Peliculón de Michael Mann. Le falta poco para ser un clásico instantáneo. Narra la historia de un ladrón de bancos: John Dillinger y la de su perseguidor, creando un duelo entre ambos personajes y ambos ambientes acertadísimo.

Está filmada digitalmente con una calidad excelente, mezclando planos rodados al estilo clásico y escenas de estilo moderno con cámara al hombro en movimiento, insertada en medio de la acción y primeros planos muy cortos. Las persecuciones son perfectas y todo el film fluye de forma muy natural, no sobra un sólo minuto y la acción no empacha. El guión es redondo. La factura es bellísima, fotografía y la banda sonora acompañan la épica perfectamente.

El enfrentamiento de interpretación ente los dos protagonistas, Johnny Deep y Christian Bale es magnífico, pero conociendo a estos dos actorazos, es una pena que no inventen nuevos registros. Tal vez llama más la atención el trabajo de los secundarios que los acompañan y arropan perfectamente.

En resumen, no es el Padrino, pero es una grandísima película de gánsteres.

Valoración: 9.
Cine: Verdi.