Admiro al Langui. Soy un apasionado de la música Hip Hop, especialmente reticente a las estrellas patrias. No pensaba ver esta película: me tocó de vuelta de Almería a casa, en el viaje de autobús. Doy gracias a la empresa por tener consideración esta vez y no ponerme una de Jackie Chan cuando era joven.

"El truco del manco" destaca y pierde fuelle en el mismo punto: su fascinante naturalidad y espontaneidad. El Langui da una lección de preparación, desparpajo, y lo más importante, NO se interpreta a sí mismo. Esto me sorprendió, me esperaba algo así como "La vida de El Langui", y salvo pasajes concretos, coincidencias o excepciones y la mera exposición de su evidente enfermedad, el tipo INTERPRETA, y lo hace generalmente muy bien. Es cierto que en ocasiones se le ve forzando la máquina, excesivamente sobreactuado, pero ya quisiera yo rodar una peli y actuar así. Mejor que muchos actores profesionales.

Respecto a Ovono, al principio le vi flojo, después mejora y mucho. Es un tipo con mucha personalidad en su rostro, unas facciones muy duras y un aspecto de chico atormentado. Le viene el papel como anillo al dedo. Su relación con el padre resulta uno de los puntos fuertes de la película (gran actuación del padre). Bravo por Ovono. Sus escenas más complicadas las salva con honores.

El resto de personajes secundarios, las familias de estos dos amigos (especial atención al hermano pequeño de El Langui, que si bien es de los que peor actúan, tiene momentos estelares), los delincuentes, matones, macarras, todo tipo de chusma... hasta el policía secreta, todos son cojonudos.

La historia es preciosa por su dureza e incompasión (que Langui exige como derecho natural propio). La crudeza de sus escenas tiende al exceso en ocasiones, pero no hay que negar la evidencia. Esa realidad existe. Esos bloques de hormigón existen. Esos barrios están ahí. Los trapicheos se pueden ver casi en cualquier barrio. Si unimos a una chica situada entre dos bandas (ella quiere a Ovono, Langui se interesa por ella), la combinación resulta explosiva. El final es genial. Qué tristeza embarga todo, rezuma sinceridad por los cuatro costados.

Respecto a Santiago A. Zannou, decir que ojalá siga deleitándonos. Su dirección es buena, y gracias a Dios, es una película de raperos que no trata de rap. Bravo. No me extraña que ganasen tantos premios, una lucecita en el inmenso océano del cine español a las 3 de la madrugada.

Frío adentro, frío fuera. Dureza. Tesón. Triunfo y fracaso. Y Langui dirigiendo un festival de imágenes para el recuerdo.