El cine de la productora Disney evoluciona poco en su estética y nada en su mensaje, que sigue siendo plenamente providencialista y reaccionario. Si Dios quiere que tu padre sea un gorila, te aguantas: es tu padre, siempre tendrá la razón y debes someterte a él y obedecerle, él sabe lo que te conviene. En esencia, esta película defiende la fidelidad acrítica e incondicional del individuo al clan. El individualismo se tolera siempre que uno no traspase las normas de la manada (y las infracciones a la obediencia siempre acaban penadas o expiadas). Se exalta la familia como valor supremo y se cuentan unos chistes que a George Bush seguro que le hacen mucha gracia.

En lo formal, no tiene mayor interés, dentro de la calidad de su ejecución y del ya rutinario estilo made in Disney. A menudo se recurre a la estética del videojuego y hay mucha caída, persecución, etc. También homenajean a «El libro de la selva» para recordarnos que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor.

Las cancioncillas con las que se ameniza la peli, como de costumbre, son también repugnantes.

Lo siento.