Una de las cosas que más me han gustado de Black Friday, es el retrato que hace Eli Roth de la estupidez humana. En su secuencia de inicio, sublime y perfecta, nos muestra un nivel tal de tontuna e idiotez por parte de nuestra especie y lo hace de una forma tan salvaje y divertida, que no podemos más que rendirnos. Después de esa brillante escena pre-créditos, la cinta pasa a ser un slasher al uso, de los que nos gustan, siguiendo la biblia del subgénero como debe ser: grupo de adolescentes a punto de ser masacrados, confusión sobre quien será el verdugo, muertes festivas que llaman a la risa y al aplauso… en resumidas cuentas, el plato que os queréis comer en Acción de gracias, en Navidades o en cualquier ocasión que se presente.

Es el día de Acción de gracias y las familias se reúnen alrededor del pavo como es tradición. Tras el apetitoso festín, los habitantes de Plymouth se dirigen a la tienda de electrodomésticos del pueblo, que abrirá de forma excepcional para dar el pistoletazo de salida a las ofertas del Black Friday.

Y es que, en realidad, Black Friday, se titula Thanksgiving, pero la han traducido en nuestro territorio. Eli Roth, dirigió hace ya 16 años, un falso tráiler llamado así, Thanksgiving, para la sesión Grindhouse de Quentin Tarantino y Robert Rodriguez. Por aquel entonces, él ya era el niño mimado del cine de terror, con todos los ojos puestos en él. Ya había dirigido Cabin Fever y Hostel, y todos los fans del género y la industria en general se rendían a sus pies. Durante todos estos años han pasado muchas cosas en la carrera de Eli Roth, pero transformar aquel falso tráiler (cuyo visionado recomiendo mucho antes de ver la peli) en un largometraje, nunca se fue de su cabeza. Oriundo de Massachussets, donde Acción de Gracias tiene sus orígenes, Roth quería hacer una peli que, como Black Christmas o Halloween, se relacionará con esa festividad, y que la gente disfrutase viendo y volviendo a ver en esas fechas de noviembre.

El largo no tiene el look que tenía el falso tráiler, no esperéis pues esa fotografía propia de la serie B, estamos ante una película totalmente de nuestro tiempo, con una factura actual, más al estilo Scream que al tráiler que él propuso en su día. Lo que si podéis esperar es el humor, incluso con escenas inspiradas 100% en el tráiler. Tampoco escatima en sangre y muertes graciosas, ni en suspense de asesino y víctima jugando al gato y al ratón. Grotesca y salerosa a partes iguales, más de un crítico de cine supuestamente serio se rió en alto y pasó un gran rato en el pase de prensa. Estoy segura de que con las pelis sesudas no se lo pasan tan bien, aunque luego les pongan mejores notas.

Eso sí, punto negativo para el descubrimiento de quién es el malo, y para investigaciones de los protas que me parecen un poco ridículas. Reconozco que no sé ni si es viable que el malo sea esa persona. Me despisté disfrutando, y no soy capaz de recordar si tiene sentido, o si me han metido algún gol. La máscara del asesino tampoco es muy top, pero hace referencia a un personaje histórico que en España no nos dice nada. Diría, pues, que en su parte final la cosa va bajando.

Pero vamos, en general, para Black Friday ya tendré siempre una peli que recomendar.

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No me atrevo a hablar del multiverso, entre otras cosas porque no tengo mucha idea. Lo cierto es que admito la dificultad de llevar a la pantalla un proyecto que, aunque sea de pasada, toca esta temática que tan de moda se ha puesto hoy en día. La vida da muchas vueltas y precisamente trata de eso, de dimensiones que solamente con abrir una puerta te trasladan a mundos que nunca habrías soñado ¿O sí?

Dejémonos de zarandajas y vamos a habla de Hostile Dimensions, una película sorprendente en todos los aspectos. Primeramente por el jugo que se le saca a su escaso presupuesto. Por otro lado por la interesante y absorbente idea que nos plantea, unos mundos paralelos algo hostiles, como dice el título, que harán dudar a más de uno si es mejor permanecer en ellos o volver a la vida real, si está ya no fuera un mundo paralelo en el que, a fuerza de la costumbre, acabamos convirtiéndolo en “normal”. Parece algo complicado ¿no os parece? Ahí está la gracia, devanarse un poquito los sesos en una cinta que si algo tiene es que es muy atractiva.

Innis y Sam son dos realizadoras de documentales que andan todo el día cámara en mano. Por una serie de circunstancias deciden ultrapasar una puerta que les lleva a realidades alternativas en búsqueda de Emily, una graffitera que desapareció en una de esas aventuras dimensionales.

