su cadáver o recortes de periódicos de la época. Toda una desvergüenza que me resulta fascinante. Por supuesto, el film abandona toda voluntad seria de investigar sobre los motivos de la aún misteriosa muerte del astro introduciéndose en una trama de mafiosos de medio pelo que querían introducir droga en las escuelas de artes marciales, a lo que Lee, como santo que era, al negarse en redondo es objeto de asesinato por esto mismo. Como comento, un conjunto que no hace demasiado daño y que resulta entretenido. El film culmina con un enfrentamiento final en plena playa, en un magnífico escenario rocoso de mar embravecido donde tanto Bruce Li como su enemigo "El barón" (Chang Yi) nos deslumbran con unos momentos marciales asombrosos que ponen la guinda a tan peculiar cinta. Sale el dragón, entra el tigre (1976) es una buena oportunidad para acercarse al mundo de los clones de Bruce Lee con un resultado entretenido que camina por el thriller y el sensacionalismo de la muerte de Lee adornado con buenas escenas de lucha.
Como apunte curioso, ciertas versiones internacionales de la película, tanto de cine como posteriormente de video censuraron varios minutos del film donde Tigre/Li usaba los nunchaku, arma prohíbida en numerosos países.

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Chacal
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6
30 de junio de 2020
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe cierta tradición en Corea del Sur por el cine de catástrofes. El éxito que supuso en la taquilla del país Haeundae (2009), film donde un mastodóntico tsunami inundaba la península abrió la veda siguiéndole films como Virus (2013), Pandora (2016), Train to Busan (2016), Tunnel (2016), Tower (2012) o Deranged (2012), algunos mejores que otros. Estos últimos años, además, se está notando una tendencia en el cine coreano por films con tramas sobre su relación con Corea del Norte tanto a nivel político (The spy gone north (2018)), desnuclearización (Steel Rain (2017)) o la esperanza de una posible reunificación. Una tendencia que parece recuperar la fiebre de films sobre el tema de finales de los 90 y principios del nuevo milenio. La superproducción que nos ocupa, Ashfall (2019), aúna las dos vertientes. La catástrofe y el trasfondo norcoreano.

En el film, Jo In Chang (Jung-Woo) es experto en desarmar bombas. La erupción del monte Baekdu, en Corea del Norte, pone en peligro la supervivencia de toda Corea. El plan imposible consistirá en introducir una bomba nuclear en una de las minas subterráneas junto al volcán para que el magma salga por el nuevo conducto bajo tierra y así evitar una erupción mortal. Jo In-Chang tendrá la tarea de participar en la operación. ¿Pero dónde encontrar una bomba nuclear en Corea del Norte? Su objetivo será encontrar a Lee Joon Pyeong (Byung-Hun) quien forma parte del Ministerio de las Fuerzas Armadas del régimen.

Ashfall (2019) destaca como producción coreana de primer nivel y así se denota tanto en el nivel de espectacularidad de sus setpieces de acción y desastre como en el cast estelar del film. La película cuenta en su reparto con algunos de los actores más taquilleros del país como son Lee Byung-Hun (A bittersweet life, El bueno, el malo y el raro o Inside Man), Ha Jung-Woo (The Berlin File, The Handmaiden, Assassination) y Ma Dong-Seok (Train to Busan, The gangster, the cop, the devil o The Outlaws). A favor de Ashfall hay que decir que el film pone las cartas encima de la mesa de inmediato, hecho que se agradece. A los cinco minutos de película el monte Baekdu entra en erupción y Seûl recibe las réplicas del temblor destrozando media ciudad en el camino con espectaculares resultados. El trasfondo y papel que juega Corea del Norte en la historia es atractivo a la par de curioso ya que tiene su guasa que el monte Baekdu, símbolo de Corea del Norte y del linaje de los Kim, entre en erupción y pueda ser el causante de la destrucción de toda la península. Ha Jung-Woo cumple como experto artillero metido en una misión demasiado grande para alguien como él. Me costó un poco creerme a Ma Dong-Seok como imposible científico anabolizado, experto en volcanes y que repudia ser coreano (es ciudadano estadounidense).

Lee Byung-Hun anda sobrado de carisma como es costumbre. Aún a pesar de su aparente espectacularidad, trama curiosa y efectivo cast, le encontré varios problemas a Ashfall (2019) y la podemos comparar con otra cinta con volcanes bastante reciente como es la china Skyfire (2019), ya criticada en este humilde blog. Mientras que Skyfire, aún a pesar de su ridículo planteamiento era bien consciente de ello y se rendía inmediatamente a la diversión y los momentos imposibles de acción, Corea tiene un problema y es que aún manteniendo una trama igualmente pasada de vueltas, los coreanos se toman demasiado en serio a sí mismos, hecho que juega en contra de la película. Además, los 130 minutos no le sientan bien a Ashfall (2019), no obstante el tema de la excesiva duración es un problema de muchos films coreanos. El primer tercio del film te hace meterte de lleno en la historia pero una vez el grupo de comando aterriza en su país vecino, el volcán se aparta de la historia por momentos siendo sustituido por numerosos tiroteos, juegos de cambio de bando, la mafia china queriendo conseguir las armas nucleares, la aparición de los estadounidenses en el entuerto y la ya sobada historia de amor/odio y finalmente amistad de las dos Coreas (representadas en Ha Jung-Woo y Lee Byung-Hun). Además, el grupo de surcoreanos encargados de tan peligrosa misión me hicieron recordar los peores momentos de Armaggedon (1998) con chistes, bromas y meteduras de pata impropias de una misión de tal calibre. Otro punto y aparte es el pobre tratamiento que se le hace al personaje de la esposa de Jo In-Chang, que aparece y desaparece de la acción de forma hasta paródica. El momento en que la esposa, atrapada en un coche, es arrollada por un tsunami y 15 minutos después la volvemos a ver en un estado físico perfecto (recordemos que está embarazada), me pareció risible.

Por suerte, tenemos al volcán, que cada vez que entra en acción el film remonta el vuelo. Su clímax final es muy efectivo y la culminación a la relación Jung Woo/Byung Hun consigue emocionarnos aunque gran parte de su efectividad reside en las tablas de estos dos actorazos.
Así, Ashfall (2019) aun con sus aspectos negativos es una correcta superproducción coreana que divierte y emociona en sus momentos puramente más desfasados y destructivos. De reparto impecable y sorprendentes momentos visuales pero cuya excesiva duración y ánimo de tomarse demasiado en serio hace que se desvíe hacia subtramas o momentos aburridos, para un servidor. A pesar de todo, los fans del cine coreano bien le pueden echar un vistazo. Por supuesto, el film ha roto las taquillas surcoreanas desde su estreno el pasado diciembre de 2019 consiguiendo que fueran a verla 8,2 millones de espectadores. Objetivo cumplido.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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