Salvo por unos últimos minutos donde la película se despoja de todo lo que ha sido, y crea una escena de buena carga dramática (no terrorífica) en una sola toma sin cortes, este film pasaría al olvido rápidamente.
Ni la trama, ni sus posibilidades, ni las actuaciones (salvo ese cierre mencionado), ni los sustos prefabricados, merecen la pena, desaprovechando así una cuidada ambientación y puesta en escena.
Todo está muy trillado ya y es demasiado predecible desde la escena del prólogo. Por supuesto, sin olvidar el mensaje reduccionista subyacente de que la religión católica y el mundo de los conventos de clausura son poco menos que un nido de depravados fundamentalistas psicópatas. Pero como es la corriente de pensamiento popular hoy en día, viste bien.
En fin, uno empieza a estar ya exhausto de tanto film secuestrado por el oportunismo político y tanta reivindicación cansina del papel de unos y otros en la sociedad.

Pues eso, en mi memoria infantil recordaba PINOCHO como una de las películas más aburridas de los inicios de DISNEY, junto con DUMBO y BAMBI. Pero tras ver este re-boot medio digital medio real tan a la moda hoy en día, pues reconozco que la original era una obra maestra.
No enseña esta cinta de 2022 nada que la de 1940 no enseñara ya. En este caso con personajes más inclusivos por la epidemia woke que nos ha tocado sufrir, y con algunos conceptos más mascaditos para que los pequeños no se tengan que detener en pensar mucho (que eso no conviene a muchos). Eso sí, la peli original era para todos los públicos y está es apta sólo para mayores de 9, una torpeza del creador a la hora de adecuar ciertas escenas al público infantil y dejarse llevar por la espectacularidad de lo horrendo (la transformación del pequeño en burro y la ballena monstruosa no fueron del agrado de mi hija de 6 años, pero claro la culpa es mía por no seguir las recomendaciones por edad).
Total, que puesto a que sus hijos conozcan la muy útil historia de PINOCHO, busquen la original que es mucho más hermosa de ver.

Si te digo que CYRANO es una mala película, mentiría. O si digo que está mal ambientada o mal interpretada, también sería mentira.
Pero este musical se queda a la mitad en lo que respecta a emocionar y conectar con el espectador. Es el clásico "meh" que se dice hoy en día. Ni fu ni fa.
Falta ese desgarro emocional que te llega, falta esa canción que pone los pelos de punta, faltan esos momentos de desgarro dramático tan habituales en los musicales románticos con tragedias de fondo. Todo está tratado muy por encima, con mucha elegancia y gusto, pero sin llegar a ahondar en la herida. Todo muy distante.
Y sí, ya sabemos que existe otra película de Cyrano que es mucho mejor, pero tampoco se trata de comparar siempre. Se agradece el intento de convertirla en musical porque la historia tenía ese perfil, pero te deja demasiado frío al final. Un lástima.

Todo lo que rodea a esta película, desde su tráiler hasta su cartel, incluso gran parte de la ambientación, parece introducirla en el género de terror. Pero no. Se trata de una interesante cinta de secuestros juveniles y lucha por la supervivencia, con algún toque policíaco.
Por supuesto que tiene un toque sobrenatural, pero nunca orientado a dar miedo. Los fantasmas están enfadados, sí, pero su finalidad no es hacer el mal.
Toda la historia bebe de la obra de Stephen King (no obstante, el guión se basa en un cuento de su hijo Joe Hill) y sus sempiterna obsesión por los jóvenes inadaptados y su lucha contra adultos demoníacos. En este caso, un Ethan Hawke que da más grima que miedo, y que bien podría haber construido un personaje más perturbador. Pero aquí eso no importa, y sí la aventura de supervivencia y escape del joven secuestrado con toques paranormales y poderes psíquicos (algo muy de Stephen King, nuevamente).
Aunque no es especialmente memorable, la película es muy entretenida y lo suficientemente tensa para no aburrir ni cansar al espectador. Y aunque no se define del todo para una audiencia juvenil o adulta, gustará a ambas.

Pues eso. Tras más de dos horas eternas acaba la película, y no puedo desembarazarme de la sensación de haber perdido mucho tiempo de mi vida dándole una oportunidad a esta ya célebre cinta de terror contemporáneo (aparece en casi todas las listas de las mejores de terror de los últimos años).
No puedo negar que es una película de terror diferente, poco convencional y, por supuesto, alejada de los estándares comerciales. Aún así, es muy previsible desde poco después de empezar. Más o menos, el espectador ya experimentado en este género cinematográfico sabe por donde irán los tiros, además la insidiosa música no hace más que acentuar esta sensación de que la tragedia está al caer.
Pero claro, si el director quiere hacerse pasar por innovador o rompedor, se harta de meter planos fijos y cámaras lentas hasta el aburrimiento, y demás escenas de "preparación" que exasperan al más paciente.
Tal vez el problema sea mío que no he sabido valorar tanto encuadre excelentemente estudiado, tanto diseño de producción y planificación de escenas, tanto movimiento de cámara inteligente y tanta expresión de congoja de la protagonista. Resumiendo, le sobra una hora, y no deja de ser como una versión de EL HOMBRE DE MIMBRE al estilo de la cultura nórdica.
Total, que la puedes ver en velocidad 1,5x (como los audios de Whatsapp) y te enterarás igual de bien.
Eso sí, salvemos la única escena verdaderamente perturbadora y terrorífica para mí, que es aquella en la que uno de los personajes intenta realizar a escondidas unas fotos de un libro sagrado.
Para todo lo demás, quédense con HEREDITARY, un producto mucho más tangible, entretenido e inquietante del mismo director.