Irina Palm retrata como pocas la clase obrera inglesa con una historia que se muestra cercana a pesar de su surrealismo. Marianne Faithfull interpreta a Maggie, una sesentona que ha llegado a vender su casa para financiar los cuidados que necesita su nieto, gravemente enfermo. Cuando los médicos anuncian que su única salvación está en llevárselo a Australia para un tratamiento muy concreto, Maggie decide hacer todo lo posible para ganar el dinero necesario para la operación.

Aquí empieza lo surrealista. Acaba encontrando trabajo en un club en el que se dedica a masturbar a los hombres que allí acuden a través de una cabina especial donde los clientes insertan su pene por un hueco. Maggie, al otro lado, limpia y da esplendor. Nadie pagaría por acostarse con una prostituta vieja como ella, pero el tacto de sus manos es tan especial que su "toque" termina por convertirse en leyenda; la fabulosa Irina Palm.

Tras este inicio de gran originalidad, la película se muestra por momentos un poco torpe con el ritmo y cae hacia el final en alguna conversación de humor fácil, además de mostrarnos un Kevin Bishop muy sobre actuado. Pero su intención se mantiene intacta: reflexionar sobre el sacrificio y criticar el cinismo de la sociedad en la que vivimos.

Pese a sus defectos, Irina Palm se disfruta gracias a sus personajes, en especial los de Maggie y Mikky, soberbiamente interpretados. Además, el filme sabe sacar sonrisas a lo trágico, llegando a nuestros corazones. Hace diez años, unos tíos desesperados nos regalaron un striptease de primera en Full Monty. Una década después, Faithfull (todo un descubrimiento como actriz) toma el relevo con su lesión de "penista".