Graham Hughes (Death of a Blogger) realiza un proyecto muy personal, no en vano es director, guionista y actor, por lo que el culpable de todo es él. Para lo bueno y para lo malo iba a decir. La parte positiva es mayor que la negativa. Explicar todo esto que hemos escrito con cámara en mano y sin muchos alardes técnicos, como podréis llegar a imaginar, tiene mucho mérito. No vamos a meternos de lleno en la parte más técnica, pero el guion es de altura, ya que logra que todo sea medianamente comprensible sin caer en explicaciones remotas o redundantes.

Aunque sea de pasada comentar la recreación de unos escenarios que, no sabemos el motivo, pero nos recuerdan a juegos de mundos o realidades virtuales como Second Life. Por otro lado Graham Hughes no duda en meternos en otros más underground como pueden ser casas abandonadas y que dan algo de miedo, consiguiendo que por algunos momentos se nos ericen los pelos.

Las interpretaciones son correctas. Cumplen, por así decirlo, con la idea de frescura al no ser nada sobreactuadas, no obstante encontramos a faltar algo más en el momento de expresar las emociones. Naturalmente nombraremos a Graham Hughes en el papel de no-Brian y a Paddy Kondracki y Annabel Logan en las interpretaciones principales de las documentalistes.

Vamos acabando ya diciendo de Hostile Dimensions es una película que encantará a todos aquellos a los que les gusta un toque especial, no me atrevería llamarlo intelectual. Quedarán sorprendidos por una cinta, hecha con cuatro duros, que les hará pensar sin dejar de entretener.

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Partiendo de una idea algo malévola, Los Cómplices hurga en la idea de ayudar a morir a alguien que no eres tú mismo. No estamos hablando de eutanasia, en principio lo podría parecer. La premisa no abarca el motivo de ese deseo, más bien en la manera de hacerlo. No olvidemos que estamos hablando de un film de trece minutos, con todas las limitaciones que el formato corto tiene. Este film tiene la pinta de ensayo de algo más grande. Según palabras de Alberto Evangelio, su director, el pase al largo está en una fase bastante avanzada de estudio, lo que posiblemente hará posible explicar algo más de una trama que permanece algo oculta pero lo suficientemente bien explicada como para declararla independiente. Tenemos algunos ejemplos de lo que estoy indicando, Cerdita (Carlota Pereda, 2018) da fe de que ese decisivo paso del corto al largo puede ser muy gratificante.

Una mujer se dirige a una dirección con la intención de encontrar a las personas que le puedan ayudar a morir a su padre. Lo que no se imagina es en qué consiste su colaboración.

Alberto Evangelio no es la primera vez que se introduce de lleno en el terror. En el 2021 ya nos deleitó con Visitante. Tampoco nos olvidamos de Casa de 2019, un cortometraje que nos cautivó por su concisión y mala leche. Ese apego por el género que más nos gusta es de agradecer. Siempre estamos ávidos de ver producciones made in Spain de terror, un segmento que siempre ha sido de los punteros en la industria cinematográfica patria. En esta ocasión no abusa excesivamente del término cañí que tanto nos mola. Al condensar la historia en tan poco tiempo pierde aquello que nos es característico, pero, no os preocupéis, el desarrollo está muy medido y no tiene ninguna fisura.

Alabar a los intérpretes que repetirán en el largo para goce de todos los amantes del buen cine. Encabeza el reparto el siempre eficiente, y uno de los nuestros, Iván Massagué (El Hoyo), su sola presencia ya nos pone en alerta de que algo gordo se está preparando. Le secunda Lorena López a la que le toca representar la parte más dramática del asunto.

Lo dicho, se prepara algo grande, de momento toca disfrutar de un cortometraje que cumple con los objetivos que toda obra de género debe tener: tensión, vuelta de tuerca y unas interpretaciones de altura. Atentos a la pantalla.

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En este caso resulta muy difícil realizar un buen resumen de la temática así como de la historia sin llegar a cometer spoiler, pero prometo que seré cuidadoso y no os alteraré el resultado de su visionado, quizás algún detalle lo terminéis de entender cuando hayáis visto la película. Más allá de que mi opinión personal en cuanto a lo que me ha gustado y lo que no, pueda influenciaros en vosotros, añadir que esta es una película que ha gustado en general y que si no eres especialmente exigente con la pulcritud del guion probablemente la disfrutéis y os guste, lo bueno es que mirando el film os daréis cuenta rápido de qué lado estáis.

