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Voto de Macarrones:
3
Drama Johann Sebastian Bach (1685-1750), el gran músico del barroco alemán, se traslada a Leipzig con su familia para desempeñar la función de Cantor en la Escuela de Santo Tomás. Bach, un ferviente devoto y un incansable trabajador, es además modesto y su posición social dista mucho de ser privilegiada. El reconocimiento a su música aún no se ha producido, el talento que imprimirá a sus composiciones irá creciendo con el paso de los años. La ... [+]
14 de enero de 2008
59 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo, como todo buen gafapasta, tengo mi versión favorita de las "Variaciones Goldberg": la de María Yudina. La escucho a menudo. Ninguna interpretación me gusta más (ni siquiera las de Gould, muy bien consideradas en el ambiente gafapastoso en el que me desenvuelvo).

Las "Variaciones Goldberg" fueron compuestas por Bach en 1741 para adormilar al insomne conde Hermann Carl von Kayserlingk, pero uno puede escucharlas despierto. En 2007 Portabella, fascinado por la música de Bach, ha rodado esta película para convocar el sueño de Macarrones. Acierto pleno: lo ha conseguido. Es una de las películas más sosas y falsas que he visto en las últimas décadas. A diferencia de la obra de Bach, esta película es insoportable durante la vigilia: uno ha de instalarse en el sopor para que sea digerible. Y ni con esas.

"El silencio antes de Bach" quiere ser modernita (es un poco el equivalente de la Nocilla literaria llevada al cine): relato fragmentado, microhistorietas unidas por el hilván bachiano, ruptura de la narratividad tradicional, episodios más o menos originales (pianolas andarinas, un vagón de metro lleno de violonchelistas interpretando el preludio de la Suite nº 1, camioneros que tocan la armónica o el fagot: la historia de los camioneros prometía, pero a los guionistas no se les ocurre nada y al final queda ahogada en el magma inane del conjunto), conversaciones pedantuelas entre los personajes -Bach con su hijo, el librero, el calvo con la violonchelista maciza-). Para mí es un ejemplo perfecto de película carente de ideas, pedante (tipo sobrio, soporto peor al pedante desmelenado) y sin garra. Tiene ese tono falso de las películas de Ventura Pons -otro que construye por acumulación de historietas- con un sorprendente añadido de Vicente Aranda en la escena de la ducha, más un toque cutre de ambientación histórica a lo Curro Jiménez (pero en Leipzig, con pelucones y con mucha guardarropía de Cornejo).

Lo mejor: la compañía de Servadac y Hermione Granger y la noción de "centraditas" que tiene la taquillera de los Cines Verdi, que si se descuida nos da unas butacas fuera de la sala.
Macarrones
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