Una pareja residente en Copenhague decide alejarse de la vida urbana para convivir junto a su hijo en una casa en medio del bosque en que no se esperan tener contacto alguno con el resto del mundo durante un largo tiempo, pero nada saldrá como ellos esperan.

La premisa inicial no arranca especialmente alegre, problemas de pareja, inestabilidad general y otros menesteres que no suelen ser de recibo en el cine, no obstante, no es gratuito ya que será importante para poder entender el comportamiento de los personajes más adelante.

Unos roles encarnados principalmente por dos actores que se han ganado bien el sueldo en este caso, ya que han tenido gran carga de trabajo, los daneses Marie Bach Hansen y Mikkel Boe Følsgaard (Un asunto real) han sido altamente solventes en un film donde casi como en una obra de teatro sólo se puede contar con los actores, el texto y un escenario que no se quiere entrometer demasiado.

Los problemas principales de la obra llegan no muy alejados del principio y coinciden con el momento más interesante de esta hasta el momento, por una parte está desplegando la incógnita entre los espectadores que atónitos quieren saber que va a ocurrir pero por otra tenemos el combo de la absurdidad en cuanto a la manera sin sentido de actuar evidente ante los hechos y las pruebas que tienen en las manos y la actitud desinhibida e irracionalmente fría y desapegada por parte de los actores principales, que a menos que te abstraigas mentalmente de estos quince minutos sin sentido, te verás totalmente fuera de la película. Esta falta de sensibilidad “familiar” me sorprende especialmente teniendo en cuenta que no se trata de un director insensible al uso sino de la ópera prima de Karoline Lyngbye a la que se le presupone al menos un poco más de empatía.

Superada esta parte, si eres capaz, y dejando un poco la ciencia ficción de lado que se ha convertido más en un mecanismo para crear la historia que en un modus vivendi de esta, entramos a un conflicto moral que no os puedo profundizar por no fastidiaros la historia pero que realmente es interesante, ofrece un debate moral e incluso a la posibilidad de discusión entre la audiencia que siempre es buena.

Dicho de manera resumida, si se hubiera solucionado el guion de manera más coherente en este tramo tan irracional que os he mencionado antes, sería una obra bastante curiosa que por otro lado se podría solucionar en quince minutos menos. Con el resultado final la disparidad de opiniones está garantizada.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/superposition-review.html

Los despiadados bandidos Seth y Richie Gecko, intentan huir hacia México después de perpetrar un atraco millonario. Durante la huida cometerán toda clase de vilezas para lograr su objetivo, aunque no tardarán en descubrir que su destino soñado no es como ellos esperaban.

Una cinta de culto como Abierto Hasta el Amanecer, adorada por infinidad de seguidores en todo el mundo, merece un gran reconocimiento por parte de los fanáticos del género. Es intensa, trepidante y, sobre todo, violenta. No da un segundo de descanso al espectador y sorprendió a todo el mundo con un impresionante giro argumental, para dejar a la concurrencia totalmente sorprendida y alucinada a la vez.

Después de dirigir El Mariachi (1992) o Four Rooms (1995), Robert Rodriguez tuvo a bien llevar a cabo este proyecto con guion de Quentin Tarantino y el resultado sólo puede calificarse como inmejorable. Con un presupuesto bastante limitado, el realizador supo aprovechar todos los recursos a su alcance, para marcar una época con una película de las que no caen en el olvido.

Rodeado de un equipo de profesionales con un nivel técnico óptimo, el realizador contó con un departamento de efectos especiales y de maquillaje que llevan a cabo una labor sobresaliente, al otorgar a las criaturas una crudeza fuera de lo común. También merece una mención especial el vestuario y los decorados de los que hace gala la propuesta. Recargados y espectaculares, conceden una potente estética de serie B, claramente intencionada.

Que se puede decir sobre el impresionante elenco, formado por intérpretes de máximo nivel como Harvey Keitel, George Clooney, Cheech Marin, Tom Savini, Danny Trejo, Salma Hayek y un sinfín de apariciones y cameos estelares. La lista es inacabable y a casi todos ellos se les ve pletóricos e implicados con el proyecto, al brindar a sus personajes una marcada profundidad y naturalidad. Personajes que han pasado a la historia del género, por su carisma y marcado carácter. Sex Machine, Santanico Pandemonium o Razor Charlie, son buena prueba de ello.

Premiada en multitud de festivales y certámenes internacionales, la producción se ha situado en el Olimpo del género y con el transcurrir de los años, envejece como un buen reserva. Excelente dirección, mejores actores y un apartado técnico notable, hacen que siempre sea un placer volver a visionar Abierto Hasta el Amanecer.

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